domingo, 29 de marzo de 2015

PADRE PÍO TEMÍA LO PEOR RESPECTO AL VATICANO II

Fragmento del artículo “El Padre Pío y el Concilio Vaticano II”, visto en BASTIÓN CATÓLICO.
 
   
El padre Pío habló de esta manera al inicio del concilio Vaticano II: “Ahora comienza la torre de Babel”, y luego: “Éste es un concilio que desconcilia”; y mandó decirle a Pablo VI, por conducto de Mons. Giuseppe Del Ton (el latinista del Vaticano), que “se apresurara a clausurarlo; cuanto más tiempo pasa, peor es”.
   
A cuatro obispos sudamericanos que habían ido a San Giovanni Rotondo durante el concilio –los obispos italianos lo tenían prohibido–, el padre Pío les dijo: “dejad en paz a la Virgen y poned en práctica los diez mandamientos”. Era el periodo del concilio en que se dijeron cosas enormes sobre la Virgen.

miércoles, 25 de marzo de 2015

EL MILAGRO DEL SOL PRESENCIADO POR PÍO XII

Se sabía que el venerable Pío XII había visto el milagro del sol de Fátima en los jardines vaticanos por una homilía que el cardenal Federico Tedeschini, enviado al lugar de las apariciones como legado pontificio para clausurar el año santo 1950, pronunció el 13 de octubre de 1951 y en la que afirmó que el Papa había visto lo mismo que presenciaron los testigos que estaban presentes en Fátima el día de la última aparición (13 de octubre de 1917). Esta revelación fue ampliamente difundida por la prensa de la época y por la imaginería religiosa, llegándose a imprimir millares de estampas que representaban la escena de Pío XII mirando hacia el sol danzante sobre los jardines vaticanos (en España se hizo célebre el calendario de bolsillo editado por Heraclio Fournier). Pero no se tenía una versión directa del episodio.

Visión Fatimista de Pío XII
  
En noviembre de 2008, uno de los biógrafos contemporáneos más conocidos del venerable Pío XII, Andrea Tornielli, reveló el descubrimiento, entre los papeles privados de la familia Pacelli, de un autógrafo del Papa en el que se lee el relato de lo que vio más de una vez en aquel otoño del año jubilar de 1950. El documento es de un extraordinario valor por ser de primera mano, por su inmediatez y por su lenguaje natural (alejado del gran estilo que caracterizaba la oratoria y los escritos oficiales de Pacelli), y confirma plenamente lo que ya se sabía por vía indirecta. Dejemos hablar al protagonista con sus propias palabras. Reproducimos a continuación el texto original en italiano, seguido de nuestra traducción castellana. Es el mejor homenaje que podemos hacer hoy al Papa que fue consagrado obispo el 13 de Mayo de 1917.

Relato manuscrito por Pío XII
  
«Era il 30 ottobre 1950, antivigilia del giorno, da tutto il mondo cattolico atteso con tanta ansia, della solenne definizione dell'assunzione in cielo di Maria Santissima. Verso le ore 4 pom. facevo la consueta passeggiata nei giardini vaticani, leggendo e studiando, come di solito, varie carte di ufficio. Salivo dal piazzale della Madonna di Lourdes verso la sommità della collina, nel viale di destra che costeggia il muraglione di cinta. A un certo momento, avendo sollevato gli occhi dai fogli che avevo in mano, fui colpito da un fenomeno, mai fino allora da me veduto. Il sole, che era ancora abbastanza alto, appariva come un globo opaco giallognolo, circondato tutto intorno da un cerchio luminoso, che però non impediva in alcun modo di fissare attentamente il sole, senza riceverne la minima molestia. Una leggerissima nuvoletta trovavasi davanti. Il globo opaco si muoveva all'esterno leggermente, sia girando, sia spostandosi da sinistra a destra e viceversa. Ma nell'interno del globo si vedevano con tutta chiarezza e senza interruzione fortissimi movimenti.
   
Lo stesso fenomeno si ripeté il giorno seguente, 31 ottobre, e il 1° novembre, giorno della definizione; e poi di nuovo l'8 novembre, ottava della stessa solennità. Quindi non più. Varie volte cercai negli altri giorni, alla stessa ora e in condizioni atmosferiche uguali o assai simili, di guardare il sole per vedere se appariva il medesimo fenomeno, ma invano; non potei fissare nemmeno per un istante, rimaneva subito la vista abbagliata.
Nei giorni seguenti manifestai il fatto a pochi intimi e a un piccolo gruppo di Cardinali (forse quattro o cinque), fra i quali era il Cardinal Tedeschini. Quando questi, prima della sua partenza per la sua missione di Fatima, venne a visitarmi, mi espresse il suo proposito di parlarne nella sua Omelia. Gli risposi: “Lascia stare, non è il caso”. Ma egli insistette sostenendo l'opportunità, di tale annuncio, ed io allora gli spiegai alcuni particolari dell'avvenimento. Questa è, in brevi e semplici termini, la pura verità».

TRADUCCIÓN
«Era el 30 de octubre de 1.950, antevigilia del día, esperado con tantas ansias por todo el mundo católico, de la solemne definición de la Asunción al cielo de María Santísima. Hacia las 4 de la tarde, realizaba mi acostumbrado paseo por los jardines vaticanos, leyendo y estudiando, como siempre, varios documentos de despacho. Iba subiendo desde la plaza de la Virgen de Lourdes hacia la cima de la colina, por el camino a la derecha que discurre paralelo a lo largo de la muralla. De repente, habiendo alzado los ojos de los folios que tenía en la mano, fui sorprendido por un fenómeno que no había visto nunca hasta entonces. El sol, que todavía estaba bastante alto, aparecía como un globo opaco amarillento, rodeado completamente por un aro luminoso, que, sin embargo, no impedía en modo alguno mirar fijamente al sol, sin experimentar la mínima molestia. Sólo tenía delante una ligerísima nubecilla. El globo opaco se movía ligeramente hacia afuera, sea girando, sea yendo de izquierda a derecha y viceversa. Pero en el interior del globo se veían con toda claridad y sin interrupción movimientos fuertísimos.
   
El mismo fenómeno se repitió al día siguiente, 31 de octubre, y el 1 de noviembre, día de la definición; y, de nuevo más tarde el 8 de noviembre, octava de la misma solemnidad. Desde entonces no más. Varias veces, en los días siguientes, a la misma hora y con las mismas o similares condiciones atmosféricas, procuré mirar al sol para ver si aparecía el mismo fenómeno, pero fue en vano. No podía mirarlo ni siquiera por un instante pues la vista quedaba inmediatamente cegada. Durante los siguientes días di a conocer el hecho a pocos íntimos y a un pequeño grupo de cardenales (tal vez cuatro o cinco), entre los cuales estaba el cardenal Tedeschini. Cuando éste, antes de su partida para la misión de Fátima, vino a visitarme, me comunicó su propósito de hablar de ello en su homilía. Yo le respondí: “Déjalo estar, no es el caso”. Pero él insistió, defendiendo lo oportuno de semejante anuncio, y entonces le expliqué algunos detalles del acontecimiento. Ésta es, en breves y sencillos términos, la pura verdad».

lunes, 23 de marzo de 2015

EL ISLAM, ENEMIGO DE LA CIENCIA Y LA CULTURA

  
«La cultura árabe no tiene nada de elogioso; más aún ni siquiera existe, fuera del reducido campo de la poesía, pues en todas partes los árabes se han mostrado feroces enemigos de la cultura y la civilización (hablamos de los árabes mahometanos, no de los paganos ni de los cristianos): «Para todo buen mahometano el Corán contiene toda la verdad. Es una revelación tan completa, que toda adición es o superflua, o impía. El Dios del islam es un autócrata, cuya sola regla es su capricho. Los premios ó castigos de la otra vida no responden á los méritos contraídos en ésta, puesto que, según Benjaldún, uno de los más autorizados maestros del islam, “Dios ha implantado el bien y el mal en la naturaleza humana, según lo ha dicho Él mismo en el Corán: la perversidad y la virtud llegan al alma por inspiración de Dios” (Proleg., Notices et extraits, vol. XIX, pág. 268). 
   
Y el historiador de la Filosofía, G. H. Lewis, se expresa en la siguiente forma: “Jamás hubo una ciencia árabe, estrictamente hablando. En primer lugar, toda la filosofía y ciencia de los mahometanos era griega, judía, persa, etc. En realidad significaba una reacción contra el islamismo, reacción que surgía en las regiones más apartadas del foco del islam: en Samarcanda, en Bujará, en Córdoba. La lengua era árabe, pero no las ideas ni el espíritu” (History of Philosophy, l. II, págs. 34-36). 
   
El califa Omar, que, a pesar de los argumentos de Gibbon, de Kehl y de Matter, fue quien devastó las bibliotecas de Alejandría, representaba perfectamente el espíritu mahometano en su carácter peculiar y primitivo. No es ya sólo Albufarach (Gregorio bar Hebraeus) en su Historia Compendiosa Dynastiarum; es Abdolatif (Abd al-Latif al Baghdadi), escritor autorizadísimo anterior a aquél, que dice lo siguiente: “Aquí (en el Serapio) estaba la biblioteca que Amrú Benalás (Arm Ibn al-Las) quemó con el asentimiento de Omar”; es Benjaldún (Ibn Jaldun) -al que llamó Mdhl “el Montesquieu del islam”, quien, aunque tunecino de nacimiento, residió largo tiempo en España, ejerciendo en 1362 el cargo de Gran Visir en el reino moro de Granada, varón de ortodoxia acreditada, profundo conocedor de la historia, de erudición extensísima, adquirida en sus viajes, en sus estudios y en sus funciones- quien escribe, acerca de este punto, en estos términos: “¿Dónde está la literatura de los persas? Su literatura fue destruida por orden de Omar cuando los árabes conquistaron el país”, y añade que la misma suerte cupo a la literatura de los Caldeos, de los Asirios y de los Babilonios, y a una literatura aún más antigua, a la de los Coptos. 
    
