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martes, 31 de octubre de 2017

LA INQUISICIÓN PROTESTANTE

El original inglés fue publicado por Dave Armstrong la primera vez en 1991 (la revisión por el autor en 2007 fue traducida el año siguiente por Alejandro Villarreal para BIBLIA Y TRADICIÓN). Concordia realizada en APOSTOLADO CABALLERO DE LA INMACULADA en Junio de 2010.

INQUISICIONES PROTESTANTES: LA INTOLERANCIA Y LA PERSECUCIÓN EN LA “REFORMA”

Ejecuciones por el “delito” de ser católico eran comunes en la Inglaterra de finales del siglo XVI
  
Contenido
I. La Intolerancia Protestante: introducción y visión general
II. La división protestante y las mutuas animadversiones
III. El saqueo como un agente de la revolución religiosa
IV. La erradicación sistemática del catolicismo
V. Radicalismo violento y la revolución protestante
VI. Muerte y tortura para católicos, protestantes disidentes y judíos
VII. La cacería protestante de brujas
VIII. La censura protestante
IX. Epílogo
Bibliografía
  
I. LA INTOLERANCIA PROTESTANTE: INTRODUCCIÓN Y VISIÓN GENERAL
  
1. La visión de historiadores protestantes y católicos
A. Johan Joseph Ignaz von Döllinger (Excomulgado de la Iglesia Católica)
En la Historia no hay nada más incorrecto que aseverar que la Reforma Protestante fue un movimiento a favor de la libertad intelectual. La verdad es que fue todo lo contrario. Para los luteranos y calvinistas, es cierto, representó su libertad de conciencia, pero el concederles esto a los demás, es falso, no mientras ellos dominaran la escena. La eliminación completa de la Iglesia Católica y de todo lo que se les oponía en su camino fue considerado por los reformadores como algo perfectamente natural. (Grisar, VI, 268-269; Döllinger: Iglesia e Iglesias, 1861, 68)
  
B. Preserved Smith (Secular)
Si alguien todavía alberga el típico prejuicio de que los primeros protestantes eran más tolerantes, debe ser desengañado. Salvo por algunos dichos liberales de Lutero, correspondientes a sus primeros años cuando carecía de influencia, es casi imposible encontrar algo en los líderes reformistas a favor de la libertad de conciencia. Tan pronto como tuvieron a su alcance el poder para dominar, lo ejercieron. (Smith, 177)
  
C. Hartmann Grisar (Católico)
Zúrich, el Estado-Iglesia de Zuinglio, se desarrolló tanto como Lutero lo hizo. Ecolampadio en Basilea y el sucesor de Zuinglio, Bullinger, fueron destacados represores. El nombre de Calvino es sinónimo de tiranía religiosa, mientras que la tarea de entregar a la posteridad su dura doctrina de la coacción religiosa fue llevada a cabo por Beza en su famosa obra El deber de los Magistrados para castigar a los herejes. Los anales de la Iglesia Oficial de Inglaterra fueron, del mismo modo, en sus comienzos, escritos con sangre. (Grisar, VI, pág. 278)
   
D. Henry Hallam (Protestante)
La Reforma fue traída con abuso calumnioso e intemperado, por ultrajes de un populacho exaltado o por la tiranía de los príncipes... instantáneamente borró... la libertad de juicio y sometió a todos los que presumía se habían apartado de la línea de la ley a un violento oprobio, y a veces a las cadenas y la muerte. Estos reproches, que pueden ser una vergüenza para nosotros, pueden ser desconcertantes y no pueden ser refutados (O’Hare, págs. 295-296; Henry Hallam, Introducción a la historia de la literatura, tomo I. New York 1880, pág. 200, sección 34)
   
E. François Grisot (Protestante)
La Reforma en el siglo XVI no era consciente de los verdaderos principios de la libertad individual... Demandaba estos derechos para sí, y al mismo tiempo los violaba frente a otros. (O’Hare, pág. 297; Grisot, Historia general de la civilización en Europa, París 1828 -Ed. inglesa de 1837, págs. 261-262)
    
F. William Leky (Protestante)
¿Qué debemos decir de una iglesia... que no tenía servicios que presentar, ni reclamos de gratitud a la humanidad... que sin embargo suprimió a la fuerza un culto que multitudes estimaban necesarios para salvarse? [...] Tan fuerte y tan general fue su intolerancia que por algún tiempo, creo, pudo decirse verdaderamente que hubo mayores casos de tolerancia parcial que pueden reivindicar los Católicos Romanos que los protestantes ortodoxos. (O’Hare, pág. 298; Leky, Historia del racionalismo, tomo I. Londres 1870, pág. 151)
  
G. Diccionaro Oxford de la Iglesia Cristiana (Protestante)
Los Reformadores como Lutero, Beza y en forma especial Calvino, fueron tan intolerantes al disentimiento, como la Iglesia Católica Romana lo fue. (Cross, 1383)
  
2. La contradictoria posición de los Protestantes ante “La Polémica de la Inquisición”, de John Stoddard.
La persecución religiosa, por lo general, continúa hasta que una o dos causas emergen para reprimirla. Una de estas causas es la noción escéptica de que todas las religiones son buenas o válidas, haciéndolas iguales. La otra causa es tener un esclarecido espíritu de tolerancia, con el fin de promover la opinión sincera inspirada por la convicción de que es inútil obligar a practicar alguna religión. Desafortunadamente, este espíritu de tolerancia es de lento crecimiento y nunca ha sido notorio en la historia, pero si se afirma que muy pocos católicos en el pasado han estado inspirados por este espíritu, lo mismo puede decirse de los protestantes. Los hechos son olvidados por los protestantes, ellos promueven relatos que hielan la sangre acerca de la Inquisición y de las atrocidades cometidas por los católicos, pero, ¿cuánto saben los protestantes acerca de las atrocidades protestantes en los siglos que sucedieron a la Reforma? Nada, a menos que hagan algún estudio especial sobre el tema. Sí, los protestantes son bien conocidos por cada estudioso de la historia. Si no enumero en este libro las persecuciones llevadas a cabo por los católicos en el pasado, es porque no es necesario hacerlo aquí. Este volumen está dedicado en forma especial a los protestantes, las persecuciones Católicas son bien conocidas.
   
Ahora, aceptando sin conceder, que todo lo que se dice con frecuencia de las persecuciones católicas fuese cierto, los protestantes no tendrían ningún derecho a denunciarlas, como si esto fuese una característica exclusiva de los católicos. Las personas que viven en casas de cristal, no deberían arrojar piedras a los demás.
   
Es incuestionable que los campeones del protestantismo: Martín Lutero, Juan Calvino, Teodoro de Beza, Juan Knox, Tomás Cranmer y Nicolás Ridley defendieron el derecho de las autoridades civiles para castigar el crimen de herejía. Rousseau dice con exactitud: “La Reforma fue intolerante desde su cuna, y sus autores, tiranos universales”.
   
Augusto Comte escribía así:
“La intolerancia del Protestantismo no fue menos tiránica que aquella que se le achaca al Catolicismo”. (Filosofía positiva, IV, 51)
    
Con todo y su agnosticismo, el filósofo Augusto Comte (fundador del “positivismo”) reconoce que la Inquisición protestante procedía peor que lo atribuido a la Inquisición Católica 
    
Lo que hace, sin embargo, a las persecuciones protestantes de manera especial repugnantes es el hecho de que eran por completo incompatibles con la doctrina fundamental del Protestantismo: ¡el derecho a la interpretación personal en materia religiosa! ¡Nada puede ser más ilógico que primero afirmar que uno puede interpretar la Biblia a su antojo, para después torturar y matar por haber hecho eso mismo!
  
Tampoco debemos olvidar que los protestantes fueron los agresores, mientras que los católicos solo se defendían. Los protestantes trataban de destruir a la antigua y constituida Iglesia Católica, que al tiempo, cumplía mil quinientos años de existencia, para reemplazarla con algo nuevo, inexplorado y revolucionario. Los católicos habían mantenido su Fe, santificada por centenares de piadosas asociaciones y sublimes logros. Los protestantes, por el contrario, luchaban por un credo que ya comenzaba a desintegrarse en hostiles sectas, cada una de las cuales, al obtener ventaja sobre las demás, ¡comenzaba una persecución general! Toda persecución religiosa es negativa, pero en este caso, de las dos partes culpables, los católicos tenían, con certeza, los motivos más defendibles para su conducta.
  
En todo caso, el argumento de que, las persecuciones por herejía, perpetrados por los católicos, constituyen una razón por la que no se debe entrar en la Iglesia Católica, no tiene una partícula de mayor fuerza que un argumento similar construido en contra de la entrada en la Iglesia protestante. Ambos han merecido culpa en este sentido, y lo que se aplica a uno se aplica también al otro. (Stoddard, págs. 204-205, 209-210)
 
3. Martín Lutero
A. Hartmann Grisar
La intolerancia de Lutero es muy en contravía de la opinión protestante que aún es actualmente extendida en algunos círculos eruditos, pero más particularmente en la literatura popular. Lutero, pese a la dureza de su disposición, es aún considerado en principio como abogado por la clemencia, como un campeón de la libertad religiosa personal . . . Abajo debemos, sin embargo, citar una serie de declaraciones de escritores protestantes que se han mostrado superiores a ese prejuicio de partido:
 
B. Walther Kohler (P)
En el caso de Lutero es imposible hablar de libertad de conciencia o libertad religiosa [...] La pena de muerte por herejía yacía en la más alta autoridad luterana [...] Las opiniones de los otros refrmadores sobre la persecución y llevar a los herejes ante la justicia fueron solamente la extensión del plan de Lutero; no aportaron nada nuevo. (Reforma y Juicios contra herejes, 1901, pág. 29 ss.)
  
C. Karl Wappler (P) 
Incluso el desprecio de la Palabra, la falta de atención al ir a la iglesia y el desprecio de la Escritura -en este caso... la Biblia como era interpretada por Lutero- era ahora considerada como “redomada blasfemia”, que era deber de las autoridades castigar en el acto. A tal altura había llegado ahora “la libertad del Evangelio” de la que tanto alardeaba (La Inquisición, 1908, pág. 69 ss.)
   
D. Johann Neander (P)
[Las opiniones de Lutero] deberían justificar toda suerte de opresión por parte del Estado, y toda clase de tiranía intelectual, y fue de hecho el mismo modo en que los Emperadores romanos actuaban cuando perseguían a los Cristianos. (Grisar, VI, págs. 266-268)
  
E. Adolf von Harnack (P)
Es una opinión totalmente parcial, una, de hecho, que conscientemente ignora los hechos, para alabar en Lutero el hombre de la nueva era, el héroe de la iluminación y el creador del espíritu moderno. Si deseamos contemplar tales héroes, debemos volvernos a Erasmo [un Católico] y sus seguidores [...] En la periferia de su existencia Lutero fue un Veterocatólico, un fenómeno medieval. (Conway, pág. 193; Historia del Dogma, 1890. En Adolf von Harnack: la teología liberal en su altura -editado por Martin Rumscheidt-, Londres, Collins, 1989, pág. 251)
   
F. Deán William Inge (P)
El deán anglicano Inge, de la londinense Catedral de San Pablo, no duda en decir:
Si quisiéramos encontrar un chivo expiatorio sobre el cual cargar las miserias que trajo la Alemania al mundo, estoy más y más convencido de que el peor genio maligno de ese país, no es Hitler o Bismarck o Federico el Grande, sino Martín Lutero.
Y fundamenta su opinión en el hecho de que en el Luteranismo:
La Ley Natural, que debería ser la Corte de Apelaciones contra la autoridad injusta, es identificada con el orden existente de la sociedad, a la cual se le debe toda obediencia (Rumble & Carty, pág. 382)
 
4. Juan Calvino
A. Will Durant (S)

Calvino fue tan meticuloso como cualquier papa en rechazar el individualismo en la creencia; este supremo legislador del protestantismo repudió completamente ese principio del juicio privado con el cual la nueva religión había comenzado. Él había visto la fragmentación de la reforma en cien sectas, y avizoró más; en Ginebra él no permitiría ninguna de ellas. (Pág. 473)
   
B. Georgia Harkness (P)
Hubo poca libertad política en Ginebra bajo el régimen de Calvino, y aún menos libertad religiosa. Su influencia práctica estaba al lado de un Estado autocrático y la completa sumisión del individuo a los poderes establecidos (Pág. 222)
   
5. Heinrich Bullinger: El más tolerante de los intolerantes (Will Durant)
Bullinger era sin duda el más tolerante entre los fundadores protestantes:
[Él] evitaba a los políticos [...] daba refugio a los protestantes fugitivos, y dispensaba su caridad a los necesitados de cualquier credo [...] él propuso una teoría sobre la libertad religiosa de alcance general (Pág. 413)
Pero incluso Bullinger favoreció la ejecución de Miguel Servet por Calvino y la quema de brujas, como veremos después.
     
