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domingo, 5 de abril de 2020

DEVOCIÓN DE LAS LÁGRIMAS DE SANTA MARÍA MAGDALENA

Tomado de APOSTOLADO DE LA PIEDAD POPULAR.

DEVOCIÓN DE LAS LÁGRIMAS DE SANTA MARÍA MAGDALENA
 
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
 
ORACIÓN INICIAL
¡Oh gloriosa Santa María Magdalena! Ejemplar de penitencia, Discípula amada de Jesucristo y Maestra del Divino Amor: Yo, aunque indignísimo pecador, confiando en tu benignidad te escojo hoy, y para siempre por mi especial protectora y abogada, te ruego amabilísima Santa mía, me recibas debajo de tu patrocinio y me alcances con tu intercesión de la Divina Piedad, una perfecta, íntima y continua contrición de mis pecados, y la remisión de todos ellos, y aquellas llamas de caridad con que fue abrazado tu corazón. Asísteme, te suplico, por el amor del Verbo Humanado, tu Divino Maestro, en la hora de mi muerte, y has con tus oraciones y méritos, que, encendido de la Divina Caridad, por la fuerza de ella expire mi alma y me asemeje a ti, que por la vehemencia del Divino Amor felizmente moriste. Amén.

DEPRECACIONES
Oh Verbo humanado, te doy humildes, reverentes y afectuosas gracias por los favores, privilegios y tesoros de gracia y gloria con que enriqueciste a Santa María Magdalena, y te ruego por sus méritos me concedas una perfecta contrición de mis pecados y un encendido amor tuyo, y que me la des propicia en la hora de mi muerte, por Ti mismo, que vives, y reinas en los siglos de los siglos. Amén.

Santa María Magdalena, ejemplar de penitencia: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Tu que regaste con tus lagrimas los Pies de Cristo, con tus cabellos los enjugaste; y con precioso licor los ungiste: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Que recibiste el perfecto perdón de tus culpas de la boca misma del Verbo humanado, y de pecadora fuiste levantada en un momento a una gran santidad: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Discípula amada de Cristo, instruida con sus Divinas Palabras, así exteriores, como interiores, para una heroica santidad: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Que seguiste a pie a tu Celestial Maestro por los lugares y valles por donde iba predicando el Reino de Dios, subministrando de tus bienes a su Divina Majestad y a sus Discípulos el sustento necesario: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que hospedabas en tu casa al Salvador, y no pudiendo apartarte de su Divina Presencia, te fuiste a sus Pies para alimentar tu espíritu con la dulzura de sus Celestiales Palabras: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que con tus lágrimas mereciste el que el Salvador llorase, y te resucitara a tu hermano Lázaro: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que por instinto del Espíritu Santo limpiaste del polvo los Pies del Salvador con tus cabellos, y los ungiste con preciosísimo ungüento; y rompiendo el Vaso, derramaste todo aquel oloroso licor sobre su Sagrada Cabeza, previniéndole desde entonces para la sepultura: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que, por la mucha devoción, y ardiente caridad con que ungiste al Salvador, fuiste alabada de su Divina Majestad, y serás con eternas alabanzas celebradas por todo el mundo: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que tuviste por Defensor y Abogado a Cristo nuestro Señor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que al pie de la Cruz padeciste un martirio tan grande de dolor y compasión por las penas y Muerte de tu Divino Señor, que hubieras muerto de puro dolor, si Dios con especial providencia no te hubiera librado: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que después de la Santísima Virgen fuiste la primera, y antes que todos los Apóstoles regalada con la vista, y presencia del Señor resucitado: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que fuiste constituida por Cristo Abogada, y aun Evangelista de los Apóstoles: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que viste con gran gozo en compañía de la Santísima Virgen y de los Apóstoles y Discípulos subir al Cielo a tu Divino Maestro: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que, con la Santísima Virgen y los Santos Apóstoles recibiste el Espíritu Santo, y el Don de las lenguas, y la virtud de hacer milagros: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que por causa de Cristo fuiste arrojada en el mar en un navío sin remos, sin velas, sin timón, a un evidente naufragio, y por virtud Divina fuiste librada de él: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, Apóstola de los Gentiles e Idólatras: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, ejemplar de vida contemplativa: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
 
Santa María Magdalena, Maestra del divino amor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, Mártir en el espíritu y en el cuerpo: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que por la pureza singular de tu Alma y cuerpo fuiste colocada por la Iglesia la primera en el Coro de las Vírgenes: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, singularmente amiga de la Reina de toda pureza: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que conversaste familiarmente con los Ángeles, y fuiste favorecida de ellos: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que viviste por treinta años sin sustento terreno: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que siete veces al día fuiste levantada por los Ángeles en el aire para oír los cantos, y músicas celestiales: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que en la Gruta de Marsella fuiste frecuentemente regalada y favorecida con la presencia visible de Cristo nuestro Señor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, Serafín de amor: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa Maria Magdalena, que fuiste llevada por los Ángeles a la Iglesia para recibir a Cristo Sacramentado: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que abrasada con tu Dios Sacramentado espiraste de amor, por la vehemencia de la caridad: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Santa María Magdalena, que te levantaste tan alta en la pureza, gracia y caridad, que fuiste de las tres almas que más agradaron al Verbo humanado sobre todos las demás Santos: Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
   
℣. Ruega por nosotros, ¡Oh Seráfica María Magdalena!
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
  
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que concediste a Santa María Magdalena este singular privilegio que fuese de los Ángeles levantada en el aire siete veces al día para oír los cantos celestiales: te ruego por sus méritos e intercesión, levantes mi corazón de la tierra para que tenga siempre su conversación en el Cielo: Por Ti mismo, Redentor mío, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

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