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jueves, 17 de noviembre de 2016

LA HOMOSEXUALIDAD ES PARTE DE LA TRADICIÓN JUDÍA (HAARETZ DIXIT)

Traducción del artículo escrito por Ofri Ilani para el diario HAARETZ (Israel). ADVERTENCIA: ESTE ARTÍCULO NO ES APTO PARA MENORES DE EDAD.
  
LA HOMOSEXUALIDAD ES PARTE DE LA TRADICIÓN JUDÍA
Contrario a la percepción común, las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo no siempre tuvieron una imagen negativa en las comunidades judías.
 
El 7 de Julio de 1971, el diario Haaretz publicó un editorial, en hebreo, intitulado “Israel o Sodoma: la condonación pública de las perversiones sexuales: un grave problema”. El autor, Eliezer Livneh (Liebenstein), era un ex parlamentario del Mapai (precursor del actual Partido Laborista) y uno de los mayores teóricos del movimiento sionista del “gran Israel”. Había escrito en respuesta al debate sobre la abrogación de la ley sobre la sodomía, que fue eliminada en el año 1988 gracias a Shulamit Aloni.
  
Livneh no era ni ortodoxo ni ultraortodoxo, pero sí era un judío nacionalista; su principal argumento era que la homosexualidad es “extraña” al Judaísmo, constituyendo una influencia externa, proveniente del Occidente degenerado, y que debía ser combatida.

Desfile judío del Orgullo ‘gay’ en el año 2014 (fuente: Huffington Post)
  
En su página opuesta al editorial, él afirma que por cientos de años, los judíos de la Diáspora tuvieron éxito en preservar su propia comunidad de esas “perversiones sexuales”, o como él afirmó, “Es totalmente absurdo haber sufrido por generaciones en la Diáspora, protegiendo y refinando con cuidado el principio heterosexual, sólo para retornar a la Tierra de Israel y renovar aquí las abominaciones de los ‘gentiles’”.
   
Pero la historia de la homofobia [sic] prueba que son las afirmaciones de Livneh (que en su tiempo e incluso hoy sostenidas por muchos judíos) ser fruto de “influencias externas”. A lo largo de la época contemporánea, los nacionalistas homófobos han afirmado que la homosexualidad no es sino una influencia cultural extranjera degenerativa sobre los miembros de su grupo. Los ingleses consideraron la homosexualidad una patología de origen francés o búlgaro. Por su parte, los franceses la reputaron como un fenómeno británico: en 1991, el primer ministro Édith Cresson dijo que la homosexualidad pertenece “a la tradición anglosajona” y era extraña a la cultura franco-latina. 
  
El presidente israelí Ezer Weizmann, como bien se recuerda, dijo que la homosexualidad estaba presente en el ejército inglés [en tiempos del protectorado], pero era ausente en el Palmaj [el ejército “regular” de los judíos rebeldes antes de la creación del Estado de Israel, N. del T.]. Muchos europeos llamaron “turcos” a los ‘gais’, mientras los turcos los identificaban como “persas”; en general, la percepción es que se trata de un vicio de origen oriental, el que explica cómo el Nazismo acusó al sexólogo y activista Magnus Hirschfeld de haber traído, como judío, el “vicio oriental” en Alemania. Actualmente, los nacionalistas rusos y varios países africanos sostienen a su vez que la homosexualidad es una influencia occidental (que se debe combatir). El nacionalismo y el chauvinismo siempre carga odio al otro –el ser judío, homosexual o extranjero–.
 
De todos modos, la historia prueba que Livneh y sus seguidores estuvieron y están equivocados: los judíos no han preservado rigurosamente “el principio heterosexual” y las relaciones íntimas entre hombres existían en la comunidad judía, y –aparentemente– eran muy comunes. El historiador Yaron Ben-Naeh ha mostrado en su investigación que, no obstante la explícita prohibición bíblica, en la comunidad judía bajo el Imperio Otomano las relaciones homosexuales eran muy frecuentes, y cita doce fuentes al respecto. Además, hasta la era moderna, el hecho de que hombres mayores tuviesen necesidad de los favores de otros más jóvenes, esto es, la pederastia, no tenía una imagen negativa entre la comunidad judía.
 
En décadas recientes, activistas religiosos LGBT han movido esfuerzos para sugerir nuevas interpretaciones de la ley rabínica, que permitan a las comunidades judías una pacifica convivencia con las personas LGBT y viceversa. Y de hecho, diversos rabinos “liberales” –sobretodo en los Estados Unidos– afirman que la prohibición de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no es más estricta que la prohibición de desacrar el Shabbath, por ejemplo. Algunos de ellos permiten las relaciones íntimas entre hombres y prohíben solamente la penetración completa, que llaman eufemísticamente “entrar como el pincel en el tubo”.ؐ
  
Ama a tu prójimo -pero realmente-
Durante los últimos cien años, algunos pensadores judíos se han fijado un objetivo más ambicioso: probar que la homosexualidad es una parte integrante de la historia y de la tradición del pueblo judío. Uno de ellos era Hans-Joachim Schoeps, un judío prusiano, historiador y teólogo. Él fue un líder de la juventud judía alemana, aunque sostuvo opiniones reaccionarias y nacionalistas alemanas. Después de la IIGM se apresuró a retornar a Alemania y fue leal a la depuesta familia real prusiana. En los años 1970 fue pionero de la campaña para abrogar la prohibición de la homosexualidad en Alemania (§ 175 StGB).
  
