Por Roberto De Mattei
Lo decimos con profundo dolor. Se diría que es una nueva religión la que ha surgido el pasado 31 de octubre en Lund durante el encuentro ecuménico entre el
La consigna que más ha resonado en la catedral de Lund es la necesidad de un «camino común» que lleve a católicos y luteranos a pasar «del conflicto a la comunión». Tanto el
El luteranismo ha sido uno de los principales factores de secularización de la sociedad occidental, y hoy en día agoniza por la coherencia con que ha desarrollado los gérmenes de disolución que llevaba en sí desde su nacimiento. A la vanguardia de la secularización han estado los países escandinavos, a los que durante mucho tiempo se ha considerado un modelo para nuestro futuro. Pero Suecia, después de transformarse en la patria del multiculturalismo y de los derechos homosexuales, es actualmente un país en el que apenas el 2% de los luteranos son practicantes, mientras que el 10% de la población sigue la religión islámica.
Por el contrario, la Iglesia
En la ceremonia de Lund se ha afirmado también: «Lo que nos une es más de lo que nos divide». Pero ¿qué es lo que une a católicos y luteranos? Nada salvo el bautismo, que es el único de los siete sacramentos que reconocen los luteranos. En realidad, para los católicos el bautismo limpia el pecado original, mientras que para las luteranos no puede eliminarlo, porque para ellos la naturaleza humana es radicalmente corrupta y el pecado es invencible. La fórmula de Lutero «peca mucho pero cree mucho más» sintetiza su pensamiento. El hombre es incapaz de hacer el bien y no puede sino pecar y abandonarse ciegamente a la misericordia divina. De un modo arbitrario e inapelable, Dios decide quien se salva y quien se condena. No existe la libertad, sino tan sólo la rigurosa predestinación de los elegidos y los condenados.
La Sola Fe va acompañada de la Sola Escritura. Para el católico, son dos las fuentes de la Revelación: las Sagradas Escrituras y la Tradición. Los luteranos eliminan la Tradición afirmando que el hombre debe tener una relación directa con Dios, prescindiendo de intermediarios. Es el principio del libre examen de las Escrituras, del que proceden el individualismo y el relativismo contemporáneo. Dicho principio supone la negación del papel de la Iglesia y del Papa, al que Lutero define como «apóstol de Satanás» y «anticristo». Lutero odiaba sobre todo al Papa y la Misa católica, a la que quiso reducir a mera conmemoración, negando su carácter de sacrificio y la transustanciación, que convierte el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. En cambio, para los católicos la renovación incruenta del sacrificio de Cristo que tiene lugar en la Misa es la única fuente de gracia divina. ¿Se trata de simples incomprensiones y malentendidos?
El
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