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lunes, 11 de diciembre de 2017

CUANDO LOS FOCIANOS ERAN INMACULISTAS

Qué mejor forma de celebrar el haber llegado a nuestro artículo número 2000 que hablando de Nuestra Señora y Reina la Virgen Santa María. Y ciertamente, estando como estamos en la Octava de la Inmaculada Concepción (conciliares, no reviséis vuestros calendarios buscándola, porque vuestro Roncalli la suprimió en 1962), conviene recordar que la doctrina de la Inmaculada Concepción fue constante en la Iglesia Ortodoxa, que reconocía con los Padres Griegos y Sirios (entre ellos San Gregorio Nacianzeno, San Sofronio, San Efrén y San Juan Damasceno) que la Virgen fue prepurificada (προκαθαρθείσῃ) en el primer instante de su ser natural, en previsión de la Encarnación del Verbo; y que si hubo “purificación” (κάθαρσιν) posterior, fue en el sentido del aumento de gracias que Ella recibió con cada acto de religión. Sin embargo, los ortodoxos modernos en parte por escrúpulo al considerar que con la doctrina inmaculista se separa a María Santísima del resto de los hombres, y en parte por odio al Papado Romano, dieron al través hasta el punto que no sólo no encuentran cómo ridiculizar el Dogma proclamado por Pío IX (de hecho no lo bajan de “engaño diabólico”), sino que hacen que los elogios patrísticos y litúrgicos que le dan a la Virgen queden como exclamaciones carentes de trascendencia.
  
Con tal razón, para darles un recordatorio a los ortodoxos y despejar la ignorancia de algunos católicos zelotas pero ignorantes (que nunca faltan y por todo critican, creyendo que sólo puede haber Católicos “Latinos” -ni siquiera en el Concilio de Florencia cuando expidieron los decretos de Unión de los Siríacos y Armenios y Griegos, ni los Papas Benedicto XIV, León XIII y Pío XII pensaban de esa manera-; y que encima piensan que por gritar más van a tener la razón), tradujimos del italiano el siguiente artículo publicado originalmente en RADIO SPADA. Y quiera Dios que, por la intercesión de nuestra Santísima, Inmaculada, enteramente Bendita y gloriosa Soberana, la Madre de Dios y siempre Virgen María -en griego, Τῆς Παναγίας, ἀχράντου, ὑπερευλογημένης, ἐνδόξου, δεσποίνης ἡμῶν Θεοτόκου καὶ ἀειπαρθένου Μαρίας- (cf. Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, Gran Letanía), un día no lejano regresen los ortodoxos a la Unidad de la Iglesia Católica y reparen las ofensas que sus antepasados Le infligieron a Nuestra Señora.

LA FE DE LA IGLESIA ORIENTAL EN LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Icono de María Inmaculada (Urоš Prеdić, 1885), en el iconostasio de la iglesia ortodoxa de la Dormición de la Madre de Dios (Perlez, Serbia)
  
El 8 de Diciembre de 1854 Pío IX, cumpliendo un voto hecho durante el exilio en Gaeta en el año 1849, cerraba la cuestión de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Desde lo alto de su Cátedra de infalibilidad definía como dogma de fe divina y católica “la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, por una gracia y un privilegio singular de Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, fue preservada intacta de toda mancha del pecado original” [1]. Día de júbilo para la Iglesia entera y para todo devoto de la Virgen que, con San Agustín [2], no tolera ver juntos a María y el pecado.
 
Como es sabido, esta verdad de nuestra Fe es impugnada tanto por las distintas sectas del mundo protestante como del mundo oriental disidente, los sedicientes ortodoxos (aquellos que un tiempo se llamaban Focianos). Estos últimos, más por odio cismático y herético hacia el Papado Romano que por convicción, aunque sostienen la impecabilidad de la Madre de Dios y aclamándola fervientemente Toda-Pura (Πανάχραντα) y Toda-Santa (Παναγίας), no le postulan la preservación de la culpa de Adán y la redención preventiva al momento de la concepción: esto es, para ellos María fue santificada en vista de la Encarnación del Verbo, fue preservada de cometer pecados en vida, pero nació infecta por el pecado original. Ahora, no siempre fue este su pensamiento respecto a la Deípara, y bien lo explicaba La Civiltà Cattolica en 1876 [3]. En un artículo que tuvo por título “Nuevos documentos de la Iglesia oriental en torno al Dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima”, los doctísimos Padres de la entonces integralmente católica Compañía de Jesús, reproducían un informe sobre el tema de un hermano suyo que vivió en el siglo XVII, Joseph Besson. Él, Superior de las misiones jesuíticas, presentó a un grupo de Patriarcas y Obispos cismáticos, reunidos en Alepo, la Constitución Apostólica “Sollicitúdo ómnium” del Papa Alejandro VII del 8 de Diciembre de 1661. Con este documento el Papa Chigi avalaba la tesis antigua en la Iglesia por la cual el alma de la Madre de Dios “en el primer instante de su creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su Hijo Jesucristo, Redentor del género humano” e igualmente –siguiendo a Sixto IV, Pablo V y Gregorio XV- condenaba severamente a los que intentasen oponerse a tal doctrina. El Cónsul Francés que asistiera a esta reunión certificó oficialmente que “este había sido el sentir de todas las Iglesias y naciones orientales, el que la Beatísima Virgen fue inmune a toda mancha de pecado original”. Lo mismo confirmaron los tres Patriarcas y los Obispos no católicos con sus propios escritos, enviados luego a Roma, todos afirmando la verdad de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, como doctrina enseñada por los Padres y Doctores antiguos y proclamada en la Liturgia. Quizá ellos, a diferencia de sus epígonos (monstruosamente fosilizados en el cisma y en la herejía), hubieran ciertamente suscrito la definición dogmática del Sumo Pontífice y no se hubieran extraviado en caprichosas interpretaciones [4] de aquel “Yo soy la Inmaculada Concepción” que el 25 de Marzo de 1858 fue revelado a la niña Bernardita Soubirous en la Gruta de Massabielle.
 
Pueda la Inmaculada -cuyo total triunfo sobre la Serpiente creemos con el Padre Kolbe es la conversión de todos los que erran fuera de la Iglesia Romana- romper las cadenas de un odioso cisma milenario a fin que, como imploraba Pio IX, “todos los errantes, removida la oscuridad de su mente, puedan retornar al camino de la verdad y de la justicia, y se haga un solo rebaño y un solo pastor”.
 
Quien jamás confiesa
Que sois Inmaculada,
La suerte bienaventurada
No goce, ¡no, no!

Giuliano Zoroddu
8 de Diciembre de 2017.
 
NOTAS
[1] Pío IX, Bula dogmática “Ineffábilis Deus”, 8 de Diciembre de 1854.
[2] «Exceptuando, pues, a la santa Virgen María, acerca de la cual, por el honor debido a nuestro Señor, cuando se trata de pecados, no quiero mover absolutamente ninguna cuestión» (SAN AGUSTÍN, De Natúra et Grátia contra Pelágium, cap. 36, 42).
[4] Vittorio Messori en su Hipótesis de María reproduce una cita de un opúsculo de un teólogo ruso, Antoni Merluskin, titulado Punto de vista ortodoxo sobre la concepción de la Virgen María: “La frase que la Virgen confía a la vidente muestra no el resultado (María misma), sino la fuente (el Espíritu que la ha fecundado). Con estas palabras se revela la naturaleza, la esencia misma de la Bendita Virgen en relación con la concepción virginal e inmaculada de Nuestro Señor”. Según dicho autor ruso, ¡la Inmaculada Concepción no es María, sino Jesús!

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