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miércoles, 20 de noviembre de 2013

CONSPIRACIÓN SANTA MARÍA LA MAYOR

Muchas dudas surgieron en este último Conclave, donde salió elegido Bergoglio como antipapa: que los sellos de los Apartamentos Pontificios fueron rotos durante el Conclave, que la quinta votación la anularon por un voto de más,... pero LO INCREÍBLE ES QUE lo eligieron ¡PARA SACAR A ÁNGELO SCOLA DEL CAMINO!

Por Giacomo Galeazzi para VATICAN INSIDER-LA STAMPA

OPERACIÓN “SANTA MARÍA MAYOR”

En este lugar, la Nochebuena de 1538, San Ignacio de Loyola celebró su primera misa. Santa María Mayor siempre ha sido una etapa obligada en los viajes a la Ciudad Eterna del jesuita Bergoglio. Devotísimo a la protectora de Roma (la «Salus Populi Romani»), inició su pontificado por la basílica que custodia la reliquia del pesebre de Belén y la tumba de Bernini. «Está muy unido a esta iglesia, venía siempre cuando era cardenal», explica el padre Elio Monteleone, uno de los confesores del más antiguo de los santuarios marianos de Occidente.

A los penitenciarios ayer por la mañana, el recién elegido Papa les recomendó: «Las almas necesitan que vosotros seáis misericordiosos, rezad por mi». Un pontífice mariano como Wojtyla que consagró a la Virgen su pontificado («Totus tuus»), Francisco, apenas apareció en San Pedro vestido de blanco, anunció la primera cita de su agenda: la oración a María. La tradición dice que fue la Virgen la que indicó e inspiró la construcción de su morada en el Esquilino. Llegado poco después de las 8, el Papa fue acompañado por el arcipreste y exnuncio en América Latina, Santos Abril y Castelló y por el cardenal vicario Agostino Vallini. Fue recibido por el capítulo de la basílica, los sacerdotes y los empleados laicos, el arcipreste emérito Bernard Law y el prefecto de la Casa Pontificia Georg Gaenswein. Es una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma y la única que ha conservado la estructura paleocristiana, pero en los últimos días precónclave además de los turistas en el templo se habían acumulado una pluralidad de «expectativas» para el futuro papado.

Con respecto al 2005, Santa María Mayor ha visto cambiar radicalmente su incidencia en la elección pontificia. Hace ocho años estaba caliente el escándalo Law, el arzobispo acusado de haber enterrado los abusos de los sacerdotes pederastas cuando estaba a la guía del arzobispado de Boston. Esta vez, en cambio, el «dueño de la casa» era el fin diplomático capaz de jugar in extremis la carta del entendimiento entre Roma y Sudamérica. La que más tarde resultó ganadora. De este modo, el bertoniano Santos Abril y Castelló hizo tesoro de los largos años transcurridos en contacto con esos obispados «latinos» en los que crecía el deseo de contar con un Pontífice por primera vez en la historia. A pesar (por el número de fieles) de que están en posesión de la «mayoría de las acciones» de la Iglesia universal, también esta vez los sudamericanos parecían estar destinados a sucumbir ante la candidatura del italiano extracurial Scola.

A este punto, sin embargo, entró en acción una convergencia de motivaciones, planes estratégicos y escenarios geopolíticos. El arcipreste de Santa María Mayor vio la posibilidad de un pacto de última hora entre extraeuropeos y curiales contrarios al purpurado cercano a Comunión y Liberación. Estadounidentes, sodanianos, bertonianos, la mayoría que ha coronado a Bergoglio, se fue componiendo poco a poco. «Como las piezas de un mosaico», explica un jefe de dicasterio vaticano. Un entramado de consensos que al final resultó incluso más amplio que las aspectativas. La fuerza expansiva del catolicismo sudamericano aglutinó los votos diseminados de las primeras fumatas negras. Bien lo saben tanto los conclavistas «a rayas y estrellas» como los ministros de la Santa Sede que reciben los dossieres de las nunciaturas y de las conferencias episcopales.

La contradicción del cristianismo europeo y en general occidental queda compensada por el nuevo cristianismo latinoamericano, que ya no es solo pentecostal o «evangélico», sino también católico. Fuera de América Latina, la nación que recibe una ventaja mayor de la vitalidad «latina» es precisamente Estados Unidos. Un sondeo realizado por Pew Forum Religion desvela que desde ahora hasta el 2030 los latinoamericanos católicos en Estados Unidos aumentarán del 33 al 41%.

Entre los católicos estadounidenses «over 60» una amplia mayoría son blancos, pero entre los que tienen una edad comprendida entre 18 y 40 años, casi la mitad provienen de México y de otros países del continente. Estas nuevas generaciones son las únicas que podrán compensar el abandono de la Iglesia católica por parte de los jóvenes blancos por debajo de 30 años, el tramo de edad más erosionado por la secularización.

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