«El anticristo, a través de una estratagema baja y falsa, y con regalos de oro y gemas, ganará influencia sobre los príncipes mundanos. Ellos le verán como su Señor y Dios.
Durante el tiempo del anticristo, una Orden de Predicadores develará sus actividades; antes de esto sus miembros estarán activos por 30 años en paz. No tendrán casa propia, sino que serán huéspedes donde vayan. Llevarán un bastón con ellos donde estén representados los sufrimientos de Cristo y su Ascensión. Muchos paganos y judíos recibirán el Bautismo de estos hermanos. El Anticristo traspasará a estos hombres y capturará a todos sus seguidores.
Después de que los dos profetas (Enoc y Elías) son asesinados, el mayor poder sobre la tierra le será dado al Anticristo. Entonces van a poner calderos en las calles con contenido hirviendo, y conducirán a los hombres que se conocen como cristianos y sus esposas e hijos allí, para escoger o profesar la deidad del Anticristo y de esta manera conservar a su familia y ser recompensados con riquezas y un hogar, o profesar la fe cristiana, y por lo tanto, la muerte en el caldero hirviendo. Entonces las mujeres y sus hijos, que elegirán morir por el amor de Jesús, serán arrojados dentro de un pozo de fuego cubiertos con madera y paja, y serán quemados.
Ambos hombres están en el Paraíso viviendo dichosamente y comiendo los mismos alimentos que Adán comió una vez. Ellos, también, deberán evitar, en obediencia a Dios, el mismo árbol del cual Adán y Eva no debieron comer. Este árbol no es grande; su fruto parece muy hermoso y amable como una rosa, sin embargo en su interior es acre por naturaleza, indicando el amargo mal del pecado. Dios ha prohibido este fruto porque es muy dañoso a los hombres e incluso ahora es considerado como veneno. Un ángel acompañará a Enoc y Elías desde el Paraíso. La claridad y la gloria que rodea sus cuerpos desaparecerán entonces y recibirán de nuevo la apariencia terrestre y se convertirán en seres mortales. Tan pronto vean la tierra, ellos se asustarán como las personas que ven el océano y no saben cómo poder cruzarlo. Comerán miel e higos, y beberán agua mezclada con vino, mientras su espíritu será alimentado por Dios. Ellos aparecerán como predicadores en el último tiempo de miseria, cuando muchos de los buenos hayan ya muerto como mártires, y consolarán al pueblo por mucho tiempo aún. Enoc y Elías verán muy de cerca al Anticristo; y le dirán a la gente quién es él, bajo qué poder hace prodigios, en qué día vino al mundo y cuál será su final. Entonces muchos hombres y mujeres se convertirán.
Enoc y Elías expondrán el engaño diabólico del Anticristo a la gente. Como consecuencia de esto, él los matará. Por tres días y medio, sus cuerpos estarán expuestos a insultos, y los seguidores del Anticristo presumirán que todo el peligro se habrá acabado, pero de repente los cuerpos de los dos profetas se moverán, se levantarán, y la multitud contemplará y empezará a alabar a Dios. Un gran terremoto similar al de la resurrección de Cristo, tendrá lugar: Jerusalén será parcialmente destruida y miles morirán. Luego un voz del cielo dirá: “¡Ascended!”, con lo cual los profetas ascenderán al cielo, resultando en la conversión de muchos.
El Anticristo reinará por treinta días después de la ascensión de Enoc y Elías.
El Todopoderoso ha preparado a San Miguel con poder y justicia, y encargado de oponerse al Anticristo en los cielos. Cuando el Anticristo con su grupo de demonios llegue en medio de ellos, San Miguel, descenderá del cielo con gran velocidad sobre ellos, estando lleno con santa indignación. Con su aparición, surgirá un gran temor a través del ejército orgulloso. Una terrible voz suena de la boca de San Miguel mientras la tierra se abre: “Desapareced, malditos, bajo lo más profundo del abismo del infierno”. Un rayo de la nube echará al Anticristo y sus secuaces dentro del abismo temeroso de fuego y llamas con tal fuerza que los cimientos más profundos temblarán y resonará todo el infierno. Con la caída del Anticristo vendrán numerosos terremotos, una densa tiniebla cubrirá la tierra, el suelo se abrirá en miles de lugares debajo de los pies de los habitantes y ciudades, pueblos, castillos y una gran cantidad de personas serán tragadas. La mitad de esa multitud inmensa sobre el Monte Olivete será echada en el abismo con el Anticristo. El océano se moverá espantosamente y las olas desbordarán la costa e inundarán la tierra. Todas estas calamidades son sólo para asustar a los restantes a aceptar la gracia y la misericordia de Dios».
Rev. R GERALD CULLETON, The reign of Antichrist (El reinado del Anticristo). TAN Books, 1974 (ed. original, 1951), págs. 133-135.
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