Más explícito todavía respecto al carácter de los conquistadores árabes es Benjaldún en las siguientes líneas: “Sabemos que los muslimes cuando conquistaron la Persia encontraron una innumerable cantidad de libros y de tratados científicos, y que su general Saad Benabinacás (Sa'd ibn Abin Waqqas) preguntó por carta al califa Omar si le autorizaba a distribuir aquellos libros entre los verdaderos creyentes como parte del botín. Omar contestó en la siguiente forma: -Arrojadlos al agua. Si contienen algo que pueda guiar a los hombres a la verdad, nosotros hemos recibido de Dios lo que mejor puede guiarnos. Y si contienen errores debemos deshacernos pronto de ellos, dando gracias a Dios. A consecuencia de esta orden los libros fueron arrojados al agua y al fuego, y la literatura y la ciencia de los persas desapareció” (Proleg., Notices et extraits, vol. XXI, págs. 78, 124 y 125). 
    
En España los conquistadores eran relativamente poco numerosos. Su civilización fue obra de los cristianos y judíos, que formaban la masa de la población. Esta vivía siempre expuesta a los ultrajes y las matanzas. Se ha dicho con fundamento que varios pasajes de la obra de Dozy (Historia de los musulmanes de España) se asemejan extraordinariamente a los informes consulares de Armenia y de Bulgaria antes de su emancipación. La más pequeña expresión de descontento se consideraba como rebeldía. En una ocasión en que los cristianos y renegados de Córdoba exteriorizaron su desagrado contra un visir impopular, el castigo fue cruelísimo. Trescientas personas de distinción fueron empaladas en los paseos, a orillas del río, y el resto de los cristianos de Córdoba, en número de unos cien mil, recibieron la orden de salir de España, so pena de crucifixión, en el término de tres días. En España, como en todas partes, el espíritu del islam produjo la anarquía, la impotencia para organizar y administrar y la opresión, y tengo para mí que gran parte de nuestras más hondas dolencias de índole social son la herencia tardía de la dominación de los árabes. 
   
El credo musulmán lleva consigo un germen de descomposición que anula las nobles cualidades de la raza árabe. El destino de las regiones dominadas por el islam es siempre idéntico. Los países más fértiles, más populosos y más florecientes, bajo su dominio se truecan en desiertos, donde la ignorancia, la crueldad, la desolación y la barbarie reinan sin límites. La Sogdiana, que se llamó el Paraíso del Asia, aquellas florecientes ciudades Juarizm (Jiva), Bujará, Samarcanda, son hoy agrestes soledades. Al comenzar el siglo XIII, y a pesar de los grandes daños producidos por las Cruzadas y de que la parte principal del Asia Menor, con sus ricas y populosas ciudades, había caído en poder de los musulmanes, las rentas anuales del imperio bizantino ascendían a 2.800 millones de pesetas. ¿Qué se ha hecho de aquellas riquezas? En ninguna parte de nuestro planeta, escribe Ubicini en sus cartas sobre Turquía, ha derramado Dios la riqueza con mayor variedad y abundancia. Todos los climas, todas las producciones, se dan en sus fértiles y dilatados dominios. En ninguna parte la asolación y el abandono ha llegado a iguales extremos. Y la culpa no es de las razas que allí habitan; es del espíritu de los dominadores. Pues en cuanto los países oprimidos alcanzan la libertad del yugo islámico, Grecia, Servia, Rumania, Bulgaria, afirman su personalidad y contribuyen a la obra de la civilización. Los principios de piedad, de justicia y de amor, que constituyen la esencia del cristianismo, encierran una fecundidad social que las pasiones de los hombres y la obcecación de los pueblos podrá retardar, pero que no destruirán jamás. Por eso el cristianismo es la verdad y el mahometismo un funesto error. Por eso, si no alcanza el islamismo a degradar a los individuos, con seguridad produce la decadencia, el atraso y la ruina de los pueblos. Por eso no hay filósofos en el islam, por eso no hay verdaderos hombres de ciencia [...]» 
  
(Discurso de contestación del Excmo. Señor D. Eduardo Sanz y Escartín al discurso de recepción del Señor D. Miguel Asín Palacios en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, leído en la junta pública del 29 de marzo del 1914, pp. 247-250).

domingo, 22 de marzo de 2015

EL ENDURECIMIENTO DE LOS JUDÍOS CONTRA EL MENSAJE DE JESÚS

  
El furor de los judíos ha llegado al colmo, y Jesús se ve obligado a huir ante ellos. Pronto le matarán; mas ¡qué diferente es su suerte de la suya! Por obediencia a los decretos de su Padre celestial, por amor a los hombres, se entregará en sus manos, y le darán muerte, pero saldrá victorioso del sepulcro; subirá a los cielos, e irá a sentarse a la diestra de su Padre. Ellos, por el contrario, después de saciar su furor dormirán sin remordimientos hasta el terrible despertar que les está preparado. Se palpa que la reprobación de estos hombres será eterna. Ved con qué severidad les habla el Salvador: "Vosotros no escucháis la palabra de Dios porque no sois de Dios". No obstante esto hubo un tiempo en que fueron de Dios: porque el Señor da a todos su gracia; pero ellos han hecho estéril esta gracia; se agitan en las tinieblas y ya no verán la luz que han rechazado. "Decís que Dios es vuestro Padre; pero no le conocéis". A fuerza de desconocer al Mesías, la Sinagoga ha llegado a no conocer también al mismo Dios único y soberano, cuyo culto la enorgullece; en efecto, si conociese al Padre, no rechazaría al Hijo. Moisés, los Salmos, los Profetas, son para ella letra muerta, y estos libros divinos pasarán muy pronto entre las manos de los pueblos, que sabrán leerlos y comprenderlos. "Si yo dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros". Por la dureza del lenguaje de Jesús se adivina ya la cólera del Juez que bajará el último día para estrellar contra la tierra la cabeza de los pecadores. "Jerusalén no conoció el tiempo de su visita; el Hijo de Dios salió a su encuentro y tiene ella la desvergüenza de decirle que está poseído del demonio". Echa en cara al Hijo de Dios al Verbo eterno, que prueba su origen por los prodigios más evidentes, que Abrahán y los Profetas son mayores que El. ¡Extraña ceguera que procede del orgullo y de la dureza de corazón! La Pascua está próxima; estos hombres comerán religiosamente el cordero simbólico; saben que este cordero es una figura que debe realizarse. El cordero verdadero será inmolado por sus manos sacrilegas y no lo reconocerán. La sangre derramada por ellos no les salvará. Su desgracia nos lleva a pensar en tantos pecadores endurecidos para los cuales la Pascua de este año será tan estéril de conversión como los años precedentes; redoblemos nuestras oraciones por ellos, y pidamos que la sangre divina que pisan con los pies no clame contra ellos delante del trono del Padre celestial.
 
Dom Prósper Gueranger, OSB. El Año Litúrgico (I Edición española), Tomo II, págs. 448-449. Editorial Aldecoa (Burgos-España), 1956.

SAN NICOLÁS DE FLÜE, ERMITAÑO, PADRE Y PATRONO DE SUIZA

San Nicolás de Flüe
 
San Nicolás de Flüe, más conocido como Hermano Klaus, es santo muy popular en Suiza. Pío XII lo proclamó Patrono de esa nación, en donde se celebra su fiesta el 25 de septiembre (mientras que la Igleisa en general lo celebra el 22 de marzo). Nació en 1417 en Flüe, cerca de Sachseln. Aunque se sentía llamado a la vida eremítica (a los 16 años tuvo la “visión de la torre”), tuvo que aceptar algunos cargos civiles (fue corregidor de Sachseln, consejero, juez y diputado) y militares.
   
En 1445 se casó con Dorotea Wyss: tuvieron cinco hijos y cinco hijas: uno de ellos llegó a ser párroco de Sachseln, y un nieto, Conrado Scheuber, murió en olor de santidad.
   
Por insistencia de Matías de Bolsheim y Aimo Amgrund entró en contacto con los Gottesfreunde (amigos de Dios), un movimiento religioso alsaciano. Pero la esposa se opuso siempre a sus planes de soledad. Sólo después de haber cumplido los 50 años, en junio de 1567, pudo partir para Alsacia. Pero el Señor lo quería en un lugar mucho más cercano a las regiones habitadas hasta entonces. Por otra parte, él se avergonzaba de esta especie de “fracaso” y se retiró primero a Klisterli-Alpa en Melchtal.
   
Su vida santa y su riguroso ayuno (existen testigos históricos de que durante un período de 19 años y medio él se alimentó sólo con la Eucaristía) atrajeron la curiosidad de los vecinos. Entonces resolvió retirarse a Ranft, un lugar desierto cerca de Flüe. Sólo salía para ir a Misa y cuando la patria tenía necesidad de él: en 1473 ante la amenaza austríaca, y en 1481 y 1482 cuando hubo un gran peligro de guerra civil: los buenos resultados de estas intervenciones le ganaron el título de “Padre de la Patria”. Su oración más frecuente era: “Señor mío y Dios mío, aleja de mí todo lo que me aleje de ti. Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerque a ti. Señor mío y Dios mío, líbrame de mí mismo y concédeme poseerte sólo a ti”.
   
