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viernes, 10 de enero de 2014

LA PORTADA DEL NUEVO LIBRO DE BERGOGLIO, CON SU CUADRO FAVORITO: UN ANÁLISIS ARTÍSTICO Y SIMBÓLICO

En su edición inglesa, el libro “Mente Abierta, Corazón Creyente” del antipapa Bergoglio lleva como portada la obra favorita del citado: el cuadro “Crucifixión Blanca”, del judío Marc Chagall (Moyshe Shagal).

Portada de la edición inglesa del libro “Mente Abierta, Corazón Creyente”, del antipapa Bergoglio
 
Cuadro “Crucifixión Blanca”, de Marc Chagall (Moyshe Shagal).
 
No hace falta decir que ese cuadro es una apología al victimismo nazionista, sino que es una expresión del Arte Degenerado que la revolución judeomasónica-comunista internacional quiere embutir al mundo desde 1917. Un arte degenerado que no tiene estética ni desarrollo, sino que surge al capricho de una nueva élite que tiene peor gusto y que ve en un neurótico psicópata con delirio de persecución fugado de un manicomio a un grandioso artista. En suma, Moyshe Shagal, alias “Marc Chagall”, un bolchevique del montón que surgió porque era frecuentado por la pareja Guggenheim-Rothschild.
 
Las obras de Chagall (y demás autores del mal llamado “arte moderno”) estuvieron categorizadas por la Alemania nacional como “Arte degenerado”, dado que representan la anarquía contra el Orden natural y social.
 
Pero más allá de la retorcida estética, la “Crucifixión Blanca” es la peor interpretación que a la Crucifixión de Jesús se le puede dar. No hablan de Jesús ni del Evangelio, sino de alguien que fue condenado a muerte por “ser judío”. Como diciendo que los judíos son perseguidos por su “judaísmo”, o en términos bíblicos, “Esaú Vs. Jacob”, el símbolo eterno de la paranoia talmudista y de sus frustraciones y temores convertidos en megalomanía (que es una lectura de la historia de “Ester Vs. Amán”).
 
Las historias de Esaú Vs. Jacob y la de Ester Vs. Amán son, en cierta perspectiva, una imagen de los judíos: falsas víctimas trocadas en verdugos inmisericordes.
 
Y si fijamos bien la vista, vemos que la “cruz” tiene forma de martillo, y las escenas circundantes vienen a ser como una hoz, conformando el todo el símbolo del comunismo.
 
La composición del cuadro “Crucifixión Blanca” encubre el mazo y la hoz, símbolo del comunismo (recordemos que Chagall trabajó como “Comisario plenipotenciario de Artes en la provincia de Vitebsk” para los bolcheviques).
 
Chagall abandonó físicamente el gueto judío de Europa Oriental, pero su corazón y sus obras traducen que NO PODÍA VIVIR SIN EL GUETO. Y eso es el talmudismo Lubavitch.
 
Quizá por eso Chagall es el artista favorito de Bergoglio: porque representa el afán de los judíos talmúdicos en atemorizar a los judíos bíblicos y avergonzar a los no judíos.

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