No es un juego: el “árbol de Navidad” es signo de Apostasía contra Dios.
El conocido “árbol de navidad”, en realidad es el “árbol del universo” de origen druida, tal y como lo afirman TODAS las narraciones del mismo. No existe una sola que asegure que el “árbol del universo” tiene una tradición originada en el cristianismo, sino en el paganismo. Incluso la Nueva Iglesia conciliar reconoce que el origen se remonta al paganismo naturalista.
Todas las fuentes señalan a los sacerdotes druidas, los mismos del Halloween, los que sacrificaban seres humanos a sus dioses paganos, como los autores del “árbol del universo”, aunque para ellos era:
“celebrar el cumpleaños de uno de sus dioses adornando un árbol perenne (fresno), coincidiendo en cercanía con la fecha de la Navidad cristiana”.
Este árbol simbolizaba al árbol del Universo, llamado Yggdrasil, en cuya copa se hallaba Asgard (la morada de los dioses nórdicos) y el Valhalla (el palacio de Odín); y en las raíces más profundas estaba Helheim (el infierno o reino de los muertos).
Concepción moderna del Yggdrasil y sus nueve mundos (Dibujo hecho por Solaroid, tomado de DeviantArt)
La falsa leyenda del árbol navideño de San Bonifacio, similar a la de “Santa Claus”
Quienes defienden al “árbol del universo” tergiversan la tradición e inventan una pseudo “tradición” en la que San Bonifacio, tras cortar un árbol druídico Yggdrasil (Árbol del Universo), en su lugar “plantó un pino, que por ser perenne, simbolizó el amor de Dios, adornándolo con manzanas y velas”.
Pero más adelante los mismos prevaricadores se delatan:
“Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo como luz del mundo…”
San Bonifacio (675-754) era un obispo inglés que marchó a la Germania en el siglo VIII (concretamente a Hesse), para predicar la fe cristiana. Después de un duro período de predicación del Evangelio, aparentemente con cierto éxito, Bonifacio fue a Roma para entrevistarse con el papa Gregorio II.
A su regreso a Alemania, en la Navidad del año 723, se sintió profundamente dolido al comprobar que los alemanes habían vuelto a su antigua idolatría y se preparaban para celebrar el solsticio de invierno sacrificando a un hombre joven en el “sagrado roble de Thor” o Donar, ubicado cerca a la aldea de Geismar (hoy parte de la ciudad Fritzlar, en el estado de Hesse). Encendido por una ira santa, como Moisés ante el becerro de oro, el obispo Bonifacio tomó un hacha y se atrevió a cortar el roble sagrado frente a los idólatras, plantando en su lugar la Santa Cruz. Éstos, al presenciar que sus dioses nada hicieron contra el santo, se rindieron ante la evidencia y se hicieron bautizar en la Fe Católica.
San Bonifacio talando el roble de Donar
Hasta aquí lo que está documentado históricamente.
A san Bonifacio se le representa bautizando a los conversos, con un pie encima de un roble abatido que simboliza el sometimiento de la religión pagana.
Sin embargo, en los últimos años, la Neo Iglesia ha dejado crecer una absurda leyenda, falsamente atribuida a San Bonifacio. Pero no explica esta fábula qué sentido tiene que el santo cortara un árbol (roble), para plantar otro árbol (pino) y cargarlo con las mismas viandas que los paganos. Resulta necio y contradictorio.
¿Por qué son tan generosos en llenar de manzanas (pecados) el árbol, similar al Árbol del Edén? ¿Por qué, si la “tradición” inició en el siglo VII, duró oculta casi un milenio, hasta que fue “rescatada” por los protestantes luteranos en el siglo XVI, y no por los católicos?
Para explicarlo mejor, dos preguntas;
- ¿Qué tiene en semejanza o en representación de la Natividad de Nuestro Redentor un pino con manzanas y luces? NADA.
- La segunda pregunta; ¿qué tiene ese “árbol de navidad” en común con el “árbol del universo” druídico representante del árbol del Edén, utilizado por los enemigos de Cristo para adorar a sus demonios? TODO.
La introducción del “árbol del universo” en España e Inglaterra, obra de criptohebreos
El “árbol del universo” ahora llamado “árbol de navidad” fue introducido por primera vez en la Alemania luterana a principios del siglo XVII. Fue hasta el siglo XIX cuando apareció en los países protestantes de Finlandia, Rusia e Inglaterra. Primeramente en el castillo de los Windsor (los hebraizados von Battemberg, cuya rama inglesa se cambió el apellido en 1917) quienes lo hicieron parte de su ornamentación navideña a mediados del siglo XIX.
