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domingo, 19 de octubre de 2014

REFLEXIÓN DEL PADRE BASILIO MÉRAMO SOBRE LOS ANTIPAPAS CONCILIARES, A LA LUZ DEL PADRE LUIGI VILLA

VISIÓN DEL PADRE LUIGI VILLA SOBRE UN PAPA HEREJE
  
    
APÉNDICE: “Si un Papa cae en herejía o cisma” (Tomado del libro “VATICANO II - DIETRO FRONT” Editrice Civiltá. Brescia 2011, p.197-201, Sac. Dott. Luigi Villa) -Traducción no oficial, por el Padre Basilio Méramo-
  
Hoy en día, también se podría decir que la jerarquía de la Iglesia está demoliendo la doctrina católica de siempre, al fundar una ‘nueva religión’. Pero, ¿cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que aquellos que siguen las nuevas líneas doctrinales, a menudo en contradicción con la doctrina católica, estén fuera de la Fe anterior al Concilio Vaticano II?
   
Pudiéramos anotar toda la documentación conciliar y todos los actos de Pablo VI y Juan Pablo II, si la limitación del espacio de este escrito fuera suficiente para manifestar ‘hechos’ y ‘palabras’ que harían resultar evidente el contraste con la doctrina y la práctica de la Iglesia tradicional.
   
Ciertamente, no se puede pensar que Pablo VI y Juan Pablo II no conocían la doctrina católica, ostentando títulos en teología, y después de haber sido advertidos por muchos sobre su falso proceder con el nuevo curso de su ‘nueva Iglesia’, demostrando un conflicto irreconciliable entre su nueva doctrina y los dogmas tradicionales de la fe católica, turbando a los fieles con tanta diversidad de opiniones teológicas. Y entonces, ¿qué? ¿Cómo olvidar que la Iglesia de Cristo siempre ha sido esencialmente tradicional, basada en el ‘Depositum fidei’, transmitido desde los Apóstoles hasta ahora? Cómo no tienen en cuenta lo que la Iglesia ha dicho y hecho lo largo de los siglos?
   
Por esta razón, muchos teólogos se han planteado la cuestión de un Papa, que deviniese hereje o cismático, como sucedió con los Papas Liberio, Honorio, Pascual II, Juan XXII.
  
Vamos a escuchar a algunos:   
Uguaccione escribió: ‘Cuando el Papa cae en la herejía, puede ser juzgado por los súbditos. De hecho, cuando el Papa cae en herejía se convierte, no en mayor, sino en inferior a cualquier Católico’.
  
Juan el Teutónico, un gran decretalista, se plantea la cuestión de si es lícito acusar ‘al Papa’ en caso de que caiga en herejía, y responde que sí, porque de lo contrario ‘socavaría el bien de toda la Iglesia, lo cual no es lícito’ y también ‘A causa de la herejía, el Papa, dejaría de ser el Jefe de la Iglesia, siempre que el crimen es conocido per confessionem vel pro facti evidentia (por confesión o por evidencia de hechos)’.
  
El Cardenal Juan de Torquemada (no el inquisidor) comentando el ‘Corpus iuris canonici’, afirma: ‘Respondo con esta conclusión, diciendo que el Papa no tiene juez superior en la tierra, excepto en el caso de herejía’. Y afirma además:
Desviado de la fe, significa, cuando se aleja de la fe pertinazmente y cae de la piedra de la fe, de la piedra sobre la cual ha estado fundada (cf. Mt. XVI).  (El Papa) se vuelve menor e inferior que cualquiera de los fieles, y por lo tanto, puede ser juzgado por la Iglesia, o más bien puede ser declarado ya condenado, según cuanto está escrito, que quien no cree ya está juzgado, y el Papa no puede establecer una ley para que nadie no pueda acusarlo de herejía, porque se vería puesta en peligro toda la Iglesia y sería confuso el estado general de la misma’.
  
Inocencio III, en tres sermones declaró expresamente que en el caso en que él mismo cayese en la herejía, se haría culpable de un delito contra la fe.
  
San Roberto Belarmino, en ‘De Romano Pontífice’, escribe que en el caso de que (el Papa) tuviera errores doctrinales, debe decirse que el Papa no habría sido válidamente elegido; y si este cae en la herejía, cesaría de ser Papa, ya que ‘quien está fuera de la Iglesia no puede ser su cabeza’.
  
