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domingo, 24 de enero de 2016

LAVATORIO DE LOS PIES “INCLUSIVO”, POR MANDATO BERGOGLIANO

Quiero comenzar este artículo con una anécdota personal: Cuando estaba en las tinieblas y el error, esto es, en la iglesia del Vaticano II, iba (aunque más por la obligación que por otra cosa) a las ceremonias de la Semana Santa en la parroquia cercana a mi casa. Y recuerdo que estando en la celebración del Jueves Santo (que entre ellos es en la tarde), el lavatorio de los pies (o Mandátum) se hacía a doce personas escogidas previamente (o sobre la marcha, a veces) de entre los fieles. Y como una vez le pregunté al presbítero por qué elegían también mujeres y niños para la ceremonia, la respuesta que me dio me dejó de una sola pieza: “Lo hago porque el Misal Romano-Montiniano y la Conferencia Episcopal me dan libertad para ello”. 
   
Y dicho libertinaje en la prostituida liturgia conciliar, ahora está legitimada: Antipapa Francisco ha establecido un cambio en el rito del lavatorio de pies en la Misa Novus Ordo de la Cena del Señor del Jueves Santo. Dicha modificación consiste en que de ahora en adelante, en el rito del lavatorio de pies que realiza el presbítero celebrante, entre los doce elegidos podrán participar “hombres y mujeres y, convenientemente, por jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, clérigos, consagrados, laicos”. En una palabra, y con un lugar común conciliar, “cualquier persona del Pueblo de Dios”.
  
Antipapa Francisco I lavándole los pies a un transexual en la cárcel romana de Rebibbia (Jueves Santo 2015)
  
En una carta escrita al cardenal Robert Sarah Nemelo, prefecto de la Congregación contra el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con fecha 20 de diciembre de 2015 y dada a conocer recientemente, Bergoglio afirma que desde hace tiempo reflexiona sobre “el rito del lavatorio de los pies contenido en la Liturgia de la Misa in Cœna Dómini (de la Cena del Señor), con la idea de mejorar la forma de participación para que exprese plenamente el significado del gesto efectuado por Jesús en el Cenáculo, su entrega ‘hasta el fin’ por la salvación del mundo, su caridad sin límites”. 
 
Bergoglio anota que “después de una atenta ponderación he llegado a la deliberación de aportar un cambio en las rúbricas del Misal Romano. Dispongo por lo tanto que se modifique la rúbrica en la que las personas elegidas para el lavatorio de los pies deban ser hombres o muchachos, de manera que, a partir de ahora, los Pastores de la Iglesia puedan elegir a los participantes en el rito entre todos los miembros del Pueblo de Dios”. 
 
“Se recomienda, además, que a los elegidos se les dé una explicación adecuada del rito”, añade.
  
Partiendo de ese capricho bergogliano, la Congregación para el Culto Divino y la Doctrina de los Sacramentos ha publicado en italiano un decreto fechado a 6 de enero de 2016, en la que precisa la modificación querida por Francisco Bergoglio. A continuación una traducción NO OFICIAL al castellano del decreto:
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
  
Decreto
IN MISSA IN CŒNA DÓMINI
 
La reforma de la Semana Santa, con el decreto Máxima Redemptiónis nostræ mystéria (30 de noviembre 1955) otorgó la facultad, allí donde lo aconsejase un motivo pastoral, de efectuar el lavatorio de los pies a doce hombres durante la Misa en la Cena del Señor, después de la lectura del Evangelio según San Juan, como para manifestar de forma representativa la humildad y el amor de Cristo hacia sus discípulos. 
  
En la liturgia romana ese rito se transmitía con el nombre de Mandátum del Señor sobre la caridad fraterna según las palabras de Jesús (cfr. Jn. 13,34) cantadas en la antífona durante la celebración. 
 