Sus vecinos, edificados por su testimonio de oración y de penitencia (lo espiaron durante todo un mes), le construyeron un yermo y una pequeña capilla, consagrada en 1469. San Nicolás de Flüe murió a los 70 años, el día 21 de marzo de 1487.
   
En 1501, Enrique Wolflin hizo escribir su biografía basada en “hechos confirmados con juramento por testigos oculares y auriculares”.
  
Fue beatificado en 1669 y canonizado por Pío XII.

ORACIÓN
Oh Dios, que admirablemente alimentaste al bienaventurado eremita Nicolás con el pan de los Ángeles y quisiste ilustrar con la visión de la Santísima Trinidad, concédenos, te suplicamos, que por su intercesión recibamos dignamente en la tierra el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, y merezcamos contemplar su gloria en el Cielo. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

(Del Misal Propio de la Diócesis de Augsburgo) Te rogamos suplicantes, oh Dios, apoyados por la intercesión de tu confesor el bienaventurado Nicolás, que custodies siempre con tu benigna protección a nuestro pueblo, y a sus dirigentes infunde clemente la luz de tu gracia. Por J. C. N. S. Amén.

LECCIÓN APRENDIDA POR LAS MALAS

Cuando Antipapa Francisco I se presenta ante los judíos, siempre oculta su cruz pectoral. ¿Por qué lo hace? Porque, además de que los conciliares se avergüenzan de Jesucristo y de su Sacrificio (que de todos modos NO LES APROVECHA EN NADA), la cruz les recuerda a los judíos su mayor pecado, EL DEICIDIO. Y porque sus dos antecesores inmediatos pasaron mal rato ante sus "hermanos mayores":
 
 
  
Anteriormente habíamos dicho que los judíos detestan tanto la Cruz que el signo de adición de ellos es distinto al que usa el resto del mundo.
  

sábado, 21 de marzo de 2015

CONSAGRACIÓN EPISCOPAL DE JEAN MICHEL FAURE, USML

Como lo anticipamos, el pasado Jueves, Mons. Richard Williamson consagró a Jean Michel Faure como obispo de la Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre (la "Resistencia" williamsonista a la FSSPX de Fellay) en el Monasterio benedictino de la Santa Cruz en Nova Friburgo, Brasil. Aquí presentamos algunas fotografías de la ceremonia (Fuente: NON POSSUMUS)
  
   
Como no podía faltar, el blasón episcopal de Mons. Faure:
  
   
Y la reacción de Menzingen (cuartel general de los fellayanos), no podía faltar, para congraciarse con la Curia de la "Roma neopagana y anticristo"
  
Comunicado de la Casa General de la Fraternidad San Pío X con motivo de la consagración episcopal del R. P. Faure (Fuente: DICI).
     
19-03-2015
   
Este 19 de marzo de 2015 Mons. Richard Williamson ha procedido a la consagración episcopal del R. P. Jean-Michel Faure en el monasterio benedictino de Santa Cruz (Nova Friburgo, Brasil).
   
Monseñor Williamson y el R. P. Faure no son miembros de la Fraternidad San Pío X desde 2012 y 2014 respectivamente, en razón de las vivas críticas que formularan contra toda relación con las autoridades romanas, denunciando que representaban – según ellos – una traición a la obra de Mons. Marcel Lefebvre.
   
La Fraternidad San Pío X deplora que este espíritu de oposición resulte en esta consagración episcopal. En 1988 Mons. Lefebvre había manifestado claramente su intención de consagrar obispos auxiliares, sin jurisdicción, y en razón del estado de necesidad en el que se encontraban la Fraternidad San Pío X y los fieles católicos, con el único fin de permitir a estos fieles recibir los sacramentos a través del ministerio de los sacerdotes que iban a ser ordenados por estos obispos. Tras de haber hecho todo lo que estaba a su alcance ante la Santa Sede, Mons. Lefebvre procedió a las consagraciones el 30 de junio de 1988, hechas solemnemente en presencia de varios miles de sacerdotes y fieles, y de algunos cientos de periodistas del mundo entero. Todo mostraba que este acto, no obstante la ausencia de autorización de Roma, se realizaba públicamente por el bien de la Iglesia y de las almas.
  
La Fraternidad San Pío X denuncia la consagración episcopal del R. P. Faure, que, a pesar de las afirmaciones del consagrante y del consagrado, no se parecen en nada a las consagraciones de 1988. En efecto, todas las declaraciones de Mons. Williamson y del R.P. Faure demuestran constantemente que ya no reconocen las autoridades romanas, salvo de modo puramente retórico.
  
La Fraternidad San Pío X reafirma que el estado actual de necesidad en la Iglesia legitima su apostolado en el mundo entero, sin dispensarla de reconocer las autoridades eclesiásticas, por las cuales sus sacerdotes rezan en cada misa. Ella desea guardar el depósito de la fe y de la moral, oponiéndose a los errores –sea cual fuere su procedencia–, a fin de transmitir aquellos tesoros a través de la liturgia tradicional y la predicación, y en el espíritu misionero de su Fundador: Credidimus caritati (1 Jn. 4,16).
  
Menzingen, 19 de marzo de 2015
  
COMENTARIO DE JORGE RONDÓN SANTOS
En nuestra opinión, hemos de retrotraernos al tema de la jurisdicción supletoria para consagración de obispos en este tiempo de Sede Vacante (aunque a Bernie y Willy les parezca blasfemo), que hace lícito el consagrar obispos sin autorización papal, cosa que en condición normal (habiendo papas ejerciendo jurisdicción ordinaria), no se puede hacer. Y ha habíamos dicho que el Código de Derecho Canónico de 1983 es inválido y nulo, puesto que proviene de un antipapa hereje que fue antecedido por tres antipapas herejes y es sucedido por otros dos de la misma calaña (y en Cum ex Apostolátus se define que un papa incurso en herejía es depuesto ipsofacto), y cuanto se haga bajo su tenor es ilícito, ilegal y nulo.
   
Pero por otro lado, la actitud de la Neo-FSSPX no es extraña: Ellos buscan congraciarse con la curia conciliar, la Ramera que usurpa el trono de la Inmaculada Iglesia por la que tanto luchó Mons. Lefebvre. Fellay está llevando a la FSSPX a un acuerdo con el Vaticano cisma (como hiciera Licínio Rangel en su tiempo con la Unión Sacerdotal de San Juan María Vianney -los Padres de Campos-). Asímismo, Williamson maneja el discurso de "reconzco si conviene a mis intereses" respecto a Francisco Bergoglio y el Vaticano II, ¿cómo no esperarlo, si la FSSPX interprestó la inhibición de Mons. Lefebvre sobre el sedevacantismo como una negación de esto? En una palabra, la posición actual de la FSSPX y la USML es insostenible a los hechos y la doctrina. Sólo el Sedevacantismo, tantas veces satanizado por los precitados, es la respuesta lógica a la pregunta ¿QUÉ HACER ANTE LA APOSTASÍA REALIZADA DESDE JUAN XXIII EN EL VATICANO II?

DE POR QUÉ EL TÉRMINO "EUCARISTÍA" A SECAS ES AMBIGUO

Tomado de CUADERNO DE BITÁCORA
   
Ayer publiqué algunas de las expresiones que Lutero usaba para vomitar su odio a la Santa Misa católica, por ejemplo aquello de «[...] ESTE ABOMINABLE CANON QUE HACE DE LA MISA UN SACRIFICIO. La acción de un sacrificador. La miramos [solo] como sacramento o como testamento. Llamémosle bendición, EUCARISTÍA, mesa del Señor, Cena del Señor, o Memorial del Señor», una breve explicación de la herejía que inspiraba su odio y las consecuencias de ello llevadas a la liturgia.
   
Resulta "curioso", por decir lo menos, que en el lenguaje común del católico sedicente de hoy día se haya adoptado el término «eucaristía» (del griego εὐχαριστία: acción de gracias) como SINÓNIMO TOTAL de «misa» -para referirse a la "misa nueva"- sin hacer las distinciones pertinentes y, prácticamente, sin usar las expresiones «Santo Sacrificio» o «Santo Sacrificio del Altar» que SIEMPRE uso la Santa Iglesia católica. La sinonimia total se da cuando dos términos son totalmente intercambiables en un mismo contexto, ejemplos: burro/asno.
   
Lutero niega que la Santa Misa sea la re-presentación -en el sentido de volver a hacer presente- incruenta del Sacrificio de Cristo en la Cruz, llamando "abominable" esa doctrina católica, y por eso insiste en que la "misa", "su misa", solo sea llamada "eucaristía", "mesa, cena o memorial del Señor". Eso explica por qué las "misas" de tantas sectas protestantes, incluida la del novus ordo, hayan devenido en mitote (del náhuatl mitoti: bulla, pendencia, alboroto): resulta natural que «cenando a la mesa para conmemorar» algo se termine en bulla, alboroto o pendencia, en manifestaciones sentimentales, sentimentaloides y hasta psicosis colectivas propias de la «celebración de un banquete». Por el contrario, la doctrina católica de la Santa Misa -como la re-presentación incruenta del sacrificio sangriento que Jesús ofreció al Eterno Padre en la Cruz- explica la solemne gravedad de la función litúrgica católica: resulta natural que en un sacrificio se actúe con unción, devoción, recogimiento y perfección…
   
... lo que no resulta natural es que haya "católicos bien formados" a quienes les parecen "ortodoxas" y "normales" las charangas de las "misas" del novus ordo.
   