Igualmente fueron los borbonistas hebraizados leales a la dinastía isabelina quienes lo llevaron a España hacia 1870. Se sabe que fue introducido por la duquesa “rusa” -no católica- Sofía Sergeïevna Troubetzkoy, mujer de un líder de la restauración borbónica; José Isidro Osorio y Silva-Bazán, hijo de la marrana Inés Francisca de Silva-Bazán (1806-1865), hija a su vez del hebreo marrano José Gabriel de Silva-Bazán y Waldstein y de la marrana Joaquina María Téllez-Girón y Alfonso Pimentel.
José Isidro Osorio y Silva-Bazán y su esposa Sofía Sergeïevna Troubetzkoy, Duques de Sesto, Marqueses de Alcañices y cuatro veces Grande de España; introdujeron el árbol de Navidad en España. (Foto contemporánea a la Restauración isabelina)
En España hubo grandes detractores de esta tradición como Dolors Cos en 1930 o Ramón Violant en 1948 que se quejaba de que mezclado entre los puestos de venta de figuras y adornos también aparecieran árboles de Navidad.
La reintroducción del árbol en Alemania, atribuida al heresiarca Martín Lutero
La cultura alemana reconoce a Martín Lutero como fundador de la “fe” Protestante y como “padre del árbol de Navidad”. Se cuenta que Lutero regresaba a Wittenberg, una silenciosa y fría noche de vigilia, y quiso recrear, adornando con pequeñas velas un abeto doméstico, la impresión fabulosa que tuvo al observar los árboles helados del bosque que resplandecían bajo la luz de las estrellas… quizá haya sido un intento de la iglesia alemana reformada por conservar una costumbre pagana, viva en el pueblo, atribuyéndole un carácter cristiano (es de saber que el norte de Alemania y los países del Báltico llevaban apenas doscientos años de haber sido evangelizados). Las crónicas relatan que el primer árbol de Navidad fue colocado en la Catedral de Estrasburgo en 1539, bajo el liderazgo de Martín Bucero.
Lutero celebrando con su familia ante un “árbol de Navidad”.
La costumbre (popularizada por los protestantes, que la veían como oposición a la representación Católica del Nacimiento) se arraigó en Alemania y los países escandinavos en los siglos XVI y XVII, y de allí paso a Inglaterra: primero fueron los soberanos de la casa de Hannóver, Jorge III (y sobre todo su esposa Carlota de Mecklenburg-Strelitz) en 1800, y más tarde el Príncipe Consorte Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, celebre marido de la reina Victoria. Cabe pensar que el abeto decorado en los hogares, podría considerarse entonces, en cierto sentido, como una prueba de fidelidad a la Casa Real.
En Francia, el primer árbol de se introdujo en 1840 por la princesa luterana Elena de Mecklenburgo-Schwerin, esposa de Fernando Felipe, hijo del rey Luis Felipe de Orléans. Un diario danés asegura que el primer árbol en el país fue erigido en 1808 por la condesa Guillermina de Holsteinborg, la cual refirió su experiencia al escritor Hans Christian Andersen en 1865. Andersen había publicado un cuento de hadas llamado El Abeto en 1844, acerca del destino de un abeto usado como árbol de navidad.
En los Estados Unidos, la costumbre del árbol de navidad tiene un origen debatido en cuanto a la fecha (tan temprano como en 1777, o tan tarde como en 1842), pero la constante es la atribución del mismo a un alemán. De hecho, un antiguo dicho estadounidense reza que “Los luteranos alemanes trajeron consigo el árbol de navidad, y los moravos le pusieron las luces a esos árboles”. La popularidad vino a raíz de un grabado que representa a la Familia Real Británica con su árbol en el Castillo de Windsor, publicado inicialmente en la edición de Diciembre de 1848 de The Illustrated London News, y reproducido dos años después en la revista Godey’s Lady’s Book (Libro para Damas de Godey).
En Francia, el primer árbol de se introdujo en 1840 por la princesa luterana Elena de Mecklenburgo-Schwerin, esposa de Fernando Felipe, hijo del rey Luis Felipe de Orléans. Un diario danés asegura que el primer árbol en el país fue erigido en 1808 por la condesa Guillermina de Holsteinborg, la cual refirió su experiencia al escritor Hans Christian Andersen en 1865. Andersen había publicado un cuento de hadas llamado El Abeto en 1844, acerca del destino de un abeto usado como árbol de navidad.