6. El Siglo XVII: Rutherford, Milton, Locke.
La tradición de intolerancia entre los Protestantes no se extinguió pronto, de acuerdo al historiador protestante Owen Chadwwick: La hábil defensa de la persecución durante el siglo XVI se dio por el presbiteriano escocés Samuel Rutherford (Una discusión libre contra la pretendida libertad de conciencia, 1649). (Chadwick, pág. 403)
 
John Milton y John Locke, “esclarecidos” protestantes, argumentaron a favor de la tolerancia pero excluyendo a los católicos, el primero en su Areopagítica (1644) y el segundo en su primera Carta sobre la Tolerancia (1689). (Cross, pág. 1384)
 
7. ¡Los perseguidos convertidos en perseguidores!
Una de las muchas ironías tragicómicas de la Revolución Protestante es el hecho de que incluso los perseguidos protestantes fallaron para ver la luz: A menudo, la resistencia a la tiranía y la demanda de libertad religiosa se combinan, como en la revolución puritana en Inglaterra, y los victoriosos, habiendo logrado la supremacía, implementan una nueva tiranía y una nueva intolerancia. (Harkness, pág. 222)
  
Multitud de inconformes huyeron de Irlanda e Inglaterra hacia América; lo que es sorprendente de este hecho es que, después de sus experiencias, esos fugitivos no aprendieron la lección de tolerancia y no le otorgaron libertad a aquellos con quienes diferían. Cuando se encontraron ellos mismos en la posición de perseguidores, fueron aún más duros que lo que vivieron como perseguidos. Entre los que atacaron estaba la Sociedad de los Amigos, mejor conocidos como Cuáqueros. (Stoddard, 207)
  
En Massachussets, por ser reincidente en las faltas, un Cuáquero podía sufrir la pérdida de una o de las dos orejas, la perforación de la lengua con un hierro candente y algunas veces, la muerte. En Boston, unos cuáqueros, tres varones y una mujer, fueron ejecutados en la horca. El bautista Roger Williams fue desterrado de Massachussets en 1635, después fundó la tolerante Rhode Island (Stoddard, 208).
 
Y dándole crédito, permaneció tolerante, una excepción a la regla, como lo fue William Penn, quien fue perseguido por los protestantes en Inglaterra y fundó la colonia tolerante de Pensilvania. El cuaquerismo (la fe de Penn) tiene una honorable historia de tolerancia dado su extremo carácter subjetivo e individualista entre todas las sectas protestantes, así como su predecesor, el Anabaptismo, que rehuye a asociarse con el “mundo” (gobiernos, milicia, etc.), en donde se encuentra el poder necesario para perseguir. Así, los Cuáqueros iban a la vanguardia del movimiento abolicionista en América, en la primera mitad del siglo XIX.
   
Los cuáqueros fueron el único ejemplo protestante de tolerancia religiosa y coexistencia pacífica (Cuadro “Acuerdo entre William Penn y los indios”, por Benjamin West)
  
8. El estado católico de Maryland: La primera colonia tolerante de Norteamérica.
A. Patrick O’Hare
Los Católicos... fueron los primeros en América en proclamar y practicar la libertad civil y religiosa [...] La colonia establecida por Lord Baltimore en Maryland concedió libertad civil y religiosa a todos cuantos profesaban creencias diferentes [...] En ese tiempo los Puritanos de Nueva Inglaterra y los Episcopalianos de Virginia estaban afanosamente involucrados en perseguir a sus hermanos Protestantes por razones de conciencia y los primeros  estaban... colgando “brujas”. (págs. 300-301)
  
B. Martin Marty
Baltimore acogió entre los inmigrantes ingleses, incluso a los Puritanos, odiadores de los Católicos. En enero de 1691, el nuevo régimen trajo dificultades para los católicos, los protestantes clausuraban sus iglesias y les prohibían enseñar en forma pública. Pero el pequeño puesto de avanzada de tolerancia práctica católica había dejado su huella en la comunidad. (Peregrinos en su propia tierra: 500 años de religión en Estados Unidos, New York: Penguin, 1984, págs. 83, 85-86)
  
Lord Baltimore permitió a cientos de puritanos, rechazados de la episcopaliana Virginia, a entrar a Maryland en 1648. (Ver Ellis, infra, pág. 37)
  
C. John Tracy Ellis
Por primera vez en la historia todas las iglesias serían toleradas y ninguna sería el agente del gobierno. Católicos y protestantes en términos de igualdad y tolerancia, características desconocidas en la madre patria. El esfuerzo fue en vano, los puritanos en octubre de 1654 rechazaron el acto de tolerancia y proscribieron a los católicos, condenando a diez de ellos a muerte, cuatro de ellos fueron ejecutados. Desde 1718 hasta el estallido de la Revolución, los católicos de Maryland fueron separados de la participación en actos públicos, por no hablar de las leyes en contra de sus servicios religiosos y escuelas de instrucción católica. Durante el medio siglo que los católicos gobernaron Maryland, no fueron responsables de un solo acto de opresión religiosa. (American Catholicism -Catolicismo estadounidense-, Garden City, NY: Doubleday Image, 1956, 36, 38-39)
   
D. Diccionario Oxford de la Iglesia Cristiana
En el siglo XVII los más notables casos de tolerancia fueron las colonias de Maryland, fundada por Lord Baltimore y católicos perseguidos, en 1632, quienes ofrecieron asilo también a los protestantes; y de Rhode Island, fundada por Roger Williams. (Cross, 1383)
  
Las historias de intolerancia religiosa protestante en Norteamérica antes de 1789, podrían contarse sin parar. Thomas Jefferson y James Madison, en su tarea de impulsar la libertad religiosa, fueron inspirados por las riñas entre protestantes por la dominación y no por los enfrentamientos en Europa después de la Reforma. Hasta aquí se trata de la era inmediata a la Revolución Protestante –alrededor de 1517 a 1600-, por lo que las anécdotas anteriores tendrán que bastar como ejemplos típicos.
 
9. Conclusión (Will Durant)
El principio que la Reforma había sostenido durante sus primeras fases, el derecho a la libre interpretación, fue por completo rechazado por los líderes protestantes, como lo hicieron los católicos desde su principio. La tolerancia fue menor después de la Reforma que antes de ésta. (Durant, 456; referencia al año 1555, año en que se realizó la Dieta de Augsburgo).
   
II. LA DIVISIÓN PROTESTANTE Y LAS MUTUAS ANIMADVERSIONES
   
1. Observaciones generales
El protestantismo estuvo plagado de disensión desde el principio, aunque sea una religión que hace hincapié en el individualismo y la conciencia, no pudo estar exenta de esas contrariedades y promover el mutuo respeto. El mito de la magnanimidad protestante y la coexistencia pacífica (sobre todo en los inicios), sin duda muere una vez que se pasa del dicho al hecho.
 
A. Patrick O’Hare
Puede llenarse un volumen con hechos incontestables que prueban el espíritu intolerante de Lutero y las varias sectas que originó su rebelión. Las pendencias, hostilidades y celos que constantemente surgieron entre unos y todos los hizo presa para las más feroces disensiones. Ellos se anatematizaban y perseguían [...] y se indulgían en la invectiva más áspera y vil [...] Los Luteranos [...] denunciaban y excluían a los reformados Calvinistas de la salvación. Los Calvinistas agitaban al pueblo contra los Luteranos [...] Zuinglio se quejó con Lutero de la intolerancia cuando él era la víctima [...] pero él y sus seguidores arrojaron a los pobres Anabaptistas en el lago de Zúrich, encerrados en sacos (pág. 293)
  
B. Reveladora carta de Calvino a Melanchthon
Es de hecho importante que la posteridad no deba conocer nuestras diferencias; porque es indescriptiblemente ridículo que nosotros, que estamos en oposición a todo el mundo, debamos estar, desde el comienzo de la Reforma, en disputa entre nosotros mismos. (Grisar, 293)
Melanchthon replicó:
Todas las aguas del Elba no me darían lágrimas suficientes para llorar las miserias causadas por la Reforma. (Stoddard, pág. 88; Cartas de Felipe Melanchton, Epístola 100)
   
C. Johannes Janssen
Janssen, autor de una historia de Alemania durante la Reforma que abarca 16 volúmenes, afirmó que:
Las sectas Protestantes se denigraban mutuamente como inmoderadas e indignas tanto como todas y cada una ridiculizaban al papado [...] Maldecir y blasfemar eran tan frecuentes como rara la oración. (XVI, págs. 4-5)
  
Ahora examinaremos algunos elementos de esta invectiva entre los protestantes:
    
2. Lutero y los luteranos hablan de Zuinglio y sus seguidores
  • No leeré las obras de esa gente, porque ellos están fuera de la Iglesia, y no sólo se condenan ellos mismos, sino que arrastran a muchas criaturas miserables tras ellos. (Spalding, I, pág.466)
  • Zuinglio era un manantial del Infierno, un compañero de Arrio, un hombre que no merece que nadie ore por él... (Spalding, I, pág.466)
  • Zuinglio fue un gran codicioso, no ha aprendido nada de mí. Ecolampadio considera que ha aprendido o escuchado suficiente de mí [...] Ecolampadio se considera demasiado letrado para escucharme o aprender de mí. (Grisar, IV, pág. 309 y 314; en Conversaciones de Sobremesa, 1540)
  • Los zuinglianos luchan en contra de Dios y los sacramentos como los más inveterados enemigos de la Palabra divina. (Janssen, V, 220-221; LL, III, 454-456)
  • Estos herejes que se han separado [...] ministros de satanás, contra los cuales ningún ejercicio de severidad, por mayor que sea, parecerá execivo. (O’Hare, pág. 286; Carta a Alberto, marqués de Brandeburgo)
  • Sería mejor anunciar la eterna condenación antes que la salvación, frente al estilo de Zuinglio o Ecolampadio. (Daniel-Rops, pág. 85)
  
Lutero se regocijó ante la noticia de la muerte de Zuinglio en el campo de batalla en 1531, y dijo que encontró “el final de los asesinos” (Daniel-Rops, pág. 86). Y cuando el socio de Zuinglio, Juan Ecolampadio poco después le siguió en la tumba, Lutero concluyó que “el soplo del diablo lo mató”. (WA, pág. 86)
  • Está bien que Zuinglio... cayera muerto en el campo de batalla [...] Oh, qué triunfo es este [...] Cuán bien Dios conoce sus obras. (Hughes, pág. 139)
  • Zuinglio está muerto y condenado, habiendo deseado como un ladrón y un rebelde, compelir a otros a seguirlo en su error. (Spalding, I, pág. 466)
 
Los Luteranos proclamaron en sínodo que:
A los Zuinglianos no debemos darles ningún lugar en la iglesla, y lejos de reconocerlos como hermanos, son un conjunto de gentes, que vemos agitados por el espíritu de la mentira, y profiriendo blasfemias contra el Hijo del Hombre. (Spalding, I, pág. 466)
  
Lutero criticó a Zuinglio porque éste último negaba la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía (aunque Lutero predicaba la no menos herética doctrina de la consubstanciación, esto es, que el Cuerpo y la Sangre de Cristo “coexisten en, con y bajo la sustancia del pan y el vino respectivamente en la Eucaristía”, pero solamente en el momento en que el fiel lo recibe)
   
Los Zuinglianos creen que la Eucaristía es simbólica en su totalidad (quizás la posición más aceptada entre los protestantes hoy día). Por lo tanto, cualquiera que crea eso mismo tendría que haber declarado lo mismo que el doctor Lutero, quien con firmeza sostiene la consubstanciación, esto es, el Cuerpo y la Sangre de Cristo están presentes en la comunión junto con el pan y el vino.
  
