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martes, 28 de noviembre de 2017

BERGOGLIO: “PENSARÉIS QUE SOY HEREJE POR DECIR QUE JUDAS ISCARIOTE SE PUDO SALVAR” (Y no es broma: es un hereje porque niega la condenación eterna de los malvados en el Infierno)

Noticia publicada en NOVUS ORDO WIRE. Traducción de CATÓLICOS ALERTA.
 
FRANCISCO: “ALGUIEN PODRÍA PENSAR: ‘ESTE PAPA ES UN HEREJE’…” ¡POR DECIR QUE JUDAS ISCARIOTE PODRÍA HABERSE SALVADO!
 
“CAVE, BERGÓGLIUM LÓQUITUR EST!” (¡CUIDADO, BERGOGLIO ESTÁ HABLANDO!)
   
Todos sabemos que el “Papa” Francisco dice las cosas más desagradables cuando da un discurso guionado, pero no tiene precio cuando habla espontaneamente, sin preparación, porque es entonces cuando su mente anticatólica se revela con mayor sinceridad.
  
La estación de televisión Novus Ordo italiana TV2000 estuvo transmitiendo un programa llamado Padre Nostro (“Padre Nuestro”), con profundas conversaciones sobre la Oración Dominical con nadie menos que “Su Santidad”, el señor Jorge Bergoglio. Estas han sido publicadas ahora como un libro, Quando Pregate Dite Padre Nostro (“Cuando recéis, decid Padre nuestro”), y el Corriere della Sera acaba de publicar un aparte de él. Un blogger de Aleteia ha proporcionado una traducción, y contiene granadas:
El Papa compartió su contemplación sobre el verdadero sentimiento de la vergüenza. Lo hizo poniendo su atención en los destinos de tres personajes bíblicos de la Pasión de Cristo: Pedro, el apóstol que niega tres veces a Jesús y llora su vergüenza “amargamente”; el buen ladrón que se “avergüenza de estar crucificado al lado de un inocente” y el apóstol que entregó a Jesús.
  
La tercera vergüenza, “la que me conmueve más, es la vergüenza de Judas”, aseguró al referirse al discípulo que vendió a su maestro a los poderosos de la época por treinta monedas de plata y considerado el más controvertido de los doce.
 
“Judas es un personaje difícil de entender, ha habido tantas interpretaciones de su personalidad. Al final, sin embargo, cuando veo lo que ha hecho. Él se dirige a los ‘justos’, a los sacerdotes: ‘He pecado: he entregado a la muerte a un inocente’. Ellos le contestaron: ‘¿Qué nos importa eso a nosotros? Es asunto tuyo’ (Mateo 27, 3-10). Entonces él se va con la culpa que lo asfixia”.
 
El Pontífice sumerge al lector en un destino distinto para Judas: “Quizás si él hubiera encontrado a la Virgen, las cosas hubieran sido otras, pero el pobre se va, no encuentra manera de salir y fue a ahorcarse”.
 
“Pero, hay una cosa que me hace pensar que la historia de Judas no termina ahí… Tal vez alguien piense, ‘este Papa es un hereje …’ ¡Pero no! Vayan a ver un capitel medieval en la basílica de Santa Maria Magdalena en Vézelay, Borgoña”, expresó.
  
El Sucesor de Pedro recuerda que los hombres de la Edad Media enseñaban el Evangelio a través de esculturas y pinturas. “En ese capitel, por un lado está ahorcado Judas, pero por el otro está el Buen Pastor que lo carga sobre sus hombros y se lo lleva consigo”.
  
Reveló que tiene esa fotografía del capitel, concebido en dos partes, detrás de su escritorio porque le ayuda a “meditar”. “En los labios del Buen Pastor hay una sonrisa que no digo sea irónica, sino un poco de complicidad”, describió.
  
“Hay tantas maneras de avergonzarse; la desesperación es una, pero debemos tratar de ayudar a las personas desesperadas a encontrar el verdadero camino de la vergüenza, y que no recorran la vía que acabó con Judas”.
  
“Estos tres personajes de la pasión de Jesús me ayudan mucho. La vergüenza es una gracia”, dijo el Papa. (Ary Waldir Ramos Díaz, El Papa: ¿Qué hubiera pasado si Judas se hubiera encontrado a Nuestra Señora en su camino al suicidio?, Aleteia, 24 de Noviembre de 2017)
 
No debería sorprender que el único personaje pecador en la Pasión de Cristo por el cual Francisco tiene más compasión —perdón, le “conmueve” más— es el del Traidor.
 
La secta Novus Ordo tiene una historia de amor con Judas Iscariote, y esto no es por accidente. El caso de Judas molesta en su desfile de la salvación universal (“todos serán salvados”), porque Judas es el único individuo específico que el Nuevo Testamento revela que está entre los condenados. En cierto sentido, entonces, Judas encarna lo que la Secta Novus Ordo quiere borrar totalmente de tu conciencia: la realidad del castigo eterno de los malvados en el Infierno.
  
Al mismo diablo lo han relegado con éxito al estado de un mito tonto, un personaje de dibujos animados con una horquilla que nadie debe temer. El Superior General de los jesuitas, el “Padre” Arturo Sosa, recientemente declaró explícitamente que Satanás es solo un símbolo del mal, algo por lo que Francisco, por lo demás tan hablador, por supuesto, no lo criticó en lo más mínimo.
  
Esta no es la primera vez que Francisco se expresa a favor de la idea de que Judas Iscariote, después de todo, pudo haberse salvado. Por ejemplo, en una entrevista publicada en el Die Zeit alemán en marzo de este año, Francisco insinuó que Judas podría no estar en el infierno, ya que, aunque no pidió perdón, sin embargo “se arrepintió”. Desafortunadamente, el apóstata argentino olvidó mencionar que el arrepentimiento de Judas no fue de tipo sobrenatural (contrición) y, por lo tanto, no fue capaz de procurarle el perdón. El Iscariote estaba avergonzado y apesadumbrado por lo que había hecho, es cierto, pero murió desesperado, quitándose la vida: “ahorcadose, cayó de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron” (Actos 1, 18; cf. Mateo 27, 5).
 
En defensa de su tesis, Francisco se refiere a una imagen esculpida en la columna de una basílica medieval francesa que muestra a Judas colgado por un lado y al Buen Pastor que supuestamente lo llevaba, por el otro. Él ya había hecho referencia a esto antes, en un discurso en San Juan de Letrán el 16 de junio de 2016, donde también habló sobre Judas en el contexto de no juzgar. (Aquí se puede ver un video sobre esto en italiano). La descripción que Francisco tiene en mente es esta (clic en la imagen para agrandar):
   
  
Es evidente que la figura de la izquierda es Judas Iscariote. ¿Pero qué vemos a la derecha? Si insistimos en una conexión con Judas, entonces todo lo que podemos decir es que alguien está llevando el cuerpo de Judas. El hombre que lo hace no tiene ninguna similitud con ninguna otra representación de Cristo, y no lleva el cayado de pastor. Simplemente es la afirmación de Francisco de que es el Buen Pastor.
  
Otra rareza es la afirmación de Francisco de que el “Buen Pastor” sonríe. ¿Realmente? No se ve que sea así. Y lo peor, es que Bergoglio dice que esta sonrisa es “un poco cómplice”. ¿Cómplice de qué? Solo hay una posibilidad: ¡cómplice del crimen de Judas de traicionarlo! ¡Esta es otra blasfemia contra nuestro Divino Redentor! Para Francisco, sin embargo, esto no es más que algo habitual.
   
¿Pero realmente sabemos que Judas está en el infierno? ¿Podemos estar seguros?
   
Nosotros sí podemos. A este respecto, repasemos la evidencia, parte de ella de los labios sagrados de nuestro Señor:
  • Porque el Hijo del Hombre se va, tal y como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mas le valiera no haber nacido. (Marcos 14, 21).
  • Mientras estaba con ellos, los guardé en tu nombre. Los que me diste, yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que se cumpla la escritura. (Juan 17, 12)
  • Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál escoges de estos dos, para que tome el oficio de este ministerio y apostolado, del cual cayó Judas por transgresión, para irse á su lugar. (Actos 1, 24-25)
  
Así vemos que divinamente se revela que Judas Iscariote está en el infierno, y que su duda o negación constituye una herejía. Entonces, Francisco tiene razón al temer que algunas personas puedan creer que es un hereje por dudar de que Judas esté condenado. Él es un tipo bastante astuto, ¿no?
   
El Magisterio Católico, por supuesto, también ha hablado sobre el destino del Traidor:
  • Algunos se sienten atraídos por el sacerdocio por la ambición y el amor a los honores; mientras que hay otros que desean ser ordenados simplemente para que puedan abundar en riquezas, como lo prueba el hecho de que a menos que se les confiriera algún beneficio rico, no soñarían con recibir las Ordenes Sagradas. Es a estos que nuestro Salvador describe como mercenarios, a quienes, en palabras de Ezequiel, se alimentan a sí mismos y no a las ovejas, y cuya bajeza y deshonestidad no solo ha traído gran deshonra al estado eclesiástico, tanto es así que casi nada es ahora más vil y despreciable a los ojos de los fieles, pero también terminan en esto, que no obtienen ningún otro fruto de su sacerdocio que el derivado a Judas del Apostolado, que solo le trajo la destrucción eterna. (Catecismo del Concilio de Trento, “Los Sacramentos: Órdenes Sagradas”; subrayado añadido).
  • Judas, un apóstol de Cristo, “uno de los doce”, como tristemente observan los evangelistas, fue llevado al abismo de la iniquidad precisamente por el espíritu de codicia de las cosas terrenales. (Papa Pío XI, Encíclica Ad Cathólici Sacerdótii, n. 49).
 
