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miércoles, 18 de diciembre de 2019

LA EXPECTACIÓN DEL MESÍAS NO ERA ALGO EXCLUSIVAMENTE JUDÍO


«108. P. La expectación de un Mesías, ¿fue exclusiva del pueblo judío?

R. No; la expectación de un Mesías era común a todos los pueblos del universo. Todas las naciones recordaban una gran falta cometida desde el principio, y esperaban la reparación mediante un futuro Libertador.

Este hecho es tan cierto, que hasta los enemigos de la religión se ven obligados a confesar que, en la época del nacimiento de Jesucristo, el universo entero esperaba un gran Mediador, que debía renovar la edad de oro sobre el mundo, librarla del mal y restituir a los hombres la paz y la felicidad.

Este deseo universal no puede tener su razón de ser sino en una promesa primitiva mantenida por las profecías y cuyos ecos habían llegado hasta las naciones más diversas. Todas las miradas estaban fijas en Judea, que se había convertido en el polo de la esperanza de todos los pueblos.

Fuera del pueblo judío, esta esperanza de un Redentor se hallaba desfigurada por la ignorancia o las pasiones, y cada pueblo se forjaba una idea distinta de este Libertador, conforme a propio modo de ser; pero en todas partes, en Oriente como en Occidente, se esperaba un personaje extraordinario que reinaría sobre el mundo y restablecería en él la justicia.

1º En Occidente. – He aquí lo que se lee en los historiadores romanos, Tácito y Seutonio: Era universal la creencia en antiguas profecías, según las cuales el Oriente iba a prevalecer, y de la Judea saldrían los señores del mundo (Tácito, Historias, libro V, cap. 13).

Todo el Oriente, dice Suetonio, resonaba con la antigua y constante opinión de que el destino habría decretado que, en esta época, la Judea daría señores al universo (Vida de los doce Césares, en Vespasiano, núm. 4).

El gran poeta de Roma, Virgilio, intérprete de la expectación general, cantaba en una égloga la próxima llegada del Niño bendito, que debía devolver la edad de oro a la tierra. Cicerón afirma la misma tradición, atribuyéndola a los oráculos de las Sibilas.

En la Galia, sus antiguos habitantes adoraban, en los bosques sagrados, a una virgen de la cual debía nacer un hijo esperado de mucho tiempo atrás. Esta tradición está confirmada por los altares descubiertos en Chartres, en Châlons-sur- Marne, en 1833, con esta inscripción: Vírgini paritúræ Druídes: Los Druidas a la Virgen Madre.

En Grecia, Platón pone en boca de Sócrates estas sorprendentes palabras: “Hay que esperar que alguien venga a instruirnos acerca de la manera cómo debemos portarnos con los dioses y con los hombres”. Alcibíades responde: “Tengo un deseo ardiente de conocer a ese personaje... venga, pues, y cuando haya venido, haremos nuestros ofrecimientos a Dios” (II Diálogo de Alcibíades).

2º En Oriente. – Entre los persas se lee en el Zend-Avesta, escrito por Zoroastro, 600 años antes de Jesucristo, que un mediador llamado Mitra interviene entre Ormuzd, Dios creador, y el hombre culpable; ese mediador viene para abolir el imperio de Ahrimán, el espíritu del mal.

La China, en los tiempos de Confucio, 500 años antes de Jesucristo, alimenta las mismas esperanzas; y los Kings, libros sagrados de la nación, dicen que el Libertador esperado vendrá de Occidente.

La India, con sus encarnaciones milenarias de Visnú, habla como la China y la Persia: en la narración de los Vedas, la parábola del hijo pródigo no es más que la alegoría del mundo esperando un Salvador.

3º Los incrédulos modernos que han estudiado las tradiciones antiguas, se ven obligados a convenir en que todos los pueblos esperaban un doctor, un sabio, un conquistador, un Dios.

“De tiempo inmemorial corría entre los indios y los chinos la creencia de que el Sabio vendría de Occidente. La Europa, al contrario, decía que el Sabio vendría de Oriente”. – (Voltaire).

Otro gran incrédulo escribe: “Las tradiciones sagradas y mitológicas de tiempos remotos habían esparcido por todas partes la creencia en un gran mediador que tenía que venir, de un Salvador futuro, rey, Dios, conquistador y legislador, que devolvería a la tierra la edad de oro y libraría a los hombres del imperio del mal”.– (Constantin-François Chassebœuf de La Giraudais, conde de Volney).

CONCLUSIÓN. – La expectación del Mesías no era, pues, sola de los judíos: todos los pueblos antiguos tenían las mismas tradiciones; con razón los profetas llaman Mesías al Deseado de las naciones. Esta creencia, extraña y universal, prueba de una manera evidente el hecho de la revelación primitiva. Lo que se debe notar también es que, después de la venida de Jesucristo todos los pueblos han dejado de esperar al Mesías, circunstancia que nos lleva a la siguiente conclusión: todos los pueblos se engañaron esperando un Libertador o bien Nuestro Señor Jesucristo es realmente el Mesías prometido por los profetas y esperado por las naciones».

