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martes, 29 de noviembre de 2016

BERGOGLIO, ¿PSICÓPATA? PUEDE SER...

  
El pasado 26 de Noviembre, en Beirut, falleció a los 87 años el sacerdote jesuita holandés Peter Hans Kolvenbach Domensino (foto), 29.º General de la Compañía entre 1983 y 2008. Kolvenbach es recordado por enviar a Bergoglio a la provincia de Córdoba como confesor (en una medida para recuperar parte de la credibilidad que se había perdido después del CV2 y el generalato de Arrupe) y porque al ser consultado por el Vaticano acerca de la posibilidad de consagrar al Rev. Jorge Bergoglio como obispo auxiliar de Buenos Aires (por recomendación del primado bonaerense Antonio Quarracino Lista), desaconsejó vivamente dicha decisión, argumentando que Bergoglio padecía graves desórdenes psicológicos.

En su momento, Bergoglio dice que no se ve reinando por mucho tiempo por una enfermedad mental. ¿Cuál? Posiblemente la respuesta esté en el comentario que Wanderer hizo sobre el cambio bergogliano del rito del Mandátum:
“el hecho viene, una vez más, a confirmar la grave patología que padece el papa Francisco: la psicopatía. Hace lo que se le ocurre y porque se le ocurre sin medir o mirar consecuencias
enunciando seis características propias de los sicópatas:
  1. Emotivos: El área emocional/interpersonal, es sin lugar a dudas la que más diferencia al psicópata de la persona normal. Se podría decir que no sienten las emociones como el resto de las personas. Se muestran como personas locuaces, se expresan con encanto, tienen respuestas vivaces y presentan historias muy improbables, pero convincentes, que les deja a ellos en buen lugar.
  2. Superficiales: Se observa mucha superficialidad, habla de cosas atractivas para las que no tiene preparación, como poesía, literatura, sociología, o filosofía. Y no le suele importar mucho si se evidencia que sus historias son falsas, o lo ponen en evidencia.
  3. Narcisistas: El psicópata tiene además, una autoestima muy elevada, un gran narcisismo, un egocentrismo descomunal y una sensación omnipresente de que todo le es permitido. Se siente el centro del universo.
  4. Fríos: No experimentan ninguna preocupación por los efectos de sus actos en los demás y, en ocasiones, lo manifiestan claramente. Esta falta de remordimientos y sentimientos de culpa lo lleva a tener una conducta “fría” y distanciada emocionalmente.
  5. Mitómanos: Además, tienen mucha dificultad en ponerse en el lugar de los demás (empatía), y suelen mentir, engañar y manipular con el objetivo de salirse con la suya.
  6. Impulsivos: A nivel conductual suele ser una persona impulsiva, que no valora los pros y los contras de sus actos. Esta misma impulsividad lo lleva a un deficiente control conductual, es extraordinariamente reactivo a lo que él considera que son las provocaciones o insultos, que no se consideran como tal por otras personas, actuando con violencia física y verbal, normalmente desproporcionada a la “ofensa” sufrida. No posee la capacidad de inhibir su respuesta que generalmente suele ser muy agresiva, tanto física como verbalmente.
Cualquiera que haya seguido las noticias, sabrá reconocer la situación. Pero vamos a citar uno de los episodios más oscuros de la historia del hombre que ante el mundo se vende como “Su Santidad el Papa” Francisco I: El secuestro y desaparición de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics durante el gobierno de Jorge Rafael Videla. Jorge Mario era el Provincial de la Compañía en Argentina para ese entonces.
   
En una entrevista concedida por Rodolfo Yorio (hermano de Orlando) al diario PÚBLICO de España, justo el día de la Inauguración de Bergoglio, dice que Orlando y Jalics eran literalmente “un escollo para que Bergoglio alcanzara lo que quería conseguir”, y en el proceso desarmó las pastorales en las villas, para ser en los noventa heredero del arzobispo Quarracino en la primada bonaerense –y ya sabemos el resto de la historia–.
    
Rodolfo relata que en su última conversación con Bergoglio, éste dijo que de Jalics todavía se hablaba, pero que de Orlando ya no, dando la idea de que mi hermano estaba muerto (quizá fusilado).
ANA DELICADO: ¿Qué sentido tenía afirmar algo así?
RODOLFO YORIO: Porque [Bergoglio] tiene una personalidad disociada. Ahora es un santo. Pero una persona puede ser dos cosas al mismo tiempo.
A. D.: Y si ahora es un santo, ¿qué era antes?
R. Y.: Un psicópata cruel. Comenzó con un marketing directo de pobre después de volver del ostracismo del monasterio. Ahí comenzó a ser otra persona, hasta físicamente. Antes era alto y corpulento, de mucha presencia. Cuando volvió, su aspecto físico daba pena. Así empezó con su campaña de austeridad y pobreza.
A. D.: ¿Por qué lo considera un psicópata cruel?
R. Y.: Por testimonios de quienes lo han conocido internamente, y de cosas que ha hecho.
A. D.: ¿Qué cosas ha hecho?
R. Y.: Olvídelo. Me van a acusar de injurias, y yo estoy hablando ahora de un jefe de Estado. Eso no lo pierdo de vista. Sólo tenemos un reclamo: primero, la verdad. Que alguien en la Iglesia se haga cargo de esos supuestos informes contra mi hermano.
A. D.: ¿Pero usted cree que era un psicópata cruel?
R. Y.: No lo creo, lo sé. Bergoglio funciona en base a objetivos. Si usted le sirve, no corre peligro. Si se convierte en un inconveniente, se ocupa de destruirlo.
A. D.: Una injuria es un agravio difamatorio. Pero usted dice tener base para llamarlo así.
R. Y.: Que lo digan los que lo han sufrido.
 
Y esa psicopatía se refleja en la ambición y el odio exacerbado de Francisco I. Si no lo crees, pregúntale a Ángelo Scola, a Asia Bibi, a Steffano Manelli, a Raymond Burke, a Sandro Magister, a los perseguidos y asesinados por el Estado Islámico, y a todos los que han sido víctimas de persecución por el hecho de conservar algo de catolicidad dentro de la secta conciliar.

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