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domingo, 31 de mayo de 2020

SIRIA, CUNA DEL CRISTIANISMO ORIENTAL

Síntesis de la 599ª conferencia de formación militante por la Comunidad Antagonista Padana de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Milán, no realizada a la clausura del Ateneo por causa de la epidemia del coronavirus. Relator: Silvio Andreucci (recopilado por Piergiorgio Seveso para RADIO SPADA). Traducción propia.
   
SIRIA: CUNA DEL CRISTIANISMO ORIENTAL
   
Mapa de Turquía y Cercano Oriente (Rigobert Bonne, en Atlas Moderne ou Collection de Cartes sur Toutes les Parties du Globe Terrestre, c. 1775).

Comienzo este informe sobre el rol significativo desarrollado por el cristianismo en Siria casi desde la antigüedad (el término geográfico que designaba al territorio de la actual Siria es “Aram”, del cual deriva “arameo”, la lengua hablada por Jesús) con un dato demográfico, actualmente los cristianos en Siria representan el 10/100 de toda la poblacióne y la comunidad cristiana más numerosa es la iglesia Greco-ortodoxa de Antioquía (igualmente llamada patriarcado ortodoxo de Antioquía).

La segunda comunidad la iglesia católica Greco-Melquita, una iglesia católica de rito oriental, que tiene algunas raíces comunes con la iglesia ortodoxa de Antioquía, como tendré modo de demostrar.
   
También la Iglesia ortodoxa siríaca y la iglesia apostólica armenia, aunque inferiores a las precedentes, tienen una presencia visible en Siria, finalmente hasta el día de hoy una representación minoritaria de católicos caldeos, maronitas y protestantes, y la antiquísima Iglesia asiria de Oriente.
   
Las comunidades cristianas se han desarrollado en el seno de dos grandes tradiciones, la Católica y la Ortodoxa, e igualmente el rito oriental ha existido en Siria casi desde los orígenes del cristianismo.

Las actuales Iglesias católicas de rito oriental originariamente no reconocían al Obispo de Roma, hacía parte de la ortodoxia; de hecho la iglesia católica greco-melquita y la asiria tienen una raíz común respecto a la iglesia Greco-ortodoxa de Antioquía, derivando de una escisión acaecida en el seno de la iglesia ortodoxa de Antioquía, y luego de tal cisma se acercaron a la Iglesia Romana.
   
En la antigua Aram, actual Siria, se hablaba la lengua de Jesús y con toda probabilidad se escribieron el Evangelio según San Mateo, el Evangelio según San Lucas, la Didajé y el Evangelio de Tomás; no olvidemos que Antioquía fue la etapa inicial del primer y tercer viaje de San Pablo, mientras en Damasco se encuentra la tumba de San Juan Bautista, también la capilla de San Ananías, que bautizó a San Pablo.
   
Fueron Padres de la Iglesia siríaca San Juan Damasceno (fue administrador durante el califato omeya, distinguiéndose por sua obra apologética contra la lucga iconoclasta, fue proclamado doctor de la Iglesia por el papa León XIII en 1890), San Efrén (fundador y responsable del desarrollo de dos escuelas de exégesis bíblica, la de Nísibe nacida en el 350 d.C. y la de Edesa nacida enel 363 d.C.), Ignacio de Antioquía, Taciano el Sirio, Eustaquio de Antioquía, Teodoro de Antioquía, Teodoreto de Ciro.
   
En el territorio sirio la comunidad cristiana conoció floridez, unidad y armonía hasta el momento del transcurso del siglo V y VI luego que surgieron controversias teológicas y sobre todo cristológicas debatidas durante los concilios de Éfeso (431 d.C.) y Calcedonia (451 d.C.), en particular este último decretó la ortodoxia de la fórmula según la cual en Cristo habían dos “naturalezas en una sola Persona”, la divina y la humana. Los monofisistas que seguían las enseñanzas del monje Eutiques reconocían en Cristo la sola naturaleza divina, negando la hipóstasis de las dos naturalezas en una sola Persona y pasaron a la Iglesia ortodoxa siríaca. Los fieles que se subordinaron al decreto de Calcedonia fueron llamados melquitas, término que deriva del siríaco (ܡܰܠܟܳܝܳܐ/malak=soberano).
   