Sea lo que sea lo que esa columna en la Basílica de Santa María Magdalena en Vézelay pueda estar representando, ciertamente no está sobre la Revelación Divina o el Magisterio Católico. ¡Pero es increíble ver lo rápido que Francisco puede descubrir la Edad Media!
 
Francisco se ha revelado una vez más como hereje y blasfemo, ¡verdadero miembro de la Sociedad de Judas!
  
COMENTARIO DE JORGE RONDÓN SANTOS
Si acogemos las revelaciones recibidas por las bienaventuradas María de Jesús Ágreda y Ana Catalina Emmerick, que informan que la Virgen exhortó a Judas Iscariote para que reconociera la necesidad del Sacrificio de la Cruz para que Cristo entrase en su gloria (el Iscariote llevaba urdiendo la traición desde el año 31, cuando Jesús anunció su Pasión por primera vez. Es de saber que Judas veía el Reino como un sistema político mundano -y podríamos afirmar que él quería ser el ministro de hacienda allí-). Pero Judas, que tenía en su corazón a satanás el maldito, odiaba a la Virgen y NUNCA la escuchó, de ahí que él hizo lo que hizo y acabó en el Infierno convertido en un demonio humano (no solamente hay demonios de naturaleza angélica), como se desprende del libro Advertencias del más allá (compilación de confesiones de demonios durante los exorcismos realizados por el P. Arnold Renz).
   
Así, el problema no es tanto la conjetura de si Judas se pudo haber salvado si hubiera escuchado a la Virgen, sino el que Bergoglio, además de tener una una obsesión fatal con el Iscariote que más parece de los gnósticos llamados cainitas (que creían salvados a todos los réprobos del Antiguo Testamento y justificaban la traición de Judas diciendo que Jesús quería destruir el conocimiento esotérico), considera la desesperación como parte del arrepentimiento (lo cual es flagrante herejía) cuando en realidad lo es del remordimiento por las consecuencias del pecado. Y en este sentido, la Escritura es clara, pues en el original griego se muestra que Judas Iscariote tenía remordimiento (μεταμέλλομαι) porque su traición conllevó a que los sanedritas condenaran a muerte a Jesús, en lugar del arrepentimiento previo a la conversión (μετανοἐω) que experimentaron San Pedro cuando lloró el haber negado al Señor, y San Dimas (el buen ladrón) al reconocer su propio pecado y pedirle a Jesús que lo acogiera misericordioso en su Reino.
   
Y si ello no bastase, sabed que el suicidio es el mayor acto de desesperación y de desconfianza de la misericordia divina (que es uno de los seis pecados que no tienen absolución, ya que se dirige contra el Espíritu Santo), y quienes lo cometen se arrogan el derecho incomunicable que Dios tiene de disponer de la vida y la muerte; y en castigo sus almas van a parar al Infierno por toda la eternidad. Lugar a donde irán a parar también Bergoglio, su camarilla y cuantos se obstinan en seguir impugnando la Verdad revelada por Dios Uno y Trino a través de la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio Infalible de la Iglesia Católica.

lunes, 27 de noviembre de 2017

ORACIONES PARA ANTES Y DESPUÉS DE VIAJAR, ESPECIALMENTE EN PEREGRINACIÓN

  
Tomadas del Ritual Romano tradicional. Salvo el Cántico de Zacarías y el salmo, que fueron tomados de la Biblia de Mons. Félix Torres Amat, la traducción es nuestra.

LATÍN
ANTE PEREGRINATIO
℣. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
℟. Qui fecit cœlum et terram.
Antíphona: In viam pacis et prosperitátis dírigat nos omnípotens et miséricors Dóminus, et Ángelus Ráphaël comitétur nobíscum in via, ut cum pace, salúte et gáudio revertámur ad própria.
 
Cánticum Zacharíæ (Luc. 1, 68–79)
 Benedíctus Dóminus, Deus Israël, * quia visitávit, et fecit redemptiónem plebis suæ:
Et eréxit cornu salútis nobis: * in domo David, púeri sui.
Sicut locútus est per os sanctórum, * qui a sǽculo sunt, prophetárum ejus:
Salútem ex inimícis nostris, * et de manu ómnium, qui odérunt nos:
Ad faciéndam misericórdiam cum pátribus nostris: * et memorári testaménti sui sancti:
Jusjurándum, quod jurávit ad Ábraham, patrem nostrum, * datúrum se nobis:
Ut sine timóre, de manu inimicórum nostrórum liberáti, * serviámus illi.
In sanctitáte, et justítia coram ipso, * ómnibus diébus nostris.
Et tu, puer, Prophéta Altíssimi vocáberis: * præíbis enim ante fáciem Dómini paráre vias ejus:
Ad dandam sciéntiam salútis plebi ejus: * in remissiónem peccatórum eórum:
Per víscera misericórdiæ Dei nostri: * in quibus visitávit nos, óriens ex alto:
Illumináre his, qui in ténebris, et in umbra mortis sedent: * ad dirigéndos pedes nostros in viam pacis.
Glória Patri, et Fílii, et Spíritu Sancti. Sicut erat in princípium, et nunc et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.
 
Antíphona: In viam pacis et prosperitátis dírigat nos omnípotens et miséricors Dóminus, et Ángelus Ráphaël comitétur nobíscum in via, ut cum pace, salúte et gáudio revertámur ad própria.
 
Kýrie, eléison.
Christe, eléison.
Kýrie, eléison.
 
Pater noster secreto usque:
℣. Et ne nos indúcas in tentatiónem.
℟. Sed líbera nos a malo.
℣. Salvos fac servos tuos.
℟. Deus meus, sperántes in te.
℣. Mitte nobis, Dómine, auxílium de sancto.
℟. Et de Sion tuére nos.
℣. Esto nobis, Dómine, turris fortitúdinis.
℟. A fácie inimíci.
℣. Nihil profíciat inimícus in nobis.
℟. Et fílius iniquitátis non appónat nocére nobis.
℣. Benedíctus Dóminus die quotídie.
℟. Prósperum iter fáciat nobis Deus salutárium nostrórum.
℣. Vias tuas, Dómine, demónstra nobis.
℟. Et sémitas tuas édoce nos.
℣. Útinam dirigántur viæ nostræ.
℟. Ad custodiéndas justificatiónes tuas.
℣. Erunt prava in dirécta.
℟. Et áspera in vias planas.
℣. Ángelis suis Deus mandávit de te.
℟. Ut custódiant te in ómnibus viis tuis.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam.
℟. Et clamor meus ad te véniat.
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
 
Orémus.
  
ORATIO
Deus, qui fílios Israël per maris médium sicco vestígio ire fecísti, quique tribus Magis iter ad te stella duce pandísti: tríbue nobis, quǽsumus, iter prósperum, tempúsque tranquíllum; ut Ángelo tuo sancto cómite, ad eum, quo pergunt, locum, ac demum ad ætérnæ salútis portum felíciter váleant perveníre.
   
Deus, qui Ábraham púerum tuum de Ur Chaldæórum edúctum, per omnes suæ peregrinatiónis vias illǽsum custodísti: quǽsumus, ut nos fámulos tuos custodíre dignéris; esto nobis, Dómine, in procínctu suffrágium, in via solátium, in æstu umbráculum, in plúvia et frigóre teguméntum, in læsitúdine vehículum, in adversitáte præsídium, in lúbrico báculus, in naufrágio portus: ut te duce, quo téndimus, próspere perveniámur, et demum incólumes ad própria revertántur.
 
Adésto, quǽsumus, Dómine, supplicatiónibus nostris: et viam famulórum tuórum in salútis tuæ prosperitáte dispóne; ut inter omnes viæ et vitæ hujus varietátes tuo semper protegámur auxílio.
  
Præsta, quǽsumus, omnípotens Deus: ut família tua per viam salútis incédat; et beáti Joánnis Præcursóris hortaménta sectándo, ad eum, quem prædíxit, secúra pervéniat, Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum. Qui vivis et regnas in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.

Pax et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, ✠ et Spíritus Sancti, descéndat super nos, et máneat semper. ℟. Amén.
   
℣. Procedámus in pace.
℟. In nómine Dómini. Amen.

IN REVERSIONE
℣. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
℟. Qui fecit cœlum et terram.
Antíphona: Ecce, sic benedicétur homo, qui timet Dóminum.
  
Psalmi 127
Beáti omnes qui timent Dóminum, * qui ámbulant in vias ejus.
Labóres mánuum tuárum quia manducábis: * beátus es, et bene tibi erit.
Uxor tua sicut vitis abúndans, * in latéribus domus tui.
Fílii tui sicut novéllæ olivárum, * in circúitu mensæ tuæ.
Ecce sic benedicétur homo, * qui timet Dóminum.
Benedícat tibi Dóminus ex Sion: * et vídeas bona Jerúsalem ómnibus diébus vitæ tuæ.
Et vídeas fílios filiórum tuórum, * pacem super Israël.
Glória Patri, et Fílii, et Spíritu Sancti. Sicut erat in princípium, et nunc et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.
 