Antes de la de-forma deuterovaticana, todos los misales para los fieles, todos los devocionarios, y hasta los catecismos para parvulitos, usaban -habitual, común, normal y ordinariamente- las expresiones «Santo Sacrificio» o «Santo Sacrificio del Altar» para referirse a lo que denominamos «Misa». Eran las expresiones que, habitualmente, usaba el pueblo católico para referirse a la Santa Misa. El uso del término «eucaristía», como SINÓNIMO TOTAL para referirse a la "misa nueva", es una novedad de cuño protestante porque, ciertamente, el eucarístico (eυχαριστιακή) es uno de los frutos del Santo Sacrificio pero no el único... NI EL MÁS IMPORTANTE. Fue por ello que la Santa Iglesia, después de la herejía luterana, acentuó con mucho mayor vigor algunos gestos litúrgicos que expresan que la Santa Misa ES un sacrificio: la renovación incruenta del sacrificio sangriento que Jesucristo ofreció al Eterno Padre en la Cruz, cuyos frutos fueron lautétricos, expiatorios, EUCARÍSTICOS, propiciatorios e impetratorios.

¿Es un error decir que la Santa Misa es eucaristía? ¡Desde luego que no!, porque uno de los frutos de la voluntaria inmolación de Cristo en la cruz (su Santo Sacrificio) fue ofrecer un presente de acción de gracias al Eterno Padre, pero referirnos a la Santa Misa como «eucaristía», USANDO EL TÉRMINO COMO SINÓNIMO TOTAL DE LA MISMA, SIN DISTINGUIR LOS ASPECTOS DE LA SANTA MISA Y LOS FRUTOS QUE HA DADO, acusa una visión reduccionista y rematadamente imprecisa del Santo Sacrificio del Altar.

Los Cánones del Concilio de Trento (1545 – 1563), en los que se definió la Doctrina católica sobre la Santa Misa y la defendió de los errores luteranos y de otros de-formadores, la llama con las expresiones «sacrosanto sacramento de la eucaristía», «sacrosanto sacramento de la eucaristía», «venerable sacramento de la eucaristía» o «admirable sacramento de la eucaristía» pero, SIEMPRE, usa esas expresiones en sentencias dadas para definir y defender la Presencia Real de Jesucristo, el Santo Sacrificio y el Sacramento.

En el lenguaje da la inmensa mayoría de los católicos sedicentes de hoy día se usa como sinónimo de “ir a misa” la expresión “ir a dar gracias”, como si se tratara de una pura acción de gracias, cada ocho días, por los favores recibidos y esto no es así: quienes asisten a la Santa Misa, asisten a un VERDADERO Y PROPIO SACRIFICIO (la Doctrina de la Santa Iglesia católica, que es la Iglesia de Cristo, enseña que la Santa Misa debe ser considerada un verdadero y propio sacrificio, y no admite la falsa doctrina de que el Santo Sacrificio sea idéntico a la Sagrada Comunión. Ése es el sentido de un Canon del Concilio de Trento que dice: «Si alguno dice que en la misa no se ofrece a Dios un verdadero y propio sacrificio; o, que ser ofrecido es sólo que Cristo se nos da como alimento; sea anatema») en el que Cristo mismo, siendo Sacerdote, Víctima y Hostia, tributa adoración a la Majestad divina y reconoce el supremo dominio de Dios sobre todas las cosas, expía los delitos de todos los hombres pasados, presentes y venideros, ofrece un presente de acción gracias (eucaristía) por los beneficios recibidos en su santa humanidad y por los que recibimos todos los hombres en los órdenes de naturaleza y de gracia, y ruega –impetra- para que Dios nos sea propicio y nos otorgue todos los dones conducentes a nuestra salvación. El Santo Sacrificio del altar es el único perfecta e infinitamente agradable al Eterno Padre por tratarse de la re-presentación incruenta del Sacrificio en la Cruz de su Hijo unigénito, que es perfecto Dios.
   
¿Entonces resulta una exageración distinguir los aspectos de la Santa Misa?, ¿se es “más papista que el Papa” al intentar precisarlos? ¡Desde luego que no! No en vano la Iglesia los distinguió y precisó. Son tiempos de terrible confusión y tenemos el deber de precisar los contenidos de la Fe.
   
Seamos cuidadosos de no despreciar, por ignorancia, la cultura que dos mil años de cristianismo nos heredó. Me viene a la cabeza lo escrito por santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae, III, q. 16, art. 8, corpus: «Como escribe Jerónimo, por las palabras proferidas confusamente, se viene a parar en la herejía. Por lo que con los herejes no debemos tener en común ni siquiera las palabras, para que no dé la impresión de que favorecemos su error».

viernes, 20 de marzo de 2015

EL NOVUS ORDO MISSAE SE REMONTA A LUTERO

Desde CUADERNO DE BITÁCORA
   
Lutero decía que «la misa católica es la mayor y más horrible de las abominaciones papistas, la cola del dragón del apokalypsis», el hereje de infeliz memoria se refería -evidentemente- a la Santa Misa de siempre. El odio de Lutero contra la Santa Misa puede explicarse de la siguiente manera: la Santa Misa se oponía a su concepción de la religión. En la Santa Misa el centro es Dios, por tanto, antes que nada, el culto es un homenaje rendido a la Majestad de Dios. El Santo Sacrificio es el acto por excelencia de dicho homenaje. Para Lutero el centro de la religión no es Dios sino el hombre; según Lutero, la finalidad de la religión es esclarecer y consolar al hombre. Siendo así, ¿para qué sirve una inmolación hecha a Dios para reconocer Su Dominio Soberano sobre toda criatura?
  
Lutero deseo y promovió la abolición del Ofertorio y del Canon Romano, leamos lo que vomitó: «la misa es ofrecida por Dios al hombre y no por el hombre a Dios; ella es la liturgia de la palabra, una comunión y una participación [...] este abominable canon que hace de la misa un sacrificio. La acción de un sacrificador. Lo miramos como sacramento o como testamento. Llamémosle bendición, eucaristía, mesa del Señor, Cena del Señor, o Memorial del Señor».
   
Lutero y sus secuaces suprimieron el Ofertorio (que tan admirablemente expresa el Sacrificio y la propiciación) y lo substituyeron por unas plegarias extraídas de la Kábala judaica que se limitan a expresar un mero intercambio de dones entre Dios y el hombre, borrando el sentido de la oblación. Esas plegarias las usan comunidades judías, hasta el día de hoy, para bendecir los alimentos. Después trastocaron los textos esenciales del Canon Romano y los substituyeron por meros recitativos de la Cena del Señor, en un momento dado agregarán a la "consagración" del pan las palabras «que será entregado por vosotros» y suprimirá las palabras «mysterium fidei» y «pro multis» de la "consagración" del vino, substituyen el latín por las lenguas vernáculas, substituyen el altar por una mesa colocada frente al pueblo, promueven la recepción de la "comunión" de pie y en la mano, permiten la distribución de la comunión por manos de simples "fieles", substituyen el nombre de la Santa Misa por el de "eucaristía", "cena", "memorial del Señor", etcétera, etcétera, etcétera… ¿no nos suena familiar?
     
¡Oh, si! ¡"Surprise"! La "misa" del "novus ordo" (¿del nuevo orden mundial?), la "misa nueva", la "misa moderna", la "misa" de Montini, la "misa" del Vaticano II es idéntica a la "misa" de Lutero, ese que decía que «la misa católica es la mayor y más horrible de las abominaciones papistas, la cola del dragón del apokalypsis»... tanto que fue diseñada por seis ministros protestantes. ¿Capisci?

miércoles, 18 de marzo de 2015

DE LA SOBERBIA, POR SAN AGUSTÍN

  
La soberbia es peor y más condenable, porque busca el recurso de la excusa aun para los pecados más evidentes. Así hicieron los primeros hombres. Ella dijo: 'La serpiente me engañó y comí', y él a su vez: 'la mujer que me diste por compañera me dio el fruto y comí'. Nunca suena la petición del perdón, nunca impetración del remedio. Aunque, como Caín, no nieguen que lo han cometido, con todo, la soberbia busca descargar sobre otro la responsabilidad de sus malas obras. La soberbia de la mujer culpa a la serpiente, y la del varón, a la mujer. Mas cuando se da una transgresión formal del mandato divino, hay una auténtica acusación más bien que una excusación. Y no se vieron libres de pecado, porque la mujer lo cometió aconsejada por la serpiente, y el varón a instancias de la mujer, como si hubiera de creerse o de ceder a algo antes que Dios”.
  
San Agustín. La ciudad de Dios, T IIº, Lib. XIV, Cap. XIV. BAC. Madrid, 1965.

martes, 17 de marzo de 2015

SAN PATRICIO, OBISPO Y APÓSTOL DE IRLANDA

En el Bautismo hemos sido sepultados con Jesucristo, muriendo al pecado”. (Romanos 6, 4).
  
San Patricio, Apóstol de Irlanda

La evangelización de Irlanda, que bien puede decirse que se confundió con la vida de San Patricio, es uno de los hechos más sorprendentes de la vida de la Iglesia en el siglo V.

Gracias a la inteligente actividad de este hombre y a su rara prudencia, la conquista de toda una nación pagana a la fe cristiana se operó en pocos años sin choques, sin violencias y sin persecuciones. 
   
PRIMEROS AÑOS
Patricio nació en el último cuarto del siglo IV, en un pueblo marítimo de la Gran Bretaña llamado antiguamente Tabernia, donde sus padres poseían una granja. Su abuelo Potito era sacerdote, su padre Calpumio, diácono y decurión, y su madre, de raza franca, pariente de San Martín de Tours.

