jueves, 11 de octubre de 2018

HIMNO “Te Matrem Dei laudámus”, EN ACCIÓN DE GRACIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN POR SER LA MADRE DE DIOS


Esta paráfrasis del Te Deum, atribuida a San Buenaventura, fue sumamente popular como pieza musical durante el Renacimiento e incluida en muchos devocionarios entre los siglos XIII y XVII como parte de las oraciones de los Sábados, día tradicionalmente dedicado a honra de Santa María. (La Antífona y las Oraciones provienen de la Exhortación a la devoción de la Virgen Madre de Dios, por Fray Melchor de Cetina OFM, Alcalá de Henares, imprenta de la viuda de Andrés Sánchez de Ezpeleta, año 1618).

LATÍN
Te Matrem Dei laudámus,
Te, Maríam vírginem, confitémur.
Te ætérni Patris sponsam: omnis terra venerátur.
Tibi omnes Ángeli et Archángeli: Tibi omnes Principátus humíliter sérviunt.
Tibi omnes Potestátes et supérnæ Virtútes: Tibi cœlórum Dominatiónes obœ́dient.
Tibi omnes Throni, Chérubin et Séraphim: exsultántes assístant.
Tibi cuncta angélica creatúra: delectábili voce proclámat:
Sancta, Sancta, Sancta María, Mater Dei et virgo.
Pleni sunt cœli et terra majestáis glóriæ fructus ventris tui.
  
Te gloriósus Apostolórum chorus: Creatóris matrem colláudat.
Te laudábilis númerus Prophetárum: Vírginem Deum paritúram prædíxerat.
Te Martýrum cœtus beatórum: Christi genitrícem gloríficat.
Te gloriósus exércitus Confessórum: tótius Trinitátis templum appéllat.
Te amábilis chorea Vírginum sanctárum: tuæ virginitátis et humilitátis exémplum prædícat.
Te tota cœléstis cúria: cœlórum regínam honórat.
Te per univérsum mundum: sancta Ecclésia invocándo celébrat.
Matrem divínæ majestátis.
Venerándam te veram Regis cœléstis puérperam.
Te sanctam quóque dulcem et piam.
Tu angelórum Dómina: tu paradísi jánua.
Tu scala regni cœléstis: tu Regis glóriæ thálamus.
Tu arca pietátis et grátiæ: tu vera es misericórdiæ.
Tu refúgium peccatóris: tu es Mater Salvatóris.
Tu ad liberándum exúlem hóminem: Dei Fílium suscepísti in úterum.
Per te expugnáto hoste antíque: sunt apérta fidélibus regna cœlórum.
Tu cum Fílio tuo: sedes in Glória Patris.
Tu Jesum pro nobis roga, O Dómina: quia nos ad judicándum est ventúrus.
Te ergo póscimus sérvulis tuis subvéni: qui pretióso sánguine Fílii tui redémpti sumus.
Ætérna fac pia, Virgo María, cum servis tuis: Glória præmiári.
Salva nos pópulum servórum tuórum, Dómina: ut simus partícipes hæreditátis tuæ.
Et rege nos et extólle: usque in ætérnum.
Per síngulos dies: O Dómina María salutámus.
Et laudáre te cúpimus in ætérnum: devóta mente et voce.
Dignáre, dulcis María, nunc et semper: sine delícto nos conserváre.
Miserére nostri pia: miserére nostri.
Fiat misericórdia tua magna nobíscum: quia in te, María, confídimus.
In te, dulce María, sperámus: ut nos deféndas in ætérnum. Amen.
  
Antíphona: Virgo gratiósa, Mater Dei glorióssa, stella Sole clárior, fano melis dúltior rubicúnda plúsquam rosa, lílio candídior, omnis virtus te decórat, omnis Sanctus te honórat, in coelo sublímior.
V. Ave María, grátia plena.
R. Dóminus tecum.
  
Orémus.
Deus, qui de beátæ Maríæ Vírginis útero Verbum tuum, Ángelo nuntiánte, carnem suscípere voluísti: præsta supplícibus tuis; ut, qui vere eam Genitrícem Dei crédimus, ejus apud te intercessiónibus adjuvémur.
  
Deus, cui próprium est miseréri semper et párcere: súscipe deprecatiónem nostram, ut nos, et omnes fámulos tuos, quos delictórum caténa constríngit, miserátio tuæ pietátis cleménter absólvat.
 