En los Estados Unidos, la costumbre del árbol de navidad tiene un origen debatido en cuanto a la fecha (tan temprano como en 1777, o tan tarde como en 1842), pero la constante es la atribución del mismo a un alemán. De hecho, un antiguo dicho estadounidense reza que “Los luteranos alemanes trajeron consigo el árbol de navidad, y los moravos le pusieron las luces a esos árboles”. La popularidad vino a raíz de un grabado que representa a la Familia Real Británica con su árbol en el Castillo de Windsor, publicado inicialmente en la edición de Diciembre de 1848 de The Illustrated London News, y reproducido dos años después en la revista Godey’s Lady’s Book (Libro para Damas de Godey).
¿Cuándo inició el uso del árbol en el Vaticano?
Juan
Pablo II inició el uso del árbol en el Vaticano en 1982, en medio de la
oposición de algunos a erigir un símbolo de origen y significación
protestante en el otrora centro de la Iglesia Católica Romana. Desde
entonces, el árbol de Navidad del Vaticano, donado cada año por un país
europeo (más que todo de Alemania e Italia), es parte integral de las
navidades vaticanas, y Benedicto XVI en la Audiencia General del 21 de
Diciembre de 2005 habló de él como parte de la decoración normal de los
hogares “católicos” para la Navidad. El año anterior, Wojtyla afirmó que
el árbol de Navidad era un “símbolo de Cristo”, toda vez que
“Se trata de una costumbre igualmente antigua, que exalta el valor de la vida, porque en la estación invernal el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere. Por lo general, en el árbol adornado y en su base se ponen los regalos navideños. Así, el símbolo se hace elocuente también en sentido típicamente cristiano: nos recuerda el “árbol de la vida” (cf. Gn 2, 9), figura de Cristo, don supremo de Dios a la humanidad.Por tanto, el mensaje del árbol de Navidad es que la vida permanece “siempre verde” si se convierte en don: no tanto de cosas materiales, cuanto de sí mismos: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca”. (Juan Pablo II, Ángelus, Diciembre 19 de 2004).
En la Bendición Urbi et Orbi de la Navidad de 2003, Wojtyla dijo:
“Junto al pesebre, el árbol de Navidad con el centelleo de sus luces, nos recuerda que con el nacimiento de Jesús florece de nuevo el árbol de la vida en el desierto de la humanidad. El pesebre y el árbol: símbolos preciosos, que transmiten a lo largo del tiempo el verdadero sentido de la Navidad”.
El
Bendicional conciliar ofrece un servicio de bendición para el árbol
navideño en un hogar. Así mismo, el Libro de Oraciones de la Familia
Anglicana, con imprimátur de la “obispa” Catherine S. Roskam de la Iglesia
Episcopal de Estados Unidos, incluye un Ritual de Bendición para el
árbol de navidad, y una Bendición de un pesebre para la iglesia y el
hogar.
ESCENA DEL NACIMIENTO Y ÁRBOL DEL VATICANO, A DEVELARSE TEMPRANO PARA JUBILEO DE MISERICORDIA
Por CAROL GLATZ para CATHOLIC NEWS SERVICE (Diócesis de Orange, CA)
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El árbol de Navidad y la escena del Nacimiento en la Plaza de San Pedro serán montados y develados más temprano que lo usual este año para estar listos para la apertura del Jubileo de la Misericordia.
En preparación para el evento extraordinario, que comienza el 8 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, trabajadores del Vaticano rompieron el enlucido que cubría la puerta.
El cardenal Angelo Comastri Scossa, arcipreste de la basílica, lideró una pequeña ceremonia que incluyó oraciones y procesión el 17 de noviembre, víspera del aniversario de la dedicación de la basílica en 1626.
Cuatro trabajadores del Vaticano entonces usaron un pico para romper una porción de la pared que cubre la Puerta Santa desde adentro de la basílica. Ellos retiraron una caja metálica que, manteniendo la tradición, había sido alojada en la pared al final del Gran Jubileo del Año 2000.
La caja de zinc, que se abrió con una antorcha, contenía las llaves y manillas para abrir la Puerta Santa, medallas conmemorativas y una moneda papal de oro conmemorando el más reciente Año Santo.
El Vaticano también anunció el 18 de noviembre que el árbol tradicional y el Nacimiento que dominan el centro de la Plaza de San Pedro estarían listos para el 8 de diciembre, la fiesta de la Inmaculada Concepción.
