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viernes, 1 de enero de 2016

LAS DOS PLOMADAS DE LA IGLESIA, ANUNCIADAS POR UN CARMELITA SANTO

Tomado de los archivos de VERDAD ÚNICA-SEDE VACANTE
  
“¿Cómo puede haber ausencia brutal de papa y jerarquía romana durante todo un período histórico de la Iglesia Católica?” es la objeción simplista de algunos al sedevacantismo. Pues bien: tanto puede pasar eso, que lo afirmó un prestigioso teólogo medieval felicitado por su papa…

En el atardecer de la Edad de la Fe apareció en Inglaterra un siniestro cerebro habilidoso que compuso una gruesa colección de sofismas contra el dogma católico, a los que procuró dar apariencia de solidez con estructuras argumentativas escolásticas. Su nombre era Juan Wycliff y fue un hereje más penetrante que Lutero, y precursor suyo llamado “estrella matutina de la Reforma” por los protestantes. Su obra devastadora encontró todavía el freno de una fe popular arraigada, pero sembró la semilla para el futuro protestantismo.
 
A semejante diablo la Providencia opuso un verdadero ángel de luz sobrenatural para la detección y destrucción de errores. Su nombre era Tomás Netter de Walden (1375-1430). Fue el provincial de la orden carmelita en Inglaterra. Teólogo célebre, fue enviado por el mismo rey al Concilio de Constanza. Su obra maestra es el Doctrinále antiquitátum fídei Ecclesiæ Cathólicæ dividido en tres partes de las cuales las dos primeras fueron presentadas al papa Martín V, que elogió y alentó al autor. Esta obra fue muy consultada en la Contra-Reforma por la extensión implícita de sus argumentos a los errores protestantes. El Maestro Fray Tomás Netter de Walden obró un milagro en el convento de Ruán después de su muerte y muchos vieron una luz aparecer sobre su tumba de noche. Es venerado como beato a nivel local.
    
Beato Tomás Netter de Walden, OCARM
 
Muchas falacias de Wycliff consisten en abusos de la escolástica. El polemista católico inglés escribió extensamente sobre las verdades atacadas por Wycliff, entre ellas el Papado.
  
Pretendió Wycliff que el Papado fuese superfluo, porque, residiendo Cristo “perpendicularmente” en el cielo sobre todos los justos, sería blasfemia plantear la necesidad de que el rayo celeste descienda a los creyentes “angularmente refractado” en el Romano Pontífice.
  
Walden refuta esta falacia con una afirmación impactante: la Autoridad de la Iglesia es tan benéfica y necesaria, que su retirada constituirá la plomada de la desolación, de la venganza y de la destrucción. En cambio su restauración constituirá la plomada de la gracia.
  
Por cuanto el mismo carmelita escribe y expone y argumenta, parece que la presente larga desolación de la Iglesia Católica en acefalía y anarquía haya sido predicha por Isaías en su capítulo 34, v. 8s., en la alegoría de “Sión” privada de “nobles y príncipes”. Walden intercala un comentario de San Jerónimo a esos mismos versículos, puntualizando que Cristo es el “rey” que los verdaderos “habitantes de la Sión sin dirigencia” invocarán con ahínco en esos aprietos históricos especiales. Las imágenes trágicas presentadas por el Profeta corresponderían a la situación religiosa general del presente estado de cosas postcatólico en la que era la amplia área de influencia de la Iglesia bajo gobernantes divinamente asistidos:
9 Se convertirán en pez encendida las aguas de sus torrentes, y en azufre el polvo de Idumea; y arderán sus campiñas como si fueran todas de pez. 10 Ni de día ni de noche cesará el incendio; estará eternamente saliendo una gran humareda; permanecerá asolada de generación en generación, y no transitará alma alguna por ella por los siglos de los siglos, 11 sino que se harán dueños de ella el onocrótalo y el erizo. […] 13 En el solar de sus casas nacerán espinas y ortigas, y cardos en sus fortalezas; y vendrá a ser guarida de dragones y pastos de avestruces. 14 Y se encontrará allí los demonios con los onocentauros, y gritarán unos contra otros los sátiros; allí se acostará la lamia y encontrará su reposo. 15 Allí tendrá su cueva el erizo y allí criará sus cachorrillos y cavando alrededor con el hocico los abrigará a la sombra de ella; allí se juntarán los milanos, y se unirán uno con otro.
  