Antíphona: Ecce, sic benedicétur homo, qui timet Dóminum.
 
Kýrie, eléison.
Christe, eléison.
Kýrie, eléison.
 
Pater noster secreto usque:
℣. Et ne nos indúcas in tentatiónem.
℟. Sed líbera nos a malo.
℣. Benedícti, qui véniunt in nómine Dómini.
℟. Benedícti vos a Dómino, qui fecit cœlum et terram.
℣. Réspice, Dómine, in servos tuos, et in ópera tua.
℟. Et dírige eos in viam mandatórum tuórum.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam.
℟. Et clamor meus ad te véniat.
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
 
Orémus.
  
ORATIO
Largíre, quǽsumus, Dómine, fámulis tuis indulgéntiam placátus et pacem: ut páriter ab ómnibus mundéntur offénsis, et secúra tibi mente desérviant.  
Omnípotens sempitérne Deus, nostrórum témporum, vitǽque dispósitor, fámulis tuis contínuæ tranquillitátis largíre subsídium: ut, quos incólumes própriis labóribus reddidísti, tua fácias protectióne secúros.
  
Deus, humílium visitátor, qui nos fratérna dilectióne consoláris: præténde societáti nostræ grátiam tuam; ut per eos, in quibus hábitas, tuum in nobis sentiámus advéntum. Per Dóminum nostrum Jesum Chrístum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti Deus; per ómnia sǽcula sæculórum.

Pax et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, ✠ et Spíritus Sancti, descéndat super nos, et máneat semper. ℟. Amén.
    
TRADUCCIÓN
ANTES DE PEREGRINACIÓN
℣. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
℟. Que hizo el cielo y la tierra.
Antífona: Condúzcanos por el camino de la paz y la prosperidad Dios omnipotente y misericordioso, y que el Ángel San Rafael nos acompañe en el camino, para que podamos volver a casa en paz, salud y alegría.
 
Cántico de Zacarías (Luc. 1, 68–79)
Bendito sea el Señor Dios de Israel, * porque ha visitado y redimido a su pueblo:
Y nos ha suscitado un poderoso salvador * en la casa de David, su siervo;
Según lo tenía anunciado por boca de sus santos profetas, * que han florecido en todos los siglos pasados:
Para librarnos de nuestros enemigos, * y de las manos de todos aquellos que nos aborrecen:
Ejerciendo su misericordia con nuestros padres, * y teniendo presente su alianza santa,
Conforme al juramento con que juró a nuestro padre Abrahán * que nos otorgaría la gracia
De que, libertados de las manos de nuestros enemigos, * le sirvamos sin temor,
Con verdadera santidad y justicia, ante su acatamiento, * todos los días de nuestra vida.
Y tú, ¡oh niño!, tú serás llamado el profeta del Altísimo: * porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
Enseñando la ciencia de la salvación a su pueblo, * para que obtenga el perdón de sus pecados,
Por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, * que ha hecho que ese sol naciente haya venido a visitarnos de lo alto del cielo,
Para alumbrar a los que yacen en las tinieblas y en la sombra de la muerte: * para enderezar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Antífona: Condúzcanos por el camino de la paz y la prosperidad Dios omnipotente y misericordioso, y que el Ángel San Rafael nos acompañe en el camino, para que podamos volver a casa en paz, salud y alegría.
 
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
 
Padre nuestro en voz baja hasta:
℣. Y no nos dejes caer en tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. Salva a tus siervos.
℟. Dios mío, que esperan en ti.
℣. Envíanos, Señor, tu auxilio desde el santuario.
℟. Y protégenos desde Sión.
℣. Sé para nosotros, Señor, una torre de fortaleza.
℟. Ante nuestros enemigos.
℣. Que el enemigo nada aproveche en nosotros.
℟. Y el hijo de iniquidad no nos dañe.
℣. Bendito sea el Señor diariamente.
℟. Que el Dios de nuestra salvación haga próspero nuestro camino.
℣. Muéstranos, Señor, tus caminos.
℟. E instrúyenos en tus sendas.
℣. Que nuestros caminos sean derechos.
℟. Para guardar tus preceptos.
℣. Que todo camino sinuoso sea derecho.
℟. Y allanado todo camino áspero.
℣. Dios te envíe sus Ángeles.
℟. Para que te custodien en tus pasos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
℣. El Señor sea con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
    
Oremos.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que hiciste a los hijos de Israel caminar en medio del mar seco y que, por medio de la estrella mostraste a los tres Magos el camino para llegar a ti, concédenos, te suplicamos, un viaje sereno y un tiempo tranquilo: a fin que, con la compañía de tu santo Ángel, podamos llegar a destino y al final lleguemos felizmente al puerto de eterna salvación.
   
Oh Dios, que llamaste a tu siervo Abrahán desde Ur de los caldeos, y que le conservaste ileso en todos los caminos de su peregrinación: te suplicamos que te dignes protegernos a nosotros tus siervos, siendo para nosotros, oh Señor, nuestra ayuda en la preparación, solaz en el camino, sombra en el estío, refugio en la lluvia y el frío, vehículo en la debilidad, refugio en la adversidad, báculo en los caminos resbalosos y puerto en el naufragio, para que, guiados por ti, lleguemos prósperamente a donde vayamos, y regresemos incólumes a nuestro hogar.
 
Atiende, Señor, te suplicamos, nuestras oraciones: y dispón favorablemente para  tus siervos el camino de tu salvación, para que tu auxilio nos proteja siempre en medio de todos los caminos y variaciones de nuestra vida.
  
Concédenos, te rogamos, Dios omnipotente, que tu familia siga avante en el camino de la salvación, y siguiendo las exhortaciones del bienaventurado precursor San Juan, podamos encontrar seguros a aquél que había anunciado, que es nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
   
La paz y la bendición de Dios omnipotente, Padre, Hijo, ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros, y permanezca para siempre. ℟. Amén.
   
℣. Procedamos en paz.
℟. En el nombre del Señor. Amén.

DE REGRESO
℣. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
℟. Que hizo el cielo y la tierra.
Antífona: Tales serán las bendiciones del hombre que teme al Señor.
 
Salmo 127
Bienaventurados todos aquellos que temen al Señor, * que andan por sus santos caminos.
Dichoso tú, oh justo; porque comerás en paz el fruto del trabajo de tus manos: * dichoso serás, y todo te irá bien.
Tu esposa será como una parra fecunda * en el recinto de tu casa:
Alrededor de tu mesa estarán tus hijos * como pimpollos de olivos.
Tales serán las bendiciones del hombre * que teme al Señor.
El Señor te bendiga desde Sion, * para que contemples los bienes de Jerusalén, y disfrutes de ellos todos los días de tu vida,
Y veas a los hijos de tus hijos, * y la paz en Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Antífona: Tales serán las bendiciones del hombre que teme al Señor.
 
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
 
Padre nuestro en voz baja hasta:
℣. Y no nos dejes caer en tentación.
℟. Mas líbranos del mal.
℣. Benditos los que vienen en el nombre del Señor.
℟. Os bendecimos en el Señor, que hizo el cielo y la tierra.
℣. Mira, Señor, a tus siervos y obras.
℟. Y dirígelos por el camino de tus mandatos.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a ti mi clamor.
℣. El Señor sea con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
    
Oremos.
     
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor, concedas a tus siervos el gozo de la indulgencia y la paz para que, purificados de todas sus ofensas, puedan servirte igualmente con seguridad de alma.
    
Omnipotente y sempiterno Dios, que dispones nuestro tiempo y nuestra vida, dígnate socorrer a tus siervos con tranquilidad continua: para que, regresando incólumes a sus propias labores, hagas asegurar su protección.
  
Oh Dios, visitador de los humildes, que nos consuelas con la dilección fraterna: alcanza para nuestra sociedad tu gracia; para que por ellos, en los cuales habitas, sintamos que has venido a nosotros. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
   
La paz y la bendición de Dios omnipotente, Padre, Hijo, ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros, y permanezca para siempre. ℟. Amén.

sábado, 25 de noviembre de 2017

LA OTRA CARA DE LAS «INDEPENDENCIAS LATINOAMERICANAS»: LA PROSCRIPCIÓN Y EXPULSIÓN DE ESPAÑOLES

Artículo publicado por César Cervera para ABC (España).
 
LA MASIVA EXPULSIÓN DE ESPAÑOLES DE AMÉRICA: LA INFAME HISTORIA QUE ESCONDIÓ LA INDEPENDENCIA
  
La historiografía casi no quiso acordarse de ellos. Tal vez estaba demasiado entretenida con las mentiras de la leyenda negra como para prestar atención al éxodo que protagonizaron miles de españoles expulsados de América conforme se emancipaban territorios españoles en el continente. Fueron los perdedores de una guerra iniciada por los criollos (entre el 10 y el 15% de la población), los acomodados descendientes de españoles –como Simón Bolívar o José de San Martín– que se revolvieron contra la madre patria y se cobraron lo que ellos pensaban la revancha. Los últimos españoles de América sufrieron toda clase de abusos y desprecios.
 
