MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles", P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo: desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1962.
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
+ EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (XI, 14-28)
En aquel tiempo, estaba Jesús lanzando un demonio, el cual era mudo; y
así que hubo echado al demonio, habló el mudo, y se maravillaron las
gentes. Mas algunos de ellos dijeron: "Por arte de Beelzebub, príncipe
de los demonios, echa los demonios", y otros por tentarle le pedían les
hiciese ver algún prodigio del cielo. Pero Él, penetrando sus
pensamientos, les dijo: "Todo reino dividido en partidos contrarios,
quedará destruido; y una casa dividida en facciones camina a la ruina.
Pues si Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo ha de
subsistir su reino? ya que decís vosotros que yo lanzo los demonios por
arte de Beelzebub. Y si yo por virtud de Beelzebub lanzo los demonios,
¿vuestros hijos por quién los lanzan? Por tanto, ellos mismos serán
vuestros jueces. Mas si con el dedo de Dios lanzo los demonios, es
evidente que el reino de Dios ha llegado ya a vosotros. Cuando un hombre
valiente guarda armado la entrada de su casa, todas las cosas que posee
están seguras. Pero si otro más fuerte que él le vence, le desarmará de
todos sus arneses, en que tanto confiaba, y repartirá sus despojos.
Quien no está por mí, está contra mí; y quien no recoge conmigo,
desparrama. Cuando un espíritu inmundo ha salido de un hombre, se va por
lugares áridos buscando lugar donde reposar; y cuando no le halla,
dice: me volveré a mi casa de donde salí: y cuando vuelve la halla
barrida y bien adornada. Entonces va y toma consigo otros siete
espíritus peores que él, y entrando en esta casa fijan en ella su
morada. Con lo que el último estado de aquel hombre es peor que el
primero". Estando diciendo estas cosas, he aquí que una mujer levantando
la voz de en medio del pueblo, exclamó: "Bienaventurado el vientre que
te llevó y los pechos que te alimentaron". Pero Jesús respondió: "Antes
bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica".
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
Como el Evangelio de mañana nos habla del pecado de la recaída, debemos
consagrar nuestra siguiente meditación a considerar este pecado como: 1º
Ofensivo para Dios; 2° Terrible para los hombres.
—En seguida tomaremos la resolución de: 1º Cada día, después de nuestro
examen de conciencia, fijar nuestra atención en la falta que más
urgentemente debemos corregir, en orden de anular sobre todo en esas
faltas el pecado de volver atrás; 2º De exhortarnos a llevar una vida
mejor durante el día que está frente a nosotros comparada con el día
precedente. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras del
Evangelio: “El último estado de ese hombre es peor que el primero” (San
Mateo XII, 45).
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
Adoremos a Nuestro Señor enseñándonos en el Evangelio de hoy sobre la
gravedad del pecado de recaída. Él dice, que el estado de aquél que,
después de haber sido liberado del demonio, retorna a someterse
nuevamente a él, es peor que el primero. Agradezcamos a Él por darnos
tan importante advertencia y pidámosle la Gracia suficiente para sacar
provecho de ella.
PUNTO PRIMERO - CUÁN INFAME ES ANTE DIOS EL PECADO DE VOLVER ATRÁS
1° ES UNA HORRIBLE INGRATITUD: Dios nos ha perdonado nuestros pecados
pasados, y este perdón Le hace merecedor de nuestro inmenso
agradecimiento. ¡Deberíamos obligarnos a agradecerle abundantemente
porque su Bondad no toma en cuenta nuestros pecados, los anula con su
Gracia, que por la Sangre de Jesucristo nos mereció esta gracia, nos
restituye nuestros merecimientos al Paraíso y a la posesión eterna de
Dios, en fin, por la gratuidad de tan grande favor, ya que no lo
merecíamos, sino que nos hicimos indignos de ella por el pecado! Y a
pesar de ello, en lugar de darle gracias y bendecirle por su grande
amor, volvemos a comenzar nuestras ofensas, nos preocupa poco perder su
Gracia, o si esta falta es venial, la disminución de esa misma gracia.
“¡Qué vergonzosa y culpable ingratitud! ¡Oh alma cristiana, con qué
ligereza cambias de camino!” (Jeremías II, 36). 2° ES UN INDIGNO ABUSO
DE LA BONDAD Y LA PACIENCIA DE DIOS: Pensar que porque Dios es bueno, no
nos preocupamos de no cometer ningún pecado. Vemos decir: “Él me ha
perdonado este pecado, y me perdonará si lo cometo otra vez, o por
tercera vez”. “¡Oh hombre!, dice San Pablo, ¿Cómo desprecias la riqueza
de la bondad de Dios, de su paciencia y de su longanimidad?” (Romanos
II, 4). “¿Cómo no entiendes que la suma bondad de Dios es una razón para
que Le sirvas mejor, y que hacer de esto un motivo para ofenderlo es
atesorar su Ira sobre tu cabeza?” (Romanos II, 4-5). 3° ES UNA
VERGONZOSA PERFIDIA: Cada vez que nos acercamos al Santo Tribunal de la
confesión o al Santo Sacrificio de la Misa, protestamos que no
volveremos a caer; la Sangre de Cristo, que nos es aplicada en la
absolución o dada en la Comunión, sella nuestro propósito; y con todo,
ante la menor ocasión que se presenta para complacer a otros o a
nosotros mismos, violamos esas santas promesas. ¿No hay más vergonzosa
perfidia? “¡Dios mío, ten piedad y misericordia!” (Salmo L, 3).
PUNTO SEGUNDO – CUÁN TERRIBLE ES PARA LOS HOMBRES EL PECADO DE VOLVER ATRÁS
1° ESTE PECADO NOS DEBILITA: Al familiarizarnos con el mal, su horror se
disminuye, y en consecuencia, se disminuye también la voluntad para
resistirlo: Al hacernos caer, nos resta fuerzas en forma proporcional a
la altura de donde hemos caído y la profundidad en que nos ha abatido.
¡Cómo habíamos ascendido tan alto antes de nuestra caída! Habíamos sido
antes amigos de Dios, pero por nuestro retroceso hemos caído muy bajo,
incluso al mismo Infierno si el pecado es mortal, o al Purgatorio si el
pecado fue venial. ¡Oh, cuánto nos hiere y debilita! 2° CADA RETROCESO
INCREMENTA LA DIFICULTAD PARA VOLVER A LEVANTARNOS: Dice San Pablo “Es
imposible que aquellos que fueron una vez iluminados… y a pesar de todo
cayeron, se renueven otra vez mediante la penitencia” (Hebreos VI, 4;
6). Indudablemente esta imposibilidad no debe entenderse literalmente,
como si el hombre pudiese aspirar que la salvación es posible para él;
pero al menos esto indica una dificultad seria que debería hacernos
temblar. De hecho, el volver atrás conecta la voluntad con el mal, y
engendra el hábito que pronto se convertirá en una segunda naturaleza,
de tal manera que no podamos obtener medios para levantarnos de nuevo, o
alejar los obstáculos que nos impiden regresar, o combatir nuestras
malas inclinaciones. Los pocos frutos que ciertos esfuerzos pueden
producir nos fastidiarán de realizar otros nuevos, y nos harán creer que
será imposible corregirnos. Por último, la vergüenza de esforzarnos
tanto para regresar y obtener tan poco éxito, permaneciendo en el mismo
estado. Tal es el tipo de imposibilidad con que San Pablo amenaza al
pecador que desea volver atrás. ¿No hay mejor manera de hacernos temblar
y de inspirarnos tal resolución de jamás volver a recaer en el pecado?
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