Patricio tenía apenas dieciséis años cuando fue apresado por piratas irlandeses, como muchísimos compatriotas suyos.

El Santo mancebo vio en este acontecimiento un castigo del cielo, pues —refiere el mismo— “vivíamos alejados de Dios y no observábamos sus preceptos ni obedecíamos a los sacerdotes que nos amonestaban sobre nuestra salvación”. Le vendieron a un amo que se lo llevó al oeste de la Isla para guardar sus rebaños.

Patricio pasaba la vida por los montes como si fuera ermitaño, absorto en la divina contemplación. Él mismo nos dice que “cien veces al día y otras tantas de noche se hincaba de rodillas a hacer oración”.

Seis años estuvo cautivo, llevando una vida santa y penitente; durante este tiempo aprendió la lengua irlandesa y conoció las costumbres y el espíritu del pueblo al que, andando el tiempo, había de evangelizar.
    
LLAMAMIENTO DE DIOS: APOSTOLADO EN IRLANDA
Al cabo de estos seis años, avisado por una voz celestial y guiado como por mano invisible, emprendió la marcha hacia el oeste y llego a un puerto desconocido, donde halló una nave dispuesta para hacerse a la vela con un raro cargamento de perros.

Pasados tres días de navegación, abordaron a las Galias, y emprendieron una larga caminata a través de un país desierto para llevar a los mercados del sur de Francia y de Italia esos grandes perros lobos de Irlanda, que eran muy apreciados en estos países.

La caravana recibió auxilio milagrosamente varias veces y fue salvada gracias a las oraciones de Patricio; al fin, sin percances mayores, logró Patricio escapar a la compañía con quien viajaba y emprendió el regreso a su tierra pasando por el monasterio de Lerins. En él permaneció por algún tiempo admirando el fervor de la vida monástica, y se reintegró a su familia que le hizo un caluroso recibimiento.

Le rogaban sus padres que no volviera a dejarlos, recordándole la gran tribulación que por el habían pasado; pero la gracia le instaba y las visiones se multiplicaban, siendo el Ángel “Víctor” el mensajero habitual. Dios hablaba a su corazón cada vez con más vehemencia y le hacía oír las voces y gemidos de Irlanda, que imploraba su venida.

Tras una crisis de ánimo muy violenta, Patricio se puso por completo en manos de Dios y se dejó conducir por su Providencia. Tenía a la sazón veinticinco años.

Pasó a las Galias para disponerse a su futuro apostolado y conseguir de Roma autorización para misionar, quedándose luego catorce años en Auxerre, donde estudió bajo la dirección de dos santos prelados: Amador, que le ordenó de diácono y Germán, que primero le ordenó de presbítero y más tarde le consagro obispo, para que fuese a predicar la buena nueva a Irlanda.

Hallábase este país dividido en multitud de tribus o clanes gobernados por un jefe más o menos poderoso y, por lo general, independiente de los reyezuelos vecinos.

La conversión de un rey o jefe traía casi siempre consigo la del clan entero; por eso puso tanto empeño Patricio para convertir ante todo a los magnates de aquella tierra. Pero tenía enfrente la influencia decisiva y omnímoda de los druidas o magos, a los que provocaba a verdaderas justas de milagros, de las que, con el auxilio divino, siempre salía vencedor, lo que daba como resultado que muchos paganos acudiesen a él ansiosos de conversión.

De ese modo recorrió, tribu tras tribu, las cinco provincias de Irlanda, destruyendo el culto idolátrico y fundando por doquier cristiandades fervorosas; ordenaba para cada lugar de diacono, sacerdote u obispo a algún discípulo suyo y les confiaba el cuidado de la naciente Iglesia.

MILAGROS DE SAN PATRICIO
Sus contemporáneos nos refieren las maravillas que San Patricio obraba, y no podríamos explicarnos la obra apostólica de este pastorcillo, si Dios no le otorgara poder para demostrar con obras portentosas la doctrina que predicaba.

Desde sus primeros años Patricio se vio asistido por el don de milagros. Siendo todavía niño, curó a una hermana suya de una herida muy grave que se hizo en una caída.

Resucitó a su tío, que le acompañaba a una asamblea pública en la que cayó muerto de repente.

Durante el cautiverio de Patricio, su amo le vio en sueños acercarse a él rodeado de llamas; las rechazó el amo, pero consumieron a sus dos hijitas, que dormían en una misma cuna. Sus cenizas se esparcieron a lo lejos y las llamas, llevadas por el viento, llegaron a los confines de la isla.

Al despertar, Milco —tal era el nombre del amo— rogó a su esclavo que le interpretase sueño tan extraño. Patricio respondió que la llama era la verdadera fe en que se abrasaban su inteligencia y su corazón, que sus dos hijas se harían cristianas y que sus reliquias, llevadas a lo lejos, servirían para mayor propaganda de la verdad, que Irlanda aceptaría en toda la extensión de su territorio.

Nunca, fuera de la ocupación de la Gran Bretaña por Agrícola, había pensado Roma en invadir a Irlanda. Esta, por el contrario, invadía a Inglaterra por medio de sus colonias, que desde Escocia iban penetrando hasta los alrededores de Londres. Más tarde fueron rechazadas tales factorías, pero el temor de los irlandeses dominó largo tiempo a los bretones.

Hallábase Irlanda sometida por aquel entonces a tres clases superiores: los druidas, los jueces y los bardos.

Los druidas habían anunciado con mucha anticipación la llegada de San Patricio y descrito su traje, tonsura y costumbres. Así es que cuando arribó hacia el año 432 a la desembocadura del río Vartry, le negaron la entrada y tuvo que ir a desembarcar por la parte de Meath, donde transcurrió el cautiverio de su juventud.

De los comienzos de su apostolado hemos de mencionar la historia del niño Benigno que, viendo al Santo dormido a orillas de un riachuelo, fue a coger las más bellas flores que halló por allí y, contra la voluntad de los compañeros de Patricio, que no querían despertarle, se las puso en el seno. Se despertó, en efecto, el Santo, y predijo la futura grandeza del niño: “Este será, les dijo, el heredero de mi reino”.

Otro historiador añade que, habiendo pasado Patricio la noche en casa de los padres de Benigno, el niño se empeñó en quedarse toda la noche a sus pies. Cuando al día siguiente iba el Santo a partir, le conjuró Benigno con tales instancias a que le permitiese acompañarle, que Patricio consintió en ello; desde entonces Benigno ya no se separó de él y fue su sucesor en la sede de Armagh.

Patricio hubiera querido convertir a su antiguo amo Milco. Le envió oro, pero el viejo avaro, furioso por la llegada de su antiguo esclavo, juntó sus tesoros y, pegando fuego a la casa, pereció con ellos.

Se alejó Patricio de Meath y se estableció en Strangford. La comarca estaba gobernada por Dichu, vasallo de Laegario, rey de Tara.

Los druidas, que recelaban de la llegada del apóstol, no dejaron piedra por mover para rechazarle.

Aquí dan principio los portentos de Patricio: Se celebraban las fiestas de Pascua y se prohibió a los paganos que encendiesen fuego antes de la aparición del fuego real. Patricio no hizo caso de la prohibición y encendió el suyo.

Avisado el rey, envió soldados para que prendieran a Patricio; él mismo quiso levantar su espada sobre la cabeza del Santo, pero no pudo, porque su mano quedo paralizada.

Con orden de darle muerte enviaron emisarios a los caminos por donde había de pasar. Patricio bendijo a sus ocho compañeros y al niño Benigno; él, por su parte, se hizo invisible, y los esbirros sólo vieron pasar ocho gamos y un cervatillo.

Al día siguiente, el rey daba un festín: y, aunque las puertas de la sala se hallaban cerradas, Patricio se presentó en medio. Le ofrecieron una copa emponzoñada; Patricio hizo la señal de la cruz, volcó la copa y sólo se vertió el veneno.

Cuenta la tradición que había en Tara, corte del rey Laegario, un druida muy experto en artes mágicas, que teniendo noticia de los milagros de San Patricio y creyéndolos efectos de sortilegios, se propuso competir con él y, a este fin, logró que cayera repentinamente sobre la ciudad tan fuerte nevada, que el sol se oscureció, dejando la población sumida en las más espesas tinieblas y completamente obstruida por la nieve.

Gozaba el druida con aquel triunfo y, al invitar a nuestro Santo a que hiciera otro portento igual, San Patricio respondió que para que el prodigio de su competidor fuera completo, debía hacer cesar aquel fenómeno meteorológico con la misma rapidez que lo había producido.

Se comprometió a ello el druida pero, por más apelaciones que hizo a sus artes mágicas, la nieve seguía cayendo, amenazando sepultar bajo su blanco y espeso sudario a toda la ciudad, con gran espanto de sus moradores, que no cesaban de pedir socorro a sus falsos dioses, para que los libraran de aquel horrendo peligro.

Compadecido San Patricio de la aflicción de aquellos desventurados y después de haber hecho confesar al druida su impotencia para conjurar el riesgo en que había puesto al pueblo por su imprudente presunción, se hincó de rodillas y, pidiendo al Dios verdadero que cesara la imponente nevada, se rasgaron las nubes inmediatamente y un sol esplendoroso y refulgente fundió los témpanos de hielo, devolviendo a los atribulados habitantes de Tara el sosiego que les había hecho perder el maleficio del soberbio druida.

Muchos otros portentos obró el Santo, uno de los cuales costó la vida al druida.