Lejos de ser una revolución popular y espontánea, los procesos de independencia de principios del siglo XIX corrieron a cargo de criollos dueños de grandes plantaciones e intelectuales enriquecidos, que recibieron el apoyo indirecto de EE.UU e Inglaterra, empezando con el comercio de armas y barcos de guerra a los insurgentes. En tanto, la población mestiza e indígena, la mayoritaria, luchó en ambos bandos. Siendo que al final el dominio económico ejercido por España fue, simplemente, sustituido por el de otras potencias mundiales como Gran Bretaña. Cambio de patrones, pero no de estructura.
 
Los españoles fuera de la vida civil
Los Estados surgidos tras las Guerras de independencia hispanoamericanas del siglo XIX asumieron entre sus primeras decisiones la depuración de la administración y de aquellos individuos peninsulares que habían ocupado cargos de responsabilidad. Si bien fueron miles los españoles que huyeron debido al propio conflicto, el verdadero acoso comenzó con leyes dirigidas a expulsarlos o evitar que pudieran entorpecer la creación de los nuevos estados.
  
Como suele ser habitual en estos casos de expulsiones masivas –véase la de los judíos en 1492 o la de los moriscos en el siglo XVI– los que se llevaron la peor parte fueron los ciudadanos con pocos recursos que lo perdieron todo.
  
Los miembros de la aristocracia lograron congraciarse con el nuevo régimen o, simplemente, huyeron sobre puentes de plata. Los españoles que cambiaron su nacionalidad lo hicieron por conservar sus vastas propiedades y a cambio de renunciar a sus títulos nobiliarios. El verdadero drama afectó a miles de familias humildes, que abandonaron a contrarreloj los países donde vivían y sus propiedades. En muchos casos la expulsión se realizó a través de precarias embarcaciones, hacinados y obligados por la fuerza. Una vez en puertos de la Península Ibérica tampoco les esperaban vítores precisamente. España vivía uno de sus peores momentos.
  
En México, el antihispanismo que acompañó a los acontecimiento revolucionarios afectó gravemente a los 15.000 españoles que allí residían. En previsión de un conflicto de puertas para dentro, se le retiraron las armas a todo individuo español y se les expulsó del estado militar. Asimismo, en febrero de 1824, se relegó a los españoles de cualquier cargo público que ocupasen. Se les negaba la posibilidad de retirar capitales, y se les obligaba a abandonar sus lugares de residencia. En este sentido, los líderes más radicales culparon a los españoles de los males del continente y justificaron por ello que ahora se les quitara todo y se les expulsara, por muy ilegal e injusto que fuera esta medida.
  
Al declararse la independencia, los españoles que quisieran marcharse libremente, incluso con sus caudales, lo pudieron hacer en virtud del artículo 15 de los Tratados de Córdoba. Aquella fue la mejor opción, a tenor de la radicalización que se vivió más adelante y las insistentes vulneraciones del tratado. México promulgó el 10 de mayo de 1827 una ley de empleo por la que ningún español de nacimiento podría ocupar cargo alguno en la administración pública, civil o militar. Los españoles quedaron marginados a nivel social, hasta el punto de que tenían prohibido reunirse o asociarse. Una serie de leyes a nivel local y nacional orquestaron en varias oleadas la salida de los españoles de México, con un plazo de 30 días, y la condición de poder sacar del país únicamente la tercera parte de sus bienes.
  
Calcula el investigador Harold Sims (autor de «La Descolonización de México») que, entre los años 1827 y 1829, fueron expulsados de México en razón de su origen español 7.148 personas. En 1830 quedaban ya menos de 2.000 españoles en esa región. Los principales receptores de este éxodo fueron Estados Unidos, Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Europa. No así las islas británicas. Los peninsulares, a pesar de la supuesta amistad con Inglaterra, eran recibidos por las autoridades británicas en el Caribe con desconfianza y controles exhaustivos.
  
La situación vivida en la Gran Colombia de Simón Bolívar fue todavía más violenta que en México. Sin tiempo que perder, la guerra de Bolívar desembocó en una ley de expulsión de los españoles el 18 de septiembre de 1821. Todos los españoles de origen peninsular que no demostrasen haber formado parte del movimiento independiente serían sacados a la fuerza del país.
  
El principal lugar al que partieron estos expulsados fueron las islas del Caribe españolas, sobre todo Puerto Rico, donde arribaron 3.555 refugiados.
  
Los últimos de Callao
En Argentina y Perú también se aplicaron leyes para apartar inmediatamente a los españoles de la administración. Durante el conflicto fueron habituales las penas de confinamiento, «contribuciones especiales» y expropiaciones contra los españoles peninsulares con el fin de recaudar fondos militares. Los abusos fueron frecuentes. En torno a 1.000 personas de la población de españoles peninsulares sufrieron penas de prisión en Argentina debido a la actividad militar en curso.
  
En Perú la población española se concentraba principalmente en Lima y, dada la antiguedad de este virreinato, se sentía más protegida que en otros rincones. Su seguridad jurídica, sin embargo, se vino abajo con la llegada de la expedición militar al mando de José de San Martín, quien amparó 4.000 actos de confinamiento en prisiones contra civiles españoles. El acoso contra los españoles se tradujo en un exilio de unos 12.000 españoles en este virreinato.
  
El epílogo de la guerra tuvo tintes de masacre. Tras la batalla de Ayacucho en 1824, en Lima, cerca de 6.000 civiles españoles se refugiaron en la fortaleza del Callao cuya guarnición resistió hasta el año 1826 al más puro estilo de los Últimos de Filipinas. Aquel lugar fue el último refugio de un territorio que había sido hispánico desde tiempos de Pizarro. La capitulación de la fortaleza terminó con solo 400 soldados supervivientes, de un total de 700 personas vivas.

CIRILO I DE MOSCÚ: «LAS SEÑALES DEL APOCALIPSIS DE SAN JUAN ESTÁN A LA VISTA. SÓLO LOS CIEGOS NO QUIEREN VERLAS»

Traducción de la noticia publicada por Marco Tosatti en STILUM CURIÆ.
 
  
No tengo escrito esta mañana (Jueves 23) para “La Nuova Bussola Quotidiana”, pero quiero publicar el artículo también para Stilum Curiæ, porque me parece importante y singular el hecho que Cirilo I, notoriamente una persona ajena a misticismios, considere oportuno lanzar un mensaje de esa característica. Hace días, el patriarca Cirilo ha dicho en un discurso público que las señales del Libro del Apocalipsis son ahora evidentes. También pidió a la Iglesia, a los políticos, a los artistas, a los científicos y a los ciudadanos de a pie unirse para frenar el movimiento hacia el abismo: “Estamos entrando en un período crítico en el desarrollo de la civilización humana”.
  
Son palabras extraordinariamente claras y duras, ciertamente no usuales en la boca de la más alta autoridad de la Iglesia Ortodoxa Rusa. “Todos aquellos que aman a la Patria deben estar juntos porque estamos entrando en un período crítico en la historia de la sociedad humana. Esto puede ser visto claramente. Tienes que estar ciego para no notar el avecinar de los momentos que inspiran temor en la historia, los que el apóstol y evangelista Juan hablaba en el libro del Apocalipsis”.
 
El Patriarca de Moscú y de todas las Rusias agregó que el momento preciso del fin de los tiempos depende de las acciones de cada uno. Ha pedido al pueblo asumir la responsabilidad de las personas en lo concerniente a la Rusia y la Humanidad entera, y de frenar “el movimiento hacia el abismo del fin de la historia”. Acto seguido, subrayó que muchos representantes de la intelligentsia de Rusia moderna están repitiendo los errores cometidos por sus predecesores, que llevaron al país a los desafortunados eventos revolucionarios del siglo XX. “Hoy es el momento equivocado para hacer avanzar la barca de las pasiones humanas, porque tenemos ya demasiadas influencias negativas sobre la vda espiritual de las personas”, ha dicho Cirilo I.
  
El Patriarca Cirilo, que el lunes 20 cumplió 71 años, celebró una misa en la iglesia de Cristo Salvador, la catedral de Moscú. Poco después el Sínodo de la Iglesia Ortodoxa ha ofrecido al Patriarca una copia del koukoulion, un tocado ceremonial usado por el patriarca Tijón I, el hombre que fue elegido para dicho cargo hace exactamente cien años.

viernes, 24 de noviembre de 2017

SAN JUAN DE LA CRUZ, FUNDADOR DE LOS FRAILES CARMELITAS DESCALZOS

La caridad no tiene envidia, no obra precipitada”. (1 Corintios 13, 4)
   
San Juan de la Cruz
     
San Juan de la Cruz (en el siglo Juan de Yepes Álvarez) nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de Santa Teresa de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a favor de su reforma, por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos. Murió en Ubeda el año 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que dan testimonio precioso sus escritos espirituales.
   
Su padre, Gonzalo de Yepes pertenecía a una buena familia de Toledo, pero como se casó con una joven de clase “inferior”, fue desheredado por sus padres y tuvo que ganarse la vida como tejedor de seda. A la muerte de Gonzalo, su esposa, Catalina Álvarez, quedó en la miseria y con tres hijos. Juan, que era el menor, nació en Fontiveros, en Castilla la Vieja, en 1542.
   
Asistió a una escuela de niños pobres en Medina del Campo y empezó a aprender el oficio de tejedor, pero como no tenía aptitudes, entró más tarde a trabajar como criado del director del hospital de Medina del Campo. Así pasó siete años. Al mismo tiempo que continuaba sus estudios en el colegio de los jesuitas, practicaba rudas mortificaciones corporales.
   
