sábado, 14 de diciembre de 2019

EBRIEDAD Y ECUMENISMO ACTUAL

Tomado de LA PUERTA ANGOSTA. Donde dice Benedicto XVI, leer también a Francisco I y sus sucesores.
  
EBRIEDAD Y ECUMENISMO ACTUAL
     
Naturaleza muerta con frutas, nueces y una copa de vino (Emilie Preyer)
    
Así como hay una Paz, ¡verdadera Paz!, que da Cristo y que sólo Él puede dar; contraponen los espíritus del mundo, que son demonios, la falsa paz. Una paz que es una miopía, un opio, somnífero o sedante, a veces con propensión hacia el estrés y otras hacia la hilaridad y la grotesca alegría. Esa paz que da el mundo no es una Paz reconfortante y consoladora; porque la Paz que nos da Dios es hija de la Esperanza, de la Caridad bien entendida y de la Certeza nunca ambigua de la Fe Inmaculada. Por eso, habiendo una verdadera Paz y una falsa paz; Cristo dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da…” (Jn. 14, 27).
  
Pero esto que sucede con la Paz, mucho más acentuado en este tiempo final preparusíaco en el que los signos de apostasía y abominación colman el vaso; se corresponde de casi similar manera con el Celo apostólico. Ese celo apostólico que es unción y fuego del Espíritu Santo por las cosas santas; fue muchas veces percibido por los paganos como borrachera y ebriedad. Por eso dice San Lucas: “Pero otros se burlaban y decían: Están borrachos” (Hech. 2, 13) para describir el efecto que había producido en los apóstoles, y lo que parecían, en Pentecostés. A partir de esta falsa percepción, es que se podría hablar análogamente, y sólo así, de “borrachera santa” (y no como hacen los pentecostales y carismáticos que hacen una interpretación literal de lo que ellos creen que ha de manifestárseles por ser cristianos (que no lo son) y entonces saltan, gritan y se revuelcan con alaridos de posesos (porque eso terminan siendo) y se arrastran en un suelo poco iluminado y casi orgiástico). Una Ebriedad divina entonces sería la sublimación de la ebriedad pecaminosa. Y no se culpe a la analogía de atenuar la gravedad del pecado de ebriedad. Porque sabido es que las Escrituras en incontables pasajes dictamina que los ebrios y borrachos no van al Cielo. Y siendo la ebriedad tan grave, y para que no quede duda de su conculcación; San Pedro aclara muy bien que no están borrachos (Hech. 2, 15) y da sobrados argumentos de su Fe y de su estado de santa ebriedad.
    
Esa santa ebriedad, como se hace más caricaturezca en los carismáticos que también se hacen llamar católicos, es emulada y falseada en todo el Reino del Anticristo, en la Iglesia del Vaticano Segundo. Su diferencia con la Santa Ebriedad es una sola; pero radical: Los verdaderos cristianos se embriagan de Dios para convertir a todos los hombres, a todo el mundo, a la verdadera y única Doctrina Divina y Salvífica; los anticristos de hoy se embriagan del Diablo para convertir la verdadera doctrina a todos los hombres; adecuar la fe al mundo.
    
