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jueves, 17 de marzo de 2016

¡INSÓLITO! ARZOBISPO ORTODOXO GRIEGO APARECIÓ EN PÚBLICO SIN ENGÓLPION

Aparente y alegadamente, el Arzobispo Jerónimo II Liapes de Atenas y toda la Grecia, primado de la Iglesia Ortodoxa Griega, ha caído víctima de la propaganda anticristiana y antihelénica, además del correctismo político.
  
Jerónimo II Liapes de Atenas (en el centro y de barba larga) repartiendo alimentos a los refugiados asentados en el Pireo. (No, no ha sido retocada la foto).
 
En días recientes, Jerónimo II visitó los arrabales en el Pireo y dio alimentos a los más necesitados. Hasta allí todo bien: Un prelado de la Iglesia socorriendo a los pobres, siguiendo el mandato de Jesús. Pero hay un problema, además de que él es cismático: Al contrario que en TODAS sus otras apariciones, y contrario a la ortopraxis, no portaba el Engólpion, una cruz o cualquier otra insignia de la Ortodoxia.
  
El Engólpion (ἐγκόλπιον, literalmente “sobre el pecho”) es un medallón que por lo general contiene un icono de la Madre de Dios (algunos tienen un icono de Cristo o el de la Cruz) rodeado de joyas y rematado con una mitra o corona de estilo bizantino. Esta insignia es usada por los prelados ortodoxos y católicos de rito oriental como parte de su sotana o hábito coral (como la cruz pectoral en los prelados católicos de rito latino). Cuando celebran la Divina Liturgia, el engólpion es acompañado con la cruz pectoral. (En la foto, el Patriarca Daniel I Ciobotea de Rumanía con hábito de coro, portando las dos engólpia y la cruz pectoral).

Atentando parangonar a Anticristo Bergoglio, quien cuando se reune con sus “hermanos mayores” oculta su cruz (que es fea y satánica, vale decir) para no ofenderlos, Jerónimo II de Atenas removió de sí en esta oportunidad sus insignias cristianas para no escandalizar a los inmigrantes ilegales (mayormente muslimes) que llegan desde Medio Oriente y norte de África con altivez y desprecio al cristianismo. 
  
Vale decir que para muchos griegos, Jerónimo II ha sido todo lo contrario que su antecesor, el finado Arzobispo Cristódulo Paraskevaidis, que en más de una ocasión había criticado las políticas anticristianas y antipatriotas provenientes de la globalización norteamericana (prohibición de la enseñanza religiosa, matrimonio y adopción a los homosexuales e incentivos a la inmigración), a la par que deploraba el intento turco de ingresar a la Unión Europea. Grecia, además, había sufrido casi cuatro siglos de opresión bajo el mandato de la Sublime Puerta (los turcos otomanos), y la guerra contra Turquía en 1921.

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