Se convirtió la reina, pero no el rey. Con todo, varios convertidos recibieron el bautismo; Laegario lo rehusó tenazmente, tal vez por diplomacia. Patricio le anuncio que sus hijos morirían sin reinar, salvo el más joven, porque se haría cristiano; los acontecimientos justificaron la profecía.

Después del drama de Tara, se nos presenta Patricio como vencedor que ha conquistado el país con una sola victoria, recorriéndolo de oriente a occidente como triunfador.

Se encuentra con las dos hijas del rey Laegario y, tras un diálogo de encantadora sencillez, las bautiza, les impone el velo de las vírgenes y les hace participes de los sagrados misterios. Ellas, presas en ardiente deseo de contemplar a Dios cara a cara, quedaron sumidas en un sueño extático y al despertar se hallaron al pie del trono del Eterno.

Pero un combate más empeñado aguardaba a Patricio. Al llegar al monte que lleva su nombre, entra en lucha con Dios mismo: quiere almas y dice al Ángel enviado por el Todopoderoso cuantas han de ser; y cuanto más le deja hablar, mas pide.

Al principio el Señor parece rehusar, mas luego consigue el Santo cuanto deseaba. ¿Qué podía negar Dios a tan gran siervo suyo?
   
SAN PATRICIO Y LOS JEFES DE CLAN
Imposible sería seguir al apóstol en sus peregrinaciones, que nada tenían de regular.

Había pedido a un rey, por nombre Dairo, licencia para edificar una iglesia en una colina. El rey se la denegó y a los pocos días cayó enfermo. Patricio tomó agua, la bendijo y se la envió a Dairo, que curó al punto. Contentísimo el rey de verse bueno, tomó un caldero de cobre y se lo envió al Santo, el cual respondió solamente: “DEO GRÁTIAS”. Esta manera de dar las gracias no agradó a Dairo y mandó otra vez por el caldero.

“¿Qué ha dicho Patricio cuando le habéis quitado el caldero?” —Pregunto el rey—. “DEO GRÁTIAS” —respondió aquél.

Tal dominio de sí mismo conmovió al monarca, que fue en persona, acompañado de la reina, a devolverle el caldero y le concedió la colina que antes le había rehusado.

Patricio y sus compañeros subieron a la cima y encontraron una cierva con su cervatillo. Los compañeros querían matar al cervatillo, pero Patricio se opuso a ello y llevó a cuestas al cervatillo, cuya madre le seguía ansiosa. Conmovedora representación del buen Pastor.

La construcción de la iglesia parece el punto culminante de la vida de San Patricio.

Un pagano, cuyo ídolo había derribado Patricio, juró vengarse. Fuese al bosque y esperó junto al camino a que pasara el viajero apostólico, pero hirió equivocadamente a su compañero, único mártir que tuvo Irlanda durante aquel maravilloso episcopado.

La fe iba, no obstante, difundiéndose por la futura “Isla de los Santos”, y era Patricio casi el único propagador; bautizaba a los convertidos, sanaba a los enfermos, predicaba sin descanso, visitaba a los reyes para que le auxiliasen en la obra de la conversión de los pueblos; no retrocedía ante ningún trabajo ni peligro, derramando por doquier raudales de amor y luz evangélica.

Lo más admirable de San Patricio es la fe. Ella le inspiró la confianza de que todo lo podía con el auxilio de Dios.

Un capitán de bandoleros, Mac Kile, era el terror de la provincia de Ulster. Un día tuvo noticia de que Patricio estaba para llegar a los parajes infestados por él; su primer pensamiento fue huir, mas por sentimiento de caballerosidad se decidió a resistir el poder del apóstol.

Al efecto, ordenó a uno de la banda que se metiese en un ataúd y que sus compañeros le llevasen a Patricio, para implorar un milagro inútil y cubrir de confusión al Santo. Pero una luz divina se lo reveló todo al siervo de Dios, al que no abandonaba el auxilio de lo alto, pues al descubrir los portadores el rostro de su compañero, lo hallaron muerto de verdad.

Grande fue entonces su desolación; cayeron de rodillas a los pies de Patricio, el cual, movido a lástima, resucitó al desventurado.

Este acontecimiento causó tal impresión en Mac Kile, que se entregó a espantosas austeridades y llegó a ser uno de los santos más ilustres de Irlanda. 
  
CARIDAD Y MORTIFICACIONES
La caridad de Patricio no tenía límites.

Viajando un día por un bosque se encontró con unos leñadores que tenían las manos ensangrentadas. Les preguntó la causa, y ellos respondieron: “Somos esclavos de Trion, el cual es tan cruel que no nos permite afilar las hachas, para que la labor sea más penosa”.

Patricio bendice las hachas, con lo cual el trabajo no presenta dificultad; mas no para aquí su caridad, va ante Trion para implorar gracia en favor de aquellos infelices. Todo es en vano, incluso el ayuno que con tal fin se ha impuesto. Patricio se retira, prediciéndole una muerte desastrada en castigo de su dureza.

Trion prosiguió sus malos tratos, pero cierto día que bordeaba un lago, el caballo le lanzó al agua, pereciendo ahogado; desde entonces lleva el lago el nombre de Trion.

Convertida ya Irlanda, gozó Patricio de algunos años de quietud y pudo entregarse con más sosiego a la contemplación.

Sus visiones eran constantes, sobre todo al celebrar el santo sacrifico o cuando leía el Apocalipsis.

El Ángel Víctor le visitaba a menudo.

En la primera parte de la noche rezaba cien salmos, haciendo al mismo tiempo doscientas genuflexiones. En la segunda parte de ella se metía en agua helada, con los ojos y las manos levantados al cielo hasta terminar los cincuenta salmos restantes. Por último daba al sueño un tiempo muy corto, tendido sobre una roca cuya cabecera era una dura piedra. Aun entonces llevaba los lomos ceñidos con un áspero cilicio para macerar su cuerpo durante el sueño.

¿Es, pues, de admirar que a semejante austeridad concediese Dios dones sobrenaturales, como el de resucitar treinta y tres muertos en nombre de la Santísima Trinidad y el de obtener tan sorprendentes efectos con su predicación y sus ardientes oraciones?

Como San Elfin, Patricio renunció al episcopado, pero consagró más de trescientos obispos. Se explica que fueran tantos por el gran número de pontífices que renunciaron a sus sedes. 
   
EL SUDARIO DE SANTA BRÍGIDA
Después de haber conocido por revelación el porvenir de Irlanda, Patricio tuvo noticia de que se acercaba la hora de su muerte.

Cierto día en que el varón de Dios se hallaba sentado con algunos compañeros, en un lugar inmediato a la ciudad de Down, se puso a hablar de la vida de los Santos. Mientras así hablaba brilló una gran luz en el camposanto próximo. Sus compañeros le hicieron notar el prodigio y él encargó a Santa Brígida de Irlanda que lo explicase. La virgen respondió que era el sitio en donde sería enterrado un gran siervo de Dios.

Santa Etumbria, la primera virgen consagrada a Dios, preguntó a Santa Brígida que le dijese el nombre de tan gran siervo de Dios, y la Santa respondió que era el padre y apóstol de Irlanda.

Patricio se encaminó entonces hacia el monasterio de Saúl y al llegar se puso en cama, porque sabía que llegaba a su fin.

Por su parte, Santa Brígida, en cuanto regresó a su monasterio de Curragh, tomó el sudario que desde hacía mucho tiempo tenía preparado para Patricio y volvió inmediatamente a Saúl acompañada de cuatro monjas; pero como iban en ayunas y estaban rendidas de cansancio, ni ella ni sus compañeros pudieron proseguir el camino.

El Santo tuvo revelación, en su lecho de muerte, de la angustia en que se encontraban las caritativas viajeras; envió cinco carritos a su encuentro y pudieron llegar a tiempo. Besaron sus pies y manos y recibieron por ultimo su bendición.

Iba acercándose la hora de su muerte; recibió el Cuerpo de Cristo de manos del obispo de Tassach y poco después entregó su alma al Señor.

Le envolvieron en la sabana que Santa Brígida había preparado.

En los funerales se multiplicaron los milagros.

Muchos oyeron a los Ángeles que cantaban delante del difunto, que exhalaba suavísimo olor.

Los habitantes de Armagh y los de Ulidia tuvieron entre sí gran controversia, porque cada pueblo pretendía tener derecho a sus reliquias.

Se colocó el cuerpo en un carro fúnebre tirado por dos bueyes. Los de Armagh seguían el carro, caminando —según creían— hacia su ciudad; pero al llegar al término vieron que habían sido víctimas de una ilusión, pues habían seguido a un fantasma, en tanto que los ulidianos, dueños del precioso deposito, lo llevaron a su pueblo y lo enterraron, como estaba predicho, entre los hijos de Dichu, en Down-Patrick.

Los irlandeses han profesado a San Patricio un culto extraordinario y lo han honrado y bendecido en todas las edades como jamás lo fue apóstol nacional alguno.

La ciudad de Murcia se honra con la protección de San Patricio, a quien tomó como abogado, igualmente que la ciudad de Lorca, porque en 1452, por su intercesión fueron libradas ambas ciudades de caer de nuevo en poder de los moros en la batalla de los Alporchones, que se dio de la mencionada fecha, y en la que los mahometanos fueron derrotados y sufrieron incalculables pérdidas.

La fiesta de San Patricio, señalada para el 17 de marzo por Urbano VIII, fue mandada celebrar con rito de doble por Pío IX el 12 de mayo de 1859.
  