3. Zuinglio y su cohorte contra Lutero
Zuinglio, para no quedarse atrás, retornó el cumplido:

  • El mismo Diablo se ha hecho maestro de Lutero, en tal manera, como para uno creer que desea tener entera posesión de él. (Spalding, I, pág. 463)
  • Viéndolo en medio de sus seguidores, podrías creerlo poseído por una falange de demonios. (Spalding, I, pág. 464)
  • No cometemos ninguna injusticia contra ti cuando te reprochamos y condenamos como un traidor y negador de Cristo mucho peor que el antiguo hereje Marción. (O’Hare, pág. 288)
 
Ecolampadio tampoco quedó sin responder:
Él [Lutero] está inflado de orgullo y arrogancia, y seducido por satanás. (Spalding, I, pág. 463)
La Iglesia Zuingliana de Zúrich escribió de Lutero:
Él no querrá ni podrá asociarse con los que confiesan a Cristo [...] Él escribió todas sus obras por impulso y dictado del diablo. (Spalding, I, pág. 464)
  
Al menos los insultos exhiben alguna vehemencia, quizá revelando la vital importancia de su objeto. Hoy, por otra parte, muchos Protestantes son completamente indiferentes hacia Lutero, como si su fe fuera producto solamente de su propia invención e ingenuidad; a menudo, tales “Cristianos” genéricamente autoprofesos evitan incluso el título de “Protestantes”.
 
4. Lutero habla sobre Bucero
  • Ellos piensan mucho sobre sí mismos, lo cual, por supuesto, es la causa y la fuente de todas las herejías. Así, Zuinglio y Bucero presentan una nueva doctrina, cosa muy peligrosa es el orgullo en el clero. (Grisar, VI, 283; WA, Vol. 38, pág. 177 ss.)
  • Un chismoso, reprobado una y otra vez, desconfío de él. Pablo dijo (Tito 3,10): “Un hereje, después de la primera y segunda advertencia, evitadlo”. (Grisar, VI, 289; Conversaciones de Sobremesa, ed. Mathesius / Kroker, 154, 253)
   
5. Lutero sobre Calvino y Ecolampadio
Ecolampadio, Calvino [...] y los otros herejes tienen un corazón corrupto y una boca mentirosa, puesta en el diablo, conducida por el diablo y sobre el diablo (Durant, pág. 448/HA)
  
6. Calvino habla sobre Lutero y los luteranos
  • ¿Qué pensar sobre Lutero? No lo sé, su firmeza se mezcla con una buena dosis de obstinación. Nada está a salvo mientras su ira contenida nos agita. Lutero nunca será capaza de unírsenos en la verdad pura de Dios. Él ha pecado de vanagloria, también de ignorancia y de la más burda extravagancia, por los absurdos que nos ha impuesto, ¡cuando dijo que el pan es el verdadero Cuerpo!, un error muy grave. ¿Qué puedo decir de su partidarios? ¿No fantasean ellos mucho más de lo que lo hacía Marción respecto al Cuerpo de Cristo? Por tanto, si tienes influencia o autoridad sobre Martín, úsala para que se rinda a la verdad, a la que ataca de manera manifiesta en la actualidad. Ingéniatelas para que Lutero deje de llevar esa carga. (Dillenberger, págs. 46-48; carta a Martín Bucero, 12 de Enero de 1538)
  • Estoy cuidando de que el Luteranismo no gane terreno ni sea introducido en Francia. El mejor medio para frenar al malvado sería el publicar mi sentir respecto a él. (Dillenberger, pág. 76; carta a Enrique Bullinger, 2 de Julio de 1563)
   
7. Calvino sobre Zuinglio
El historiador Phillip Hughues nos dice que Calvino “aborrecía” también a Zuinglio. (pág. 229)
  
8. Calvino sobre Melanchton
Calvino tenía cierta amistad con Melanchthon (algo raro entre líderes Protestantes diferentes), pero escribía ácidamente de él en sus cartas a otros:
Él abiertamente opone sana doctrina; o [...] astutamente, o al  menos, con no poca hombría, despliega su propia opinión [...] La inconstancia de Felipe mueve tanto mi ira como mi detestación. (Dillenberger, pág. 52; BR, vol. 4, pág. 549; Cartas a Juan Sleidan -27 de Agosto de 1554-, y a Enrique Bullinger -23 de Febrero de 1558-)
  
9. Melanchthon habla sobre Zuinglio
El tímido Melanchthon dedicó al menos un arrebato en contra de Zuinglio:
Zuinglio casi no dice nada acerca de la santidad cristiana. Sólo sigue a los Pelagianistas, a los Papistas y a los filósofos. (Daniel-Rops, 261)
   
10. Bucero habla sobre Calvino
A pesar de sus afinidades teológicas, Bucero tenía una mala opinión de Calvino
Calvino es un verdadero perro rabioso. El hombre es malvado, y juzga a las personas en función del amor o el odio que le tengan (Spalding, vol. 1, pág. 467)
   
11. Lutero habla sobre los Herejes Protestantes
  • Heresiarcas, permanecen con obstinación en su engreimiento. No le permiten a nadie encontrar una falta en ellos ni favorecen la oposición. Este es el pecado en contra del Espíritu Santo, para el que no hay perdón. (Grisar, VI, 282; WA, Vol. 19, 609 ss.)
  • Esos son herejes y apóstatas, siguen sus propias ideas en lugar de la tradición de la cristiandad, por pura malicia inventan nuevas formas y métodos. (Grisar, VI, 282-283; WA, VII, 394)
Grisar añade:
  • En su estado de ánimo, se hizo imposible para él, darse cuenta de que su hostilidad y la intolerancia hacia los ‘herejes’, podría redundar en sí mismo. (Grisar, VI, 283)
  • Debemos censurar a los fanáticos y maldecirles. Ellos se atreven a señalar deficiencias en nuestra doctrina, esa chusma de bellacos hace gran daño a nuestro Evangelio. (Grisar, VI, 289; EA, Vol. 61, 8 ss.)
    Les estoy pisando los talones a los Sacramentarios y Anabaptistas, los retaré a pelear y los pisotearé. (Daniel-Rops, 86)
  
Sacramentarios eran aquellos que negaban la Presencia Real en la Eucaristía, por ejemplo: Zuinglio. Es necesario decir que las Escrituras condenan el engreimiento: Rom. 12, 16 (“Estad siempre unidos en unos mismos sentimientos y deseos. No blasonando de cosas altas, sino acomodándoos a lo que sea más humilde. No queráis teneros a vosotros mismos por sabios”). Ver también Prov. 3, 7; Rom. 11, 20 y 12, 3; 1 Cor. 3, 18 y 8, 2; Efe. 2, 9.
 
III. EL SAQUEO COMO UN AGENTE DE LA REVOLUCIÓN RELIGIOSA
  
1. Observaciones Generales
A. Hillaire Belloc
Durante 1536-1540 su suscitó un cambio. La tentación de saquear bienes de la Iglesia y el hábito de hacerlo habían aparecido y estaban creciendo. Esto creó con rapidez un interés personal para promover cambios en la religión. Los que atacaron a la doctrina católica, por ejemplo, el celibato en las órdenes monásticas, les abrieron la puerta a los príncipes para tomar los cuantiosos bienes de la Iglesia. Las propiedades de los conventos y monasterios fueron saqueados en grandes cantidades en muchas partes de la cristiandad, en Escandinavia, las Islas Británicas, el norte de Holanda, gran parte de Alemania y en muchos cantones en Suiza. Los bienes de los hospitales, colegios, escuelas, gremios, no fueron incautados en su totalidad. Sin embargo, un cambio económico de esa magnitud en tan corto tiempo, es algo que la civilización no ha vuelto a ver. Los nuevos aventureros y los aristócratas, que de la noche a la mañana se habían enriquecido, consideraron que el regreso de la Iglesia Católica representaba una amenaza para sus inmensas nuevas fortunas. (Belloc, 9-l0)
   
B. Will Durant
Las ciudades se encontraron con un Protestantismo muy rentable, a cambio de la distorsión teológica, ellos escaparon de los impuestos y las cortes episcopales, y se podían apropiar con tranquilidad de las tierras y propiedades de la Iglesia. Los príncipes no solo se consideraban señores temporales, sino también espirituales, de esta manera, toda la riqueza de la Iglesia podía considerarse suya. Los príncipes simpatizantes del movimiento luterano clausuraron todos los monasterios en sus territorios excepto algunos en los que sus internos habían abrazado la fe protestante. (Durant, 438-439)
   
C. Henri Daniel-Rops (Seudónimo de Henri Petiot)
Desde el principio, la rebelión espiritual de Lutero desató la avaricia. Los gobernantes alemanes, los monarcas escandinavos y Enrique VIII de Inglaterra tomaron ventaja del rompimiento con el tutelaje papal, apropiándose tanto de la riqueza como del control de la Iglesias respectivas. (Daniel-Rops, 309-310)
   
2. Melanchthon habla de los príncipes
Lo último que les importa es la religión, ellos están ansiosos sólo por tener el poder en sus manos, para liberarse así del control de los obispos. Los príncipes se escudan en el Evangelio para saquear las iglesias. (Durant, 438, 440)
 
Felipe Melanchthon reconoció que los príncipes protestantes le daban poca importancia a la religión y mucha a la adquisición de más riquezas (de hecho, la casi totalidad de los monarcas, príncipes y burgueses protestantes, bajo la máscara de la Reforma, se enriquecieron a costa de los bienes expropiados a la Iglesia Católica)
 
3. Un precedente: Los Husitas
Los protestantes habían aprendido de los Husitas, pobladores de la región de Bohemia que seguían al hereje Juan Hus, a quien Lutero aclamaba como uno de sus precursores. Después de la ejecución de Hus en 1415, celosos ejércitos, campesinos en su mayoría, seguidores de Hus, masacraron y robaron los monasterios de Bohemia, Moravia y Silesia a su paso, como represalia. (Durant, 169)

Saqueo de un monasterio por parte de las turbas taboritas (una de las escisiones de los seguidores de Juan Hus)
  
4. Lutero habla a los príncipes
Las abadías son tan propiedad tuya como el gamo que corre por tus tierras. Los monasterios [...] son madrigueras de iniquidad, que debes arrancar si quieres que Dios te bendiga (O’Hare, pág. 295)
  
5. Gustavo Vasa de Suecia
En Suecia, Gustavo Vasa privó a la Iglesia de todas sus tierras. La proporción de las tierras en poder de la corona durante su reinado aumentó del 5,5% al 28%. La de la Iglesia, del 21% a cero. (Dickens, 191)
  
Gustavo I Erikson Vasa enriqueció los bienes de la corona sueca a costa de la Iglesia Católica, a la que consideraba aliada de los daneses (contra los cuales luchó para independizar a Suecia)
 
6. Escocia e Inglaterra
Los “grandes” nobles escoceses, respaldaron a la revolución religiosa ya que ésta les otorgó el poder de saquear a la Iglesia y a la monarquía al por mayor. (Belloc, 112)
  
De la misma manera, la Reforma Inglesa fue llevada a cabo, de forma principal, mediante el saqueo perpetrado desde los más altos nivel del poder.
  
7. El rechazo de Erasmo hacia el saqueo protestante
El gran pensador europeo y hombre de letras, Erasmo, quien favorecía la Reforma en sus inicios, se torno en contra de ésta al observar sus frutos, unas semanas antes de la Dieta de Worms, el 10 de mayo de 1521 escribía acerca de quienes codician los bienes de la Iglesia:
Esto sin duda le da un giro a los acontecimientos, si las propiedades de los sacerdotes les son quitadas por los soldados de esa manera tan inicua, para que éstos las usen de la peor manera, desperdiciándola a su propio beneficio, entonces nadie sale beneficiado. (Erasmo, 157)
Erasmo, si bien criticaba la opulencia y los vicios en los hombres de Iglesia de su tiempo, condenó los abusos de los nobles que hacían fortuna a costa de los bienes de la Iglesia Católica, y que los protestantes les prometían a cambio de seguir su partido.
    
