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martes, 7 de octubre de 2014

APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO A SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

  
Refiere el Beato Alano de Rupe en El Santísimo Rosario: El Salterio de Jesús y María, libro segundo, cap. III, que en el año 1212 el canónigo regular Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores (o Dominicos), estaba angustiado porque estaba fracasando en su intento de convertir a los herejes cátaros albigenses. A la sazón, el Papa Inocencio III planeaba predicar la Cruzada contra ellos.

Santo Domingo se lo atribuyó a la profundidad y gravedad de la pecaminosidad de los herejes y al mal ejemplo de los católicos de su tiempo. Así que se fue solo al bosque a las afueras de Tolosa de Francia, y lloró y oró continuamente por tres días para aplacar la ira del Dios Todopoderoso. Azotó su cuerpo y torturó su carne. Por el ayuno, el dolor y el agotamiento, él pasó a un estado de coma. En esa circunstancia Domingo experimentó una aparición de María Santísima, mientras estaba en estado de coma, que unió a Santo Domingo con el Rosario.
  
La Inmaculada apareció en la noche del 24 al 25 de Marzo con tres ángeles (uno vestido de blanco, otro de rojo y otro de amarillo), cada uno acompañado de 50, y le preguntó a Santo Domingo: 
“Querido Domingo, ¿sabes qué arma quiere usar la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”.
La respuesta de Domingo fue que la Santísima Virgen María sabría mejor que él porque Ella es parte de nuestra salvación.
  
María respondió:
“Quiero que sepas que, en este tipo de guerra, el arma siempre ha sido el Salterio Angélico, que es la piedra fundamental del Nuevo Testamento. Por lo tanto, si quieres llegar a estas almas endurecidas y ganarlos a Dios, predica mi salterio”.
A ese propósito, la Virgen Santísima le entregó un Rosario que Ella misma fabricó en el Cielo con quince lirios y 150 rosas, diciéndole:
Toma y recita este Rosario. ¡Verás grandes maravillas! Todo lo que me pidas en el Rosario, lo obtendrás”.
Después de esta aparición Domingo predicó el Santo Rosario a los herejes albigenses inconversos en la plaza de la catedral de Tolosa, donde improvisamente llegó y las campanas comenzaron a sonar. Él comenzó a predicarle a los herejes la conversión y el Rosario cuando empezó una tempestad y un terremoto y se abrió la tierra, pareciendo tragarse a los herejes. En ese momento, la imagen de la Virgen que estaba frente a la Catedral levantó los brazos, y los albigenses comenzaron a repetir el Rosario con Santo Domingo. Luego, la tempestad y el terremoto cesaron, la Virgen bajó los brazos, y todos los presentes se convirtieron al Catolicismo.
   
Modificando el existente Rosario de Pater Noster (150 Padrenuestros) de acuerdo con las instrucciones de la aparición, se consolidó el diseño del Rosario de Santo Domingo. Lo dividió en un rosario de quince misterios y los agrupó en tres grupos de cinco décadas cada uno. Las agrupaciones fueron designadas como Misterios Gozosos, Misterios Dolorosos y Misterios Gloriosos.
   
Este diseño ayudó a los herejes albigenses a comprender mejor y a imitar la vida virtuosa de Nuestro Señor Jesucristo y de la Inmaculada Virgen María.
  
La “salutación angélica” es la oración del “Ave María” y el Salterio son los 150 salmos. Por lo tanto, ella quería 150 Ave Marías –lo que es el Santo Rosario hoy– agrupadas en 15 décadas de Ave Marías distribuídas en 3 partes de 5 misterios correspondientes para contemplar cada día (aunque se aconseja también rezar el Rosario completo).
 
Dos años después, frente a las costas de Santiago de Compostela, Santo Domingo y fray Bernardo fueron capturados por unos piratas, y permaneció seis meses en la galera. Allí, en la noche del 24 al 25 de Marzo, una feroz tormenta azotó la nave y arrojó a los piratas al mar.
 
La Virgen se apareció nuevamente a Santo Domingo, mandándole fundar la Cofradía del Santo Rosario, e invitar a los mismos captores, prometiéndoles que si adherían a ella salvarían no sólo sus almas, sino también sus vidas; de no hacerlo, se ahogarían en la muerte. Los piratas accedieron, y se calmó el mar.
 
De este modo el día 25 de marzo de 1214, con el amanecer, nació la Cofradía del Santo Rosario, recogiendo  María, la nueva Rut, las almas de los pecadores descartadas u olvidadas por los segadores en su Casa de la Misericordia para que, unidos a sus hermanos espirituales, canten alabanzas a Ella y su Hijo con el arpa de diez cuerdas que es el Santo Rosario.

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