En nuestros tiempos, el asunto viene equiparado al de la época medieval. De hecho, el Cardenal Journet, en 1969, declaró:
Los teólogos medievales decían que el Concilio no debía ni siquiera deponerlo, sino que solamente basta con verificar el hecho de la herejía y significar a la Iglesia que el que fue Papa ha decaído de su función principal. ¿Quién lo ha quitado? Ninguno, fuera de él mismo. Como él (el Papa) puede abdicar por un acto de voluntad, del mismo modo, puede decretar voluntariamente, por sí mismo, su propia decadencia, por un acto de herejía. El motivo es que renegando de la fe, aquel que fue el Papa ha dejado de ser parte de la Iglesia, de ser su miembro. Desde el momento en que el hecho es declarado públicamente, él no podría por lo tanto, continuar siendo su cabeza. En un caso tal, una eventual sentencia del Concilio es solamente declarativa, y no proclama, en modo alguno, la supremacía del Concilio sobre el Papa’.
   
En el ‘Enchiridium Iuris Canonici’, redactado por Stefano Sipos, tal sentencia es resumida en diversos modos.
   
Un documento de importancia teológica es la Constitución Apostólica ‘Cum ex Apostolatus officio’ del Papa Pablo IV, en el que empeña la plenitud de sus poderes:
‘Con esta Nuestra Constitución, válida a perpetuidad, contra tan gran crimen [la herejía, el cisma y la apostasía] -que no puede haber otro mayor ni más pernicioso en la Iglesia de Dios- en la plenitud de Nuestra Potestad Apostólica, sancionamos, establecemos, decretamos y definimos’ abiertamente que ‘el mismo Romano Pontífice que antes de su promoción al Cardenalato o asunción al Pontificado, se hubiese desviado de la Fe Católica, o hubiese caído en herejía, o incurrido en cisma, o lo hubiese suscitado o cometido, la promoción o la asunción, incluso si ésta hubiera ocurrido con el acuerdo unánime de todos los Cardenales, es nula, inválida y sin ningún efecto’.
  
La misma argumentación se lee en la Bula ‘Inter multiplices’ de San Pío V.
   
En este punto, cabe preguntarse si Juan Pablo II pronunció herejías ‘ex Cathedra’, o si él, privada o personalmente fuese un hereje o no. Después de todo aquello que habíamos denunciado sobre su actuar, ¿cómo puede haber habido un ‘Papa’ Juan Pablo II? Si el ‘agere secuitur esse’, podemos ver que sus acciones no se corresponden con los que deberían ser.
     
En efecto, ¿cómo podría recibir en la frente, como ‘Papa’, el signo de los adoradores de Shiva? ¿cómo podría decirle a los adoradores del ‘dios-pitón’, de su fe en un Dios único y Bueno? ¿cómo podría presidir las reuniones, como las de Asís y otras similares?
   
Pío XI en su encíclica ‘Mortalium animos’ dice:
Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio. Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo’.
  
Ahora bien, es un dogma de fe que la Iglesia es santa, por lo que la santa Iglesia no nos puede dar unos Sacramentos, una Fe, unas leyes que no sean santas. Así ahora, ¿cómo es posible que el ‘Nuevo Código’ de Derecho Canónico y el ‘Novus Ordo Missae’ contengan ‘errores’? La única respuesta podría ser la siguiente: Si el Papa promulga leyes universales contrarias a la Fe tradicional y contraria a la santidad de la Iglesia, su autoridad no sería legítima.
   
Reflexionando sobre los discursos y los ‘hechos’ de Juan Pablo II, debemos decir que Karol Wojtyla es sin duda un hereje, y esto confirma la ausencia de autoridad, desde el principio, en su persona. Preguntémonos, entonces, ¿dónde está la verdadera Iglesia? Si aceptamos la profecía de Nuestra Señora de La Salette, la Iglesia verdadera es visible en aquellos que huyen de la herejía, conservando todavía la Fe. Sin embargo, esto plantea el problema de que la Iglesia, mañana deberá aclarar este período oscuro de su historia y deberá, por lo tanto, constatar la invalidez de los documentos del Vaticano II, de la falsa reforma litúrgica, del vacuo Derecho Canónico, del catecismo herético y de las veinte [y más] encíclicas.
  
¡Que Jesucristo, Dios, fundador de su Iglesia, ilumine y dirija esta solución de Su Iglesia!
   
(Y tiene también el Padre Villa, esta cita al final del libro)
Siento en mi entorno a los innovadores que quieren desmantelar el Sacro Santuario, destruir la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, ¡Hacerla sentir remordimiento de su pasado heroico! Bien, mi querido amigo, estoy convencido que la Iglesia de Pedro tiene que hacerse cargo de su pasado, o ella cavará su propia tumba (…) Llegará un día en que el mundo civilizado renegará de su Dios, en el que la Iglesia dude como dudó Pedro. Será tentada de creer que el hombre se ha convertido en Dios, que Su Hijo es meramente un símbolo, una filosofía como tantas otras, y en las iglesias, los cristianos buscarán en vano la lámpara roja donde Dios los espera, como la pecadora que gritó ante la tumba vacía: ¿dónde lo han puesto?”. (De: “Pío XII Devant l’histoire”).
  