IV. LA ERADICACIÓN SISTEMÁTICA DEL CATOLICISMO
     
1. Observaciones Generales
Janssen nos relata acerca de la visión de algunos líderes de la reforma sobre este tema:
Lutero estaba complacido con la expulsión de los Católicos. Melanchthon estaba a favor de proceder contra ellos con castigos corporales. Zwinglio sostenía que, en caso de necesidad, se debía aniquilar a los obispos y sacerdotes como un mandamiento de Dios. (Janssen, V, 290)
 
2. La ciudad de Zúrich, ciudad de Zuinglio
Esta ciudad, en definitiva, no era un paraíso de libertad cristiana: La asistencia a los sermones era obligatoria bajo pena de castigo, toda enseñanza y práctica religiosa que se desviara de las regulaciones prescritas, se castigaban. Incluso fuera del distrito de Zúrich, a los clérigos no se les permitía oficiar misa ni se permitía a los feligreses asistir a ésta. Y fue prohibido, bajo pena de castigo severo, el tener imágenes y esculturas religiosas, aún dentro de las casas. El ejemplo de Zúrich fue seguido por otros cantones suizos. (Janssen, V, 134-135)
  
Zúrich era un infierno para los no zuinglianos (Revuelta iconoclasta en 1524)
    
La Misa fue abolida en Zúrich en 1525 (Dickens, 117). ¿Cómo pudo Zuinglio esparcir sus ideas? Su progreso estuvo fundamentado en la destrucción de iglesias y a la quema de monasterios. Los obispos de Constanza, Basilea, Lausana y Ginebra fueron forzados a abandonas sus sedes. (Daniel-Rops, 81-82)
   
3. Farel en Ginebra
William (Guillermo) Farel, quien precedió a Calvino en Ginebra, ayudó a abolir la Misa en agosto de 1535, capturó todas las iglesias y cerró sus cuatro monasterios y un convento de monjas. (Harkness, 8)
Sus sermones en la iglesia de San Pedro causaron revueltas, las estatuas fueron destruidas, las imágenes fueron destrozadas, y los tesoros de la iglesia, avaluados en diez mil coronas, desaparecieron. (Hughes, 226-227)
  
William Farel, precursor de Juan Calvino
  
4. Bucero en Augsburgo, Ulm y Estrasburgo
Martín Bucero, aunque ansioso de ser valorado como respetable y pacífico, defendió de manera abierta el poder de la autoridad sobre las conciencias. No descanso hasta que en 1537 provocó la supresión de la Misa en Augsburgo. A su instigación, muchas bellas pinturas, monumentos y antiguas obras de arte en las iglesias, fueron destrozados con arbitrariedad. Aquella persona que se negara a asistir al culto público, se le daba un plazo de ocho días para salir de los límites de la ciudad. A los ciudadanos católicos se les prohibió el asistir a los lugares de culto, bajo severos castigos. En otras ciudades, Bucero actuó con no menos violencia e intolerancia, por ejemplo, en Ulm, en donde afianzó a Ecolampadio en 1531, y en Estrasburgo. Aquí en 1529, después de un concilio popular, se prohibió el culto católico. Los predicadores solicitaron a los consejeros que emitieran un reglamento en el cual se hiciera obligatoria la presencia al nuevo culto, y de esta manera llenar los templos. (Grisar, VI, 277-278)
   
5. Otras ciudades protestantes
En 1529, el Consejo de Estrasburgo también ordenó la destrucción total de todos los altares, imágenes y crucifijos que quedaran. Muchas iglesias y conventos fueron destruidos. (Janssen, V, 143-144)
  
Acontecimientos similares sucedieron en Frankfurt. (Durant, 424)
   
En una convención luterana en Hamburgo, en abril de 1535, los poblados de Lubeck, Bremen, Hamburgo, Luneburg, Stralsund, Rostock y Wismar, votaron en forma unánime para colgar a los Anabaptistas y azotar a los Católicos y Zuinglianos antes de desterrarlos. (Janssen, V, 481)
  
En la patria de Lutero, en el territorio de la Sajonia, se había instituido la expulsión de católicos, en 1527. (Grisar, VI, 241-242)
   
En 1522, una muchedumbre entró por la fuerza en la iglesia de Wittenberg, la misma en la que Lutero había clavado su tesis, destruyeron sus altares y estatuas y expulsaron a sus clérigos. En Rotemburgo, en 1525, la figura de Cristo fue decapitada. El 9 de febrero de 1529, todo lo venerado en el pasado en la preciosa catedral de Basilea, Suiza, fue destruido. Tales casos de brutalidad y fanatismo pueden citarse por decenas. (Stoddard, 94)
  
En Constanza, el 10 de marzo de 1528, la fe Católica fue prohibida por completo por el Consejo: “No hay derechos más allá de los establecidos en el Evangelio, como es entendido hoy”. Los altares fueron destruidos, los órganos fueron removidos por considerarlos obras de idolatría, los tesoros de la iglesia fueron enviados a las arcas del gobierno. (Janssen, V, 146)
   
6. John Knox en Escocia
En Escocia, John Knox y sus seguidores aprobaron la siguiente legislación: fue prohibida la Misa así como asistir a ésta, bajo la pena de perder todos los bienes y el azotamiento si es la primera infracción, para la segunda, el destierro; si era la tercera, la muerte. (Hughes, 300)
      
John Knox, el “Apóstol de los Asesinatos”, introdujo el calvinismo en Escocia
 
Knox, como casi sin excepción todos los fundadores protestantes, fue persuadido de que “todo lo que nuestros adversarios hacen es diabólico”. Él se regocijaba en creer que “es perfecto el odio que engendra el Espíritu Santo en los corazones de los elegidos de Dios, en contra de los condenados por sus santos estatutos” (John Knox, Historia de la Reforma en Escocia, New York: 1950, Introducción, 73)
En contra de nuestros malditos oponentes (es decir los Católicos), todos los medios están justificados: mentiras, traición (Ibíd., I, 194 y nota 2), manipulación de las leyes aunque sean contradictorias. (Durant, 610; Knox, Ibíd. Introducción, 44. Ver además Edwin Muir, John Knox, Londres: 1920, 67, 300)
   
7. Lutero
Lutero fue a la vanguardia en su notable inquisición en contra de la práctica del Catolicismo:
  • Es una tarea de las autoridades el resistir y castigar la blasfemia pública. (Grisar, VI, 240)
  • No sólo el poder espiritual, sino también el temporal deben sujetarse al Evangelio, lo quieran o no. (Grisar, VI, 245)
  • Lutero decidió en 1527 que el hombre despreciaba el Evangelio, e insistió en que fuera obligado por la fuerza de la ley y la espada. (Grisar, VI, 262; Carta a Jorge Burkhardt Espalatino, en EA, III, 39;)
  • Incluso aquellos que no crean, deben, no obstante, ser conducidos a la predicación, para que al menos en apariencia sean obedientes. (Grisar, VI, 262; en 1529)
  • Aunque no podemos ni debemos forzar a nadie a creer en nuestra fe, las masas deben ser conducidas hacia ésta para que así conozcan el significado del bien y el mal. (Grisar, VI, 263; Prefacio para el Pequeño catecismo, 1531; en WA, XXX, 1, 349)
  • Es nuestra costumbre el atemorizar a aquellos que no asisten a los sermones, y amenazarlos con el destierro y la ley. En caso de que persistan en su obstinación, excomulgarlos, como si fueran paganos. (Grisar, VI, 263;  Carta a Leonard Beyer, 1533; en EN, IX, 365)
  • Aunque el papado ha abusado de manera vergonzosa de la excomunión, uno no debe preocuparse por eso, sino utilizarla con corrección, como Cristo lo mandó. (Durant, 424-425)
   
Se me perdonará un irresistible juego de palabras en este punto: “Las Misas católicas fueron expulsadas, mientras que las masas de católicos fueron forzadas a entrar” (a los servicios protestantes) [En inglés, Mass es Misa; mientras que mass es masa, N. del T.].
  
8. Melanchthon y Calvino
Melanchthon pidió al Estado obligar a la gente a asistir a los servicios protestantes (Durant, 424). Más tarde, en 1623, en la Sajonia, incluso las confesiones y la Eucaristía fueron prohibidas por ley de manera estricta, castigables con el destierro (Grisar, VI, 264).
   
Calvino, en Ginebra, también impulso un despotismo religioso que llegaba a un grado tan absurdo que llenaría de envidia a los fariseos más celosos. Baste decir que la realidad de la “teocracia” ginebrina era lo más lejano concebible al mito prevalente del Protestantismo como el campeón de la conciencia individual contra la viciosa tiranía de Roma. La ironía es más profunda cuando concluimos que Calvino fue el “reformador” más influyente y, pudiera decirse, el “padre” de toda la teología sistemática y los comentarios y exégesis bíblica Protestante.
   
9. Conclusión (Owen Chadwick)
Los estados Protestantes no cuestionan que la enseñanza de doctrinas desaprobadas por ellos sean prohibidas. Tampoco cuestionan que el estado promulgue leyes para estimular la asistencia a las iglesias. En la Inglaterra anglicana, en la Alemania luterana y en la Holanda reformada, los ciudadanos son merecedores de castigos si, a menos que tengan alguna buena razón, fallan en la asistencia a sus iglesias parroquiales. (Chadwick, 398)
  
V. RADICALISMO VIOLENTO Y LA REVOLUCIÓN PROTESTANTE
  
1. La revolución de improperios de Lutero/ La Revuelta Campesina
  • El Papa y los Cardenales... ¡puesto que son blasfemadores, sus lenguas deberían ser arrancadas por detrás de sus cuellos, y clavadas a las horcas! (Stoddard, pág. 94; Lutero, Contra el Papado de Roma fundado por el diablo)
  • Era mejor que cada obispo fuera asesinado... que esa alma debería ser destruida... Si ellos no quieren escuchar la Palabra de Dios... ¿qué otra cosa merecerían que un fuerte levantamiento que los borre de la faz de la tierra? Y sonreiríamos si eso sucediera. Todos los que contribuyan con sus personas, bienes... para que el mandato de los obispos pueda ser destruido son hijos dilectos de Dios y verdaderos cristianos. (Stoddard, pág. 377; Lutero, Contra el falsamente llamado Orden espiritual del Papa y los Obispos (Julio de 1522), en WA, vol. 28, págs. 142-201)
  