 (Tomado de la Novena a San Patricio)
     
MEDITACIÓN SOBRE LAS OBLIGACIONES CONTRAÍDAS EN EL BAUTISMO
I. En nuestro bautismo hemos renunciado, por boca de nuestros padrinos, al demonio, a sus pompas y a sus obras. ¿Hemos cumplido esta promesa? ¿No hemos dejado de ser hijos de Dios para serlo del demonio? ¿Cuya es la imagen que llevamos? ¿A quién obedecemos, a Jesús o al demonio? Y, sin embargo, ¿qué hizo por ti el demonio? ¿Murió por ti? ¿y qué te promete en cambio de tantos sacrificios, mil veces más penosos que los que Jesucristo te pide, y sin prometerte como éste el Cielo?
   
II. El Bautismo borra el pecado original y los actuales que se hayan cometido antes de recibirlo. Esta inocencia bautismal, ¿no la perdiste por el pecado mortal? Si la has perdido, llora, llora tu falta y tu desgracia: las lágrimas de la penitencia son un segundo bautismo, sin el cual ya no hay para ti esperanzas de salvación. “Las lágrimas son el diluvio que lava las manchas y expía los pecados del mundo”. (San Gregorio Nacianzeno).
   
III. Antiguamente se daba a los recién bautizados una vestidura blanca que llevaban durante la octava de Pascua. Un cristiano debe ser reconocido por la inocencia y la santidad de su vida. ¿Por qué puede reconocerse que eres cristiano? ¿Qué te distinguiría de los infieles si vivieses entre ellos? “No es sólo por el nombre de Cristo que lleva por lo que se ha de reconocer a un cristiano, sino por el espíritu de Cristo que anima sus obras”. (San Juan Crisóstomo).
  
El fervor. Orad por Irlanda.
   
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis enviar a San Patricio, vuestro confesor pontífice, para anunciar vuestra gloria a las naciones, concedednos, en consideración a sus méritos e intercesión, la gracia de cumplir lo que Vos nos mandáis. Por J. C. N. S. Amén.

MONS. WILLIAMSON CONSAGRARÁ OBISPO AL PADRE FAURE

Padre (futuro Monseñor) Jean Michel Faure junto a Mons. Lefebvre
  
Según fuentes del blog RORATE CAELI (en Inglés y Español), la "Resistencia" tendrá un nuevo obispo. Se trata del Padre Jean Michel Faure, quien será consagrado por Mons. Richard Williamson el próximo 19 de Marzo en el Monasterio benedictino de la Santa Cruz sito en Nova Friburgo (Río de Janeiro, Brasil).
   
El Padre Faure fue ordenado sacerdote por Mons. Marcel Lefebvre en 1977, luego de ser recibido en el seminario de Ecône cinco años antes. Según conocedores de la FSSPX, estuvo entre los cinco candidatos iniciales a la consagración episcopal en 1988, pero al final no sucedió. Fue superior del Distrito América del Sur y director del Seminario Nuestra Señora Corredentora (La Reja, Argentina), superior del Distrito de México; y por desacuerdos con Fellay y su negociación con la Roma conciliar, abanonó la FSSPX en 2013 y se unió a la Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre, donde actualmente es el coordinador para Hispanoamérica (siendo el Abbé Roland de Mérode el coordinador para Francia).

RORATE CAELI planteó la posibilidad de que Williamson también consagrará a Fray Inocencio María, fundador de la Fraternidad Santo Domingo (más conocida como "los Dominicos de Avrillé"). Él recibió de Fray Guérard des Lauriers el hábito dominico el día de la Inmaculada Concepción en 1977; y en Junio de 1982 fue ordenado sacerdote por Mons. Lefebvre. En Enero de 2014, los Dominicos de Avrillé y otros sacerdotes abandonan una FSSPX desviada por Fellay para irse con la "Resistencia" de Williamson, y se vinculan a la USML en Julio del mismo año.
   
Ya SYLLABUS confirmó la consagración del Padre Faure (pero no se pronunció sobre fray Inocencio), y NON POSSUMUS se hizo eco de la noticia. Ya los tradibobos Ecclesia Dei han anunciado que Williamson y Faure están amenazados con la "excomunión" por el Vaticano, según los artículos 1013 y 1382 del Código de Derecho Canónico de 1983 (que por cierto, es inválido y nulo por ser creado por el antipapa Juan Pablo II y por tener influencia modernista; y Francisco Bergoglio NI ES PAPA, NI OBISPO, NI SACERDOTE, NI CATÓLICO, NI NADA). La flácida proclama ser esta consagración un "Acto heróico de Caridad", y acusa al Sedevacantismo de ser "farisaico y jansenista", al seguir un "quietismo sectario" que por blandir la espada de la Fe "se olvida de la caridad" y "ve en ella (la consagración de obispos) un voluntarismo restauracionista antiapocalíptico".
   
Pero no nos engañemos. Desde el desayuno se sabe cómo será el almuerzo. Williamson maneja una línea materiáliter-formáliter, haciendo lo mismo que su contraparte Fellay (desde la otra orilla), y para esa gracia, que Faure haga lo mismo, mejor NO TENER OBISPO.
  
SI EL SEDEVACANTISMO DICE QUE LA SITUACIÓN ACTUAL DE APOSTASÍA NO TIENE RETORNO, ES PORQUE CUALQUIER OTRA ALTERNATIVA FUERA DE LA PARUSÍA ES PERVERSA ILUSIÓN JUDAIZANTE (y bien lo deberían saber Williamson y Faure).

jueves, 12 de marzo de 2015

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA, CONFESOR Y DOCTOR

"El que los guardare y enseñare (a los mandamientos), ese será tenido por grande en el Reino de los cielos". (Mateo, 5,19).
   
San Gregorio Magno

La ciencia sublime y las heroicas virtudes de San Gregorio Magno inspiraron al Papa Pelagio II la idea de sacarlo del monasterio para hacerlo cardenal, y, más tarde, al clero y al pueblo de Roma la de elevarlo al trono pontificio. Ocultóse a fin de evitar esta dignidad; pero una columna de fuego reveló el lugar de su retiro, y puso en evidencia la voluntad de Dios a su respecto. En esta alta dignidad hizo brillar su profunda humildad, su admirable ciencia, y tantas otras virtudes que verdaderamente lo han hecho magno ante Dios y ante los hombres. Murió en el año 604.

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN GREGORIO MAGNO

I. Grandes cosas ha hecho San Gregorio. Abandonó el mundo para hacerse religioso; hizo cesar la peste que asolaba a Roma; envió misioneros que convirtieron a Inglaterra; dictó gran número de decretos para el bien común de la Iglesia. ¿Qué has hecho tú hasta ahora por Dios, que sea semejante? ¿Te has privado de algún gusto? ¿Has convertido a algún pecador? ¡Pluguiera a Dios que por lo menos a ti mismo te hubieras convertido del todo! Por ahí debes comenzar.

II. San Gregorio ha sido grande por su ciencia; prueba de ello son sus doctos escritos, la doctrina que contienen es toda celestial; esto no debe asombrarnos, puesto que el Espíritu Santo se le aparecía a menudo, bajo forma de paloma, y le dictaba lo que debía escribir. No puedes escribir libros como los de este santo, pero puedes leerlos y extraer de ellos la ciencia de la salvación; puedes instruir a tus subordinados y enseñarles los misterios de nuestra fe; puedes consolar a los enfermos y a los afligidos. ¿Lo haces tú?

III. Este santo Papa nunca se manifestó más grande que en los sufrimientos y en las humillaciones. Soportaba los crueles dolores de la gota con paciencia admirable. Rechazaba las alabanzas y se hacía llamar siervo de los siervos de Dios, y daba de comer a los pobres. Durante mucho tiempo rehusó el soberano pontificado. ¿No es ser grande pisotear lo más elevado que hay en el mundo? "Es una grande y rara virtud hacer cosas grandes e ignorar su mérito". (San Bernardo).

La humildad. Orar por la Iglesia.

ORACIÓN
Oh Dios, que habéis concedido al alma de vuestro siervo San Gregorio las recompensas de la beatitud eterna, haced, benignamente, que sus oraciones junto a Vos nos libren del peso abrumador de nuestros pecados. Por J. C. N. S. Amén.

lunes, 9 de marzo de 2015

EL LITURGISTA BOCA LARGA

Traducción del artículo publicado en UNA VOX ITALIA.
  
Desde que acabó el Vaticano II y se actuaron las “reformas” de él derivadas, comenzó a difundirse una curiosa patología, sobre todo en relación a la denominada “reforma litúrgica”. Expertos, historiadores, y liturgistas no llegan a detener la plétora de palabras que salen de sus bocas y que transporta ideas descomuestas, pensamientos autoreferenciales, conceptos inconclusos y sobre todo mentiras.
  
Es esto lo que sucedió últimamente en Roma, donde el vaticanista Giacomo Galeazzi entrevistó al director de la Oficina Litúrgica del Vicariato de la Urbe: el padre Giuseppe Midili O.Carm. (ver en Vatican Insider).
   
  
Y aquí las perlas aireadas por el carmelita de 42 años a propósito del balance de 50 años de la Misa moderna.
«El balance es ciertamente positivo. El uso de la lengua hablada fue el signo más evidente de la reforma conciliar, que quería restituir a los fieles la liturgia como fuente de la vida espiritual. La posibilidad de celebrar en la lengua del lugar ha hecho comprensible la oración litúrgica y los textos bíblicos. Con todo, el cambio de los ritos y de las formas celebrativas, inaugurado por Pablo VI, hallaba en la introducción de la lengua hablada solo un aspecto de una reforma más profunda, preparada por el Movimiento litúrgico y apoyada por los estudios de teología litúrgica publicados en aquellas décadas. Me refiero a la posición del altar y del sacerdote respecto a la asamblea, al redescubrimiento de un lugar para la proclamación de la palabra (ambón), a la recuperación de la oración de los fieles y del papel activo de los fieles durante la celebración».
Difícilmente se podía ser tan visionarios respecto a la triste realidad que golpea cruelmente en la cara a cualquiera.
     
