viernes, 27 de enero de 2017

PÍO XII REIVINDICADO, O LAS ACCIONES DE LA IGLESIA DURANTE LA GUERRA MUNDIAL

La principal acusación contra Pío XII por parte de algunos historiadores a partir del Vaticano II y años subsiguientes, tanto seglares como eclesiásticos, se centra en que el Papa no condenó de forma pública el fascismo y que no intervino para detener las deportaciones de judíos, a pesar de estar al corriente, manejando el siguiente silogismo:
  • La persecución a los judíos ocurrió, y miles de personas murieron a manos de los nazis y sus aliados.
  • Pío XII tenía gran autoridad moral, y pudo haber excomulgado a quienes colaborasen con Adolfo Hitler, pero no lo hizo.
  • Por tanto, Pío XII es culpable del "Holocausto” por omisión.

Por ejemplo, el diario New York Times del 18 de Marzo de 1998, afirmó que: “El Papa [Pío XII] no alentó a los Católicos a desafiar las órdenes nazis”, dándole un poder de convocatoria que no tiene y obligándole a ejercerlo. Pensar que porque un Papa tiene poder para excomulgar puede causar una conmoción política en pleno siglo XX es completamente implausible y ridículo, máxime teniendo en cuenta que el poder nazi era tal que la menor disensión se castigaba de forma brutal. Además, desde el siglo XVI, las excomuniones contra gobernantes son motivo de risa para sus receptores, y sólo han causado mayor represión contra el Catolicismo (prueba de ello es que cuando San Pío V excomulgó a Isabel I de Inglaterra, ésta recrudeció la persecución religiosa en su país).
 
Además, de los documentos que se conocen sobre Pío XII y su rol en la II Guerra Mundial, se desprende de forma indudable que si bien consideraba un mal menor mantener relaciones diplomáticas con Alemania, el Papa rechazaba el nazismo (prueba de ello es que consideraba a Hitler como un poseído por el demonio, y lo exorcizaba a distancia). Durante la contienda, el Vaticano escondió a numerosos judíos en iglesias y monasterios; a muchos les facilitó certificados de bautismo y visados para migrar a países más seguros, a pesar de que Hitler amenazó con invadir el Vaticano y enviar a Pío XII a un campo de concentración.
  
Por todos estos gestos de caridad en tiempos difíciles, en la posguerra recibió Pío XII el agradecimiento de destacadas personalidades judías como Albert Einstein, y el Congreso Judío Mundial envió en 1945 un generoso donativo al Vaticano. En el mismo año, el gran rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, felicitó a Pío XII por sus esfuerzos para salvar vidas judías durante la ocupación nazi de Italia”. Y añadió:
“El pueblo de Israel nunca olvidará que Su Santidad y sus ilustres delegados están haciendo por nuestros hermanos y hermanas desdichados en la hora más trágica de nuestra historia, lo cual es prueba viviente de la Divina Providencia en este mundo”.
  
Durante la Segunda Guerra Mundial y los veinte años posteriores, a Pío XII se le reconoció mundialmente como un hombre santo, culto, pacífico, de firmes convicciones y compasivo con los oprimidos y las víctimas de la guerra, sin distinción de raza, nacionalidad o religión. Al morir Pío XII, The Jewish Post reseñó:
Es entendible por qué la muerte del Papa Pío XII debería haber llamado a tantas expresiones de sincero dolor de parte de prácticamente todos los sectores de los judeo-estadounidenses. Porque probablemente no hubo ningún gobernante de nuestra generación que hubiese hecho más por ayodar a los judíos en su hora de mayor tragedia, durante la ocupación nazi de Europa, que el fallecido Papa”.

Pero el mayor gesto de gratitud lo tuvo Israel Zolli, Rabino Jefe de Roma durante la Segunda Guerra Mundial. En ese período conoció al Papa Pío XII, bajo unas circunstancias insólitas. El 27 de septiembre de 1943, el coronel Herbert Kappler, jefe de la Gestapo en la Roma ocupada exigió a la comunidad judía que le entregara 50 kg de oro en tan solo 24 horas, bajo pena de deportación a Alemania en caso de incumplimiento. La comunidad solo logró reunir 35 kg del metal, por lo que Zolli pidió ayuda a Pío XII para reunir el resto del rescate. El pontífice puso a su disposición la cantidad faltante. Cuando Zolli, (como consta en el libro de Judith Cabaud: “Eugenio Zolli ou le prophéte d'un monde nouveau”) fue a pedir los 15 Kg. de oro faltantes, la respuesta de Vaticano fue, luego de consultar al Papa, que fuera antes de las 13, y le dijeron: Las oficinas estarán desiertas, pero dos o tres empleados lo esperarán para entregarle el paquete (...) no habrá dificultades”. Zolli volvió para informar al Papa que la cantidad oro requerida ya la habían conseguido, gracias también al aporte de numerosas organizaciones católicas y de los párrocos. (En la edición italiana, pág. 73).
  
En septiembre de 1943, Zolli renunció al cargo de Gran Rabino, sin expresar motivos. La comunidad judía de Roma le propuso ser director del Colegio Rabínico, pero Zolli no aceptó. El día de Yom Kippur de 1944 (refiere Judith Cabaud), Zolli tuvo una visión dentro de una sinagoga, en la que Jesús le decía: «estás aquí por última vez: a partir de ahora me seguirás», y el 13 de Febrero de 1945, en la basílica de Santa María de los Ángeles, Israel Zolli se hizo bautizar, y escogió llevar el nombre Eugenio Pío en honor al Papa que consideró un “hombre de Dios”.

A todas estas, ¿de dónde salió el bulo de que Pío XII era antisemita? ¡De la KGB! De acuerdo al ex-espía rumano Ion Mihail Pacepa, el PCUS sabía que el Papa era la única autoridad moral que le hacía frente y denunciaba su tiranía. Y como no pudieron acabar con él en vida, se decidieron a destruir su memoria después de muerto. En otra orilla, Rolf Hochhuth, autor de la obra de teatro “El Vicario”, donde presenta a un Pacelli indiferente ante las purgas raciales, fue criticado por su parcialidad (es protestante y perteneció a las Juventudes Hitlerianas) y su manejo sesgado de las fuentes. Incluso la filósofa judía izquierdista Hanna Arendt declaró que las afirmaciones de Hochhuth no tenían sentido alguno y no resistían la confrontación con la realidad.
 
En conclusión, la historia debe, en honor a la imparcialidad que le corresponde como ciencia, limpiar el nombre de Pío XII y reconocer que él hizo más que muchos de los que en su tiempo se llamaron Jewish-friendly”. Pero lo más importante, Pío XII actuó convencido de que al salvar a los judíos en la guerra (con todo y no pertenecer al Rebaño de Cristo), era parte de su labor como el Pastor angélico que en realidad fue.

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