De hecho, el concilio de Calcedonia había tenido el apoyo del emperaror y los “melquitas” figuraban como los fieles consentáneos también a la voluntad del emperador. El término “melquita” fue retomado en el siglo VIII, luego que fue fundada la Iglesia católica Greco-melquita. La discriminación entre católicos y ortodoxos siríacos fue por tanto la aceptación y subordinación o no (también los católicos Asirios y maronitaa la aceptaron) a las disposiciones del concilio calcedoniense.
   
En el siglo VII sucedió la conquista árabe, la condición de los cristianos de Siria empeoró en la medida en que fue proclamada la “Yihad” y los cristianos fueron reducidos al estatus de “dhimmi” o subalternos; ellos podían tener libertad de culto, aunque con muchas restricciones, a condición de pagar a los musulmanes un impuesto monetario. Dicho impuesto se llamaba “jarach”.
   
La represión no se tradujo propiamente en persecución, de hecho los gobernantes musulmanes “concedieron” a los cristianos elegir tres papas siríacos, de los cuales el último fue Gregorio III (731-741). Recordemos también que a finales del siglo VII y una parte del VIII, San Juan Damasceno había recibido encargos administrativos bajo el califato omeya.
   
A partir del siglo VII hubo un remezón demográfico, por el cual los hasta entonces mayoritarios cristanos tuvieron una brusca caída tanto en las ciudades como en los campos, y se establecieron en aldeas (así hicieron muchos propietarios de tierras vejados por una exorbitante carga fiscal).
     
Los musulmanes devinieron entonces en la mayoría de la población de Siria.
   
Los cristianos conocieron el período de mayor opresión luego que los abasíes subieron al poder en el 750 d.C.: no sólo despojaron a los cristianos de Siria de todo encargo administrativo y prohibieron el uso de los dialectos locales (el árabe era la única lengua admitida), sino que destruyeron todos los símbolos sagrados cristianos, siéndoles impuesta una lenta pero progresiva desculturación.
   
Mi análisis hace una suerte de salto al siglo XVI, no porque la historia del cristianismo sirio no no merece ser analizada en los siglos precedentes, sino porque lo requieren las exigencias de síntesis expositiva.
    
El año 1516 es el año de la conquista turca de la Siria. El estatus social de los cristianos bajo el dominio turco permaneció invariable: bajo los turcos, los cristianos debieron someterse a la legislación adoptada por los mahometanos entre los siglos VII y VIII, señalo particularmente que fueron sometidos al impuesto de la “jizia”, que todos los no musulmanes debían aportar al erario a partir de los 24 años.
   
Un evento significativo fue el reconocimiento por parte de los Turcos Otomanos a los cristianos el derecho de constituirse en comunidad nacional, también si las autoridades reconocían solamente la voz en capítulo del Patriarca de Constantinopla y el Catholicós de Armenia; estas dos máximas autoridades cristianas constituían el medio a través del cual los ciudadanos cristianos podían elevar sus peticiones a los gobernadores otomanos.
   
En el siglo XIX los cristianos entraron en enorme dificultad económica, a la opresión y a las vejaciones fiscales se agregaba, para agravar su condición, la imposición de la homologación cultural en la forma de un verdadero y propio proceso de desculturación; la legislación otomana impuso el abandono del siríaco y la adopción del árabe, como única lengua oficial reconocida.
   
No faltaron asesinatos contra la comunidad cristiana, uno de los más brutales fue consumado en 1895 en la catedral de Edesa, donde cerca de 3000 fieles Cristianos perecieron calcinados… un genocidio que preanunció en cierta forma el que vendría sobre los cristianos armenios.
   
Durante el siglo XIX tomó pie en Siria como en todo el Medio Oriente el nacionalismo árabe, sobre todo a través de una primera influencia ejercida por el pensamiento moderno (de hecho, el nacionalismo es un producto del pensamiento moderno europeo) sobre las concepciones políticas y administrativas, no por casualidad los primeros portavoces de la idea nacionalista fueron intelectuales árabes abiertos a la cultura occidental (B. Al Kubeissi, Historia del movimiento de los nacionalistas árabes, Jaca Book).

Tanto el Colegio Protestante de Siria fundado en 1866 como la Universidad San José dieron notable impulso a la penetración de las ideas occidentales en Medio Oriente, movilizándose por la fundación de numerosos círculos y organismos culturales a los cuales se debe el redescubrimiento de la historia y de la cultura árabe.
   