Al cumplir ese rito, los obispos y sacerdotes están invitados a conformarse profundamente a Cristo que ‘no vino para ser servido, sino para servir’ (Mat. 20, 28) y empujado por un amor ‘hasta el fin’ (Jn. 13,1), a dar su vida por la salvación de todo el género humano. 
  
Para manifestar este significado pleno del rito a cuantos participan en él, el Sumo Pontífice Francisco ha considerado oportuno cambiar la norma que se lee en las rúbricas del Missale Romanun (p. 300 n.11) ‘Los hombres elegidos son acompañados por los ministros’ que debe variar como sigue: ‘Los elegidos entre el Pueblo de Dios son acompañados por los ministros’ (y, en consecuencia, en el Cæremoniále Episcopórum n.301 y n.229 b ‘las sillas para los designados’) de modo que los pastores puedan elegir a un grupo de fieles que represente la variedad y la unidad de cada porción del pueblo de Dios
 
Ese grupo puede estar formado por hombres y mujeres y, convenientemente, por jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, clérigos, consagrados, laicos. 
  
Esta Congregación para el Culto Divino y la Doctrina de los Sacramentos, en vigor de las facultades concedidas por el Sumo Pontífice, introduce esa innovación en los libros litúrgicos del Rito Romano, recordando a los pastores su tarea de instruir adecuadamente tanto a los fieles elegidos como a los demás, para que participen en el rito responsable, activa y fructuosamente.
  
Nihil obstat.
 
Dado en la Congregación para el Culto Divino y la Doctrina de los Sacramentos, a 6 de Enero de 2016, solemnidad de la Epifanía del Señor.
 
ROBERT Card. SARAH
Prefecto
 
+ ARTHUR ROCHE
Arzobispo Secretario
  
Resulta menester señalar que la Reforma-Demolición de las ceremonias de la Semana Santa comenzó con la degeneración sufrida por el Movimiento litúrgico entre los años 1930-1950, que inficionado del modernismo y del arqueologismo litúrgico, quiso “retornar a las raíces antiguas”. Y de ello, surgió el decreto Máxima Redemptiónis nostræ mystéria de 30 de Noviembre de 1955, que cambió las rúbricas y ceremonias de la Semana Santa, introduciendo novedades, eliminando tradiciones avaladas y alterando otras materias. 
  
El decreto, creado por el lazarista modernista y francmasón Anníbale Bugnini (arquitecto del Novus Ordo Missæ), NO FUE APROBADO por Pío XII, sino por Juan XXIII bis, como antecesor del Misal Roncalliano de 1962 (el que Ratzinger liberó para los Ecclésia Dei y que defienden tanto Fellay y Williamson). Y hay dos anécdotas curiosas de la época:
  • Cuando se implementó en 1956 por parte del Arzobispo de Sevilla, Pedro Segura y Sáez, el traslado de las Misas del Jueves y Viernes Santo a la tarde y la del Sábado de Gloria (que también le cambiaron el nombre a Sábado Santo) a la medianoche, hubo gran rechazo de parte de los fieles (ya de suyo poco afectos a la Liturgia). Y entre las Hermandades, que tenían procesiones desde las 15:00h del Jueves Santo hasta la madrugada del Sábado de Gloria, tampoco cayó bien la novedad.
  • Un año, luego de celebrar el Viernes Santo en la capilla de la Universidad de Durham (Inglaterra), al Padre Dr. Thomas C. Glover, JCD, ex-oratoriano y profesor de Derecho Canónico en Ecône, que siguió celebrando el Triduo Pascual con las ceremonias tradicionales y no con los ritos del Misal roncalliano, le preguntaron por qué no celebraba con los nuevos ritos. Su respuesta fue la siguiente: “Prefiero estar ebrio en un burdel que celebrar esa porquería”.

En síntesis, el nuevo decreto del “conservador” cardenal Sarah, representa un nuevo nivel de odio a la Oración y Creencia Católica tradicional y un paso avante de la apostasía en la iglesia conciliar.

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