A los veintiún años, tomó el hábito en el convento de los carmelitas de Medina del Campo. Su nombre de religión era Juan de San Matías. Después de hacer la profesión, pidió y obtuvo permiso para observar la regla original del Carmelo, sin hacer uso de las mitigaciones (permisos para relajar las reglas) que varios Pontífices habían aprobado y eran entonces cosa común en todos los conventos.
  
San Juan hubiese querido ser hermano lego, pero sus superiores no se lo permitieron. Tras haber hecho con éxito sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote en 1567. Las gracias que recibió con el sacerdocio le encendieron en deseos de mayor retiro, de suerte que llegó a pensar en ingresar en la Cartuja.
  
Primera misa de San Juan de la Cruz
   
Santa Teresa fundaba por entonces los conventos de la rama reformada de las carmelitas. Cuando oyó hablar del hermano Juan, en Medina del Campo, la santa se entrevistó con él, quedó admirada de su espíritu religioso y le dijo que Dios le llamaba a santificarse en la orden de Nuestra Señora del Carmen. También le refirió que el prior general le había dado permiso de fundar dos conventos reformados para hombres y que él debía ser su primer instrumento en esa gran empresa. La reforma del Carmelo que lanzaron Santa Teresa y San Juan no fue con intención de cambiar la orden o “modernizarla” sino para restaurar y revitalizar su cometido original el cual se había mitigado mucho. Al mismo tiempo que lograron ser fieles a los orígenes, la santidad de estos reformadores infundió una nueva riqueza a los carmelitas que ha sido recogida en sus escritos y en el ejemplo de sus vidas y sigue siendo una gran riqueza de espiritualidad.

Santa Teresa de Jesús, reformadora del Carmelo
  
Poco después, se llevó a cabo la fundación del primer convento de carmelitas descalzos, en una ruinosa casa de Duruelo. San Juan entró en aquel nuevo Belén con perfecto espíritu de sacrificio. Unos dos meses después, se le unieron otros dos frailes. Los tres renovaron la profesión el domingo de Adviento de 1568, y nuestro santo tomó el nombre de Juan de la Cruz. Fue una elección profética. Poco a poco se extendió la fama de ese oscuro convento de suerte que Santa Teresa pudo fundar al poco tiempo otro en Pastrana y un tercero en Mancera, a donde trasladó a los frailes de Duruelo. En 1570, se inauguró el convento de Alcalá, que era a la vez colegio de la universidad; San Juan fue nombrado rector.
  
Con su ejemplo, San Juan supo inspirar a los religiosos el espíritu de soledad, humildad y mortificación. Pero Dios, que quería purificar su corazón de toda debilidad y apego humanos, le sometió a las más severas pruebas interiores y exteriores. Después de haber gozado de las delicias de la contemplación, San Juan se vio privado de toda devoción. A este período de sequedad espiritual se añadieron la turbación, los escrúpulos y la repugnancia por los ejercicios espirituales. En tanto que el demonio le atacaba con violentas tentaciones, los hombres le perseguían con calumnias.
   
La prueba más terrible fue sin duda la de los escrúpulos y la desolación interior, que el santo describe en la Noche Oscura del Alma. A esto siguió un período todavía más penoso de oscuridad, sufrimiento espiritual y tentaciones, de suerte que San Juan se sentía como abandonado por Dios. Pero la inundación de luz y amor divinos que sucedió a esta prueba, fue el premio de la paciencia con que la había soportado el siervo de Dios.
   
En cierta ocasión, una mujer muy atractiva tentó descaradamente a San Juan. En vez de emplear el tizón ardiente, como lo había hecho Santo Tomás de Aquino en una ocasión semejante, Juan se valió de palabras suaves para hacer comprender a la pecadora su triste estado. El mismo método empleó en otra ocasión, aunque en circunstancias diferentes, para hacer entrar en razón a una dama de temperamento tan violento, que el pueblo le había dado el apodo de “Roberto el diablo”.
  
En 1571, Santa Teresa asumió por obediencia el oficio de superiora en el convento no reformado de la Encarnación de Avila y llamó a su lado a San Juan de la Cruz para que fuese su director espiritual y su confesor. La santa escribió a su hermana: “Está obrando maravillas aquí. El pueblo le tiene por santo. En mi opinión, lo es y lo ha sido siempre”. Tanto los religiosos como los laicos buscaban a San Juan, y Dios confirmó su ministerio con milagros evidentes.
  
Entre tanto, surgían graves dificultades entre los carmelitas descalzos y los mitigados. Aunque el superior general había autorizado a Santa Teresa a emprender la reforma, los frailes antiguos la consideraban como una rebelión contra la orden; por otra parte, debe reconocerse que algunos de los descalzos carecían de tacto y exageraban sus poderes y derechos. Como si eso fuera poco, el prior general, el capítulo general y los nuncios papales, daban órdenes contradictorias. Finalmente, en 1577, el provincial de Castilla mandó a San Juan que retornase al convento de Medina del Campo. El santo se negó a ello, alegando que había sido destinado a Ávila por el nuncio del Papa. Entonces el provincial envió un grupo de hombres armados, que irrumpieron en el convento de Ávila y se llevaron a San Juan por la fuerza. Sabiendo que el pueblo de Ávila profesaba gran veneración al santo, le trasladaron a Toledo.
   
Como Juan se rehusase a abandonar la reforma, le encerraron en una estrecha y oscura celda y le maltrataron increíblemente. Ello demuestra cuán poco había penetrado el espíritu de Jesucristo en aquellos que profesaban seguirlo.
   
La celda de San Juan tenía unos tres metros de largo por dos de ancho. La única ventana era tan pequeña y estaba tan alta, que el santo, para leer el oficio, tenía que ponerse de pie sobre un banquillo. Por orden de Jerónimo Tostado, vicario general de los carmelitas de España y consultor de la Inquisición, se le golpeó tan brutalmente, que conservó las cicatrices hasta la muerte. Lo que sufrió entonces San Juan coincide exactamente con las penas que describe Santa Teresa en la Sexta Morada: insultos, calumnias, dolores físicos, angustia espiritual y tentaciones de ceder. Más tarde dijo: “No os extrañe que ame yo mucho el sufrimiento. Dios me dio una idea de su gran valor cuando estuve preso en Toledo”.
  
Los primeros poemas de San Juan que son como una voz que clama en el desierto, reflejan su estado de ánimo:
“¿En dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
Habiéndome herido;
Salí tras ti clamando, y eras ido”. (Cántico Espiritual, 1-5)
  
El prior Maldonado penetró la víspera de la Asunción en aquella celda que despedía un olor pestilente bajo el tórrido calor del verano y dio un puntapié al santo, que se hallaba recostado, para anunciarle su visita. San Juan le pidió perdón, pues la debilidad le había impedido levantarse en cuanto lo vio entrar.
Parecíais absorto. ¿En qué pensábais?”, le dijo Maldonado.
Pensaba yo en que mañana es fiesta de Nuestra Señora y sería una gran felicidad poder celebrar la misa”, replicó Juan.
No lo haréis mientras yo sea superior”, repuso Maldonado.
   
En la noche del día de la Asunción, la Santísima Virgen se apareció a su afligido siervo, y le dijo: “Sé paciente, hijo mío; pronto terminará esta Prueba”.
  
Algunos días más tarde se le apareció de nuevo y le mostró, en visión, una ventana que daba sobre el Tajo: “Por ahí saldrás y yo te ayudaré”. En efecto, a los nueve meses de prisión, se concedió al santo la gracia de hacer unos minutos de ejercicio. Juan recorrió el edificio en busca de la ventana que había visto. En cuanto la hubo reconocido, volvió a su celda. Para entonces ya había comenzado a aflojar las bisagras de la puerta. Esa misma noche consiguió abrir la puerta y se descolgó por una cuerda que había fabricado con sábanas y vestidos. Los dos frailes que dormían cerca de la ventana no le vieron. Como la cuerda era demasiado corta, San Juan tuvo que dejarse caer a lo largo de la muralla hasta la orilla del río, aunque felizmente no se hizo daño. Inmediatamente, siguió a un perro que se metió en un patio. En esa forma consiguió escapar. Dadas las circunstancias, su fuga fue un milagro.
   
El santo se dirigió primero al convento reformado de Beas de Segura y después pasó a la ermita cercana de Monte Calvario. En 1579, fue nombrado superior del colegio de Baeza y, en 1581, fue elegido superior de Los Mártires, en las cercanías de Granada. Aunque era el fundador y jefe espiritual de los carmelitas descalzos, en esa época participó poco en las negociaciones y sucesos que culminaron con el establecimiento de la provincia separada de los Descalzos, en 1580. En cambio, se consagró a escribir las obras que han hecho de él un doctor de teología mística en la Iglesia.
   
La doctrina de San Juan es plenamente fiel a la tradición antigua: el fin del hombre en la tierra es alcanzar “Perfección de la caridad y elevarse a la dignidad de hijo de Dios por el amor”; la contemplación no es por sí misma un fin, sino que debe conducir al amor y a la unión con Dios por el amor y, en último término, debe llevar a la experiencia de esa unión a la que todo está ordenado. “No hay trabajo mejor ni mas necesario que el amor”, dice el santo. “Hemos sido hechos para el amor. El único instrumento del que Dios se sirve es el amor. Así como el Padre y e1 Hijo están unidos por el amor, así el amor es el lazo de unión del alma con Dios”.
  