En esos mismos tiempos de “plomada de desolación” —que son los nuestros— la Iglesia estará “sin edificio”, hasta revertirse esa situación por la llegada liberadora de la “plomada de la gracia” que Walden encuentra en un pasaje de Zacarías.
  
Parece indicado señalar que, sin ir más lejos, al comienzo del capítulo siguiente (el 35), pocas líneas después de las arriba citadas de Isaías, también aparece un cuadro de salvación opuesto a la desolación recién mostrada: ¿alusión a un reflorecimiento del Catolicismo al cerrarse un día nuestra opresiva pesadilla postconciliar, y ser cambiada la presente “plomada”?
 
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Insertamos el capítulo traducido al castellano en sus primeros párrafos que incluyen el contenido que interesa hacer ver, y a continuación el original latino manualmente trascripto y mejorado en cuanto a puntuación y citaciones. El libro completo puede descargarse gratis de la Biblioteca Nacional de Francia: http://visualiseur.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k53574n
Thomas Walden, Tratado doctrinario de las antigüedades de la Iglesia Católica. Tomo I: Sobre la verdadera religión. Libro II: Sobre la Iglesia. Artículo III: Sobre los miembros de la Iglesia de Jesucristo según sus profesiones y sus oficios. Capítulo LI: Se responde a los argumentos que hace falta que haya un papa aunque Cristo resida perpendicularmente en el cielo sobre todos los justos.
  
Esta llama herética que quema los montes —a saber, a quienes presiden en toda la Iglesia de Jesucristo— difunde su fragua por tres argumentos de espíritu devastador, disolviendo el oficio del Superintendente Romano, y ha tratado de probar que el papa preside al mundo inútilmente:   
[Arg. 1.] Porque Cristo, que reside directamente en los cielos sobre los fieles, por sí mismo suministra bastante abundantemente toda gracia espiritual a quienes la pidan sin papa. Por eso la conclusión queda entre las condenadas en LX.
[Arg. 2.] Conocemos por experiencia que con un papa muerto o depuesto con sus cardenales y prelados imperiales la Iglesia prosperaría más y no menos. Porque en cuanto al sacramento de la confirmación —con el sacramento del orden y la bendición del crisma con las iglesias a dedicar que se apropian a obispos— parece que Cristo, residente perpendicularmente en los cielos sobre los justos presbíteros, les daría la potestad de hacer tales cosas.
[Arg. 3.] Hablan blasfemias quienes dicen que hace falta que el rayo celeste descienda sobre el Romano Pontífice y desde él se refleje según un ángulo a las provincias adyacentes por tierras y mares, como si la Verdad Primera buscara ángulos y no fuera así que todo don o todo dado óptimo descendería del Padre de las luces de manera que Dios no esté perpendicularmente sobre la cabeza de cualquier hombre, sino que se diría algo tanto más herético cuanto que Dios por su inmensidad está necesariamente en todas partes.
  
Lejos de duda, esta alegoría mística de las plomadas que sólo tenemos dos veces en las Escrituras, hace dos avances opuestos a la herejía antedicha. 
 
