jueves, 5 de abril de 2018

MEDITACIONES PARA LA PASCUA: VIERNES DE LA SEMANA DE PASCUA

MEDITACIONES PARA LA PASCUA
     
Tomado de “Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Tercera edición inglesa, Benziger Brothers, Nueva York, 1894.
 
VIERNES DE PASCUA
    
+ EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (28, 16-20)
En aquel tiempo los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que les había señalado Jesús. Y, al verle, le adoraron: pero algunos dudaron. Y, acercándose Jesús, les dijo: “Me ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes: bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándolas a guardar todo cuanto os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo”.
  
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
Meditaremos mañana en la aparición de Jesucristo a sus Apóstoles sobre una montaña en Galilea, y haremos de las tres partes de su discurso los tres puntos de nuestra meditación.
 
— Enseguida tomaremos la resolución: 1º De hacer frecuentemente durante el día actos de fe en la infalibilidad de la Iglesia, y actos de caridad a Jesucristo quien, por amor a nosotros, le dio este bienaventurado privilegio; 2º De mantenernos recogidos y en unión con Jesucristo, quien desea que estemos siempre con Él, como Él está siempre con nosotros. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras de Nuestro Señor: “He aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo” (Mt. 28, 20).
 
MEDITACIÓN PARA LA MAÑANA
 
Adoremos a Jesucristo en la proximidad de su Ascensión reuniendo a sus Apóstoles sobre una montaña de Galilea, y dándoles allí la misión de predicar el Evangelio a todas las naciones, y a sus sucesores la misión de predicarlo hasta el fin del mundo. Agradezcámosle por esta misión, cuyo interés en el más alto grado al universo entero y a todas las edades venideras. Admiremos el poder y bondad que aquí es mostrada. Alabemos el poder, y amemos la bondad.
 
PUNTO PRIMERO - JESUCRISTO DIJO: “ME HA SIDO DADA TODA POTESTAD EN EL CIELO Y EN LA TIERRA”.
¡Qué palabras, y quién diferente a un Hombre-Dios podía decirlas! Hemos visto a menudo hombres investidos con gran poder, pero siempre ha sido un poder limitado. ¿Quién ha tenido todavía poder sobre los cielos, y sobre los vientos, sobre los truenos y las tormentas, sobre la enfermedad y la muerte? JESUCRISTO SOLO HA TENIDO PODER ILIMITADO EN EL CIELO Y SOBRE LA TIERRA; el poder de ordenarle a los elementos actuar conforme a Su propia Voluntad sobre toda la creación. Sólo de Él la gente asombrada había sido capaz de decir “¿Quién es este que hasta el viento y las olas le obedecen?”. ¡Oh todopoderoso poder de mi Salvador! Yo os adoro y bendigo con todo mi corazón. Tiemblo por los pecadores que no tiemblan a la vista de vuestra Omnipotencia, oh Jesús; pero me regocijo por los justos que os sirven, por los Apóstoles a quienes Vos habéis enviado a la conquista del mundo. Ellos son de hecho corderos en medio de lobos, pero ¿qué significa eso? Ellos no tienen nada que temer, viendo que vuestra Omnipotencia os acompaña. Vos los defenderéis contra todos los asaltos; Vos los sostenéis en las dificultades y en las pruebas. ¡Oh todopoderoso y buen Maestro, qué consolación es veros como la cabeza de vuestra Iglesia! ¡Cuánto honor y respeto no os debemos por lo que sois en Vos mismo; cuánta gratitud y amor por lo que hicisteis en el pasado; y confianza por lo que haréis en el futuro!
  
PUNTO SEGUNDO - DICE JESUCRISTO: “ID, PUES, Y ENSEÑAD A TODAS LAS NACIONES, BAUTIZÁNDOLAS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO: ENSEÑÁNDOLES A GUARDAR TODO CUANTO OS HE MANDADO”.

Estas palabras son la consecuencia de las que la precedieron; como si Jesucristo dijera: “En virtud de, y con la ayuda de la omnipotencia que me ha sido dada, id y enseñad a todas las naciones, convertid a todas las gentes, y extended mi imperio hasta los confines de la tierra. La empresa es, lo sé, más allá de vuestras fuerzas, pero no más allá de mi Omnipotencia. Doctores y depositarios de mi Doctrina, por vosotros será preservada en mi Iglesia la fe que hace Santos. ¡Bienaventurados vosotros que sois escogidos para tan bella misión, que glorifica a Dios y que salva almas!”. “Si, dijo Santa Catalina de Siena, alguien pudiera ver la belleza de una sola alma, moriría cien veces al día para salvarla”. ¡Podemos estimar, en este elevado precio, las almas, y la misión de salvarlas!
  
CONTINUÓ JESUCRISTO: “BAUTIZAD A LAS NACIONES EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO”. Gracias, Señor, gracias por esta revelación de la Santísima Trinidad, revelación la más clara y precisa que jamás se haya hecho hasta entonces en el mundo; gracias por esta institución del Bautismo, que hace de cada uno de nosotros un hijo de Dios, heredero del Cielo, y uno de vuestros miembros; gracias por los Sacramentos todos, de entre los cuales el Bautismo es como la puerta, y que son los maravillosos canales por medio de los cuales vuestra Gracia se derrama sobre nosotros.
  
De nuevo dice el Salvador: “Enseñad a todas las naciones a observar todo lo que os he ordenado”. Yo entiendo, Dios mío, que la Fe sin obras no aprovecha, que LA FE ES LA ANTORCHA QUE DIRIGE (Salmo 118, 105), QUE NOS MUESTRA LO QUE DEBEMOS HACER; PERO NO PODEMOS SER SALVOS EXCEPTO EN LA MEDIDA DE LO QUE REALMENTE HACEMOS, y que lo hagamos por motivos de fe, porque las obras sin fe no son más meritorias para la salvación que la fe sin las obras. Aprendamos en adelante a realizar siempre nuestras obras para que estén en armonía con nuestra fe.
   
PUNTO TERCERO - “HE AQUÍ QUE YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA LA CONSUMACIÓN DEL MUNDO”, DIJO JESUCRISTO AL TERMINAR SU DISCURSO.
¡Qué magníficas palabras! Ellas son el título de la infalibilidad de la Iglesia, porque si Jesucristo la asiste todos los días en su enseñanza, no puede ser engañada, quien escucha a la Iglesia escucha a Jesucristo. ¡Oh deliciosa consolación! Dios se hace a Sí mismo garante de mi creencia. Pero Jesucristo no solamente está con sus Apóstoles mientras ellos enseñan; Él incluso ahora está con todos nosotros, por el amor que Él nos tiene, y que nos sigue a todas partes. ¡Tener a Jesucristo con nosotros! ¡Qué buen pensamiento hace al corazón que ama! ¿Puede alguno estar en más dilecta sociedad? ¡Qué bien hace al corazón que se siente estar débil! ¿Qué hemos de temer cuando tenemos su Omnipotencia con nosotros? Tener a Jesucristo con nosotros en el Sagrado Tabernáculo, donde podemos visitarle todos los días, hablarle, exponerle nuestras alegrías y nuestras tristezas; tener a Jesucristo Morando en el fondo de nuestros corazones si deseamos encontrarle allí, gozarle por medio de la práctica de la vida interior, del recogimiento y de la caridad: ¡Qué manera de confianza y paz!

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