San Elesbaam (en el siglo, Caleb), Rey-Monje de Axum (Etiopía)
En el siglo VI, Etiopía fue gobernada por el rey San Caleb (más conocido por su nombre religioso, Elesbaam -del griego Ελεσβόάς, variante del geez እለ አጽብሐ/ʾElla ʾAṣbeḥa que significa “El que trajo la mañana” o “El que recogió el tributo”), quien fue educado en la Fe Católica desde su infancia. El rey Elesbaam gobernó su país con sabiduría y fue muy estimado por su pueblo. Y, aunque poseía grandes riquezas y poderío, vivía en su palacio como un monje: era austero en el comer, el vestir y las diversiones. Edificó bellas iglesias y monasterios para religiosos y religiosas del Carmelo. Sus devociones principales eran la Virgen María y San Gabriel arcángel, que varias veces le acompañó en sus batallas.
En aquel tiempo, Etiopía fue vasallo del Imperio Romano de Oriente, gobernado por Justino I. Al otro lado del Mar Rojo, Arabia cayó bajo el yugo de Yusuf Du Nuwas (Dunaan), un rey de hebreo linaje que apostató de la Fe Católica y adhirió al judaísmo. Fue un gobernante déspota que más que por expandir sus dominios, iba a la guerra por su odio contra Dios y la Iglesia Católica, persiguiendo a los obispos y sacerdotes y destruyendo las iglesias o transformándolas en sinagogas. San Gregencio, Obispo de Tafas, fue expulsado de su diócesis; San Aretas, gobernador de Najran (actual Yemen) y líder de la reacción Católica, fue decapitado junto con su esposa, sus cuatro hijos y 340 de sus súbditos. 4000 Católicos fueron asesinados sin fórmula de juicio tras sufrir muchas crueldades.
El emperador Justino llamó al rey Elesbaam para castigar al usurpador. El rey reunió sus ejércitos y cruzó el Mar Rojo para vengar la afrenta que los judíos infligieron contra el honor Católico. Elesbaam venció a Dunaam en varias oportunidades, y éste le envió embajadores para negociar la paz y someterse a vasallaje del rey de Axum, pero el pérfido se rebeló nuevamente y continuó sus crímenes. Por ello, Elesbaam pidió consejo del abad carmelita Pantaleón, llegó a Arabia con una gran armada y con muchos milagros, derrotó al impío Dunaam y le dio muerte con un solo lanzazo. Acto seguido, gestionó su victoria con admirable clemencia y moderación: restableció a San Gregencio en su sede episcopal, reconstruyó las iglesias destruidas por los judíos y se estableció en el país hasta que Ebrahamos, que era Católico, fue electo Rey de los árabes.
Una vez cumplida su misión de paz y justicia, retornó a Etiopía y gobernó unos años más, instruyendo cuidadosamente a su hijo en la Religión Católica y en el gobierno del reino. Luego abdicó y otorgó el reino a su hijo, y donó su corona al Santo Sepulcro en Jerusalén.
Elesbaam se dirigió de nuevo al abad Pantaleón y pidió el hábito del Carmen, en cumplimiento de un voto que formulara antes de la guerra. Luego de probarle, le admitió entre los religiosos. Fue novicio ejemplar y vivió como un simple religioso dedicado a la oración, la obediencia y el trabajo. Sobresalió en virtudes como la penitencia, la oración y el silencio regular. Usaba cilicio, se disciplinaba y dormía en el suelo, sin usar jamás el camastro que tenían todos los religiosos. Solamente abandonó la soledad de la celda para ser ordenado sacerdote en la catedral de Axum, para luego volver a su querido monasterio. Su oración fue desde entonces más intensa, bajando los ángeles del cielo a acompañarle y resplandeciendo su celda. Era tentado constantemente por el demonio en forma de serpientes y alimañas, pero vencía por su humildad y paciencia.
Enfermó y los religiosos quedaron consternados, al saber que se hallaba en peligro de muerte Elesbaam. Ante la noticia, miles de sus otrora súbditos fueron a verle y llorar por su tránsito, habida cuenta de su fama de santidad. Llegado el momento final, el día 27 de Octubre del año 532, descendieron la Virgen María y muchos ángeles a buscar su alma, y llevarla al paraíso. El cuerpo fue llevado a la catedral, para los funerales, que fueron solemnes y multitudinarios y trasladado nuevamente a la iglesia del monasterio, donde fue sepultado. En 1630 fueron restauradas la capilla y la tumba por los monjes coptos que son los que viven allí y mantienen su culto.
San Elesbaam es invocado contra los peligros del mar, toda vez que su presencia le concedió a la armada etíope salir indemne de una tempestad en el Mar Rojo y no ser afectada por una cadena de hierro que Dunaam tendió para hacer naufragar la flota. A menudo es representado como un carmelita y con una lanza, terminada en cruz, recordando su victoria sobre la perfidia de Dunaam. También con una maqueta de iglesia por ser bienhechor de la Iglesia y fundador de varios monasterios, y con la corona a sus pies. Y el Martirologio romano escribe de él lo siguiente el día 27 de Octubre:
In Æthiópia sancti Elésbaan Regis, qui, Christi hóstibus expugnátis, ac, témpore Justíni Imperatóris, misso regio diadémate Hierosólymam, monásticam vitam, ut vóverat, agens, migrávit ad Dóminum. (En la Etiopía, el rey San Elesbaam, quien, después de derrotar a los enemigos de Cristo en tiempos del Emperador Justino, envió su regia corona a Jerusalén, y se hizo monje en cumplimiento de un voto, y así vivió hasta que partió para estar con el Señor).
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos dais un nuevo motivo de
gozo con la fiesta del bienaventurado Elesbaam, vuestro confesor, haced,
por vuestra bondad, que honrando su nacimiento al cielo, caminemos por
sus huellas para llegar a Vos. Por J. C. N. S. Amén.
http://murcia.es/jspui/bitstream/10645/1313/1/1-C-20%286%29.pdf
ResponderEliminarNovena de los dos gloriosos etíopes San Elesbaam emperador y Santa Efigenia princesa, del sagrado orden de Nuestra Señora del Carmen (Murcia, c. 1756).