Porque aquí, como consta por la superposición perpendicular de Dios, argumenta [la alegoría] que la sede romana del pontífice ha de ser evacuada —léase Isaías 34— y que por la residencia perpendicular de Dios en virtud de una sentencia vengadora será quitada de Sión toda potestad de nobles y reyes, para que así se reduzca a la nada y se haga una plomada para la desolación. El texto es éste:
8 Porque ha llegado el día de la venganza del Señor, el año o tiempo de hacer justicia a Sión. 9 Y se convertirán en pez encendida las aguas de sus torrentes, y en azufre el polvo de Idumea.
  
Sigue: 
11 … Se tirará sobre ella la cuerda de medir para reducirla a nada y el nivel [a plomada] para arrasarla enteramente. No se verán allí más los nobles de ella; implorarán con ahínco el socorro de un rey, y todos sus príncipes serán aniquilados. 13 En el solar de sus casas nacerán espinas y ortigas, etc.
 
SAN JERÓNIMO: 
“[…] y así se haga, porque la cuerda y la plomada del Señor —esto es, su sentencia— no pueda cambiarse. Sus nobles —esto es, apóstoles y creyentes— no estarán allí, ni se juntarán al número de los perdidos, antes bien invocarán al rey Cristo”.
  
Esta es entonces la plomada de la desolación y destrucción que primero quita a los apóstoles y sus sucesores los obispos para que también sean derruidos y reducidos a la nada. Léase también en Zacarías [cap. I] la plomada de la reformación y gracia cuando iba a ser reedificada la casa del Señor bajo Zorobabel y bajo Jesúa hijo de Josedec. El texto es éste:
16 Por tanto, esto dice el Señor: Volveré mis ojos compasivos hacia Jerusalén, y en ella será edificado mi templo, dice el Señor de los ejércitos, y la plomada será tendida sobre Jerusalén.
 
Esto es el capítulo I de Zacarías, sobre el cual dice la Glosa: Será edificada bajo Zorobabel y Jesús hijo de Josedec. Y en otra parte el Señor, por su misericordia, promete que la reedificará y que en ella habrá de ser tendida la plomada o cuerda según la medida y los órdenes de los individuos particulares.
 
Reside, pues, el Señor sobre los hombres en plomada de desolación y venganza cuando son quitados los prelados y pontífices de la Iglesia. En cambio reside según la plomada de la gracia cuando la Iglesia bajo prelados adquiere edificio, y aquellos son tenidos por arriba y por abajo en conformidad con el que preside el orden de los individuos particulares. Ved las Escrituras: si no me creéis a mí, creedles a ellas. Wycliff nos enseña [ironiza Walden] en este pasaje cómo desciende a nosotros la plomada de la severísima venganza de Dios por la substracción del Romano Pontífice y de todos los demás sujetos y prelados que Cristo nos aparejó en su apóstol Pedro en la plomada de la gracia por los órdenes de los particulares.
  
PATRICIO SHAW
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El Evangelio de Jesucristo, es el Evangelio de la Gracia.
Sin la gracia de Dios no habría fe, no habría salvación, no habría Iglesia ni creyentes, y ninguna predicación sería eficaz, aún con el vertimiento la sangre de los enviados. Sin la gracia, los sacramentos son inútiles y la autoridad de toda la jerarquía humana que preside, pastorea y gobierna la Iglesia desde la fe, queda desolada.
  
Thomas Walden en su doctrina sobre las dos plomadas de Dios nos remite a las Sagradas Escrituras para entender que Dios reside sobre los hombres verticalmente y tiende la plomada o cuerda según la medida y los órdenes de los individuos particulares.
  
En los tiempos de la Iglesia, la plomada de Dios queda sobre la cabeza de Pedro o la sede Romana del Pontífice, extendiendo la eficacia de la gracia según los órdenes; para la fe, salvación y edificación de los creyentes y la santificación del mundo por medio de ellos. Y la medida del individuo que preside (El Pontífice de Roma) viene dada por el grado de la revelación dada al apóstol Pedro por el Padre de las Luces; el cual fue puesto como primera piedra sobre la Roca que es Cristo. Y así establecido desde el conocimiento de Cristo no tiene otro lugar de partida que la cruz donde Nuestro Señor se ofreció como sacrificio expiatorio por nuestros pecados. Sabiendo que la Iglesia no es del Papa sino de Dios, quien hace descender su gracia sobre el Papa. Así como tampoco la gracia que santifica a los fieles es potestad del Romano Pontífice, sino que como Vicario ha de defenderla, guardarla y administrarla por la perfección del dogma y los sacramentos mediante la efusión del Espíritu Santo.
 
