martes, 20 de agosto de 2019

EL MILAGRO DE LA CRUZ DE ALEJANDRÍA

En el calendario copto se halla esta anotación para el día 14 de Nehasse (20 de Agosto):
Y en este día Dios hizo un gran milagro en la ciudad de Alejandría (por cuya causa muchos judíos creyeron), por medio del Santo Padre Teófilo, Arzobispo de la ciudad de Alejandría, tío de San Cirilo. El milagro era este: Había en la ciudad de Alejandría un judío muy rico cuyo nombre era Falaskinos [Filoxeno], temeroso de Dios y cumplidor de la Ley de Moisés, de acuerdo a sus capacidades. Y había en la ciudad de Alejandría dos hombres que eran cristianos, y ellos eran pobres y con sus manos obtenían el sustento. Y Satanás trajo al corazón de uno de ellos un pensamiento blasfemo, y le dijo a su compañero: “Oh mi hermano, ¿por qué nosotros servimos a Cristo y [seguimos] pobres, mientras que este Falaksinos, quien es judío, es excesivamente rico?”. Y su compañero respondió diciendo: “Oh mi hermano, sabe que las posesiones de este mundo no son nada ante Dios. Porque si Él tenía poder sobre ellas, no se las hubiera dado a los idólatras, ni a los fornicarios, ni a los ladrones, ni a los asesinos. Los profetas fueron pobres y vivieron en tribulación, y también los Apóstoles, y nuestro Señor dijo: ‘Los pobres son mis hermanos’”. Y Satanás, el odiador de las cosas buenas, no permitió que ese hombre recibiera ninguna de esas palabras, sino que se levantó y fue a ese judío Falaksinos, y le pidió diciendo: “Déjame ser tu siervo”. A lo que el judío respondió: “No me es conveniente que tú me sirvas. Yo solamente quiero un siervo que crea en mi fe, y que sea mi propio hombre. Si quieres limosna, te daré dinero, y luego márchate”. Y ese malvado hombre contestó diciendo: “Llévame a tu casa, y haré todo cuanto me ordenes”. Y el judío Falaksinos le respondió diciendo: “Espera que reciba consejo de mi maestro”. Y el judío partió y le dijo a su rabino cómo el hombre era cristiano. Y el rabino le dijo: “Si él ha negado a Cristo su Mesías, tómalo y circuncídale”. Y el judío regresó, y le dijo al cristiano lo que su maestro le dijo, y el malvado aceptó esta condición, y el judío lo tomó y lo llevó consigo a su sinagoga. Y el jefe de los judíos le preguntó a ese malvado cristiano ante todos los judíos, diciéndole: “¿Es verdad que tú deseas negar al Mesías, y convertirte en judío?”. Y el cristiano le dijo “”; y ese vil y despreciable hombre negó a nuestro Señor Jesucristo, nuestro Dios, ante los judíos. Entonces a su pobreza de dinero añadió la pobreza en la Fe. Y el jefe de los judíos les ordenó que hicieran para él una cruz de madera, y ellos la hicieron una cruz para él como el jefe de los judíos ordenó, y ellos le dieron una caña en cuya punta había una esponja llena de vinagre, y una lanza. Y le dijo al cristiano: “Escupe sobre esta cruz”. Y le ofreció el vinagre, diciéndole: “Traspasa [la cruz] con esta lanza, diciendo: ‘Te traspaso, oh Cristo’”. Y ese miserable hombre tomó la cruz y la lanza de ellos como le fue ordenado. Y cuando él perforó la honorable cruz con su maldita mano, brotó mucha sangre y agua, y cayendo al suelo, continuó fluyendo por largo tiempo. Y enseguida ese apóstata se derrumbó y murió, y se secó cual piedra. Y un gran temor cayó sobre todos estos judíos, y gritaban diciendo: “Uno es el Señor Dios de los Cristianos, y creemos en Él”. Y entonces el jefe de los judíos tomó un poco de esa sangre, y signó con ella los ojos de una niña que era ciega, y enseguida comenzó a ver. Y ese judío y todos los hombres de su casa creyeron, y muchos de los demás judíos creyeron. Y entonces uno fue y le dijo al Padre Teófilo, el Arzobispo, lo que había pasado, y levantándose, tomó consigo al Padre Cirilo, y muchos de los sacerdotes, y del pueblo, y fueron a la sinagoga de los judíos. Y el arzobispo vio la cruz con la sangre y el agua brotando de ella, y el santo se bendijo a sí mismo, e hizo en su frente la señal de la Cruz con la sangre, y así en la frente de toda la gente. Y ordenó, y tomaron la cruz con gran honor y la llevaron a la iglesia cantando himnos, donde la dejaron; y recogieron la sangre del suelo y la pusieron en un recipiente para “bendecirla”, y con ella sanaron a los enfermos. Y después de esto Falaksinos y todos los hombres de su casa, y muchos otros judíos, siguieron al arzobispo, y confesaron ante él a Jesucristo nuestro Señor, a Quien sus padres en tiempos antiguos crucificaron, y entonces él los bautizó con el bautismo cristiano en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Y él se unió con ellos en la oración, les adminstró los Santos Misterios, y ellos partieron a sus casas regocijados, y alabando y dando gracias a Dios. Saludad a la conversión de los judíos.

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