El pícea común de 82 pies de alto proviene de la región de Baviera en Alemania. Las decoraciones de este año incluirán ornamentos pintados de cerámica hechos por niños que reciben atención oncológica en varios hospitales italianos.
El Nacimiento fue donado por la provincia norteña italiana de Trento. Las 24 figuras a tamaño real talladas en madera incluyen a María, José, el Niño Jesús, los Tres Reyes Magos y un hombre inclinado para ayudar a un anciano en un acto de misericordia. La escena y las figuras circundantes representarán la vida en las Dolomitas durante la centena de 1900.
AMPLIACIÓN DE JORGE RONDÓN SANTOS: La conexión babilónica en torno al “Árbol de Navidad”
Ahora bien, la simbología del árbol se remonta en su mayor antigüedad a Babilonia, en relación a Nemrod (נִמְרוֹדֿ),
cuyo nombre en hebreo significa “Rebelión”, porque se caracterizó por
esa actitud ante los ojos de Dios. A él se refiere Moisés en Génesis 10, 8-10: “Y
Cus engendró a Nemrod, quien llegó a ser prepotente en la tierra. Éste
fue valiente cazador ante Yahveh. Y fue el comienzo de su
reino Babel...”.
Nemrod, fundador de Babilonia
Nemrod se casó con su nodriza Semíramis, y de esta unión nació un hijo que se llamó Tammuz. De este Tammuz (Adonis en la mitología greco-romana, Balder en Escandinavia y Baal en la Sirofenicia) habla el profeta Ezequiel: “Y me llevó a la puerta de entrada del templo del Señor, que da hacia el norte. Allí estaban sentadas unas mujeres, llorando por el dios Tamuz” (Ezequiel 8, 14). El norte, bíblicamente, es la Asiria y Babilonia, la potencia idolátrica, el mal erigido en reino.
Cuando Nemrod murió en forma violenta, su “madre-esposa” lo sepultó y erigió un monumento en su memoria. Pero al paso del tiempo creció un árbol en donde éste había sido sepultado. Semíramis comenzó a enseñar a sus súbditos que su “hijo-esposo” había encarnado en ese árbol y cada día de su natalicio visitaba su tumba y llevaba un sinnúmero de dones, colgándolos en ese árbol (por ello a Nemrod se le representaba con un árbol en su mano). Esta doctrina se propagó por todos los pueblos, siendo uno de ellos Babel en la tierra de Senaar, que posteriormente se llamó Babilonia. De esta forma vino a existir el “árbol” del natalicio de Nemrod. Lo que hoy se hace con el árbol es recordar indirectamente el nacimiento de este hombre que fue un déspota y pecador.
Relieve asirio ilustrando la veneración a un árbol de Nemrod.
La decoración del árbol se puede rastrear en los romanos, que ponían máscaras de Baco en las ramas de los árboles, pues creían que las máscaras los protegían de los demonios. También colgaban chucherías en los árboles para celebrar las Saturnales, el festival del dios de la cosecha. Las campanas, las frutas (hoy esferas de vidrio o plástico) y demás parafernalia que se emplea en el mismo demuestran su trasfondo pagano.
En el solsticio de invierno, el árbol sagrado era cortado en memoria de la muerte de Nemrod y decorado como un rey se adornaría (recordemos que Nemrod fue el primer rey que existió en el mundo). Así que, el árbol representa a Nemrod y decorarlo es un símbolo de adoración al dios pagano con la hermosa talle para un rey. De manera que a los verdaderos hijos de Dios se les tiene prohibido por el mismo Dios poner este árbol, porque ello es quebrantar el Primer Mandamiento: “Yo soy Yahveh tu Dios, que te sacó de Egipto: No tendrás otros dioses ante Mí” (Éxodo 20,2).
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EN SÍNTESIS, EL ÁRBOL DE NAVIDAD NO GUARDA RELACIÓN CON JESUCRISTO, NI MUCHO MENOS PUEDE ADMITIRSE EN UN HOGAR CATÓLICO, POR SU CLARO ORIGEN PAGANO, RECENSIÓN PROTESTANTE Y ADOPCIÓN CONCILIAR. Es otra artimaña del diablo para hacer desterrar a Jesús y restablecer el paganismo, y la pseudoiglesia lo prefiere en odio de la Tradición.
¿Qué hacer con el “árbol de Navidad” en su hogar? ¡ARROJARLO AL INFIERNO, PORQUE DE ÉL PROVINO!
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