Si no creéis nuestras palabras, creed entonces las Escrituras. En ellas cualquiera que muestre o enseñe un evangelio diferente queda anatema o maldito. Las consecuencias de esto se corresponden en grados según el individuo, pues han sido durante la historia de la Iglesia muchas las veces que algunos han manchado gravemente su dignidad dentro de la jerarquía eclesiástica, y aún así se ha considerado que su inmundicia no podía alterar la gracia administrada en los sacramentos. Y esto es cierto mientras que no actúe desde el grado mas alto, pues la gracia permanece.
  
Ahora bien, el Sacrifico expiatorio de Cristo, la Cruz como punto cero, quedó establecido por nuestro Señor y llevado a la continuidad presencial mediante el Sacramento Eucarístico en la Santa Misa. Este es el grado más alto y la piedra sobre la que ha de asentarse el Romano Pontífice.
  
Alterada esta doctrina, y tristemente toda la teología y el dogma verdadero por todos los ocupantes del Trono Apostólico desde el concilio Vaticano II, queda declarado anatema el "grado mas alto", siendo de igual modo anatema el individuo que lo asume.
  
El CVII que engendró y dio a luz un evangelio moderno, adaptado al mundo; por las renovaciones que ha introducido constituye la declaración oficial de la apostasía y se declara así mismo anatema. Cualquiera que nos inste a obedecer las doctrinas del CVII es también maldito, aún si fuera un ángel o un resucitado. Benedicto XVI, considerado por algunos como defensor de la tradición, mandó aceptar el CVII para ser considerados católicos, siendo además su neoteología liberal e idealista uno de los pilares fundamentales del concilio. Benedicto XVI queda por tanto bajo la misma declaración de anatema que cualquier otro que enseñe algo diferente.
   
¿Dónde Reside ahora la plomada de la gracia?… No está,…. solo queda desolación, y ninguna autoridad es legítima en cuanto a la gracia…. Sin embargo, sí permanece la autoridad en cuanto a la desolación anunciada por Dios, y su poder (que ya es el del anticristo), crece espectacularmente hasta que la perdición sea consumada. porque ellos han amado mas las Tinieblas que la Luz.…
  
Solo queda esperar al Rey Jesucristo, pues una vez establecida la apostasía ("escrito está") se ha de manifestar el hijo de perdición, el hombre de pecado antes de la Parusía.
  
¡Que nadie os engañe, la iglesia conciliar enseña con gran engaño exegético un evangelio diferente! Por lo cual es enteramente anatema desde el grado mas alto. No hay en ella gracia de Dios, no hay fe, no hay verdad. Solo hay destrucción y desolación. Estos últimos cinco Papas (cinco últimos Reyes teocráticos, y los cinco son apóstatas) han construido la casa de la apostasía adornada para la venida del octavo, el que oficialmente será pastor de perdición y que es uno de los siete. Y Francisco I es ese octavo rey (ahora secular, ya que el Vaticano perdió su carácter teocrático al asumir el laico Jorge Mario Bergoglio), el pastor de perdición que llena materialmente pero que da veneno espiritual porque desde el primer día se ha manifestado como un modernista ultra radical, en consonancia y continuidad con el el CVII, ha anunciado un evangelio enteramente distinto al verdadero, excediendo en sus desvaríos a sus antecesores. Francisco I es anatema.
  
¡ADVÉNIAT REGNUM TUUM!

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