3 comentarios:

  1. Sabes, entre los budistas japoneses shingon se hablaba de un buddha el cual dicen que descendería al infierno para rescatar las almas atrapadas ahí; cuando llegó san Francisco Xavier a Japón el primer converso pensó que el nombre del Dios del fraile era Dainichi, por ser Dainichi Nyorai una figura mesiánica que traería paz en la tierra. También los seguidores de esta secta tenían la idea de que tan solo ver una imagen sacra puede elevar uno a un estado superior de contemplación.

    Realmente parece ser cierto el dictámen de que, no hay error por más grave que sea, que no contenga un fondo de verdad (Cf. S. Tomás, Suma c.Gent. III -c 10).

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  2. A diferencia del infierno cristiano, el infierno budista (para ser más exactos, los diez infiernos budistas, tan aterradores que harían espantar a Dante) es solamente una etapa más del ciclo de reencarnaciones. Y sí, en el budismo chino y japonés, el bodhisattva Jizō/Kṣitigarbha (地蔵/क्षितिगर्भ) hizo voto de no entrar a la budeidad hasta no vaciar los infiernos. Algo curioso es que en Japón se considera el protector de los niños muertos y los fetos abortados.

    Valga anotar que cuando San Francisco Javier conoció mejor a qué refería el nombre Dainichi Nyorai (大日 如来, literal “El gran sol que viene”), que era el nombre de los budistas Shingon para Vairochana (वैरोचन), lo remplazó por “Deusu” (デウス), préstamo proveniente del latín y portugués “Deus” para referirse al Dios cristiano, a fin de no usar el término sintoísta “kami” (神).

    Finalmente, la verdad divina había sido encubierta por las idolatrías, pero como dijo el Apóstol San Pablo en el Areópago de Atenas, «Dios, habiendo disimulado los tiempos de la ignorancia (idolatría), comunica ahora a los hombres que todos en todas partes hagan penitencia, por cuanto tiene determinado el día en que ha de juzgar al mundo con rectitud» por medio de Jesucristo el Señor (cf. Hechos XVII, 30-31), y por eso es que el Evangelio y la Fe Católica se propagaron por todas las naciones (San Mateo XXIV, 14), y un día los judíos se convertirán finalmente (Romanos XI, 25-31).

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  3. También se describe a menudo a Jizō/Kṣitigarbha predicando a los pecadores aún vivos para salvarlos del tormento del infierno. Y ya que menciona a Dante, él puso como un juez en el infierno al rey Minos, y los chinos también algo parecido hicieron con el Baogong, asociándolo con el juez de los muertos el rey Yama, quien es a su vez fuertemente asociado con Jizo. Algunas leyendas chinas abiertamente presentan el estatus de Yama como un rango que cualquier entidad lo suficientemente virtuosa, incluidos los humanos, puede adquirir. Y sabe, leyendo a Afraates comentar que la biblia llama a Nabucodonosor un 'Querubín' me hace pensar que no están tan equivocados, ya que un humano en cualquier posición de poder esta inevitablemente reflejando la cualidad de Dios como regente, y de los santos se dice que están "reinando" con Dios en el cielo, no es ilógico que gentiles virtuosos tengan alguna mínima potestad sobre sus congéneres en ésta y la otra vida, no solo por lo anterior dicho sino por ser simplemente más cercanos al Dios verdadero que ellos.
    Realmente, veo muchos puentes por donde se podría atraer a las naciones asiáticas a la luz de la fe, no era ese el trabajo del pontifex romano, crear(-fex) puentes(ponti-)?

    Personalmente, creo que si san Francisco Xavier seguía usando el nombre Dainichi no habría tanto problema, al fin y al cabo lo mismo ocurrió con las tribus anglo-germanas, que tenían su propia deidad llamada godan/wodan (odín), y al final ese nombre se lo quedo apropiando el Dios cristiano y de ahí el inglés 'God'.

    Y, de la conversión de los judíos, cabe mencionar que no solo serán ellos sino también los paganos los que se convertirán en masa al final de los tiempos.
    Yo leí de san Bridget que los paganos serían convertidos y los cristianos serian como siervos de ellos, en específico que:
    «...todavía tendrán los gentiles tan gran devoción, que los cristianos serán espiritualmente como siervos de ellos, y se cumplirá lo que dice la Escritura, que el pueblo que no entendía me glorificará, y se poblarán los desiertos, y cantarán todos: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y sea dada honra a todos los Santos.» (Lib. VI, C. 55).
    Y yo creo pues, que cuando dice "se poblarán los desiertos" hace referencia a la tierra de Moab a la cual exhorta Isaías (cap. XVI) que no rechace a los "refugiados y peregrinos" judíos hijos suyos, antes los acoja y les sirva de escondite en los últimos tiempos, ya que después de haberse convertido a Cristo encontrarán ahí el arca de la alianza. Añado también que según Isaías, Dios reuniría a su pueblo desde 'Sinim' (teorizado por muchos como China), lo más probable para congregarse en el desierto, como se dice de la mujer del Apokalypsis.

    Realmente, podemos sacar muchas fuentes que lo confirman, que al final de los tiempos los judíos, los paganos, e incluso herejes y cismáticos, todos vendrán a la fe católica, mientras tanto las naciones otrora católicas se irán alejando de Dios. No sé lo que usted dirá, pero yo creo que esto es lo que ha de ocurrir.

    ¿Es siquiera posible juntar a tantas gentes tan dispares entre sí? Si se puede, solo Dios podría realizarlo.

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