El amor lleva a las alturas de la contemplación, pero como que amor es producto de la fe, que es el único puente que puede salvar el abismo separa a nuestra inteligencia de la infinitud de Dios, la fe ardiente y vívida el principio de la experiencia mística. San Juan no se cansó nunca de inculcar esa doctrina tradicional con su estilo maravilloso y sus ardientes palabras.
  
Las verdades que enseñó no deben empañarse por las prácticas que puedan ser exageradas. Al mismo tiempo se ha de tener cuidado en discernir qué es exageración. ¿Cuál es nuestro punto de referencia?, ¿Fueron todos los santos exagerados?, ¿Fue Jesucristo exagerado, aceptando morir en la Cruz? ¿O no será mas bien que nosotros no sabemos amar hasta el extremo?.
   
Dios no pide lo mismo a todos. Él sabe la capacidad y el corazón de cada uno. El amor expande el corazón y las capacidades de entrega.
  
Solía pedir a Dios tres cosas: que no dejase pasar un solo día de su vida sin enviarle sufrimientos, que no le dejase morir en el cargo de superior, y que le permitiese morir en la humillación y el desprecio.

Sacra conversación de San Juan de la Cruz con Jesús Nazareno.
  
Con su confianza en Dios (llamaba a la Divina Providencia el patrimonio de los pobres), obtuvo milagrosamente en algunos casos provisiones para sus monasterios. Con frecuencia estaba tan absorto en Dios, que debía hacerse violencia para atender los asuntos temporales.
  
Su amor de Dios hacía que su rostro brillase en muchas ocasiones, sobre todo al volver de celebrar la misa. Su corazón era como una ascua ardiente en su pecho, hasta el punto de que llegaba a quemarle la piel. Su experiencia en las cosas espirituales, a la que se añadía la luz del Espíritu Santo, hacían de un consumado maestro en materia de discreción de espíritus, de modo que no era fácil engañarle diciéndole que algo procedía de Dios.
  
Juan dormía unas dos o tres horas y pasaba el resto de la noche orando ante el Santísimo Sacramento.
   
Después de la muerte de Santa Teresa, ocurrida en 1582, se hizo cada vez más pronunciada una división entre los descalzos. San Juan apoyaba la política de moderación del provincial, Jerónimo de Castro, en tanto que el P. Nicolás Doria, que era muy extremoso, pretendía independizar absolutamente a los descalzos de la otra rama de la orden.
   
El P. Nicolás fue elegido provincial y el capítulo general nombró a Juan vicario de Andalucía. El santo se consagró a corregir ciertos abusos, especialmente los que procedían del hecho de que los frailes tuviesen que salir del monasterio a predicar. El santo opinaba que la vocación de los descalzos era esencialmente contemplativa. Ello provocó oposición contra él.
   
San Juan fundó varios conventos y, al expirar su período de vicario, fue nombrado superior de Granada. Entre tanto, la idea del P. Nicolás había ganado mucho terreno y el capítulo general que se reunió en Madrid en 1588, obtuvo de la Santa Sede un breve que autorizaba una separación aún más pronunciada entre los descalzos y los mitigados. A pesar de las protestas de algunos, se privó al venerable P. Jerónimo Gracián de toda autoridad y se nombró vicario general al P. Doria. La provincia se dividió en seis regiones, cada una de las cuales nombró a un consultor para ayudar al P. Gracián en el gobierno de la congregación. San Juan fue uno de los consultores.
   
La innovación produjo grave descontento, sobre todo entre las religiosas. La venerable Ana de Jesús, que era entonces superiora del convento de Madrid, obtuvo de la Santa Sede un breve de confirmación de las constituciones, sin consultar el asunto con el vicario general. Finalmente, se llegó a un compromiso en ese asunto. Sin embargo, en el capítulo general de Pentecostés de 1591, San Juan habló en defensa del P. Gracián y de las religiosas.
   
El P. Doria, que siempre había creído que el santo estaba aliado con sus enemigos, aprovechó la ocasión para privarle de todos sus cargos y le envió como simple fraile al remoto convento de La Peñuela. Ahí pasó San Juan algunos meses entregado a la meditación y la oración en las montañas, “porque tengo menos materia de confesión cuando estoy entre las peñas que cuando estoy entre los hombres”.
  
Pero no todos estaban dispuestos a dejar en paz al santo, ni siquiera en aquel rincón perdido. Siendo vicario provincial, San Juan, durante la visita al convento de Sevilla, había llamado al orden a dos frailes y había restringido sus licencias de salir a predicar. Por entonces, los dos frailes se sometieron pero un consultor de la congregación recorrió toda la provincia tomando informes sobre la vida y conducta de San Juan, lanzando acusaciones contra él, afirmando que tenía pruebas suficientes para hacerle expulsar de la orden. Muchos de los frailes prefirieron seguir la corriente adversa a Juan que decir la verdad que hace justicia. Algunos llegaron hasta quemar sus cartas para no caer en desgracia.
   
En medio de esa tempestad San Juan cayó enfermo. El provincial le mandó salir del convento de Peñuela y le dio a escoger entre el de Baeza y el de Úbeda. El primero de esos conventos estaba mejor provisto y tenía por superior a un amigo del santo. En el otro era superior el P. Francisco, a quien San Juan había corregido junto con el P. Diego. Ese fue el convento que escogió.
  
La fatiga del viaje empeoró su estado y le hizo sufrir mucho. Con gran paciencia, se sometió a varias operaciones. El indigno superior le trató inhumanamente, prohibió a los frailes que le visitasen, cambió al enfermero porque le atendía con cariño, sólo le permitía comer los alimentos ordinarios y ni siquiera le daba los que le enviaban algunas personas de fuera. Cuando el provincial fue a Úbeda y se enteró de la situación, hizo cuanto pudo por San Juan y reprendió tan severamente al P. Francisco, que éste abrió los ojos y se arrepintió.
 
Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo falleció el 14 de diciembre de 1591.
   
En su muerte no se había disipado todavía la tempestad que la ambición del P. Nicolás y el espíritu de venganza del P. Diego habían provocado contra él en la congregación de la que había sido cofundador y cuya vida había sido el primero en llevar.

La muerte del santo trajo consigo la revalorización de su vida y tanto el clero como los fieles acudieron en masa a sus funerales. Dios quiso que se despejaran las tinieblas y se vieses su vida auténtica para edificación de muchas almas. Sus restos fueron trasladados a Segovia el 21 de mayo de 1675, pues en dicho convento había sido superior por última vez. Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIV.
 
Santa Teresa había visto en Juan un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Los escritos del santo justifican plenamente este juicio de Santa Teresa, particularmente los poemas de la Subida al Monte Carmelo, la Noche Oscura del Alma, la Llama Viva de Amor y el Cántico Espiritual, con sus respectivos comentarios. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar doctor a San Juan de la Cruz por sus obras Místicas.
  
La doctrina de San Juan se resume en el amor del sufrimiento y el completo abandono del alma en Dios. Ello le hizo muy duro consigo mismo; en cambio, con los otros era bueno, amable y condescendiente. Por otra parte, el santo no ignoraba ni temía las cosas materiales, puesto que dijo: “Las cosas naturales son siempre hermosas; son como las migajas de la mesa del Señor”.
  
San Juan de la Cruz vivió la renuncia completa que predicó tan persuasivamente. Pero a diferencia de otros menores que él, fue “libre, como libre es el espíritu de Dios”. Su objetivo no era la negación y el vacío, sino la plenitud del amor divino y la unión sustancial del alma con Dios. “Reunió en sí mismo la luz extática de la Sabiduría Divina con la locura estremecida de Cristo despreciado”.
 
Todavía se conserva en Roma el manuscrito de las deposiciones de los testigos en el proceso de beatificación. Las biografías escritas en la primera mitad del siglo XVII ofrecen muchos datos, pero dejan en la oscuridad numerosos puntos, como por ejemplo, las de José Quiroga y Jerónimo de Santa María, así como la obra de Francisco de Santa María, Reforma de los Descalzos, vols. I y II. Otras fuentes son la correspondencia y los escritos espirituales de Santa Teresa, las crónicas del Carmelo y aun ciertos documentos de Estado y despachos diplomáticos, porque la administración de Felipe II se distinguió por su interés en todo lo que afectaba la reforma de las órdenes religiosas. La edición más autorizada de las obras de San Juan en español es la del P. Silverio (5 vols., 1929-1931). Además de la excelente biografía del P. Bruno, St. Jean de la Croix (1932), que se funda en un estudio muy serio de las fuentes, existen algunas otras: D. Lewis (1897); M. M. Garnica, San Juan de la Cruz (1875). Cf. igualmente Crisógono y Lucinio, Vida y Obras de San Juan de la Cruz (1946). Pero quien quiera adentrarse en la vida y espiritualidad del santo hará bien en comenzar por inflamarse de sus poesías y luego de sus obras declarativas.
 