En sus orígenes el nacionalismo árabe fue un fenómeno exquisitamente cristiano, como ha esclarecido Georges Antonios en su obra “El despertar de los Árabes”, en la que por otro lado que los primeros fermentos nacionalistas se hallaron en la “Association Scientifique Syrienne” fundada en 1857. Respecto al nacimiento del nacionalismo árabe ho hay acuerdo entre los estudiosos del fenómeno: de hecho Zaki Nuseibeh y Zeine N. Zeine no concuerdan con la tesis de Georges Antonios; el primer estudioso pone los orígenes del nacionalismo árabe precisamente en época preislámica, mientras el segundo lo ubica en el período comprendido entre 1909 y 1914 .
   
Siguiendo siempre la tesis del autor de “Historia del movimiento de los naconalistas árabes”, se evidencia que los intelectuales y citadinos cristianos fueron más sensibles a las ideas nacionalistas y mayormente advertían la opresión del dominio otomano, los musulmanes (al menos al inicio) fueron impermeables al nacionalismo: precisamente la sociedad musulmana tendía a considerar este fenómeno un producto del Occidente, por consecuencia extraño a su propia tradición y a sus propios principios. De hecho, durante el siglo XIX en Siria y Líbano, fueron intelectuales árabes cristianos quienes advirtieron el vínculo nacional como fundamento del estado moderno. Las dificultades que, aun a fines del siglo XIX, encontraba la idea nacionalista fueron debidas al esfuerzo de movilizar a la mayoría de los ciudadanos y hacer surgir el nacionalismo como idea dominante; además habían controversias entre la visión de los cristianos y la de los musulmanes, desde el momento que los primeros (que constituían la corriente principal) miraban de plano a la secesión, mientra la tendencia musulmana fue la de “un estado árabe autodeterminado en los confines del imperio Otomano descentralizado”.
    
También durante la primera mitad del siglo XX es conspicua la presencia de intelectuales cristianos dentro de la galaxia del nacionalismo árabe, señaladamente en Siria y en Líbano.
   
Este se propuso la lucha por la emancipación del Medio Oriente del colonialismo europeo, la realización de la autodeterminación nacional, la no alineación a las dos potencias que la conferencia de Yalta consagró a la repartición de la Europa y a la injerencia imperialista en el mundo, los Estados Unidos y la Unión Soviética, además generalmente el movimiento nacional árabe perseguía también una política interna basada en los principios del del socialismo nacional, o sea tender hacia el progreso, la naturaleza aconfesional de la pertenencia al movimiento, la realización de mayor justicia social.

Michel Aflaq (1910-1989), intelectual y político sirio de familia cristiana greco-ortodoxa, fue fundador e ideólogo del movimiento árabe Baaz sirio (que conservó esta denominación hasta 1947, luego se tradujo en la facción siria del partido Baaz). Graduado en la Sorbona de París, Michel Aflaq había valorizado aspectos fundamentales del pensamiento moderno europeo, como las batallas en favor del progreso social, la lucha contra el atraso cultural, la promoción del desarrollo científico-tecnológico, el reformismo de las instituciones, pero no había compartido el avance en dirección de la secularización de las costumbres del agnosticismo; Michel Aflaq era un fervoroso creyente.
   
Las relaciones entre el movimiento nacional árabe y el Baaz sirio no fueron idílicas; ellas entonces destinadas a distanciarse progresivamente en el tiempo, en la medida en que el MNA reprobaba al Partido baazista sirio una excesiva moderación, un sustancial tender a los propios intereses particularistas que habrían comprometido el diseño de la unidad panárabe (en verdad, acusación infundada, al menos frente a Michel Aflaq, que en 1958 había propuesto la realización de la unidad entre la nación siria y la egipcia y que casi desde el comienzo había considerado la unidad panárabe principal objetivo de su programa ideológico). Finalmente el MNA acusaba a los dirigentes del Baaz sirio de cultivar un excesivo culto de la propia personalidad y “veían muy a mal el intento de Aflaq de elevar al Baaz a un nivel tal que el partido encontrase el fin en sí mismo” (Al Kubeissi, Historia del movimiento de los nacionalistas árabes).
   