Entonces allí están los borrachos de primera fila: Los fariseos que desde pentecostés andan diciendo “están borrachos" de los verdaderos cristianos; mientras que ellos se embriagan del odio de su segregarse, de su no aceptar a Cristo ni la exclusividad de un único Banquete. Judíos, Masones, Comunistas. Las 3 ranas del Apocalipsis. Quien dice Judío dice Judaizante, Judófilo, Sionista, Holocaustista y Sectario. Toda secta que niega a la Iglesia, por más que diga amar a Jesucristo, es desconocida y condenada por Él; y retrocede al primer escalón del infierno: La Religión Judía y Cabalista en la Era Cristiana. (Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantáte Dómino”, 1441, ex cathedra: “La Santa Iglesia Romana cree firmemente, profesa y enseña que aquéllos que no están en el seno de la Iglesia Católica, no solamente los paganos, sino también los judíos o herejes y cismáticos, jamás compartirán la vida eterna, e irán irremediablemente al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles, a no ser que se hayan unido a la Iglesia antes de morir…”). Quien dice Masón dice Laicismo, Naturalismo, Racionalismo, Desacralización, Neutralismo, Globalización y Laico Orden Mundial. No hay nota mejor atacada en el catolicismo que su nota de catolicidad (universal); y sin embargo, aunque 12 hombres resistieran en la Fe; esa Fe sería católica; porque nada es el número aquí en la tierra cuando uno sólo puede salvarse a pesar de todo; cuando uno sólo aquí acepta la Gracia; numerosa es la alegría en los Cielos. Pero el masonismo ha conseguido un unísono y numeroso ejército feliz en la tierra para que se salve (por un tiempito) la Idea del Gran Arquitecto del mundo. ¡Ay de ese arquitecto cuando venga el Creador de todas las cosas! Finalmente, quien dice Comunista dice Revolucionario, y no hacen falta muchas sinonimias para describir el mundo cultural y político vigente y totalitariamente impuesto absolutamente por todos los rincones del planeta. Tercermundismo, Derecha, Izquierda, Socialismo, Radicalismo, Capitalismo, Militarismo se encierran bajo cualquier aparente diferenciación y tonalidad bajo una misma directriz: La Democratización de toda soberana Verdad y la decapitación de toda excelencia y altura. El fundamentalismo y fanatismo en las mentiras que el Igualitarismo sembró; han secado el buen gusto, el sentido común, la ley natural y depuesto a la Verdad de su merecido trono de Absolutez y Señorío. Sin la Verdad; ¿qué cosa podrá ser cierta? ¿qué conducta honrada? ¿qué acción buena desinteresada? Estos borrachos de primera fila; para no decir, judíos, masones, comunistas, protestantes, orientalistas, democratizantes, etc, etc; podríamos llamarlos como los denominó nuestro Señor: SEPULCROS BLANQUEADOS. Ellos padecen la borrachera de ver su inmundicia en el otro; y como todo lo ven igual (igualdad que siempre significa empero que la paja del ojo ajeno es mil veces más grande que la propia viga) siempre estarán desgarrándose las vestiduras ante la violencia que educa, ante la jerarquía que disciplina, ante la doctrina cristiana que no se mueve un ápice de Nuestro Señor.
    
Los borrachos de las filas intermedias son los tontos, los bobitos. Los necios que son llevados de las narices con ricos perfumes; con sensualidades sugerentes, con lindos colores y frases bonitas. Donde está la belleza está la verdad; pero entonces gustan de lo feo; y a lo feo llaman belleza. No rige la vida de los mal llevados el deber, sino la conveniencia. Por eso aplauden las leyes inmutables que cambian (y si pudieran cambiarían las leyes aritméticas, físicas y químicas). No se guían por la inteligencia, sino por los apetitos. Como no pueden vivir como Dios le dice que vivan; hacen decir a Dios lo que ellos viven. Estos son los que Dios vomitará de su boca por no ser ni fríos ni calientes (Apoc. 3, 16), los TIBIOS.
    
Los borrachos de la última fila es la de los Pánfilos (pan=todo/filo=amor). En ella entran aquellos que encuentran en el falaz concepto edulcorado del AMOR que tienen, una aplicación para todo género de cosas, animales y personas. Entonces entra el Ecumenismo en lo que pretende ser la Iglesia Católica. ¿Por dónde no ha entrado el ecumenismo? Este es el peor vino, de cuya borrachera parece no escapar ningún alma con vertiente religiosa. ¡Ninguna! La condescendencia, el respeto humano, la ternura y piedad por el depravado y delincuente, la caricia al ala rota de un demonio o el desencadenamiento de todos los males para que no se inflame tanto ese tobillo infernal. Esa falsa devoción hacia un prójimo indiscriminado se empecina en “demostrar” el fanatismo “democrático” de los de la primera. Exibir cuidados y atenciones en nombre de la caridad; cuando se olvida de rezar y pedir por la conversión (sin la cual, no merecen aplausos y felicitaciones los hombres), es un desatino muy contemporáneo.
     
