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domingo, 2 de octubre de 2011

LA ORACIÓN DEL PAPA LEÓN XIII A SAN MIGUEL – UNA PROFECÍA SOBRE LA FUTURA APOSTASÍA EN ROMA

Tomado del libro "LA VERDAD DE LO QUE REALMENTE OCURRIÓ EN LA IGLESIA CATÓLICA DESPUÉS DEL VATICANO II", de los hermanos Pedro y Miguel Dimont, OSB- Vaticano Católico

HISTORIA

León XIII

La Oración a San Miguel Arcángel del Papa León XIII es profética. Compuesta hace más de 100 años, después fue suprimida. La Oración a San Miguel, la original del Papa León XIII es una oración muy interesante y controversial relacionada a la situación actual en la que se encuentra la verdadera Iglesia Católica. El 25 de septiembre de 1888, después de su Misa de la mañana, el Papa León XIII se afectó a tal punto que se desmayó. Los asistentes pensaron que estaba muerto. Después de recuperar la conciencia, el Papa describió una conversación horrible que había escuchado procedente del Tabernáculo. La conversación se componía de dos voces – voces que el Papa León XIII claramente entendió que eran las voces de Jesucristo y del diablo. El diablo se jactaba de que podía destruir la Iglesia, si se le concedían 75 años para llevar a cabo su plan (o 100 años, según otros informes). El diablo también pidió permiso para “una mayor influencia sobre aquellos que se entregaran a su servicio”. A las peticiones del diablo, el Señor le respondió: “se te dará el tiempo y el poder”.

 León XIII vio que Jesucristo y el diablo estaban confrontados por la situación de la Iglesia en estos últimos tiempos

Impactado profundamente por lo que había oído, el Papa León XIII compuso la siguiente Oración a San Miguel (que también es una profecía) y ordenó que se rezara después de las Misas Ordinarias [no dominicales] como medida de protección para la Iglesia contra los ataques del infierno. Lo que sigue es la oración (ponga especialmente atención en las partes en negrita), seguido por algunos de nuestros comentarios. Esta oración fue tomada de La Raccolta, 1930, edición inglesa, Benziger Bros., pp. 314-315*
* La Raccolta es una colección de la Iglesia Católica con imprimátur de oraciones oficiales indulgenciadas.

ORACIÓN

¡Oh gloriosísimo príncipe de las milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y las potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires”. Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio.
Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistir y para quien no hubo nunca jamás lugar en el Cielo.

Sí, ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo. Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones.

Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.

Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. P resenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén.

He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
Venció el León de Judá, el retoño de David.

Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.
Como hemos esperado de ti.

Señor, escucha mi oración
Y que mi clamor se eleve hasta ti

Oremos.
Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso San Miguel Arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén.
COMPARATIVA

Como alguien que lee la oración (especialmente la parte en negrita) uno mira que el Papa León XIII parecía prever y profetizar la gran apostasía; y parecía señalar que esta apostasía sería dirigida desde Roma – la única Roma que es «en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo». El Papa León previó que este lugar (la Ciudad del Vaticano en Roma), donde fue establecida la Sede de San Pedro por el primer Papa, San Pedro mismo, se convertiría en el trono de la abominación de la impiedad de satanás, “con el designio inicuo de herir al Pastor (el verdadero Papa) y dispersar al rebaño (los fieles católicos)”. Estas son las palabras del Papa León XIII.

El Papa León XIII no estaba profetizando la defección [deserción] de la Iglesia Católica (que es imposible ya que las puertas del infierno nunca prevalecerán contra la Iglesia [Mat, 16]), ni la defección de la Cátedra de Pedro (que también es imposible), sino que más bien estaba profetizando la implementación de un apóstata, contrahecha religión Católica desde Roma, en la que “el Pastor” (el verdadero Papa) es sustituido por un antipapa usurpador (como ha ocurrido a veces en la historia de la Iglesia), con el designio inicuo de “dispersar al rebaño”.

La oración del Papa León también previó que los apóstatas impuros de satanás han puesto sus manos criminales «sobre sus bienes más sagrados». ¿Qué son sus bienes más sagrados? Los bienes más sagrados son las cosas que Cristo le ha encomendado, a saber, el depósito de la fe (con todos sus dogmas) y los siete sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo mismo. Por lo tanto, la oración del Papa León predijo el intento de la destrucción del depósito de la fe con el Vaticano II y los nuevos ritos sacramentales de la Iglesia del Vaticano II. Ambos se tratarán en detalle en este libro.

Veremos que las manos criminales de Pablo VI han puesto sobre los siete ritos sacramentales a partir de abril de 1969, que produjo una Nueva Misa inválida, un Nuevo Rito inválido de Ordenación, y los gravemente dudosos ritos de la Confirmación y de la Extremaunción, han cumplido a la carta la profecía del Papa León.

En 1934, la sorprendente oración del Papa León (dado arriba) fue cambiada sin explicación. La frase crucial refiriéndose a la apostasía en Roma (este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo) fue eliminada. Al mismo tiempo, el uso de la larga Oración a San Miguel del Papa León XIII después de cada Misa Rezada fue sustituida por una oración más corta, la famosa ahora abreviada Oración a San Miguel. Esta oración sigue de la siguiente manera:

“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Reprímale, Dios, pedimos suplicantes; y tú, príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén”.

No hay nada malo con esta oración a San Miguel, de hecho, es muy buena y eficaz. Sin embargo, el punto es que ya no es la Oración a San Miguel que compuso el Papa León XIII. En la opinión de muchos, la corta oración era promovida como un sustituto, de modo que los fieles no estuvieran conscientes del contenido increíble de la oración larga, como se describió anteriormente. Si la Oración a San Miguel larga hubiera sido recitada al final de cada Misa Rezada y no suprimida en 1934, ¿cuántos millones más se hubieran resistido cuando se encontraron con el intento de la nueva religión del Vaticano II que será explicada en este libro? ¿Cuántos más hubieran visto después del Vaticano II el desmantelamiento sistemático de la Fe Católica tradicional?

La larga Oración a San Miguel del Papa León XIII también está relacionada perfectamente con la famosa aparición y profecías de Nuestra Señora de La Salette de 1846: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo… la Iglesia estará eclipsada.” Las palabras del Papa León sugieren que el mismo Anticristo, o al menos las fuerzas del Anticristo, establecerán su sede en Roma: “Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro (…) han elevado el abominable trono de su impiedad…”.

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