Por Luis David Bernaldo de Quirós (ALERTA DIGITAL)
Santiago Carrillo, genocida
He aquí el retrato fiel de Santiago Carrillo, hombre sin conciencia
ni honor que, como recompensa a su trayectoria criminal, recibió
infinidad de homenajes y prebendas de los políticos a izquierda y
derecha así como del jefe del Estado.
Sirva esta hoja de servicios para hacer justicia con sus víctimas y
para vergüenza de sus aduladores, hacedores del inicuo régimen
actual. Veamos la “brillante hoja de servicios” de este sujeto:
- Siempre tuvo por referencia al “gran Stalin”, uno de los personajes más siniestros que ha dado la Humanidad. Este amor por el dictador se puede comprobar leyendo la revista Nuestra bandera de 1.950.
- Sometía a sus víctimas a interrogatorio hasta extremos de llevarlos casi a la locura. Esto ocurrió con Carmen de Pedro, amante de Jesús Monzón, a la que autoconvenció diciéndole que Monzón no había luchado contra el fascismo, sino que había colaborado con él y, por tanto, había que eliminarlo.
- Repudió a su padre en beneficio de la causa. El comunista Manuel Tagüeña dice al respecto: Siempre estuvo Carrillo subordinado a sus ambiciones políticas. Por mucho aire espartano que quiera dar al gesto, nadie duda que lo hizo para presentarse ante la dirección del partido como militante íntegro capaz de sacrificar a su padre en beneficio de la causa. Este repudio y denuncia lo haría dos meses y pico después de que el trío formado por Casado-Besteiro-Wenceslao Carrillo se levantaran contra el gobierno de Negrín y, por tanto, contra la República.
- Para autoafirmarse en sus principios y tratar de convencer al PCE y a la IC de la solidez de sus convicciones, afirmaba: Cada vez me siento más orgulloso de ser un soldado en las filas de la gran Internacional Comunista… Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin…
- Es el responsable, sin que nadie le haya pedido cuentas, de las sacas de presos que, desde las cárceles Porlier, San Antón, Modelo, todas de Madrid, terminaban siendo masacrados en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz, Arroyo de San José, etc.
- Como es lógico, niega todo esto en sus Memorias y lo achaca, como siempre, a incontrolados. Mentira. La saca más importante fue la de Paracuellos, 500 personas, las cuales fueron transportadas en autobuses de dos pisos con los correspondientes vehículos de escolta, teniendo que atravesar toda la ciudad, siendo vistos por muchísimo público.
- No cuenta que, cuando a primeros de diciembre fue nombrado director general de prisiones el anarquista Melchor Rodríguez, el Angel Rojo, se acabó todo aquel terror, demostrándose que las matanzas no eran obra de incontrolados.
- En el diario La Voz de 3 de Noviembre de 1936, se puede leer: “Hay que fusilar a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles …”. En Diario de la guerra de España, del agente de Stalin en Madrid, Mihail Kolstov, Ruedo Ibérico, Madrid 1977, se lee: “Limpiar un poco Madrid; echar aunque no sean más que 30.000 fascistas; fusilar, aunque sólo sea un millar de bandidos”.
- Este sujeto aparece en unas declaraciones de Francisco Antón en “Discursos pronunciados en el Pleno Ampliado del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia los días 7 y 8 de Marzo de 1937”. Dice así: “…nos hemos preocupado un poco por limpiar la retaguardia. Es difícil asegurar que en Madrid está liquidada la Quinta Columna, pero lo que sí es cierto es que allí se han dado los golpes más fuertes… y esto se debe a la preocupación del Partido y al trabajo abnegado, constante, de dos camaradas nuevos, el camarada Carrillo, cuando fue Consejero de Orden Público, y el camarada Cazorla…”.
- Asesinó a los duques de Veragua y dio órdenes para quemarle los pechos con un cigarro a sor Felisa, del convento de las Maravillas (“Paracuellos del Jarama: Carrillo culpable”, Editorial Arcos Vergara, Barcelona 1983, pág. 68).
- Este gijonés homenajeado, aparece en un comentario del ex comunista Carlos Semprún Maura en el diario ABC de 9 de Abril de 1994: Siendo Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, fue Santiago Carrillo quien ordenó la matanza de Paracuellos, cosa que ha reconocido off the record (fuera de micrófono) y no, como escribe, incontrolados probablemente de la FAI.
Este sujeto, en unas declaraciones al periódico “El Socialista” del
15 de setiembre de 1.934, decía lo siguiente: “Si el gobierno entregado a
las derechas, no rectifica, serán estas Juventudes (se refiere a las
Juventudes Socialistas) las que asalten el Poder, implantando su
dictadura de clases”. Al final termina con “¡Muera el Gobierno!. ¡Muera
la burguesía!. ¡Viva la Revolución!. ¡Viva la dictadura del
proletariado!”. Es decir: este “demócrata” grita todo tipo de “mueras”
en plena República. De aquí se deduce que la “república” por la que
luchaba este ejemplar era por la de la bota, el bozal, el grillete y la
zahúrda, como todos sabemos.
A continuación, hacemos un breve comentario sobre el libro de D.
