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sábado, 27 de abril de 2019

SAN PEREGRINO LAZIOSI


Nació en Forlí en el año 1265. En su juventud dejó no poco que desear; pero convirtióse por las oraciones de San Felipe Benicio, y obediente a la voz de María Santísima, que lo llamaba a hacerse religioso en la Orden de sus Siervos, acompañado de un ángel se dirigió a Siena, donde fue aceptado y vestido con el hábito de la Orden por el mismo San Felipe Benicio en 1283. Desde este mismo instante fue siempre un religioso ferviente, devotísimo de la Virgen Dolorosa y por tan grandes penitencias como estar de pie por casi treinta años sin nunca sentarse, y si tomaba un breve reposo, o se apoyaba al muro o se acostaba sobre la tierra desnuda. Tuvo también ardiente celo por la salvación de las almas, y con la oración y con la predicación atrajo a tantos al Señor, que se mereció el título de Apóstol de la Emilia; y basta señalar que en una sola ocasión convirtió a cuarenta ladrones. Enfermo de una úlcera engangrenada (¿cáncer?), el día antes de la cirugía para amputarle la pierna, fue milagrosamente sanado por Jesús crucificado, al cual tenía gran devoción. Cargado de méritos, a los 80 años de edad, murió en Forlí el 1 de Mayo de 1345 y comenzó enseguida a hacer milagros; incluso sobre el catafalco, en presencia de mucha gente, levantóse de él, extendió la mano hacia un pobre ciego, que se encomendaba a él y le retornó la vista. Este santo, canonizado en 1720 por el papa Benedicto XIII, es invocado para obtener la conversión de grandes pecadores y la curación de las enfermedades de las piernas; innumerables fueron y son las gracias que se obtienen por su intercesión. Su cuerpo, conservado hasta ahora entero en Forlí, en la iglesia intitulada por él, tenido en gran veneración por los forliveses, los cuales lo escogieron como su copatrono, celebrándole la fiesta el 1 de Mayo con grande solemnidad y concurso de pueblo.
 
San Peregrino, al padecer cáncer, ha sido declarado popularmente como protector de aquellas personas que sufren esta enfermedad. Como discípulo de la fe en Jesucristo, es un buen compañero para aquellas personas enfermas, para que lo tengan a su lado, les dé aliento, fortaleza y que no pierdan la esperanza.
 
ORACIÓN
Oh Dios, que diste al bienaventurado San Peregrino un Ángel por conductor, a la Virgen Madre como maestra, y a Jesús como admirable médico para su úlcera mortal, te suplicamos nos des, por sus méritos, que en la tierra amemos singularmente a los santos Ángeles, a la Virgen y a nuestro Salvador, y les alabemos en el Cielo. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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