Will Durant asegura:
Lutero emitió un furioso ladrido que fue casi un toque a rebato de revolución. (Pág. 377). 
Esos ladridos fueron numerosos:
  • Si entiendes el Evangelio correctamente, te pido que no creas que puede ser llevado sin tumulto, escándalo, sedición... La palabra de Dios es una espada, es guerra, es ruina, es escándalo...  (O’Connor, pág. 41; Carta a Jorge Burkhardt Espalatino, Febrero de 1520, en LL, vol. 1, pág. 417)
  • Si castigamos a los ladrones con la horca... ¿por qué no atacamos aún más con todo tipo de armas... a esos Cardenales, esos Papas, y toda esa abominación de la Sodoma papista... por qué no lavamos nuestras manos en su sangre? (109:41; Sobre el Papa como maestro infalible, en EA, vol. 2, pág. 107)
  • Si tuviera a todos los frailes franciscanos en una sola casa, le prendería fuego. ¡Al fuego todos ellos! (Grisar, VI, 247; Conversaciones de Sobremesa [editado por Mathesius], 180; verano de 1540)
Hartmann Grisar, Jesuita experto en Lutero, ejerciendo toda caridad y el beneficio de la duda tanto como sea posible al interpretar declaraciones como esas, escribe:
Nadie... sería tan tonto para creer que realmente era su intención matar a todo el clero y monacato Católico. Sus demandas sanguinarias fueron solamente arranques violentos de su propia y profunda intolerancia hacia el interior. (VI, 247)
Esperamos que Grisar tenga razón, por el bien de Lutero. Por otra parte, la retórica es muy explícita y circuló ampliamente en Alemania y más allá. En cualquier caso, Lutero debería saber cómo reaccionaría a tan salvajes e insensatas declaraciones, y por tanto cargaría una gran responsabilidad por la Revuelta Campesina que estalló en Alemania, y no coincidencialmente, en 1525. Esto es admitido sin paliativos virtualmente por todos los historiadores del período, Protestantes fervientes incluidos. Grisar coincide:
Pero ¿quién era el responsable de haber provocado la guerra? Ocasionales consejos para... el dominio de sí... de hecho fueron dados por Lutero de tiempo en tiempo... pero... ellos se hundieron en el vocerío de su invectiva controversial... Si sus reformas eran rechazadas entonces rechazadas, entondes lo que deseaba era que los monasterios y fundaciones “fueran todos reducidos a un gran montículo de cenizas” (Conversaciones de sobremesa, III, 46). “Una gran destrucción de todos los monasterios, etc., serían la mejor reforma”. (Grissar, VI, pág. 248; Conversaciones de sobremesa, ibíd.)
  • Es una obligación vencer al Papa usando la fuerza. (Grisar, VI, pág. 245; Carta a Leonard Beyer, en EN, IV, 298)
  • Algunos... no tratarán nuestro Evangelio correctamente; pero ¿no tenemos patíbulos, ruedas, espadas y puñales? Aquellos que están obcecados pueden ser llevados a la razón. (Janssen, III, pág. 266; declaración de Lutero en 1522)
  • Los poderes espirituales, así como los temporales, tendrán que sucumbir al Evangelio, ya sea por las buenas o por las malas, como se puede ver el ejemplo en la historia bíblica. (Janssen, III, 267; carta a Federico, Elector de Sajonia, 1522)
   
El “reformador” menor Wolfgang Capito, amigo de Lutero, le advirtió el 4 de Diciembre de 1520 sobre su escalofriante invectiva:
Estás espantando de ti a tus simpatizantes por tu constante referencia a las tropas y las armas. Podemos fácilmente arrojarlo todo en la confusión, pero créeme, no estará en nuestro poder el restaurar las cosas a la paz y el orden. (Janssen, III, 136)
  
Capito fue sabio en este caso, casi un profeta, pero no tuvo éxito en persuadirlo. Luego que estalló la Revuelta de los Campesinos, Lutero avisó a los príncipes que mataran a los campesinos en todas las formas posibles, en masa, y los cálculos usuales son de 100.000 muertes. Este episodio es ampliamente conocido como una lacra en la carrera de Lutero. Durant sostiene:
Los campesinos tenían un caso contra él. No sólo les predicó la revolución social, sino que les había dicho que no se decepcionaría por ello [...] incluso si los hombres lavaban sus manos en la sangre de los obispos [...] Él no hizo ninguna protesta contra la apropiación secular de la propiedad eclesiástica [...] Los campesinos sintieron que la nueva religión había santificado su causa, había despertado en ellos la esperanza y la acción, y había desertado de ellos en la hora decisiva [...] Muchos de ellos, o sus hijos [...] retornaron al rebaño Católico. (págs. 394-395)
 
2. Zuinglio
Zuinglio también tenía marcadas tendencias militares.
  
Ulrico Zuinglio tenía una verborrea sádica en sus sermones, apelando al mundo y sus placeres (tan es así que habiendo adherido al protestantismo aprovechó para casarse con la viuda rica Ana Meyer, con la cual vivía sacrílegamente siendo sacerdote católico). Por ello muchos otros reformadores lo tomaron por réprobo y cuando murió, lo condenaron al Infierno.
 
Zuinglio había llegado demasiado lejos, y declararó que la masacre de obispos era necesaria para el establecimiento del Evangelio puro. El 4 de mayo de 1528 escribió:
Los obispos no desistirán a su fraude, hasta que el segundo Elías aparezca y una lluvia de espadas caiga sobre ellos. Es más prudente arrancarse un ojo inútil que dejar el cuerpo sujeto a la corrupción. (Janssen, V, 180; Obras de Zuinglio, VII, 174-184)
  
Zuinglio, el adúltero inveterado (¿quién es él para hablar de “corrupción”?), murió junto con 24 predicadores afines a él, en la batalla de Kappel, a unas cuantas millas al sur de Zúrich el 11 de octubre de 1531. Ante esta noticia, Lutero reaccionó con alegría. Este acontecimiento ayudo a que Bullinger sucediera a Zuinglio, siendo el más leve y moderado de todos los fundadores protestantes.
  
Muerte de Ulrico Zwinglio en la batalla de Kappel (grabado inglés del siglo XIX)
  
3. Lutero y Melanchthon condonan la esclavitud
Lutero, endurecido por la píldora amarga de la Revuelta Campesina y su mano en ella, sancionó la esclavitud, citando el Antiguo Testamento:
Ovejas, ganado, hombres siervos fueron todos posesiones para ser vendidas si ello les placía a sus amos. Era una cosa buena que esto fuera aún así. Porque de otra manera ningún hombre podría compeler ni domar al pueblo servil. (Durant, vol. 6, pág. 449; WA, vol. 15, pág. 276; Belfort Bax, La Revuelta de los Campesinos en Alemania, Londres: 1899, pág. 352)
 
Melanchthon, el secuaz de Lutero, le siguió en el mantenimiento de la servidumbre (Durant, vol. 6, pág. 457; Janssen, vol. 4, 362-363; Allen, pág. 33). Habiendo visto los temerarios y trágicos resultados de su propia enseñanza anárquica, ellos se volvieron mucho más despiadados que lo que ellos afirmaban estar “reformando”. ¡Cuán extraña y curiosa es la corrupción religiosa!
  
VI. MUERTE Y TORTURA PARA CATÓLICOS, PROTESTANTES DISIDENTES Y JUDÍOS

1. Lutero
  • Hay quien enseña contradicciones a algunos reconocidos artículos de fe, con evidencia fundamentados en la Escritura y que son creídos por buenos cristianos en todo el mundo, como se les enseña a los niños en el Credo. Herejes de esta calaña no deben ser tolerados, sino castigarlos como manifiestos blasfemadores. Si alguno desea predicar y enseñar, debe demostrar su vocación para hacerlo o permanecer en silencio. Si no permanece en silencio, entonces las autoridades civiles deberán conducir al sinvergüenza con su maestro, llamado Master Hans (esto es, el verdugo de la horca). (Janssen, X, 222; EA, Bd. 39, 250-258; Comentario sobre el Salmo 82, 1530; cf. Durant, 423, Grisar, VI, 26-27)
  • Los artículos de doctrina sediciosos deben ser castigados por la espada, sin necesidad de pruebas. En cuanto a los Anabaptistas, que niegan el bautismo en la infancia, el pecado original y la inspiración, lo que no tiene relación con la Palabra de Dios y con certeza se opone a ésta, las autoridades civiles también están obligadas a limitar y castigar sus falsas doctrinas. Tan solo piensen ¿qué desastre resultaría si los niños no fuesen bautizados? Además, los Anabaptistas se separaron de las iglesias y crearon un ministerio propio, lo cual es contrario al mandamiento de Dios. Por todo lo anterior, resulta claro que las autoridades civiles están obligadas a imponer un castigo corporal a estos agresores. También, cuando se trata de un sólo caso de defensa de algunos postulados espirituales, tales como el bautismo infantil, el pecado original y la separación innecesaria, entonces, llegamos a la conclusión de que, los obstinados sectarios deben de ser aniquilados. (Janssen, X, 222-223; panfleto de 1536)
   
Enrique Bullinger notó la contradicción de Lutero, quien apelaba a la tradición para castigar a los herejes, pensó que era en realidad ridículo y que debía situarse en la realidad de que la Iglesia había hecho esto por largo tiempo. Si el argumento de Lutero basado en que “así se ha interpretado siempre” fuese admitido, entonces, la propia doctrina de Lutero se cae por su propio peso, ya que su doctrina no es la misma que ha enseñado la Iglesia de Roma. (Grisar, VI, 259; Carta a Alberto, Marqués de Brandenburgo)
   
La consistencia lógica nunca fue uno de los puntos fuertes de Lutero. Grisar comenta:
Cada seguidor de su evangelio que discrepaba con su visión, estaba destinado a ser encasillado como un hereje impío. Lutero nunca dudó que había descubierto un nuevo evangelio. (Grisar, VI, 238)
  
Son bien conocidos los hechos de Lutero, referidos por fuentes no católicas acreditadas, acerca de sus prácticas persecutorias en contra de protestantes no-luteranos.
  
En 1530 perseveró en el criterio de que dos ofensas deberían ser castigadas, incluso con la muerte, éstas son la sedición y la blasfemia. Lutero interpretó como sedición incluso alguna abstención en el gobierno o la milicia, y el rechazo a algún artículo de los Apóstoles como blasfemia. En un memorando de 1531, escrito por Melanchthon y firmado por Lutero, un rechazo de la oficina gubernamental fue descrito como una blasfemia insufrible, y la desintegración de la Iglesia como sedición en contra del orden eclesiástico. En un memorando de 1536, otra vez por escrito y firmado por Melanchthon y Lutero, la distinción entre los Anabaptistas pacíficos de los rebeldes, fue borrada. (Bainton, 295)
   
Bajo los múltiples criterios de Lutero acerca de la herejía, la sedición y la blasfemia, los siguientes grupos hubieran merecido la pena de muerte: Bautistas, Pentecostales, muchos Evangélicos independientes, activistas pro-vida de Operación Rescate, activistas a favor de los derechos civiles, Abolicionistas, los Padres Fundadores de Estados Unidos, muchos Liberales y Conservadores, Comunistas y Socialistas, miembros de comunas, los Hermanos de Plymouth, Menonitas, Cuáqueros, Amish, humanistas y ateos, todas las religiones no cristianas, muchos teólogos liberales, todos los Sectarios, remisos y objetores de conciencia al servicio militar, y algunos simpatizantes de la educación en el hogar. Yo mismo hubiera suspendido el tornasolado examen de Lutero para la ortodoxia en al menos cinco de esos campos.
  
Es muy significativo observar cómo Lutero se traslado de la tolerancia a la tiranía religiosa, y cómo fue creciendo ésta en él.
   
En 1520 decretó que “cada hombre es un sacerdote”, y agregó: “debemos vencer a los herejes con libros, no con la hoguera” (Carta Abierta a la Nobleza cristiana, en Obras de Lutero. Filadelfia, 1943, I, 76, 142)
 
Pero un hombre que tiene la “certeza” de tener a la Palabra de Dios en su poder, no tolerará ninguna contradicción. En 1529 ya hacía algunas distinciones delicadas:
  • Incluso los incrédulos deben ser forzados a obedecer los Diez Mandamientos, asistir a la iglesia, que se ajusten en lo exterior. (Carta a Joseph Metsch, 26 de Agosto de 1529)
  • En 1530, en su comentario al Salmo 82, aconsejaba a los gobernantes privar de la vida a los herejes que predicaran la sedición o en contra de la propiedad privada y a aquellos que enseñaran en contra de los artículos de fe. (WA, XXXI, 1, 208 ss.)
 
Debemos notar, no obstante lo anterior, que hacia el final de la vida de Lutero, éste retorno a sus primeros sentimientos de tolerancia. En su último sermón aconsejó el abstenerse de combatir la herejía por la fuerza. (Will Durant, 420-423)
 
De nueva cuenta, como en el caso de la Revuelta de los Campesinos, fue muy tarde para corregir el camino, su fin llegó. Durant nos ofrece ejemplos de persecución de “reformadores” después de Lutero (Durant, 423-425):
  • Bucero urgió la desaparición de toda falsa profesión de fe, junto con sus esposas, hijos y ganado (Bax, Ibíd., 352).
  • Melanchthon insistió en usar la pena de muerte para los que rechazaran la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, a los que negaran el bautismo a los niños (Smith, 177), y la creencia de que algunos paganos se pueden salvar (Janssen, IV, 140-141). Demandó la desaparición de aquellos libros que se opusieran o estorbaran a la doctrina luterana (Janssen, XIV, 503).
  • Los estados protestantes suprimieron el culto Católico y se apoderaron de sus bienes (Janssen, VI, 46-63, 181, 190, 208-214, 348-349).
  • La censura a la prensa fue adoptada (Janssen, IV, 232 ss.), junto con la excomunión (por ejemplo en la Confesión de Augsburgo de 1530).
   