P. HERBERT THURSTON SJ. Vidas de los Santos de Butler, Vol. IV
   
MEDITACIÓN SOBRE LA ENVIDIA
I. Nada hay que el cristiano deba evitar más que la envidia, porque allí donde ella reina no hay caridad, ni humildad, ni tranquilidad de espíritu. La envidia nos hace enemigos de Dios, de nuestro prójimo y de nosotros mismos. Lo más raro es que el envidioso se hace más mal a sí mismo que a los demás. La dicha del prójimo tórnalo miserable y lo condena; se aflige a sí mismo sin poder hacer mal a los otros. “El envidioso es el enemigo de su salvación más todavía que del prójimo” (San Cipriano).
  
II. Tiénese envidia de los bienes del espíritu y de los bienes del cuerpo, de los bienes de la naturaleza y de los bienes de gracia. ¡Qué locura envidiar en tu prójimo aquello que Dios, en su liberalidad, le concedió, o aquello que él adquirió mediante su trabajo! Los bienes de la tierra muy poca cosa son para que sean objeto de tu envidia; en cuanto a los dones y favores de Dios, si los deseas, eres un insensato envidiando a los demás, porque éste es el medio, precisamente, con que no los obtendrás.
   
III. Para corregirte de este vicio, hay que buscar las fuentes, que son la vanidad y la falta de caridad. Considera, además, las penas que te causa la envidia y los pecados que te hace cometer; arruina tu salud y tu reputación. ¡Desdichado! ¡Imita el bien que ves en los demás, y no tendrás motivo para envidiarlos! Si no puedes imitarlos, alégrate de que practiquen la virtud y sigan el camino del cielo; es la manera de participar de sus méritos. “Imita a los buenos, si puedes; si no puedes, alégrate con ellos” (San Cipriano).
   
La modestia en la Iglesia. Orad por los sacerdotes.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis hecho de San Juan de la Cruz, vuestro confesor y Doctor, un amante apasionado de la Cruz y de la perfecta abnegación de sí mismo, concedednos la gracia de llegar, caminando por sus huellas, a la gloria eterna. Por J. C. N. S. Amén.

jueves, 23 de noviembre de 2017

BUSCAN REHABILITAR A TEILHARD DE CHARDIN

“Los libros del Padre Teilhard de Chardin, S. J., deben ser retirados de las bibliotecas de los Seminarios y de Instituciones religiosas; no deben ser puestos a la venta en Librerías Católicas y no es lícito traducirlos a otras lenguas”. (Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio, Decreto del 6 de Diciembre de 1957)
 
Noticia tomada de GLORIA.TV

  
El Pontificio Consejo para la Cultura aprobó en forma unánime una petición al papa Francisco para pedirle que retire la condena del sacerdote jesuita Teilhard de Chardin (+1955). El Consejo está presidido por el cardenal [modernista] Gianfranco Ravasi Tavola y no tiene competencia para juzgar obras teológicas.
 
Chardin fue condenado varias veces. En 1925 tuvo que retractarse de su negación del pecado original. En 1962 el Vaticano encontró que las obras de Chardin “rebosa de tantas ambigüedades y ciertamente de graves errores, que ofende a la doctrina católica”. El pensamiento de Chardin es una mezcla extraña entre teología y la teoría de la evolución.
 
El Consejo para la Cultura quiere que Francisco reconozca el esfuerzo de Chardin “para reconciliar la visión científica del universo con la escatología cristiana”, aunque los logros de Chardin son altamente discutidos en la comunidad científica.
  
ERRORES DE PIERRE TEILHARD DE CHARDIN
  1. El transformismo darwiniano dado como verdad cierta.
  2. La negación de la Parusía o Segunda Venida de Cristo tal como la entiende la Iglesia.
  3. La negación de la Redención por la obra personal de Cristo.
  4. La negación del pecado original, a la manera de Pelagio.
  5. Monismo materialista evolucionista parecido al de [Herbert] Spencer y [Ernst] Haeckel.
  6. Panteísmo sutil a la manera de [Henri] Bergson.
  7. Interpretación modernista de todos los Sacramentos, empezando por la Eucaristía, a la manera de [Anton] Günther.
  8. Negación del fin primario del Matrimonio y constitución del fin primario del matrimonio en la “ayuda espiritual mutua de los esposos”.
  9. Aprobación de los medios contraconcepcionistas en el matrimonio, a la manera de [Thomas Robert] Malthus.
  10. Negativa implícita de la autoridad de la Iglesia para definir, a la manera de [Alfred] Loisy, [George] Tyrrel y otros.
PADRE LEONARDO CASTELLANI SJ. Revista Dinámica Social, nº 63, Buenos Aires, noviembre de 1955.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

SAN MERCURIO, MÁRTIR DE LA FE

  
San Mercurio nació en la ciudad de Roma hacia el año 224. Sus padres, Noé y Safina, procedentes de Capadocia, lo llamaron Filopátor (que en griego significa “el que ama a su padre”) y le educaron en la fe cristiana (se dice que fue pariente de San Jorge, también soldado y mártir de la Fe). Cuando creció, fue enlistado en el ejército imperial en tiempos del pagano emperador Decio, ocupando el lugar de su padre, que había muerto meses después de ser liberado del cautiverio bereber. El Señor le dio a Filopátor fuerza y coraje en las armas, por lo cual ganó el aprecio de sus conmilitones y la satisfacción de sus superiores. Ellos le llamaron Mercurio y fue muy cercano al emperador.
 
Cuando los bereberes se alzaron contra Roma, Decio les salió a su encuentro, pero cuando vio que eran muchos, se aterrorizó. San Mercurio le aseguró diciendo: “No tengas miedo, porque Dios destruirá a nuestros enemigos y nos dará la victoria”. Cuando dejó al emperador, un ángel se le apareció en forma humana y vestido de blanco, diciendo: “Mercurio, siervo de Jesucristo, no temas. Toma esta espada de mi mano y combate con ella a los bereberes. No te olvides de tu Dios cuando vuelvas victorioso. Yo soy Miguel Arcángel, enviado por Dios para informarte que deberás sufrir por el nombre del Señor. Yo estaré contigo y te apoyaré hasta que completes tu testimonio. El nombre de Jesucristo nuestro Señor será glorificado en ti”. Luego nuestro santo tomó la espada que San Miguel le ofreció (por ello a San Mercurio se le conoce entre los cristianos coptos con el apelativo de Abu Sayfayn -en árabe أَبُو سُيُوف, “el portador de las dos espadas”: la espada militar y el poder de Dios-), y alcanzó la victoria.
 
Cuando el emperador Decio conquistó a sus enemigos y Mercurio regresó vencedor, San Miguel Arcángel se le apareció a este último y le recordó lo que le dijo antes, esto es, que se acordara del Señor su Dios. Era el año 249, cuando Decio comenzó la persecución a los cristianos, obligando a todo el mundo a que ofrecieran incienso a los ídolos. San Mercurio pasó a orar durante toda la noche, gozoso de dar la vida por la Fe, pero confesaba a Dios su debilidad.
 
La mañana siguiente, Decio envió algunos mensajeros a Mercurio para que acudiera a palacio so pretexto de discutir asuntos de Estado, pero él se excusó diciendo que estaba cansado. El día siguiente, el emperador mandó por él, diciendo: “Querido Mercurio, vamos a ofrecer incienso a los dioses que nos ayudaron a obtener la victoria en la guerra”. El santo, pasando en medio de la multitud, se retiró. Sin embargo, Catulo, uno de los guardias pretorianos, reportó su ausencia, y el emperador llamó a Mercurio y le preguntó: “¿Es verdad que te niegas a adorar a los dioses que nos ayudaron durante la guerra?”, a lo cual respondió: “Oh rey, yo no adoro a nadie excepto a mi Señor y Dios Jesucristo, a quien debemos la victoria, y no a los tontos ídolos hechos por mano de hombre”.
 
El emperador, viendo que no podía persuadirle, se puso furioso y ordenó que lo degradaran de su rango militar y golpearan con azotes y varas (de cuyas heridas fue curado milagrosamente en tres oportunidades), pero al ver que la gente de la ciudad y los soldados estaban a favor de San Mercurio, temió que se diera una revuelta. Por ello, decidió mejor atarle con cadenas de hierro y enviarlo a lomo de asno hacia Cesarea de Capadocia (actual Kayseri, Turquía) para ser condenado a muerte. Antes de ser decapitado, San Mercurio levantó sus brazos y oró fervientemente, pidiéndole al Señor que lo recibiera en su Reino. Entonces, vio al Señor Jesús en toda su gloria, rodeado de muchos ángeles, bendiciéndole. Esto llenó a nuestro mártir de tanto gozo que corrió a sus verdugos y les pidió que cumplieran inmediatamente el mandato imperial. Luego se arrodilló y dijo: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Así completó San Mercurio, el 22 de Noviembre del 250, a sus veinticinco años, el buen combate y recibió la corona de la vida en el Reino de los Cielos.
 
Una tradición refiere que el 26 de Junio del año 363, San Basilio el Grande oró ante un icono en el que San Mercurio era retratado como un soldado portando una lanza. Él le pedía a Dios que no permitiera que el emperador Julián Apóstata regresara de la guerra contra los persas y retomara su opresión contra los cristianos. La imagen de San Mercurio plasmada en el icono desapareció, sólo para reaparecer después con la lanza ensangrentada. Luego se supo que Julián Apóstata, en su campaña contra la Persia, fue herido por la lanza de un soldado desconocido, que inmediatamente desapareció. Julián, entre horribles dolores, pues la lanza le atravesó el hígado y los intestinos, expiró tras exclamar -se non è vero, è ben trovato- “Νενίκηκας, ω Γαλιλαῖε!” (en latín Vicísti, Galilǽe!, ¡Venciste, Galileo!).
 
