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domingo, 7 de mayo de 2017

LA CARIDAD CRISTIANA NO EXIME DE COMBATIR CON FIRMEZA EL ERROR

Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO
 
El Papa San Pío X (reinó entre 1903-1914) fue un Terror Santo contra la herejía modernista, que cincuenta años después de su muerte levantó nuevamente su horrible cabeza para imponer a la Iglesia Novus Ordo.
Este Santo de la Iglesia Católica, conocido por ser personalmente amable y un hombre pastoral, odiaba a la herejía modernista como la “Síntesis de todas las herejías”, y no escatimó en palabras denunciando a los perpetradores de sus herejías, que hoy incluye a los antipapas conciliares mismos.
 
Queridos Padres de TRADITIO: ¿La Caridad cristiana realmente nos obliga a ser amables con los Antipapas y sus heréticas enseñanzas? (Virginia)
 
Respuesta de los Padres de TRADITIO:
Debes entender primero que la verdadera caridad en la Doctrina Cristiana es: el amor a Dios es primero. Aparte de ese amor a Dios, los verdaderos Católicos están obligados a sostener la verdadera Fe contra los herejes que destruirían a la Iglesia de Dios, incluso si fueran los antipapas mismos. Si todavía dudas sobre esta enseñanza Católica, las intransigentes declaraciones del Papa San Pío X, que libró un corajoso combate durante su papado (1903-1914) contra la herejía del Modernismo, que él llamó “ómnium hæréseon colléctus” (la síntesis de todas las herejías), deberían disipar cualquier duda en tu mente.
 
La herejía del Modernismo ha sido denunciada nominativamente desde el Papa Pío IX (reinó entre 1848-1878) porque niega el fundamento que en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición tienen la Doctrina, Moralidad y Liturgia Católica y Apostólica. Ejemplos de tales enseñanzas heréticas del modernismo son el uso de las lenguas vernáculas en la Santa Misa, anatematizado específicamente por el dogmático Concilio de Trento, la aceptación de la homosexualidad, y la doctrina “ecuménica” de que “todas las religiones son igualmente verdaderas”.
 
Primero, el Papa San Pío X definió el problema:
“Hay muchos que se han apartado de la verdad y demandando una reforma de la disciplina, también aspiran una reforma del dogma y hostigan a la Iglesia con los sofismas usados por sus más violentos oponentes [los modernistas]”. (Carta a Geremia Bonomelli, obispo de Cremona)
 
Segundo, el Papa San Pío X definió el alcance problema en una carta que escribió a un arzobispo recalcitrante (Andrea Ferrari, arzobispo de Milán):
“Estoy asombrado que de que encuentres excesivas las medidas tomadas para contener la inundación que amenaza con anegarnos, cuando el error [modernista] que ellos se esfuerzan en esparcir es mucho más mortal que el de Lutero, porque apunta directamente a la destrucción no solamente de la Iglesia sino de la Cristiandad”.
 
Tercero, el Papa San Pío X habló en términos claros sobre cuán vigorosamente los verdaderos Católicos tenían que luchar contra la herejía, recordándoles que Nuestro Señor azotó violentamente a los que corrompían el Templo:
“La gentileza es para tontos! Ellos [los modernistas] quieren ser tratados con aceite, jabón y cuidados, ¡pero deberían ser golpeados con mano dura! En un duelo, no cuentas o mides los golpes, ¡tú golpeas como puedes! La guerra no se hace con caridad; es una lucha, un duelo. Si Nuestro Señor no fuera aterrador, Él no hubiera dado un ejemplo en esto también. Ved cómo trató a los filisteos, a los sembradores del error, a los lobos vestidos de oveja, y a los traidores en el templo. ¡Él los golpeó con látigos!”
 
Cuarto, el Papa San Pío X castigó entonces a muchos Católicos de su tiempo (y de los nuestros también) que, faltando a su amor a Dios, quieren ser amables con la herejía. El Papa señaló su cobardía en defender la Fe verdadera ser la principal causa de continuar la herejía:
“El mayor obstáculo en el apostolado de la Iglesia es la timidez, o mejor, la cobardía de los fieles”.
   
Así pues, verdaderos Católicos, tenéis permiso de un Papa Santo para combatir denodadamente la herejía del Moernismo, que ahora es sinónimo de la Iglesia Deuterovaticana y sus Antipapas, con toda la fibra de vuestro amor a Dios.

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