Los tres últimos Papas: Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, sin contar a Juan Pablo I que solo duró 33 días, lo cual lo deja sin mayor relevancia histórica, fueron judíos y masones según el mismo Padre Luigi Villa.
  

Paulo VI judío, masón y hasta homosexual:
“En noviembre del 2000, publiqué el libro ‘Un monumento masónico a Paulo VI’, donde mostré que, en esa escultura [la que colocaron en Sacro Monte di Varese], la Francmasonería habría elogiado a su ‘hombre’ Paulo VI, como ‘Jefe Supremo’ de la Francmasonería y como ‘Papa Judío’, y lo habría glorificado por sus ‘3 actos de justicia masónica’, esto es: la traición a Cristo, a la Iglesia y a la Historia de las naciones cristianas”. (¿Quién es el Padre Luigi Villa?, por el Dr. Franco Adessa. p. 38 - 40).
   
Monumento masónico-satánico a Paulo VI en Sacro Monte di Varese
  
“El Padre Luigi Villa estaba al corriente del hecho que el Card. Pietro Palazzini había enviado una carta al Postulador de la ‘causa de beatificación’ de Paulo VI, que contenía tres nombres de los últimos amantes homosexuales de Paulo VI. El Cardenal Pietro Palazzini era una autoridad en ese campo, porque el Cardenal guardaba dos carpetas de documentos que mostraban inequívocamente el vicio impuro y antinatural de Paulo VI”. (Ibídem, p. 33, 34.).

Cuando el inicio del proceso de Paulo VI, el cardenal Pietro Palazzini declaró ante el postulador que Paulo VI era abierta y notoriamente homosexual
  
El testimonio de Robin Bryans, escritor irlandés, declaradamente homosexual, en su autobiografía de 1992, ‘The Dust Never Settles’ (El polvo nunca se asienta), afirma que su amigo Hugh Montgomery le dijo que él y el joven Montini habían sido amantes, cuando él fue nombrado diplomático en el Vaticano. El escritor francés y ex Embajador Roger Peyrefitte, homosexual confeso y defensor de los ‘derechos  de los gay’, en 1976, en una entrevista de D. W. Gunn y J. Murat, representante de la ‘Gay Sunshine Press’, habló de la homosexualidad de Paulo VI quien, cuando era arzobispo de Milán, iba a una casa apartada para reunirse con muchachos ad-hoc” (Chiesa Viva n° 441, Septiembre 2011, p. 55).
“En ‘O Vatican, a Slightly Wicked View of the Holy See’ (El Vaticano, una visión un poco maliciosa de la Santa Sede), Paul Hoffman, el ex corresponsal de la oficina romana del ‘New York Times’, dio también el nombre de un famoso actor italiano, Paolo Carlini, que se habría convertido en un visitante frecuente de Paulo VI, en sus apartamentos privados en el Vaticano”. (Ibídem, p. 56).
 
Paolo Carlini fue uno de los más habituales amantes de Pablo VI
  
“Franco Bellegrandi escribe que Montini, apenas asumió el cargo de Pontífice, fue sometido al chantaje por parte de la Masonería italiana. A cambio de su silencio por las furtivas permanencias del Arzobispo Montini en un Hotel de Suiza, para sus encuentros con su actor-amante, los masones pidieron que el Papa eliminara la tradicional prohibición de la Iglesia de la cremación después de la muerte. (…) El escritor escribió que él consideraba que los Británicos (MIS) y los Americanos (OSS) sabían de la homosexualidad de Montini y la usaban para obtener su cooperación para hacer fusionar las redes Vaticano-Aliados, después de la guerra. Las informaciones sobre chantajes a Montini, por parte de la KGB y de la GRU Soviéticos, luego de la guerra, vinieron a su vez de otra fuente. Un anciano gentilhombre de París, que trabajó como intérprete oficial para el Clero de alto nivel del Vaticano, le dijo que los soviéticos chantajeaban a Montini para saber el nombre de los Sacerdotes que el Vaticano mandaba clandestinamente al otro lado de la cortina de Hierro, para proveer a los fieles católicos en la Unión Soviética, durante la guerra fría. La Policía Secreta Soviética, por lo tanto, estaba siempre pronta y, apenas los sacerdotes clandestinos atravesaban el confín ruso, eran tomados presos y fusilados o mandados al Gulag”. (Ibídem, p, 58). Queda claro así, el lema de Paulo VI “Flos florum”; se ve ya, de qué florcita se trata.
  