Kurt Reinhardt, autor de dos volúmenes sobre historia alemana, escribió:
La iglesia invisible que Lutero esperaba establecer en los corazones de todos los fieles, se había convertido en una institución muy humana y visible. Lutero se encontró a sí mismo obligando y forzando, en contra de sus principios de libertad individual y tolerancia. Los ideales de libertad espiritual, libre interpretación y sentimientos de introspección de Lutero, en realidad nunca proliferaron en la estructura de su iglesia. La mayoría de sus ideas que provocaron la separación con Roma, tuvieron que refugiarse en aquellas sectas que las tres iglesias reformadas (zuingliana, calvinista y luterana) perseguían con el fuego y la espada. (Alemania: 2000 Años, I, New York: Ungar, edición revisada de 1961, págs. 235 y 237)
  
Uno puede adivinar cómo vivían los judíos en esta atmósfera de intolerancia entre los cristianos (los verdaderos o los que así se hacían llamar), Lutero aconsejaba:
  1. Destruyan y destrocen sus casas.
  2. Quítenles sus libros de oración y Talmudes, sus Biblias también.
  3. Prohíbanles a sus rabinos, bajo pena de muerte, el volver a enseñar.
  4. Prohíbanles el paso por calles y carreteras.
  5. Prohíbanles que ejerzan la usura y quítenles todo su dinero y sus tesoros de oro y plata.
  6. Y si esto no fuera suficiente, destiérrenlos, como si fuesen perros rabiosos.
(Lutero, Sobre los Judíos y sus Mentiras, 1543; en EA, XXXII, págs. 217-233; y Durant, pág. 422. Durant cita como fuente a Janssen, III, págs. 211-212)
 
Lo triste del caso es que tiempo antes Lutero había hablado acerca de ser más tolerantes con los judíos. Ahora, en su vejez, atacado por la enfermedad, la frustración, la discordia y la duda (y muchas veces también con la duda de sí mismo), otra vez soltaba la lengua con consecuencias incalculables.
  
2. Melanchthon
Melanchthon aceptó la dirigencia de la Inquisición Secular que prohibió el Anabaptismo en Alemania, bajo pena de muerte. “¿Porqué debemos sentir más pena de aquellos hombres de la que Dios no ha sentido por ellos?”, preguntó, él estaba convencido que Dios había condenado al infierno a los Anabaptistas. (Durant, 423)
 
Una Inquisición ordinaria se creó en la Sajonia, con Melanchthon a la cabeza, bajo la cual, muchas personas fueron castigadas, algunas con la muerte, otras con prisión de por vida y varias con el exilio. (Smith, 177)
  
Incluso cuando los Anabaptistas no promovían de manera explícita la sedición ni la blasfemia, era, en su opinión, la obligación de las autoridades darles muerte. (Grisar, VI, 250; BR, II, 17 ss.; Febrero de 1530)
   
Hacia finales de 1530, Melanchthon elaboró un memorando en el cual se defendía un sistema de coerción con la espada (esto es, muerte para los Anabaptistas), Lutero lo firmó con las palabras “esto me complace” y agregó:
Aunque pueda parecer cruel el castigarlos con la muerte, es más cruel para ellos el no enseñar ninguna buena doctrina y perseguir a la doctrina verdadera. (Grisar, VI, 251)
 
El teólogo protestante August W. Hunzinger concluye:
“Era costumbre de Melanchthon, para no perder tiempo, utilizar el recurso del fuego y la espada. Esto fue una gran mancha en su vida. Muchos hombres cayeron, víctimas de sus designios” (Grisar, VI, 270; La Teología del Presente, 1909, III, 3, 49)
  
En 1530, Melanchthon recomendó pena de muerte a aquellos que rechazaren la Presencial Real de Cristo en la Eucaristía. Pero, ¡después cambió de parecer acerca de este punto de doctrina! (Durant, 424)
  
3. Zuinglio
Jóvenes estudiantes de la Biblia, que alguna vez habían sido instruidos por Zuinglio, proponían una reforma más radical, y se negaban a bautizar a sus hijos amparándose en sus primeras ideas. En enero de 1525, Zuinglio concluyó que ellos merecían la pena de muerte por “desgarrar el tejido de una sociedad cristiana sin fisuras”. (John L. Ruth, “Anabaptistas de América: Quiénes son ellos”. En Christianity Today, 22 de Octubre de 1990, pág. 26 / cf. Dickens, pág. 117; Lucas, pág. 511)
  
La inclemente Zúrich de Zuinglio persiguió a los Anabaptistas:
La persecución de los Anabaptistas comenzó en Zúrich. Los castigos ordenados por el Consejo de Zúrich consistían en ahogar, quemar o decapitar, de acuerdo a lo que pareciera más recomendable. “Es nuestra voluntad, declaró el Consejo, que en cualquier lugar que se encuentren, sea uno o varios, sean ahogados a morir y ninguno de ellos sea perdonado”. (Janssen, V, 153-157)
 
Ahogamiento de Felix Mantz, líder anabaptista, en el río Limago (Cantón de Zúrich)
   
4. Bucero
En sus diálogos de 1535, Bucero llamó a los gobiernos a
“exterminar por medio del fuego y la espada toda profesión de falsa religión, ya sean mujeres, niños o ganado”. (Janssen, V, 367-368, 290-291)
  
5. Knox
Sus convicciones recordaban las prácticas más obscuras de la Inquisición. Cada hereje debía ser condenado a muerte, las ciudades con predominio de los herejes debían ser golpeadas con la espada y destruirlas al final.  
“Para el hombre “carnal” esto pudiera parecer un juicio muy severo. Sin embargo, no haremos excepciones, y todos serán conducidos a la muerte cruel. En estos casos, la voluntad divina desiste del razonamiento para dar paso a la ejecución de sus mandamientos”. (Durant, 614; Edwin Muir, John Knox, Londres: 1920, 142)
  
6. Inglaterra
Isabel, en 1575, condenó a la hoguera a dos Anabaptistas holandeses. En 1535, Enrique VIII ejecutaba en un solo día a una veintena de ellos. (Hughes, 143)
  
Enrique VIII e Isabel I no sólo perseguían a los católicos, sino también a otros protestantes que no aceptaran su autoridad terrenal.
  
Seis monjes cartujos y uno de la orden Brigidina fueron colgados, el obispo de Rochester, San Juan Fisher, fue decapitado. En mayo y junio de 1535, otros fueron desollados en vida, ahogados y descuartizados, por negar que Enrique VIII fuera la Cabeza Suprema sobre la tierra de la Iglesia de Inglaterra. (Hughes, 181-182)
      
Hugh Latimer, un reformista inglés, empañó su elocuente carrera al aprobar la quema de los Anabaptistas y los obstinados Franciscanos bajo el reinado de Enrique VIII, enfatiza Durant. (Durant, 597)
  
Hugh Latimer, arzobispo de Worcester y capellán de Enrique VIII (hasta que cayó en desgracia por rechazar los Seis Artículos). Hizo quemar al franciscano Juan Forest con la leña hecha de la imagen del santo galés Derfel Gadarn.
  
Phillip Hughes escribió sobre Isabel I:
Se decretó una definición de herejía que nos hace la vida segura a todos los que creemos en la Trinidad y la Encarnación. Esta ley deja intacto el principio que dice que la herejía es castigable con la muerte. Cualquier “Servet inglés” pudo haber sido condenado a la hoguera bajo el reinado de Isabel I, y de hecho, en 1589, condenó a la hoguera a un Arriano.
  
Y mientras la Reforma en Inglaterra progresaba en edad, sus metodos ingeniosos para “llevar el conocimiento del Dios verdadero” al pueblo progresaron también. Algunos de los sujetos elegidos para inducir a la religión, “fueron quemados a fuego lento; algunos fueron puestos en armazones y torturados hasta la muerte; mientras que otros, como Ambrosio Cahill y Santiago O’Reilly OP, no sólo fueron asesinados con la mayor crueldad, sino que sus cuerpos inertes fueron desmenuzados, y arrojados al viento”. El destino del amable y santo Arzobispo Oliverio Plunkett también es bien sabido: “Acabado su discurso y con la venda puesta sobre sus ojos, Oliverio Plunkett nuevamente encomendó su feliz alma, con raptos de devoción en las manos de Jesús, su Salvador, que murió por él, hasta que el carromato corrió debajo de él. Entonces colgó entre el Cielo y la tierra, como un sacrificio abierto a Dios por la inocencia y la religión; y tan pronto murió, el verdugo desgarró su cuerpo abierto y removió su corazón y sus intestinos, y los arrojó a la hoguera encendida cerca de la horca para tal finalidad”.
  
No fue hasta 1679 cuando fue abolida la pena de muerte por herejía en Inglaterra, por un decreto del Parlamento bajo Carlos II. (Hughes, 274)
   
San Oliverio Plunkett, Arzobispo Católico de Armagh y Primado de toda Irlanda, fue condenado a muerte a causa de una calumnia levantada por el sacerdote anglicano Titus Oates, consistente en que los Católicos pretendían derrocar al rey Carlos II Estuardo y remplazarlo por su hermano Católico, el futuro Jacobo II.
   
John Stoddard lleva la cuenta de Enrique VIII, fundador del Anglicanismo:
Asesino de dos esposas, excomulgó a muchos miembros de la nobleza en su tiempo que tuvieron la conciencia y el coraje para oponérsele. Entre estos personajes estaba el venerable Obispo Juan Fisher y sir Tomás Moro, uno de los hombres más distinguidos de ese siglo.
  
Cuando Enrique VIII comenzó su persecución, había unos mil monjes dominicos en Irlanda, solo cuatro sobrevivieron cuando Isabel llegó al trono treinta años después.
  
Las ejecuciones comenzaron con rapidez, alrededor de 800 al año durante casi la última mitad del siglo XVI. Hallam, protestante, relata que las ejecuciones de sacerdotes jesuitas, en el reinado de Isabel, estaban caracterizadas por el salvajismo y el fanatismo, que no estoy seguro que la Inquisición haya sobrepasado. Los detalles de tales atrocidades no complacerían a los lectores Protestantes, acostumbrados a pensar que todas las persecuciones religiosas han sido llevadas a cabo por los católicos.
 