Vamos por partes.

La “reforma conciliar… quería restituir a los fieles la liturgia como fuente de la vida espiritual”. ¿Y qué te excogitan los liturgistas conciliares? Nada menos que la “lengua hablada”. Incluso un niño se da cuenta que la cosa es absurda, también porque en estos 50 años los fieles que gradualmente se quedan en casa en vez de ir a Misa se han hecho un número desproporcionadl. ¿Qué pasó? Por como habla nuestro liturgista parecería que, una vez vista restituir la liturgia, tantísimos fieles han pensado tener en menos la Misa.
    
Pero quizá él no sabe que con aquella admirable reforma el número de los católicos praticantes se ha reducido a 0…, respecto a cuando se hacían menos chácharas y todos los Domingos se iba a Misa: desde los abuelos hasta los sobrinos.
     
Por otra parte, no sorprendería su ignorancia, vista su edad, oímos decir que es bien posible que nunca haya oído hablar de cuando a la Iglesia iban todos (muchos, pero muchos más que hoy), antes del Vaticano II.
    
La posibilidad de celebrar en la lengua del lugar ha hecho comprensible la oración litúrgica y los textos bíblicos”. Ni un poco de respeto a los fieles, los cuales según él, por 1965 años habrían participado en una Misa incomprensible.
       
No, ninguna maravilla, estos personajes creen en las palabras que pronuncian a borbollones, su problema es que no saben lo que dicen.
     
Con todo, dice él, la introducción de la lengua hablada fue solo “un aspecto de una reforma más profunda”… “apoyada por los estudios de teología litúrgica publicados en aquellas décadas”; como decir que solo apenas después de 1900 años, a furia de estudiar la teología litúrgica “en aquellas décadas”, se entendió la necesidad de reformar a profundidad la liturgia de dos mil años.
     
Todo esto será interesante para algunos, pero no puede impedir que las personas sanas de mente se aperciban de toda la superficialidad que mueve los pensamientos de ciertos liturgistas: recua de mozalbetes poco preparados.

¿Y para llegar a cuál profundidad?
A la posición del altar y del sacerdote respecto a la asamblea, al redescubrimiento de un lugar para la proclamación de la palabra (ambón), a la recuperación de la oración de los fieles y del papel activo de los fieles durante la celebración”.
Comencemos por el “púlpito”.
    
Una vez, cuando los liturgistas no habían inventado aún la “profundidad” en la liturgia, el celebrante, después de cantar el Evangelio, se dirigía al lugar preparado para atraer la atención de todos los fieles en la iglesia y presentaba las lecturas hechas, las explicaba, agregaba exhortaciones de orden práctico-pastoral y lo hacía en plena solemnidad litúrgica con los ornamentos dispuestos. Era la homilía declamada desde el “púlpito”: la “prédica”, talmente emblemática que los dos términos acabaron haciendo parte de la lengua hablada, el primero, el “púlpito”, como lugar desde donde se habla con autoridad, credibilidad y seriedad, el segundo, la “prédica” como momento de aprendizaje edificante y moralmente católico acogido con respetuoso reconocimiento.
     
Al leer lo que de la boca de él salió, pareceróa que hoy, después del Vaticano II, los fieles no tenían más necesidad ni de explicaciones de las lecturas, ni de exhortaciones práctico-pastorales; tal vez esto explica el hecho que ahora van a Misa solo los de siempre y por qué la Misa dure más de quince minutos.
    
Viniendo “a la posición del altar y del sacerdote respecto a la asamblea”, uno se aterra por la manifiesta ignorancia que demuestra este liturgista frente a la “liturgia” y de todo el simbolismo que la acompaña. Diríase que Midili, cuando dice Misa, no sepa ni hallarse ante la presencia del Señor, no se da cuenta de orar al Señor por todos, presentes y ausentes, y no tenga la mínima sospecha que no esté él diciendo Misa, sino Cristo actuando para la salvación de las almas de los fieles.
    
Mas la pregunta es: ¿se habla siempre de la Misa católica o de algo distinto para complacer el amor propio de ciertos liturgistas?
     
En efectos, cuando se oye hablar del “redescubrimiento de un lugar para la proclamación de la palabra (ambón)”, la mente corre pronto a los cientos de ambones o pérgamos aun presentes en nuestras antiguas iglesias, que servían exclusivamente para la proclamación o el canto de las Lecturas y del Evangelio, al punto que a diferencia del “púlpito”, en él no podían entrar los “predicadores”, sino solo los subdiáconos y los diáconos para proclamar y cantar la Epístola vueltos al Oeste y el Evangelio vueltos al Norte. Esta particular elevación ritual dada a las lecturas, confiadas a los ministrantes preparados, permaneció en la liturgia hasta cuando la tan decantada reforma no ha demolido todo y, anulado todo simbolismo, toda ritualidad e incluso las órdenes menores, ha introducido la injerencia impropia de los laicos, hombres y mujeres, que se limitan a leer “al micrófono” aquella parte importante de la celebración litúrgica que una vez se llamaba “parte instructiva” y que hoy ha devenido momento de protagonismo para tantos laicos.
   
Mas entonces, ¿él miente? Tal vez no, tal vez como buen liturgista moderno es solo ignorante. Y si es así, ¿no haría mejor estándose callado?
     
No antes, sin embargo, de lanzar la frase final, ahora devenida un clásico de la “reforma litúrgica”: el papel activo de los fieles durante la celebración.
    
No nos alargaremos en el argumento y pedimos al lector tener la paciencia de releer cuanto hemos escrito a este propósito, aquí nos limitamos a una observación de orden práctico. Después de cincuenta años de liturgia reformada, cientos de documentos publicados, tantos ajustes, arreglos y mejoras, ¿cuál es el espectáculo que se ofrece a la vista de quien entre en una iglesia para la celebración más importante de la semana: la Misa parroquial de la mañana del Domingo?
   
Un buen número de fieles presentes, que “responden” a la Misa de manera directamente proporcional a su distancia del altar: de la voz alta de las primeras bancas, al murmullo de las bancas del medio, al silencio mezclado de cuchicheo mundano de las últimas bancas; la gran parte de los fieles no canta ni la más sencilla cancionceja moderna; nadie cambia mínimamente de postura durante la Consagración y la Comunión, no obstante haber quedado el reclamo: ¡Este es el Cordero de Dios! En cambio un número enorme de los presentes se pone a la fila para comulgar, incluidos los que llevan meses o años sin confesarse; mientras aumentan los apretones de mano, las vueltas y los cambios de una banca a otra, como si por encanto se introdujese un impulso irresistible a agitarse; todo conducido por una atmósfera surreal: “¿Qué Misa se dice hoy?”. “No lo sé, pero ¿qué importa?”.

Y luego, cómo no hacer notar que Midili tiene la mente llena de lugares comunes y frases de cajón: algún ejemplo.
La Iglesia… es por su naturleza misionera, genéticamente abierta y en diálogo con el mundo.
Misionera” - Dedicada a la propagación de la fe cristiana en países que aún la ignoran.
  
“Genéticamente abierta y en diálogo con el mundo” – Luego… no misionera.
    
Pero entonces, si misionera significa cumplir una misión: en la misión ordenada por Cristo de evangelizar el mundo; ¿qué significa “en diálogo con el mundo”, si no negar la misión ordenada por Cristo y por tanto ponerse al servicio del Anticristo?

¿Forzadura?
Tal vez, pero que alguno nos explique qué significa “genéticamente abierta”, como si la Iglesia fuese un antro; y cómo ella pueda evangelizar dando vuelta por el mundo dialogando con el mismo mundo.
     
Todo esto nos parece simplemente insensato, tanto por el lenguaje: “genéticamente abierta”, como por la doctrina: “en diálogo con el mundo”.
    
Y tratándose de la “misión”, la recordamos:
  • «Id pues, e instruid a todas las naciones en el camino de la salud, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñandolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos, que yo mismo estaré continuamente con vosotros hasta la consumacion de los siglos» (Mt. 28, 19-20);
  • «Id por todo el mundo: predicad el Evangelio a todas las criaturas. El que creyere, y se bautizáre, se salvará; pero el que no creyere, será condenado» (Mc. 16, 15-16).
Y todavía nos preguntamos: ¿por ventura “instruir”, “bautizar” y “enseñar” serán sinónimos de diálogo o dialogar?
      
No solamente, sino con la advertencia: “El que creyere, y se bautizáre, se salvará; pero el que no creyere, será condenado”, no hay duda que toda ide de “diálogo” deviene una violación del mandato de Cristo y una traición a la “misión”.
     
Para acabar, dejemos la frase sobre “nostalgia del latín”, sugerida por el entrevistador y compartida por Midili, porque es evidente que se trata de una mera mentira, puesto que el aferrarse al latín no es nostalgia de Fulano o de Zutano, sino que aun hoy es el vínculo que la Iglesia mantiene consigo misma y con todo su pasado, usando el latín como lengua oficial de sus documentos; y esto prueba que también este liturgista es un vulgar repetidor de ocurrencias y frases de cajón.