Ricardo de la Cierva “Carrillo miente. 156 documentos contra 103
falsedades”, editorial Fénix, 1.994. En la página 19 se puede leer:
“Estas anécdotas personales no son nada en comparación con las mentiras que relata en sus memorias. En este sentido su libro merece el Nobel, el Cervantes y el Nadal de la mentira. Yo creo que nadie ha sido capaz como él de escribir tres mentiras por línea impresa”. (Carlos Semprún Maura, antiguo comunista, “Con la mentira en ristre”, ABC 9-04-94, página 72).
Enrique Líster, que fue comunista antes que Carrillo y que
siguió siendo comunista después de haber sido expulsado éste del PCE,
dice en la página 20:
“Hasta las conversaciones con [Vicente] Uribe en 1.961 yo consideraba a Carrillo un comunista. Un comunista con muchos defectos, pero un comunista. A partir de esa fecha comencé a observarlo de forma diferente, a observar sus actitudes y sus acciones de forma más crítica. Comencé a ligar unos hechos con otros, unas épocas con otras y ante mí fue apareciendo un Carrillo completamente extraño a toda idea, principio y práctica comunista. Aparecía el arribista sin escrúpulos, un ser completamente deshumanizado, capaz de mandar a la muerte o destruir política y moralmente a personas a las que antes había jurado la más completa amistad. Le he visto mentir de la manera más cínica al informar sobre las entrevistas y los hechos relacionados con otros partidos o personas”.
No sé si conocerán la carta que le envió a Carrillo el
enterrador de Paracuellos.
Vamos a transcribir sólo tres párrafos, porque la carta es un poco
larga. Dice así:
“Sr. Don Santiago Carrillo Solares: “Creo que me conocerás. Yo sí te recuerdo mucho. Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 85 años. En el año 1.936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos del Jarama. También estuve en la checa de la ESCUADRILLA DEL AMANECER, de la calle del Marqués de Cubas nº 17 de Madrid, donde presencié los más horribles martirios y crímenes”. “También estuve en el Cuartel de la Guardia de Asalto de la calle Pontones, en la Puerta del Sol, donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones en las checas de tu mando. Yo soy Pionero, al que llamaban “EL ESTUDIANTE”, que llevaba la correspondencia a las diferentes checas a cambio de la comida que me dabas…¿Me conoces ahora, Santiago Carrillo? Se despide de ti el enterrador de Paracuellos del Jarama, alias “EL ESTUDIANTE”, que presenció los martirios y asesinatos que tú, Santiago Carrillo, mandaste que se realizaran en España”.
Más en Declaraciones de
“el Estudiante” a “El Alcázar”.
“… Al rato llegó un coche alargado de donde se bajaron 4 milicianos y un quinto, el jefe de las checas, que yo conocía entonces. Vestía un tabardo marrón y unas botas. No tendría más de 23 o 24 años. Era Santiago Carrillo. Apearon a tres señores y una señora, les hicieron andar sobre la cuneta unos doce metros y, sin que yo me lo esperara, sacaron las ametralladoras y los mataron a los cuatro. Carrillo, que había mandado ejecutarlos, saltó a la cuneta y me dijo: “este es el duque de Veragua, el fascista número uno de España”… mientras sacaba una pistola… y disparó tres tiros sobre el cráneo del duque que ya estaba bien muerto… dirigiéndose al guardia de asalto Ramiro Roig (El Pancho) le ordenó: ¡Quítale el anillo (una sortija con brillantes que parecía muy buena), y como no podía, él ordenó: ¡Córtale el dedo, leche!
El guardia sacó una navaja de bolsillo y destrozó la mano hasta que consiguió sacar el anillo y se lo dio a su jefe. Recuerdo perfectamente que Santiago Carrillo, después de limpiar la sangre de la sortija con broza que cogió del suelo, se la guardó en el bolsillo…”. “Recuerdo que era de noche cuando llegamos (a la cheka de Fomento)… Allí estaba una mujer joven, de unos treinta años o más, con la ropa a jirones, casi desnuda, que no hacía más que llorar y suplicar que no le pegaran más. Cuando llegó Santiago Carrillo dio orden a “El Valiente”, quien con un cigarro puro empezó a quemarle los pechos, mientras suplicaba “por Dios” que no la torturaran más. Luego me dijeron que se trataba de sor Felisa, del convento de las Maravillas, de la calle Bravo Murillo…”.
“Al otro día, igual, cavando que no sabía para qué servía. Debía ser la primera semana de noviembre cuando nos llegaron tres autocares con cientos de personas. No sé cuántas serían. Aquello fue horroroso. No paraban de matarlos y meterlos en las zanjas, cuando llegaban más autocares con hombres, mujeres y niños… La escabechina fue tremenda; el mismo Santiago Carrillo empujaba hasta la fosa con el pie; con algunos no podía y los arrastraba cogiéndolos de los pies o de las manos . . . Así fue, a grandes rasgos, la matanza de Paracuellos efectuada los días 6, 7, 26 y 27 de noviembre …”.
Tengo una sentencia de muerte de éste personaje contra mi abuelo, militar y católico. Fuen encarcelado junto a Muñoz Seca del que siempre guardó buen recuerdo. Pudo librarse por una estratagema que no viene a cuento. Cuando éste personaje murió le pregunté a mi madre que como se encontraba y esta fue su respuesta:"Hasta que no recé un Padrenuestro por su alma, no me quedé tranquila". Ésta es la respuesta de una mujer católica; de una española de bien; de una hija, esposa y madre de militar español.
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