Como dice Newman:
Es más placentero para ellos decir que están en contra de la persecución y calificar como infernal a la Inquisición, que el considerar sus propios asuntos y obras en este sentido. (Stoddard, 131-132, 135; citando a Henry Hallam, Historia Constitucional de Inglaterra, I, 146)
  
San Juan Fisher y Santo Tomás Moro, mártires de la Fe Católica a manos de Enrique VIII
 
Stoddard nos relata más sobre la persecución en Inglaterra de los que se oponían a la Iglesia Anglicana. Los Presbiterianos, por ejemplo, “fueron calumniados, encarcelados, mutilados e incluso condenados a muerte. Unos cuantos Anabaptistas y Unitarios fueron quemados vivos”. (Stoddard, 205)
   
Obispos anglicanos fueron cómplices silenciosos y testigos de mucha tortura. (Stoddard, 205-206)
La causa próxima de esa gran revolución, que le costó a Jacobo II (rey de Inglaterra entre 1685 y 1688, y Católico) su corona, fue la publicación por el Rey de un edicto de tolerancia religiosa! [...] La primera y única vez en que la Iglesia de Inglaterra hizo la guerra contra la Corona, fue cuando la Corona declaró su intención de tolerar... ¡las religiones que le rivalizaban en su país! (Henry T. Buckle, Historia de la Civilización en Inglaterra, tomo I. NY, 1913, pág. 308)
   
En Irlanda, dos obispos fueron ejecutados por los ingleses en 1578, y otros tantos en 1585 y 1611. En 1652 hubo un intento por exterminar a todos los sacerdotes católicos en Irlanda.
  • En un acta firmada por los Comisionados del Parlamento de Inglaterra, decretaron que cada “sacerdote romano” debería ser colgado, decapitado, descuartizado, sacarle las entrañas y quemarlas, colocar su cabeza sobre un poste en un lugar público. Al final, fueron escasísimos los sacerdotes que quedaron en toda la isla. (Stoddard, 206)
  • Opositores en Irlanda también soportaron horribles sufrimientos. Hubo casos registrados en los que se les arrancaron a tirones sus dedos, a los que se les chamuscó el cuerpo por medio de hierros candentes, a los que se les rompían las piernas. Sus esposas también eran azotadas en público. (Stoddard, 207)
  
John O’Hagan (posteriormente Presidente de la Corte) en su Ensayo sobre la historia irlandesa cita uno de los edictos de ese tiempo:
Si alguno llega a saber en qué cueva, bosque o caverna se esconde un sacerdote, en cuevas, bosques o cavernas, o si en alguna oportunidad se encuentra un sacerdote en el camino y no lo toma inmediatamente en custodia y lo presenta ante el magistrado más cercano, tal persona será considerada traidor y enemigo de la República. Él deberá ser arrojado a la cárcel, arrastrado por las calles públicas y cortadas sus orejas. Pero si se le encuentra que mantiene correspondencia o amistad con un sacerdote, deberá ser condenado a muerte. (MacManus, pág. 433)
   
El profesor William Edward Hartpole Lecky, un historiador Protestante de sangre y ardiente simpatía británica, en el prefacio para su Historia de Inglaterra del siglo XVIII dice:
La matanza de los Católicos de Irlanda fue vista literalmente como una cacería de bestias salvajes. No sólo los hombres, sino incluso mujeres y niños que cayeron en manos de los ingleses, fueron deliberada y sistemáticamente masacrados. Bandas de soldados atravesaron gran parte del país, matando a todo el que encontraban. (MacManus, pág. 404)
   
El honesto doctor Samuel Smiles, Protestante escocés, resume la obra isabelina en Irlanda,
Hombres, mujeres y niños eran puestos indiscriminadamente a la muerte donde quiera los encontraban. La soldadesca estaba sedienta de sangre. Los sacerdotes fueron asesinados en el altar, y los niños en el seno de su madre. La belleza de las mujeres, la venerabilidad de la vejez, la inocencia de la juventud no fue protección contra esos sanguinarios demonios en forma humana. (MacManus, Ibíd.)
    
Durante el reino del terror Protestante de Oliver Cromwell, toda la población Católica (casi 3.000 hombres, mujeres, niños y bebés inocentes) de la ciudad irlandesa de Drogheda, fue pasada a espada (por órdenes de Cromwell): su crimen era ser Católicos Romanos. En sus despachos al vocero de la Cámara de los Comunes, Cromwell escribió:
  • Plugo a Dios bendecir nuestro proceder en Drogheda... el enemigo eran casi tres mil apostados en la ciudad. Creemos poder pasar a espada a todos. [...] Esta ha sido una gran merced maravillosa. [...] Deseo que todos los corazones honestos puedan dar la gloria de esto a Dios solo, al cual de hecho pertenece la alabanza por esta gracia.
  • En este mismo lugar (la iglesia San Pedro), mil de ellos, que habían huído allí por seguridad, fueron pasados a cuchillo. [...] Y ahora dejadme decir cómo esta obra fue forjada. Se estableció en algunos de nuestros corazones que una gran cosa debía hacerse, no por poder o fuerza, sino por el espíritu de Dios. Y eso es cierto, claramente. (MacManus, pág. 425)
  
Masacre de Drogheda, uno de los peores crímenes de guerra de Cromwell en la Irlanda ocupada
 
El 2 de Octubre de 1649, el Parlamento inglés designó un día nacional de acción de gracias para celebrar tan horrible carnicería -y por voto unánime puesta en los archivos del Parlamento-:
Que la Cámara aprueba la ejecución realizada en Drogheda como un acto tanto de justicia para ellos [los asesinados] y de misericordia a los otros que pudieran ser advertidos por esto. (MacManus, pág. 425)
  
7. Calvino
A. En general
  • En el prefacio de su obra Instituciones de la Religión Cristiana, admitió el derecho a gobernar mediante la condena a muerte de los herejes. Él pensaba que se debía odiar a los enemigos de Dios. Aquellos que defienden a los herejes deben ser castigados también. (Smith, 178)
  • Durante el gobierno de Calvino en Ginebra, entre 1542 y 1546, cincuenta y ocho personas fueron condenadas a muerte por herejía. (Durant, 473)
  • Aunque no recomendaba usar de manera directa la pena de muerte por blasfemia entre los judíos, sí defendió su uso en contra de éstos. (Harkness, 102)
  • En defensa a apedrear a los falsos profetas, dijo:
    Un padre no debe perdonar a su hijo ni el esposo a su esposa. Si alguien estima tanto a un amigo como a su propia vida, permítanle acabar con su vida. (Harkness, 107; Calvino, Opera [Obras], vol. 27, 251; Sermòn sobre Deuteronomio 13, 6-11)
  • Habló acerca de la ejecución de católicos, pero al modo de Lutero, en realidad no deseaba poner en práctica su retórica:
    Las personas que persisten en las supersticiones del Anticristo Romano, merecen ser reprimidas por la espada. (Harkness, 96; carta a Eduardo Seymour, I Duque de Somerset, 22 de Octubre de 1548)
 
B. Jacques Gruet
En enero de 1547, en la Ginebra calvinista, Jacques Gruet, una especie de librepensador, fue acusado de haber publicado una nota en la que se implicaba que Calvino debía salir de la ciudad: fue arrestado con rapidez y se buscó de casa en casa a sus cómplices. Esta acción fue inútil para revelar nada, excepto que Gruet había escrito en uno de los panfletos de Calvino: “son tonterías”. Los enjuiciadores lo torturaron en el potro dos veces al día, mañana y noche, por todo un mes, fue sentenciado a muerte por blasfemia y decapitado el 26 de julio de 1547. ¡La libertad evangélica había llegado al punto de que sus campeones habían tomado la vida de un hombre por el simple motivo de una sátira! (Huizinga, 176; cf. Daniel-Rops, 82-83)
   
Durant nos da más detalles:
Medio muerto, fueron atados sus pies a una estaca mientras le tiraban de la cabeza hasta desprenderla. (Durant, 479)
 
C. Los hermanos Comparet
En mayo de 1555, ocurrió un disturbio de borrachos, provocado por un grupo que objetaba el exceso de refugiados extranjeros en Ginebra. Estos opositores a Calvino lo calificaron como “libertino”.
 
Los hermanos François y Claude Comparet, dos humildes cocineros, fueron ejecutados y las partes de sus cuerpos desmembrados, regadas en las salidas de la ciudad. (Daniel-Rops, 192)
 
Los hermanos Comparet fueron torturados con la aprobación de Calvino. En el potro de tormento dijeron que el disturbio fue premeditado, más tarde, antes de su ejecución, lo negaron. Varios fueron decapitados, incluyendo a François Berthelier. Otros más fueron desterrados junto con sus esposas. (Harkness, 48)
 
Los otros miembros del grupo se fugaron, sin embargo fueron sentenciados a muerte en su ausencia. (Daniel-Rops, 192)
 
D. Miguel Servet
La ejecución más infame en Ginebra fue la de Miguel Servet, un médico español que negaba la Trinidad, y una especie de gnóstico panteísta. Había conocido a Calvino y éste último declaró, el 13 de febrero de 1547, en una carta a Farel:
Si él viene (a Ginebra), prevalecerá mi autoridad y no permitiré que vuelva a casa con vida. (Daniel-Rops, 186)
 
Miguel Servet negaba el bautismo infantil y consideraba la Trinidad como un “perro Cerbero de tres cabezas”, y por salvarse de la Inquisición Católica (que lo quemó en efigie acusado de herejía y astrología), fue quemado vivo por órdenes de un Calvino que no aceptaba disensos a su autoridad.
     
Con el conocimiento de Calvino y probablemente su instigación, el ginebrino Guillaume Trie denunció a Servet ante la Inquisición (Católica) de Vienne mostrando las cartas enviadas por el hereje a Calvino. (Huizinga, 177)
   
Daniel-Rops dice respecto a este episodio que “los historiadores protestantes lo refieren con vergüenza”. (Daniel-Rops, 187)
   
El hecho no puede ser disimulado: Calvino mandó a Servet a la Inquisición y luego trató, por medio de una mentira o un subterfugio, cubrir su participación en el asunto. (Harkness, 42)
   
El arribo de Servet a Ginebra, el 13 de agosto de 1553, fue detectado casi en el momento. Por medio de instigaciones fue arrestado y puesto en prisión. Calvino esperaba su ejecución. (Harkness, 42)
  
El 20 de agosto Calvino escribió a Farel:
Espero que Servet sea condenado a muerte, aunque me gustaría que se librara de la peor parte del castigo, quiero decir, del fuego. (Daniel-Rops, 190)
Este es, en lo referente a este caso, el ejemplo máximo de la clemencia de Calvino.
   
El 26 de octubre, el Consejo ordenó que se quemase a Servet al día siguiente. Su deseo de muerte para Servet es claro. (Harkness, 44)
   
Las observaciones de Calvino respecto a esta horrible muerte, mediante una lectura repugnante:
Él mostró la estupidez de una bestia. Bramó al modo español: “¡Misericordia, misericordia! ¡Jesús, salva mi alma! ¡Ten piedad de mí!” (Daniel-Rops, 190-191)
  
Henry Hallam, historiador protestante, nos ofrece su opinión:
Servet, de hecho, fue quemado no sólo por sus herejías, sino por las ofensas que había propinado a Calvino muchos años antes, que parecieron haber exasperado el tremendo temperamento del reformador, para hacerle pagar por los dichos por los que al final lo ejecutó. Así, en el segundo periodo de la Reforma, aquellos síntomas repugnantes que habían aparecido en un periodo más temprano como la desunión, la violencia, la obcecación y la intolerancia se arraigaron y crecieron hasta hacerlos incurables. (Hallam, I, 280)
  
En la muerte de Servet, Calvino tiene gran responsabilidad, escribe Wendel, marcó al reformador con un estigma sangriento y nada podrá borrarlo. (Daniel-Rops, 191)
    
Esta deshonra, sin embargo, es compartida por muchos otros “reformadores”, que elogiaron su atroz venganza:
Melanchthon, en una carta a Calvino y Bullinger, dio gracias al Hijo de Dios y llamó a tal ajusticiamiento, un santo ejemplo, memorable para la posteridad. Bucero declaró en su púlpito en Estrasburgo, que Servet merecía haber sido desollado y desmembrado. Bullinger, en general humanitario, coincidió en que los magistrados civiles deben castigar la blasfemia con la muerte. (Durant, 484)
   
En 1554 Calvino escribió su tratado Contra de los Errores de Servet, en el cual trató de justificar su cruel acción:
Mucha gente me ha acusado de que con feroz crueldad quisiera matar de nuevo a aquel hombre que aniquilé. No sólo soy indiferente a sus comentarios, sino que me regocijo en el hecho de que me han escupido a la cara. (Daniel-Rops, 191)
  
Esta fue la actitud de Calvino ante el castigo de los herejes. De que modo, digo yo, ¿es él superior en su moral que todos aquellos que cometieron atrocidades por medio de la Inquisición?
   
