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jueves, 9 de octubre de 2014

SUPERIOR GENERAL DE LOS JESUITAS DENIGRA DEL MATRIMONIO EN FAVOR DEL CONCUBINATO

El español Adolfo Nicolás Pachón, Superior General de los jesuitas, dio una entrevista a Giacomo Galeazzi para el diario La Stampa en Octubre de 2014, previo al Sínodo Extraordinario sobre la Familia, donde desprecia la gracia del Sacramento del Matrimonio, que como ordena la Sagrada Escritura, debe ser honrado por todos (Cf. Hebreos 13, 4):
«PUEDE HABER MÁS AMOR CRISTIANO EN UNA UNIÓN IRREGULAR QUE EN UNA PAREJA CASADA POR LA IGLESIA»
Entrevista con el padre Adolfo Nicolás, superior general de los jesuitas, sobre el Sínodo de la familia.
    
   
Publicado el 07/10/2014
Última modificación el 07/10/2014 a las 18:39h.
GIACOMO GALEAZZI
   
«Puede haber más amor cristiano en una unión canónicamente irregular que en una pareja casada por la Iglesia». El padre Adolfo Nicolás, superior general de los jesuitas, atraviesa a pie la entrada vaticana del “Petriano” con un portafolio negro en la mano. Se lee el lema de los jesuitas escrito en árabe: “Para mayor gloria de Dios”. El llamado “papa negro”, que guía a 18 mil religiosos de 112 naciones, cree que «el Sínodo está completando el Concilio».
    
¿Será actualizada la moral familiar?
La discusión, libre y franca, se está dirigiendo hacia un cambio, la adecuación pastoral a la realidad de los tiempos de hoy. Es un signo histórico, porque en estos años ha habido fuerzas que han tratado de hacer retroceder a la Iglesia con respecto a la gran estación conciliar.
    
Y, ¿en cuanto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar?
No se puede impedir que el Sínodo discuta al respecto, como habrían querido algunos. Los obispos no fueron convocados para insistir en ideas abstractas a golpes de doctrina, sino para buscar soluciones a cuestiones concretas. Es muy significativo que el Papa y muchos padres sinodales hayan hecho referencia en sus intervenciones a los textos del Concilio. También el cardenal Martini, hasta el final de sus días, esperaba que la que se expresara fuera esa Iglesia que escucha.
    
Los “conservadores” dicen que la doctrina está en peligro…
No es correcto absolutizar. Por ejemplo, el caso de las uniones de hecho. No quiere decir que si existe un defecto todo esté mal. Es más, hay algo bueno en donde no se daña al prójimo. Francisco ha insistido al respecto: “Todos somos pecadores”. Hay que alimentar la vida en todos los ámbitos. Nuestra tarea es acercar a la gente a la gracia, y no rechazarla con preceptos. Para nosotros, los jesuitas, es una práctica cotidiana. Lo sabe muy bien la Inquisición [Alusión a la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Curia Romana, N. del E.].
   
¿Cómo?
Nuestro fundador, San Ignacio de Loyola, fue sometido ocho veces al examen de la Inquisición después de haber hablado de escuchar al Espíritu. Entonces, como ahora, para nosotros cuenta más el Espíritu, porque viene de Dios con respecto a las reglas y a las normas, que, en cambio, vienen de los hombres. Lo que necesitan la moral familiar y sexual es dulzura y fraternidad. No se trata de dividir, sino de armonizar. No se puede evangelizar a las personas a golpe de Evangelio. Solo la decisión de concentrarse en Cristo nos salva de estériles disputas, de las controversias ideológicas abstractas. Las lagunas y las imperfecciones no invalidan la entereza de la evolución de la familia en la sociedad de las últimas décadas. Si hay algo negativo, no significa necesariamente que todo sea negativo.
   
No sorprende que La Stampa ponga el título como afirmación, habida cuenta de su ideología de izquierda y que equiparan el amasiato, los divorciados vueltos a casar (y así, hasta las “uniones homosexuales”, y et cœtera). Como tampoco que la Compañía de Jesús esté apoyando las corrupciones modernas, si casi desde la cuna (o más exactamente, bajo el generalato de Claudio Acquaviva) han estado transando con el mundo, viéndolos como algo bueno en vez del enemigo del alma cristiana, tendencia que se vio con las controversias de los Ritos chinos, los Ritos malabares y el Laxismo moral (que provocaron su disolución en 1773), y recientemente con el Vaticano II y la 32.ª Congregación General dirigida por Pedro Arrupe.

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