Finalizada la persecución, el sepulcro del santo fue revelado. San Mercurio se apareció a un hombre pobre en la ciudad y le dijo: “Yo soy Mercurio, el mártir del Señor. Mi cuerpo está enterrado en los jardines de Capadocia, bajo la vieja casa en el camino al palacio real. Mi cuerpo luce blanco como la nieve, porque Jesús estuvo presente en la hora de mi martirio”. La mañana siguiente, el hombre cavó en el lugar donde le fue dicho, y comenzó a sentir el aroma del perfume, viendo el cuerpo del santo. La noticia se esparció rápidamente y muchos vinieron a verlo. Luego lo trasladaron temporalmente a la iglesia local, hasta que construyeron una nueva iglesia en su honor, donde fue sepultado con respeto y devoción, obrándose allí muchas sanaciones y conversiones.
  
Pocos años después del hallazgo, el Catholicós de Armenia visitó Egipto y se reunió con el Patriarca de Alejandría, quien le preguntó si podía darle parte de las reliquias de San Mercurio para ubicarlas en una iglesia que en su honor construyó en Egipto, siendo transferidas allí el 16 de Junio (9 de Paoni en el calendario copto). Otra parte de ellas son conservadas en el Santuario de Monte Vergine cerca a Avellino, en la iglesia del Santísimo Salvador de la ciudad de Toro, y en la iglesia de San Mercurio en Serracapriola (provincia de Foggia). Las monjas del monasterio de San Mercurio en El Cairo le atribuyen a su intercesión que el gobierno egipcio reversara una orden de confiscación de un terreno que tenían en Alejandría, el cual iba a ser destinado para un complejo vacacional de los oficiales del ejército.
  

ORACIÓN (del antiguo Misal de Maguncia)
Oh Dios, que sostuviste a tu glorioso mártir el bienaventurado San Mercurio con la virtud de la constancia en su pasión, concédenos que podamos imitarlo en despreciar por tu amor la prosperidad mundana, y a no temerle a la adversidad. Por J. C. N. S. Amén.

martes, 21 de noviembre de 2017

SINTIENDO LA PRESIÓN: EL VATICANO PROMUEVE UN LIBRO QUE DEFIENDE A FRANCISCO BERGOGLIO CONTRA LOS QUE LO SEÑALAN DE SER UN FALSO PAPA

Traducción de la noticia publicada en NOVUS ORDO WIRE.
 
Pareciera que el establecimiento pseudocatólico en el Vaticano está sintiendo la presión contra su “Papa” Francisco.
 
Luego de que más y más personas están comenzando a expresar sus dudas sobre la legitimidad de la pretensión de Jorge Bergoglio de ser el Papa de la Iglesia Católica, el Vaticano albergará la presentación de un libro contra lo que ellos llaman “Sedevacantismo”, la noche de este martes 21 de Noviembre.
 
El libro en comento se llama Sedevacantisti (en italiano “Sedevacantistas”) y fue escrito por Francesco Antonio Grana. Fue lanzado el 11 de Octubre de 2017 y está siendo publicado por Tau Editrice. Está disponible para su compra online y ya recibió algunas reseñas.
 
Portada del libro
 
A juzgar por lo que se ha dicho sobre el libro, parece que no se trata sobre el Sedevacantismo como es conocido generalmente. En cambio, la obra pretende refutar los argumentos hechos solamente contra la legitimidad específica de Francisco I, incluyendo los argumentos presentados por Antonio Socci en su obra de 2014 Non È Francesco (“No es Francisco”) y los que basan su rechazo a Bergoglio sobre las reglas para el cónclave fijadas por el “Papa” Juan Pablo II en 1996. No está claro si también se defiende la validez de la renuncia de Benedicto XVI en 2013 —negada por los autodenominados “Resignacionistas”—.
  
Con todo, es una cosa buena el hecho de las palabras “Sedevacantismo” y “Sedevacantistas” estén siendo de manejo público, porque está llevando a más personas a investigar sobre la temática. Recordamos que hacía algunos meses cuando el “Arzobispo” Georg Gänswein, quien es tanto prefecto de la casa “papal” de Francisco como el secretario privado del “Papa Emérito” Benedicto XVI, fue solicitado para comentar sobre un artículo del blog Novus Ordo Watch blog.
  
Aquí hay algunas fotos de su autor, Francesco Grana, dándole una copia de su libro al hombre que él defiende como “Vicario de Cristo” (imágenes proporcionadas por Tau Editrice):
 
 

Sin importar su contenido presente, es una gran satisfacción saber que alguien le pone ante la faz de Bergoglio un libro con la palabra “Sedevacantistas”.
 
Dice mucho el hecho de que en una conferencia de prensa en el Vaticano se presente un libro que busca defender la legitimidad del reclamo francisquista al Papado. Aparentemente los poderes han decidido que la necesidad de defender a Francisco es más grande que la vergüenza que inevitablemente acompañará tal ocasión.
 
El 18 de Noviembre, el vaticanista italiano Marco Tosatti anotó que la rueda de prensa anunciada por el Vaticano para este libro está inusualmente “blindada”:
Comencemos con un extraño anuncio, concerniente a una conferencia de prensa —sobre la presentación de un libro— fuertemente blindada. A continuación reproducimos el comunicado:
El 21 de Noviembre en el Vaticano, la presentación de “Sedevacantisti” con Gómez y Saluzzi.
El martes 21 de Noviembre de 2017, a las 18:00h en la sede de Radio Vaticana (Sala Marconi – Plaza Pía, 3 – Palacio Pío – Ciudad del Vaticano) Peter Gómez, director de ilfattoquotidiano.it y de Fq MillenniuM, Paola Saluzzi, corresponsal de Tv2000, y Javier Martínez-Brocal, director de Rome Reports, presentan el libro Sedevacantisti (Tau Editrice s.r.l.) de Francesco Antonio Grana, vaticanista de ilfattoquotidiano.it.
 
Francisco no fue electo legítimamente. Es herético. Quiere canonizar hasta a Martín Lutero. En cinco años de pontificado los críticos, fuera y sobre todo dentro de la Iglesia Católica (sic) han atacado a Bergoglio accusándolo de herejía,
 como lo han hecho los cuatro cardenales que han expresado sus dúbia por su apertura en favor de los divorciados vueltos a casar, aquellos que han fijado 200 afiches por la
s calles de Roma que ridiculizan la poca misericordia del Papa (sic) latinoamericano hacia sus opositores. Sedevacantisti quiere responder punto por punto a los ataques infundados e injustificados contra Bergoglio evocando sus grandes éxitos en el campo eclesial sobre el panorama geopolítico mundial.
 
Aparte del hecho de que los cuatro cardenales no han atacado al papa (sic) acusándolo de herejía, si no que le han pedido –ellos y muchos otros– claridad sobre los puntos ambiguos y controversiales de una exhortación apostólica; aparte el hecho que “los grandes éxitos” pueden ser materia de gran debate, encendidos y de final incierto; lo que más nos ha chocado son las medidas extraordinarias de seguridad preventiva. Debéis saber que la Sala Marconi alberga muchas conferencias de prensa y presentaciones de distinto tipo. El único requisito para ingresar, in génere, es el de estar en capacidad de entrar. En cambio, leed aquí:
Acreditación:
Los periodistas y trabajadores de los media que quieran realizar FOTO y VÍDEO deben enviar solicitud a la Sala de Prensa de la Santa Sede, al e-mail accreditamenti@salastampa.va, indicando la agencia a la que pertenece, su función y enviando copia del documento de identidad. Aquellos que ya disponen de acreditación ORDINARIA válida ante la Sala de Prensa de la Santa Sede deben enviar una petición de participación. Todas las solicitudes deberán ser enviadas 24 horas antes del evento.
¿A qué le temen? ¿A un comando de sedevacantistas que gritando “el papa no es el Papa” vuelque la mesa de ponentes y se comporte malísimo con la amiga Paola Saluzzi? Tememos que luego del sainete del camión-valla con la foto del [cardenal Carlo] Caffarra, el sentido del ridículo a la sombra del Cupolone petrino esté agonizando. [MARCO TOSATTI, “Bestiario: Chi Ha Paura Del Sedevacantista Cattivo?” (Bestiario: ¿Quién tiene miedo del Sedevacantista cautivo?). Blog Stilum Curiæ, 18 de Noviembre de 2017 -Traducción propia, formato especial en el original].
 
En pocas horas, sabremos qué transpiraron, aunque predecimos de él que será poco más que un no-evento. Será un evento al que nadie asiste sobre un libro que nadie lee porque en este punto la evidencia sobre Francisco es tan manifiesta que aquellos a los que les gusta, lo quieren un verdadero Papa a pesar de la evidencia, y aquellos que lo rechazam ciertamente no serán convencidos de lo contrario por leer un libro que presumiblemente “explica” que todo es solamente un gran malentendido.
 
El libro de Grana pudiera ser muy similar al What Pope Francis Really Said (Lo que el Papa Francisco dijo) de Tom Hoopes. Es demasiado poco y demasiado tarde, y en este punto, ¿quién puede tomarlo en serio?