8. Tortura protestante
El teólogo protestante Johann Matthäus Meyfart, fue testigo de las torturas que más tarde describió:
“El ingenioso español y el astuto italiano se horrorizan ante estas bestialidades y brutalidades. En Roma no se acostumbra someter ni a un asesino, una persona incestuosa o a un adúltero a tortura por espacio de más de una hora, pero en Alemania, se mantiene la tortura por un día completo, día y noche, por dos días, incluso cuatro días, después de lo cual, todo vuelve a comenzar. Hay historias tan horribles y repugnantes que ningún hombre puede escucharlas sin estremecerse”. (Janssen, XVI, 516-518, 521)
   
Meyfart nos ofrece otro ejemplo típico de cómo se trataba a los Anabaptistas:
En Augsburgo, en la primera mitad del año 1528, de manera casi ciento setenta Anabaptistas de ambos sexos, o bien fueron encarcelados o fueron desterrados por orden del nuevo Consejo Popular. A algunos se les cortó la lengua. (Janssen, V, 160)
  
9. Conclusión
La persecución, incluyendo la pena de muerte por herejía, no es una exclusiva falta del catolicismo. Con claridad es una falta protestante también y un punto ciego de la Edad Media, de modo similar al aborto en nuestros “civilizados” días. Además, es una mentira afirmar que el protestantismo, en su presentación inicial, abogó por la tolerancia. La evidencia presentada hasta el momento refuta este concepto más allá de cualquier duda razonable.
  
VIII. LA CACERÍA PROTESTANTE DE BRUJAS
 
Los Juicios de Salem (Nueva Inglaterra) representan el mayor ejemplo de la superstición y paranoia que rodeaba a los puritanos del siglo XVII.
 
1. Visión general
A. Preserved Smith
Las cacerías de brujas tuvieron lugar entre los siglos XVI y hasta el XVIII. Smith, el historiador secularista, siente que:
Una causa patente de la manía era el celo y la bibliolatría del Protestantismo. Lutero, viendo un niño con retraso mental, lo que consideraba un niño intercambiado, [...] recomendó a las autoridades ahogarlo, como un cuerpo sin alma. Repetidamente, en pláticas privadas y en sermones públicos, recomendaba que las brujas debían ser llevadas a la muerte sin misericordia y sin atender las minucias legales... Cuatro brujas fueron quemadas en Wittenberg el 29 de Junio de 1540. Los otros Protestantes se apresuraron en seguir el mal ejemplo de su maestro. En Ginebra, bajo Calvino, 34 mujeres fueron quemadas o descuartizadas por ese crimen en el año 1545. Un sermón del Obispo John Jewel (anglicano) en 1562 fue quizás la ocasión de una nueva ley inglesa contra la brujería... Luego la manía alcanzó su máximo en los años finales del siglo, cualquier cosa, aunque trivial, levantaría suspicacia... La Inquisición Española, por su parte... trató la brujería como una delusión diabólica. (Págs. 186-187)
   
B. John Stoddard
Los protestantes en la ciudad de Salem colgaron a varias personas acusadas de ser brujos, y en la ciudad vecina de Charlestown ¡un pobre clérigo anciano fue, por la misma razón, emparedado hasta la muerte entre dos losas de piedra! Este acto cruel fue incluso públicamente condenado por los ministros Protestantes de Boston y Charlestown. John Wesley [...] fue uno de los más amargos perseguidores de la  “brujería”, y declaró: “Dejar la brujería es en efecto dejar la Biblia”. En Inglaterra bajo Jacobo I, una ley fue aprobada sujetando a las brujas a la pena de muerte por la primera condena, aun cunado no hubieran hecho algíún daño. ¡Doce obispos Anglicanos votaron por esta ley! La última bruja fue colgada en Escocia en 1727, mas en 1773 el Presbiterio Asociado (una secesión de la Iglesia Presbiteriana Escocesa) reafirmó su creencia en la brujería. (Stoddard, pág. 208)
   
2. Lutero
Yo no tendría compasión sobre esas brujas; yo las quemara todas. (Stoddard, pág. 99)
  
3. Inglaterra
  • Las leyes de Enrique VIII (1541) castigaban con la muerte varias prácticas adscritas a las brujas, pero la Inquisición Española consideraba las historias de brujería como engaños de mentes débiles, y advirtió a sus agentes (en 1538) que ignoraran la demanda popular para la quema de brujas. (Durant, págs. 851-852)
  • En Inglaterra, bajo Isabel I, antes de que la locura tuviese más que bien comenzada su carrera, se sabe que hubo 47 ejecuciones por ese crimen. (Smith, pág. 188)
  • El brillante historiador Paul Johnson declara que: “Sobre todo, el Puritanismo fue la dinámica detrás del incremento de la cacería de brujas”. (Una Historia del Pueblo Inglés, NY: Harper & Row, Ed. revisada en 1985, pág. 162)
   
4. Escocia
Philip Hughes nos informa que
En Escocia, entre 1560-1600 (entonces Calvinista), aproximadamente 8.000 mujeres fueron quemadas como brujas -la población total era de 600.000. (Hughes, pág. 273)
   
Esto es actualmente, increíble, ¡1.3% de la población! Proyectando este porcentaje en los Estados Unidos, que tenía una población de 231 millones de personas en 1980, ¡3,07 millones de brujas hubieran sido quemadas entre 1940 y 1980, o casi la población entera de Chicago!
 
5. Bullinger
Que estos hombres consideren lo que hacen, quienes . . . dicen que las brujas que tratan  solamente sueños y alucinaciones no deberían ser quemadas o llevadas a la muerte (Janssen, XVI, pág. 364)
 
6. La Ginebra de Calvino
Como los últimos gobiernos puritanos, el de Ginebra desplegó una inusitada ferocidad contra las brujas, del cual hubo un promedio de dos o tres quemadas cada año (Dickens, Pág. 164)
 
7. Conclusión (Karl Keating)
En Gran Bretaña, 30.000 fueron a la hoguera por brujería; en la Alemania protestante la cifra fue de 100.000 [...] Si la Inquisición establese la falsedad del Catolicismo, los juicios de brujas establecen la falsedad del Protestantismo. (Págs. 292 y 298)
   
VIII. LA CENSURA PROTESTANTE
   
1. Visión general
Los primeros protestantes no fueron los campeones de la libertad de expresión ni de la libertad de prensa, como se nos quiere hacer creer. La prohibición de la Misa y el forzar a asistir al culto protestante por medio de las leyes civiles, son ejemplos de esta intolerancia respecto de la libertad de pensamiento y de acción.
  • Desde el principio, la vida religiosa protestante estuvo influenciada por la desesperanzante contradicción de que Lutero, por un lado, impuso como un deber sagrado en cada individuo, en todos los asuntos de fe, dejar a un lado la autoridad sobre todo la de la Iglesia y seguir su propio discernimiento; mientras que por el otro lado, los teólogos reformistas otorgaron más peso al poder de los príncipes, sobre la religión, sus tierras y los individuos. Lutero nunca trató de resolver esta contradicción. En la práctica, Lutero estaba complacido de que el príncipe tuviera el control supremo sobre la religión, la doctrina y la Iglesia, y con otorgarle el derecho y la obligación de sofocar cualquier credo que difiriera con el suyo. (Janssen, XIV, 230-231; citando a Döllinger: Iglesia e Iglesias, 1861, 52 ss.)
  • El cuerpo doctrinal de Melanchthon había sido satisfactorio por mucho tiempo en la Sajonia, pero a raíz de las controversias cripto calvinistas, el Elector Augusto prohibió los trabajos de impresión. El control de la prensa, que Melanchthon había utilizado en contra de otros, ahora se le revertía. (Janssen, XIV, 506)
  • En las ciudades protestantes, numerosos predicadores con gran celo y con la ayuda de las autoridades municipales se movilizaron para suprimir los escritos de las corrientes opositoras. Cuando Lutero comenzó a escribir sus libros se decía, recordando a Frederick Staphyllus (1560), que “sería contrario a la libertad cristiana si los cristianos y la gente común no tuvieran la posibilidad de leer toda clase de libros”. Ahora, sin embargo, los luteranos mismos estaban prohibiendo que se adquirieran y leyeran los libros de sus oponentes, miembros apostatas y de las sectas. (Janssen, XIV, 506-507)
  • Los príncipes protestantes amaban y promovían la censura, porque con ésta se acallaba la bien merecida denuncia en contra del robo de los bienes de la Iglesia o de otros hechos de interés propio e incluso actos criminales. (Janssen, XIV, 507)
  • La violación a las órdenes de censura, eran castigadas con severidad en todas partes. (Janssen, XIV, 234)
  
2. Lutero prohibió las Biblias ¡Católicas!
Janssen escribió un caso de censura hipócrita de Lutero (1529):
Lutero puso en movimiento su pluma con motivo de la traducción de la Biblia católica. “La libertad del mundo”, que proclamaba para sí mismo, no la compartía con su oponente Jerónimo Emser. Cuando se enteró que la traducción de Emser estaba por ser impresa en Rostock, no sólo apeló a su seguidor, el duque Enrique de Mecklemburgo, con la solicitud de que “por la gloria del evangelio de Cristo y las salvación de todas las almas” detuviera esa impresión, sino que también logró que los consejeros del Elector de Sajonia respaldaran esta acción. Lutero negó el poder de las autoridades Católicas para prohibir sus libros, pero, por otra parte, invocaba a las autoridades civiles para impedir los escritos que le disgustaban. (Janssen, XIV, 503-504)
  
3. Lutero y Melanchthon prohibieron los libros provenientes de Suiza y los de los Anabaptistas.
Cuando la controversia sobre “La Última Cena del Señor” comenzó en Wittenberg, se tomaron las máximas precauciones para prohibir los escritos de los reformadores suizos y de los predicadores alemanes que compartían su punto de vista con los suizos. Con la instigación de Lutero y Melanchthon, el Elector Juan de Sajonia publicó un edicto con el siguiente efecto:
No será permitida la venta y lectura de libros y panfletos (de los Anabaptistas, Sacramentalistas, etc.). Y aquellos que sean conscientes de la violación de estas órdenes y no las denuncien, serán castigados con la muerte y la pérdida de sus propiedades. (Janssen, XIV, 232-233; BR, IV, 549)
   
Melanchthon exigió de la manera más severa y exhaustiva, la prohibición de libros que se opusieran a las enseñanzas luteranas. Los escritos de Zuinglio y sus seguidores fueron puestos de manera formal en el índice de Wittenberg (lista negra). (Janssen, XIV, 504; cf. Durant, 424)
   
4, Universidades Protestantes
Por otro lado, el antagonismo también creció entre las Universidades Protestantes. Una reprochaba a otra ser promotora y fuente de falsa doctrina. Wittenberg, en estos últimos tiempos considerada como “la cuna de la nueva revelación y de la recién espabilada Iglesia de Cristo”, en 1567 fue llamada “apestoso pozo del diablo”. (Janssen, XIV, 231-232)
 
Vista de la ciudad de Wittenberg (cuna del luteranismo) y el río Elba hacia 1536.

5. Otras ciudades protestantes
  • En Estrasburgo, los escritos católicos fueron prohibidos ya en 1524. El Consejo de Frankfurt ejercía estricta censura. En 1532, en Rostock, el impresor de los Hermanos de la Vida en Común (movimiento fundado por Tomás de Kempis) fue enviado a prisión, ya que él acostumbraba publicar las desventajas del Protestantismo. (Janssen, XIV, 502)
  • Los príncipes, al modo de la vieja moda bizantina, se consideraban a sí mismos teólogos, de esta manera ejercían la censura de forma directa. (Janssen, XIV, 233)
  
Los casos, por supuesto, son múltiples, se han escogido los más ilustrativos en cuanto a la hostilidad protestante hacia la libertad de prensa.
  
IX. EPÍLOGO
  
1. Henry Hallam (P)
La persecución es el pecado mortal de las Iglesias Reformadas, el cual enfría el celo de todo hombre honesto por su causa en la misma proporción en que su estudio es más extenso. (O’Hare, pág. 297; Hallam, Historia constitucional de Inglaterra, tomo I, pág. 63)
 
2. Thomas Babington Macaulay (P)
La intolerancia Protestante, despotismo en una secta naciente, infalibilidad reclamada por guías que reconocían haber pasado la mayor parte de sus vidas en el error [...] estas cosas no podían ser transmitidas [...] No se requiere gran sagacidad para percibir la inconsistencia y deshonestidad de hombres quienes, discrepando de casi toda la Cristiandad, no sufrirían el disenso de ellos mismos, quienes demandaron libertad de conciencia, aunque rehusaban concederla [...] que argüían la razón contra la autoridad de un oponente, y la autoridad contra la razón del otro. (O’Hare, págs. 297-298; Ensayos)
  
DAVE ARMSTRONG
 
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