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lunes, 17 de septiembre de 2018

IMPRESIÓN DE LOS SAGRADOS ESTIGMAS EN SAN FRANCISCO DE ASÍS

«¿Hay entre vosotros alguno que esté triste?». (Santiago 5, 13).
 
San Francisco recibiendo los estigmas (Giotto, Museo del Louvre)
 
Dos años antes de morir San Francisco de Asís, y cuando tenía cuarenta y dos años —un año después de construir el primer pesebre en honor de Nuestro Señor— se retiró a una montaña solitaria llamada Monte Alverna, para prepararse por cuarenta días de ayuno y oración a la fiesta de San Miguel, el principal de los Ángeles de Dios, cuya fiesta es el 29 de Septiembre. El 14 de Septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, San Francisco recibió en sus manos, pies y costado las Sagradas Llagas del propio cuerpo de Nuestro Señor. Las heridas que Jesús le dio permanecieron en sus manos, pies y costado, y continuaron sangrando por dos años más, hasta su muerte en 1226. El día en que San Francisco recibió las Cinco Llagas de Nuestro Señor fue el 14 de Septiembre, pero para que este hermoso evento pudiese tener un día de fiesta para sí, los Estigmas de San Fancisco son conmemorados el 17. La simple liturgia de esta vida santa puede resumirse en esta forma: el pesebre en 1223, y la Cruz en 1224.
     
MEDITACIÓN SOBRE CÓMO HAY QUE VENCER LA TRISTEZA
I. Cuando estamos agobiados bajo el peso de la tristeza, cuando la malicia de nuestros enemigos, la infidelidad de nuestros amigos, los sufrimientos de nuestro cuerpo y tantos otros acontecimientos desfavorables nos colman de amargura, buscamos un amigo fiel para descargar nuestro corazón en el suyo. ¿Dónde encontrar un amigo más fiel que Jesús? Vayamos, pues, al pie de los altares, confiémosle el motivo de nuestras lágrimas, roguémosle que nos libre de nuestras penas. Interroguémosle, escuchemos lo que nos diga en el fondo del corazón, y pronto seremos consolados. «Me acordé de ti, Señor, y me alegré». (El Salmista)
   
II. Para disipar la tristeza, consideremos que existen personas más desventuradas que nosotros. ¡Tantos pobres en los hospicios, tantos enfermos en su lecho sufren mucho más que nosotros! Las Benditas Almas del Purgatorio, los condenados en el Infierno, sufren tormentos incomparablemente más crueles que los que nos hacen gemir a nosotros. Aceptemos de buen grado esta tristeza para expiar nuestras faltas. Si una hora de pena te resulta intolerable, ¿cómo sufrir los suplicios eternos del Infierno? Piensa en esta verdad, y ya no derramarás lágrimas sino para borrar tus pecados.
  
III. Piensa en la tristeza que se apoderó del corazón de Jesucristo en el huerto de los Olivos; piensa en los tormentos que por ti soportó en la cruz, y di con Él: «Padre mío, que se haga vuestra voluntad; si queréis que gima durante toda mi vida, me someto a vuestra santa voluntad». Después de todo, no debemos esperar estar siempre alegres y contentos, puesto que Jesucristo y los santos han estado siempre en aflicción y lágrimas. Señor, quiero llorar con Vos, porque nadie puede gozarse en la tierra con el rico epulón y reinar con Dios en el cielo. «Los cristianos deben temer los gozos de la vida presente y desear los sufrimientos con ardor». (San Juan Crisóstomo).

La oración. Orad por las órdenes religiosas.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, que, para sacar al mundo de la tibieza en que había caído e inflamar nuestros corazones con el fuego de vuestro amor, habéis impreso en el cuerpo del bienaventurado Francisco las Sagradas llagas de vuestra Pasión, dignaos, en vista de sus méritos y de su intercesión, concedernos la gracia de llevar constantemente la cruz y hacer dignos frutos de penitencia. Vos que vivís y reináis en los siglos de los siglos. Amén.

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