domingo, 14 de junio de 2015

ORACIÓN A SAN BASILIO MAGNO POR EL CLERO Y LOS SEGLARES

Misa de San Basilio Magno (Pierre Subleyras)
  
¿No es bastante alabanza, gran Pontífice San Basilio, el haber ensalzado tus obras? ¡Ojalá estas mismas obras tengan imitadores en nuestros tiempos! Porque claramente lo enseña la historia, que son los santos de tu talla los que constituyen la salvación y la grándeza de una época. El pueblo más probado y más abandonado en apariencia, únicamente necesita de un jefe, dócil en todo, dócil hasta el heroísmo, a las inspiraciones del Espíritu Santo, que gobierna continuamente a la Iglesia, y este pueblo soportará la tempestad y finalmente vencerá; mientras que, si la sal se vuelve sosa la sociedad se disuelve, sin que sea necesario un Juliano o un Valente para conducirla al desastre. Alcanza, pues, oh Basilio, para nuestra sociedad tan enferma, jefes como tú; repítase en nuestros días la admiración de Modesto; los sucesores de los prefectos de Valente encuentren en todos los lugares un Obispo al frente de las Iglesias; y su admiración será para nosotros el signo inequívoco del triunfo; porque un obispo no es vencido nunca aunque tenga que pasar por el destierro o la muerte.
   
A la vez que debes mantener a los pastores de las Iglesias a la altura del estado de perfección que les exige la sagrada unción, eleva también al rebaño hasta la sendas de la santidad a la que debe aspirar en virtud de la religión que profesa. No sólo a los monjes se dijo: "El reino de Dios está dentro de vosotros". Nos enseñas que ese reino de los cielos, esa bienaventuranza que ya puede ser la nuestra, es la contemplación de las realidades eternas que podemos alcanzar en la tierra, no por la visión clara y distinta, sino en el espejo de que habla el Apóstol. ¿No se lanza el espíritu por sí mismo a las regiones para las cuales fué creado? Si su elevación resulta penosa, es porque los sentidos han prevalecido contra él. Enséñanos a curarlo por la fe y el amor. Repite a los hombres de nuestro tiempo, porque quizás lo podrían olvidar, que el cuidado por mantener una fe pura, es tan necesario para este fin, como la rectitud de la vida. Desgraciadamente gran parte de tus hijos han olvidado que todo monje verdadero y todo cristiano debe detestar la herejía. Bendice mucho más a todos los que no han podido conmover tantas y tan continuas pruebas; multiplica las conversiones; apresura el día feliz en que el Oriente, sacudiendo el doble yugo del Cisma y del Islam, vuelva a tomar, en el aprisco único del único Pastor, un lugar que fué tan glorioso para él.
   
Haz en favor de los que ahora estamos prosternados a tus pies, oh Doctor del Espíritu Santo, defensor de la consustancialidad del Verbo con el Padre, que vivamos como tú, únicamente para gloria de la Santísima Trinidad. Tú lo expresaste en una magnífica fórmula: "Ser bautizado en la Trinidad, creer conforme a su bautismo, glorificar a Dios según su fe", era para ti el constitutivo esencial de lo que debe ser el monje; pero ¿no conviene esto a todo cristiano? Haz que todos lo comprendamos y bendícenos.
 
Dom Prósper Gueranger, OSB. El Año Litúrgico (I Edición española), Tomo III, págs. 358-360. Editorial Aldecoa (Burgos-España), 1956.

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