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martes, 21 de julio de 2015

SONETO ELEGÍACO A UNA SERPIENTE GIGANTESCA

Tomado de APOSTOLADO CABALLERO DE LA INMACULADA
 
Decía el sabio Salomón Eclesiastés: «Hay tiempo de llorar, y tiempo para reir». Así, digo yo: «Hay que darle el turno a la risa para que nos visite, porque no todo tiempo es sólo para temas serios».
  
En consonancia al bodrio de Laudato si’ (que no he podido, ni me da la gana leerlo), un poeta finado me legó un cuaderno lírico y cuartilla con un soneto lamentándose de la suerte de una Titanoboa cerrejonénsis, la serpiente más grande en la historia (43 metros medía), hallada en la Guajira colombiana:
  
   
«Hay abrazos que matan, 
Al provenir de un enemigo». 
(A un político nacional)
  
Pesar grande me da el haber sabido
De tu triste desventura sin par,
¡Titanoboa que has desaparecido
Antes de siquiera poderlo evitar!
   
Era ciertamente tu ontos muy ofidio
Leviatánico y antediluviano a la vez:
A más de un confiado purusaurio
Le tomaste por ligero entremés.
  
¿Qué puede decir tu mortal silencio
De irregistrables y muchos eónes,
A los bergoglianos ecologistoides?
  
Que pasar el orbe de calores a frío
De natura y no por hombres sucede,
Desdichados ilusos de los cojones.

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