Omnípotens sempitérne Deus, in cujus manu sunt ómnium potestátes, et ómnium jura regnórum: réspice in auxílium Christianórum, ut gentes Paganórum et Hæreticórum, quæ in sua feritáte confídunt, déxteræ tuæ potentia conterántur.
 
Ecclésiæ tuæ, quǽsumus, Dómine, preces placátus admítte: ut, destrúctis adversitátibus et erróribus univérsis, sécura tibi sérviat libertáte. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
 
TRADUCCIÓN
A ti, oh Madre de Dios, te alabamos,
A ti, Virgen María, te reconocemos.
A ti, esposa del Padre Eterno, venera toda la tierra.
Todos los Ángeles y Arcángeles, y todos los Principados te sirven humildemente.
Todas las Potestades y Virtudes excelsas, y todas las Dominaciones del Cielo te obedece.
Todos los Tronos, Querubines y Serafines te asisten exultantes.
Todas las angélicas creaturas con delectable voz te proclaman:
Santa, Santa, Santa María, Virgen y Madre de Dios.
Llenos estan los cielos y la tierra de la gloria del fruto de tu vientre, Jesús.
  
El glorioso coro de los Apóstoles te alaba como Madre del Creador.
El laudable número de los Profetas te proclama Virgen y Madre de Dios.
El bienaventurado grupo de los Mártires te glorifica como Madre de Cristo.
El glorioso ejército de los Confesores te llama Templo de toda la Trinidad.
El amable círculo de las Santas Vírgenes te predica como ejemplo de virginidad y humildad.
Toda la curia celestial te honra como Reina de los Cielos.
Por todo el universo mundo la Santa Iglesia te invoca y celebra como Madre de la divina Majestad.
Venerándote como verdadera Madre del Rey celestial.
Tú, dulce y piadosa Santa.
Tú eres Señora de los Ángeles y Puerta del Paraíso.
Tú eres escala del Reino de los cielos y tálamo del Rey de la gloria.
Tú eres arca de piedad y gracia, y verdadera misericordia.
Tú eres refugio de pecadores y Madre del Salvador.
Tú, para liberar al hombre exiliado, recibiste en tu seno a Dios Hijo.
Por ti fue expugnado el antiguo enemigo, abriendo para los fieles el Reino de los cielos.
Tú, con tu Hijo, estás sentada en la gloria del Padre.
Ruega por nosotros ante Jesús, oh Señora, que vendrá para juzgarnos.
Por ello te pedimos socorras a tus siervos, que somos redimidos por la preciosa Sangre de tu Hijo.
Haz, piadosa Virgen María, que tus siervos seamos contigo contados en la gloria eterna.
Salva a tu pueblo, que somos nosotros tus siervos, oh Señora, para que seamos partícipes de tu heredad.
Y reina sobre nosotros eternamente.
Cada día, oh María, Señora nuestra, te saludamos.
Y amamos alabarte eternamente con alma y voz devota.
Dígnate, oh dulce María, conservarnos sin pecado ahora y por siempre.
Piadosa ten misericordia de nosotros, ten misericordia.
Engrandece tu misericordia sobre nosotros, pues en ti, oh María, confiamos.
En ti, oh dulce María, esperamos, para que nos defiendas eternamente. Amén.
  
Antífona. Salve, Virgen hermosa, gloriosa Madre de Dios, estrella más brillante que el Sol, más dulce que la miel del panal, rosa más rubicunda, lirio candidísimo, honrada por todas las virtudes y glorificada por los Santos como la más sublime entre los cielos.
  
V. Dios te salve, María, llena de gracia.
R. El Señor es contigo.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que por el anuncio del Ángel quisiste que el Verbo tomase carne en las entrañas de la Bienaventurada Virgen María: concédenos te suplicamos, que a cuantos creemos que Ella verdaderamente es la Madre de Dios, seamos socorridos por su intercesión.
  
Oh Dios, de quien es propia la misericordia y perdonar: escucha nuestra deprecación, para que nosotros, y todos tus siervos, atados por las cadenas de nuestros delitos, seamos absueltos de ellas por tu clemente piedad y misericordia.
 
Omnipotente y sempiterno Dios, en cuya mano están todas las potestades, y todo el derecho de los reinos: vuélvete en auxilio de los Cristianos, para que los pueblos paganos y herejes, que confían en su ferocidad, sean vencidos por la potencia de tu diestra.
 
Admite propicio Señor, te suplicamos, las súplicas de tu Iglesia, para que, destruidos todos los errores y enemigos, te sirva con segura libertad. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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