Entre los pánfilos encontramos la gama más completa de miembros de la Igesia Adúltera que adhiere al Antipapa Hereje Benedicto XVI y al Conciliábulo herético Vaticano II. Están los pastorales, los doctrinales y los liturgistas. Los pastorales hacen ecumenismo con todo lo pastoral; en desmedro de lo doctrinal y litúrgico. Estos son los más chocantes; porque son capaces de clavar a Cristo y flagelarlo mil veces nuevamente, con tal de abrazarse y sonreirse por la Paz del Mundo, por la Ecología o por cualquier bien que sirva para cualquier hombre, con cualquier hombre. El doctrinal será ecuménico con cualquier doctrinal; entonces buscará afinidades con las doctrinas protestantes y judías, luego pasará a las afinidades musulmanas y terminará con las afinidades entre induístas y budista. Y a pesar de su mezcolanza en un área, hablarán de distinción nominal, y de ritualidad diversa; como si en fondo, con distintas camisetas no sirvieran al mismo empresario deportivo. Los pánfilos o ecumenistas litúrgicos son los que defienden la Misa que Pablo VI pretendió cambiar. Entonces cuidan las formas, las genuflexiones, las normas y las rúbricas; pero terminan negociando (antes o después) la “communicatio in sacris” y la “inmutabilidad de los dogmas”. ¿Quién no es ecumenista hoy por hoy? ¿Quién es verdaderamente fiel, verdadero católico? Estos, los ecumenistas ordenados o “falsos tradicionalistas” son los últimos de los últimos en la borrachera del diablo; pero AY que “los últimos (también en lo malo) serán los primeros (en condenarse)” (cfr Mt 19, 30); y “al que mucho se le dio; mucho se le pedirá” (cfr. Lc. 12, 48).
    
Una cosa más queda por decir: El Ecumenismo y el Alcoholizarse gozan de una paz mundana que estimula sentimientos de redención; mientras que son en sí mismos, condena y reprobación ¿Acaso en la ebriedad no se llena el corazón de amiguismo por todo lo circundante; no resulta cualquier idea interesante y cualquiera que comparte la misma copa (que en tan mal estado deja), no se vuelve a los ojos del beodo, por más perverso que sea, el más disculpado de los hombres? La embriaguez pecaminosa tiene esa implicación “salvífica”. Los borrachos mientras se condenan sienten estar salvándose de algo. Y mientras más arruinados se ven; más favor creen que les hace el beber.
    
Hay ciertos sermones embriagantes (en la Falsa Iglesia) que conducen a la misma paz mundana. El fiel que se cree tradicionalista comienza a sentir una alegría desbordante cuando en lugar de la severidad acostumbrada se escucha resonar la palabra AMOR. Esa palabra que debe ser el combustible; comienza a ser inyectada en el encendido, en la bomba de agua, en el sistema eléctrico y en todo lo que no sólo arruina la marcha de una maquinaria, sino que la expone a una explosión o destrucción total. El trocar el sentido del amor; es lo mismo que predicar el odio. El odio, principalmente, a la verdad. Verdad que es Cristo. Ese falso amor comienza a embriagar al que Dios quiere por soldado suyo; y embriagado comienza a disculpar a los Judas, luego a los Pilatos, luego a los Caifás y finalmente, viendo a Cristo llorar sobre la necesidad de la Pasión; ellos mismos toman la lanza y lo atraviesan. Todo estará consumado cuando se comience el alma a embriagar reprobadamente de la Tolerancia al mal, del Derecho al Error y de la Pasividad ante la Herejía.
    
Dios quiera que nos podamos embriagar del amor de Dios por sobre todo amor; y que su Santísima Madre nos permita recibir las gracias necesarias para no traicionarlo nunca más.
    
Don Francisco Delafuente

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