Sobre Juan Pablo II, el P. Luigi Villa dice:
Para Wojtyla, también la religión judía es una parte de sí mismo, esto cuando ya era Arzobispo de Cracovia, como lo será también cuando se convierta en Papa. Esta relación con el judaísmo plantea un problema: Pero, ¿Wojtyla era Judío? Pues bien, que Juan Pablo II fuese judío, lo testimonia Yaskov Wise, estudioso de la genealogía judaica. Wise pesquisó la ascendencia del lado femenino de la familia Wojtyla. Se sabe que, por decreto rabínico, solo la madre, no el padre, transmite el linaje hebreo. Ahora, la madre de Karol se casó con un católico, pero su nombre, Emilia Kaczorowski, es una adaptación polaca de un nombre judaico muy común en el mundo yidish: Katz. (Chiesa Viva n° 430, Septiembre 2010, p. 22).

La madre de Wojtyla, Emilia Kaczorowski, era judía
  
“De cualquier modo, es un hecho conocido que, por intermedio de Juan Pablo II y de masones de la Alta Masonería B’nai B’rith, se realizaron contactos regulares, intensos y constantes. Esto no puede sorprender, si se sabe que, antes de él, Paulo VI debía su elección al pontificado a la intervención de dos miembros de la alta masonería de la B’nai B’rith, que presentes en la sala vaticana, después de haber oído la elección del Papa del Cardenal Giuseppe Siri, amenazaron de persecución a los católicos de todo el mundo (…) Ciertamente puede decirse que Juan Pablo II era masón…”. (Ibídem, p.30).
  
La B’nai B’rith estuvo detrás de la renuncia de Giuseppe Siri, quien habría sido electo Papa Gregorio XVII
  
Juan Pablo II, cuya divisa era “De labore solis” (que en el latín ciceroniano, es el eclipse del sol), hizo gala de ella, pues con sus múltiples viajes por todo el mundo, lo que hizo fue esparcir el error y las tinieblas, oscureciendo la luz de la verdad y de la fe.
 
Juan Pablo II, en todos sus discursos y escritos envió la oscuridad a la Iglesia
  
“Zbigniew Brzezinski, ideólogo de la Comisión Trilateral y miembro de diferentes instituciones globalistas, de acuerdo a declaraciones hechas por W. Jaruzelski y por el mismo Brzezinski, él habría sido el hombre que eligió a Karol Wojtyla como nuevo Papa”. (Ibídem, p.33).
  
Brzezinski, la eminencia gris en EE.UU., la URSS y el Vaticano conciliar
  
De Benedicto XVI, cuyo nombre, Βενέδικτος, curiosamente en griego, lengua en la que fue escrito el Apocalipsis, equivale a los números que sumados da igual a 666 que es el número del Anticristo.

     
El Padre Luigi Villa, quien como sabemos fue discípulo del Padre Pío y encargado por éste de estudiar la masonería y en especial la masonería eclesiástica, dos meses antes de su muerte el 18 de Noviembre del 2012, con 94 años de edad, publica en su revista Chiesa Viva n°452, del mes de Septiembre, con el sugestivo título ¿El Anticristo en la Iglesia de Cristo?:

“Los Tauber: una de las ramas cabalísticas más importantes de la sinagoga. Es importante advertir que Joseph Alois Ratzinger (Tauber-Peintner), hoy Benedicto XVI, desciende de una de las ramas cabalísticas más importantes de la sinagoga (el Gran Rabinato de Praga). Además, hay que destacar el esfuerzo de las tribus hebreas (particularmente la de Neftalí), desde hace al menos 500 años, por usurpar la sede de Pedro, como afirmó John Retcliffe en el capítulo ‘El cementerio hebreo de Praga y el Consejo de Representantes de las 12 Tribus de Israel, en su libro ‘Biarritz’( …) Entre sus antepasados el hebreo Joseph Alois Ratzinger Peintner (en realidad Tauber), proviene de una sucesión de 9 rabinos de Austria-Hungría y Alemania, pero del modo particular del Maharal (Yeudah Loew ben Bezalel), considerado como uno se los sabios ocultistas más sabios de la historia. El Marahal, conocido entre los cabalistas satanistas, adquirió su gran fama como líder espiritual de la comunidad hebraica de Praga”. (Ibídem. p. 30).
    
 
Benedicto XVI, judío e hijo de judíos, representa la victoria de la Sinagoga
  
Y así, como por casualidad, “De gloria olivae”, que es la divisa de Benedicto XVI según San Malaquías, se revela como el triunfo o gloria de la sinagoga dentro de la Iglesia. Y que aún después de su renuncia sigue llamándose Su Santidad, como Papa Emérito.
  
Es por todo lo anterior que son interesantes las reflexiones que el Padre Luigi Villa hace en su libro “VATICANO II DIETRO FRONT”, como un apéndice al final del mismo.
  
Padre Basilio Méramo
Bogotá, 21 de Marzo de 2013

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