Puesto que la prohibición a menudo invocaba la prohibición en Levítico 18, Schoeps quiso hacer claridad en el contexto en que esta prohibición fue promulgada. Él argumentaba que los hombres de estirpe sacerdotal que ejercían “prostitución sagrada” fueron comunes en el Israel bíblico, como también en otras culturas semíticas.
 
Schoeps concluyó que la “prostitución sagrada” estuvo presente incluso en el Templo de Jerusalén, basado especialmente en Deuteronomio 23,18: לֹא-תִהְיֶה קְדֵשָׁה, מִבְּנוֹת יִשְׂרָאֵל; וְלֹא-יִהְיֶה קָדֵשׁ, מִבְּנֵי יִשְׂרָאֵל [No habrá hieródula entre las hijas de Israel, ni existirá hieródulo entre los israelitasTraducción de Bover-Cantera, N. del T.], pasaje que en el original hebreo usa “sodomita” para la palabra qadesh (קָדֵשׁ), cuya forma femenina, qdesha (קְדֵשָׁה), significa “prostituta sagrada”. [En alemán usan la palabra “hure”, que es cognada al inglés “whore”, que significa “puta”].
 
Sólo en el período de la reforma de Josías, cuando los cultos a los dioses extranjeros fueron extirpados, la “prostitución sagrada” de hombres fue prohibida. Y puesto que el culto fue tan popular entre el pueblo, era necesario establecer la prohibición en una forma particularmente estricta y dicho culto ser considerado ahora una abominación. Sin embargo, Schoeps concluye que la prohibición en Deuteronomio se relaciona a un culto pagano de esta clase, y no al acto sexual en sí mismo.
  
Una teoría igualmente atrevida fue desarrollada por el poeta e investigador de la Cábala Jiří Mordecai Langer (מרדכי גיאורגו לאנגר). Langer, quien principalmente conocido como el profesor de hebreo de Franz Kafka, nació en Praga, se convirtió en investigador de yeshivá en la corte del Rebbe de Belz [Yissachar Dov Rokeach, radicado en Ucrania, N. del T.] y murió en 1943 como un poeta marginal en Tel Aviv. Él pudo haber sido considerado como una suerte de mesías del evangelio homoerótico entre los judíos si sus “innovadoras” teorías cabalísticas no fueran censuradas y marginadas.
 
En su libro “El erotismo de la Cábala” publicado en 1923, Langer arguyó que el “amor fraterno”, es decir, el amor de un hombre hacia otro, es de hecho el mandato fundamental más profundo en el judaísmo, en base al mandamiento de “ama a tu prójimo como a ti mismo”. En su opinión, en el judaísmo de los primeros tiempos las manifestaciones eróticas de amor entre hombres prevalecieron, pero con el transcurso de las generaciones el “amor a la mujer” se impuso. Como Schoeps posteriormente, Langer concluyó que la firme prohibición de las relaciones sexuales entre hombres constituye prueba de que esta tendencia era común entre los judíos. Él también alega que una relación erótica, que no se actualiza en la forma de relación sexual, es la que liga a los estudiantes de la yeshivá con su rabino.
 
La ambición en la vida de Langer fue recuperar “el amor del amigo”, esa “elevada y sublime emoción humana que fue extinguida en los corazones de los hebreos durante su amargo y duro exilio”. Si él no hubiera muerto antes de tiempo, hubiese tenido éxito en difundir en Israel la idea de que en Israel el judaísmo y la homosexualidad no son mutuamente excluyentes, sino que están conectados de una forma compleja.
 
Lamentablemente, décadas después de su muerte, este mensaje fue olvidado. El movimiento de “liberación” LGBT apareció solo en los años 1970, “a la estadounidense”, es decir, como un movimiento secular y liberal.
 
No es necesario aceptar las teorías propounded por Laner, Schoeps y otros como ellos, pero sus intentos para “crear una homosexualidad judía” son particularmente relevantes ahora. Frente a la violencia asesina que invoca justificaciones judías, no hay razón para hacerla con sólo permitirles a los ‘gais’ vivir. Debería argüirse que la pasión homosexual y su realización constituyen un fuerte elemento en el judaísmo. Después de todo, Sodoma se localiza en Israel.

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