Las numerosas dificultades generadas por las luchas y divisiones intestinas en el seno del Baaz sirio, como también las relaciones conflictivas con el primer ministro Hafez Assad obligase a Aflaq a dejar definitivamente la Siria en 1966 para afiliarse a la facción iraquí del Baaz, en la cual revisaba la posibilidad de realizar mejor el programa ideológico del originario movimiento baazista.
   
La última sección de mi informe no puede no estar dedicada al reciente conflicto en Siria, iniciado en 2011 y actualmente concentrado en la zona de Idlib (donde permanece la última fortaleza en manos de los guerrilleros del ISIS y donde está abierto desde el otoño pasado un nuevo contencioso entre la República árabe siria y el régimen turco de Tayyip Erdoğan).
   
Durante los años centrales del conflicto en Siria, la prensa mayoritaria ha dado una interpretación totalmente inadecuata del conflicto, insistiendo exageradamente sobre los “crímenes” del primer ministro Bashar al Assad y sobre el mantra de su “redúctio ad Hítlerum”.
   
Mtanios (Antonio) Haddad, archimandrita sirio (el archimandrita en la Iglesia católica greco-melquita tiene el cargo superior en un monasterio) reside en Roma donde es rector de la basílica de Santa María de Cosmedin. Muchas veces el religioso sirio ha denunciado el análisis muy simplificado del conflicto por parte de la prensa occidental, que frecuentemente riñe con los testimonios dados por los religiosos locales. Recordemos que Mtanios Haddad tuvo el 24 de Mayo de 2016 junto al periodista turinés Fulvio Scaglione una conferencia en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán con el título “El pacto estrecho con el diablo”.
   
En el curso de esta conferencia los relatores desmontaron la tesis tan difundida como simplista de Thomas Loren Friedman Phillips [periodista estadounidense de origen judío, N. del T.], sobre el choque de civilizaciones entre Occidente e Islam; los hechos demuestran que luego de las “guerras humanitarias” de la administración Bush en Afganistán e Irak, el terrorismo yihadista no solo no fue derrotado, sino alimentado en manera capilar; los grupos wahabitas de ISIS, al Dáesh y al Nusra (el wahabismo, la versión más integral del Islam sunní predicada en las monarquías del Golfo) constituían en algún modo la herencia de Al Qaeda.

Analizando un conflicto de naturaleza política antes incluso que confesional, los relatores de la conferencia pusieron en discusión que el Occidente estuviese verdaderamente interesado en derrotar el terrorismo yihadista y avanzaron la tesis que su política estuviese más que todo interesada en obtener como resultado último una balcanización del estado sirio por medio de conflictos interconfesionales intestinos (entre chiíes y suníes, kurdos y chiíes, drusos y suníes, etc) .
   
Según el testimonio del Padre Haddad, hasta el ascenso de estos grupos fundamentalistas, cristianos y musulmanes eran vistos en armonía, omitiendo o exactamente fomentando este ascenso, las potencias occidentales habrían por tanto estipulado una suerte de “Pacto con el diablo”.
   
La misma prensa occidental mostraba no querer evaluar las consecuencias para la Siria, en el caso en que los grupos wahabitas hubiesen prevalecido; los cristianos de Siria en cambio tenían bien presentes estas consecuencias, y su posición en línea general a favor de las milicias gubernamentales no fue tanto una elección a priori, sino una deliberación dictada por los crímenes, por las sanguinarias masacres hechas por los degolladores, por el número exponencial de iglesias y monasterios destruidos en la sola ciudad de Alepo.

Siempre como informa Fulvio Scaglione en un artículo del 10 de Julio de 2019 en el sitio Insideover, en Maalula y en Saidnaya, ciudades sirias en donde es numerosa la presencia de fieles cristianos, los mismos cristianos han estado frecuentemente en los últimos años en la primera línea para defender del terrorismo no solo a la República Árabe Siria, sino el orgullo patriótico e identitario de la cristiandad y de su patrimonio plurisecular. Cuando Saidnaya afrontó en el 2013 un ataque por parte de los terroristas islamistas, la Federación cristiana de los “Guardianes del Alba” (حُرَّاس الْفَجْر/Ḥurrās al-Fajr), fuertemente apoyada con la inteligencia gubernamental, confrontó valientemente a los yihadistas; y en este frente patriótico cristiano los “Leones de los Querubines” (أُسُود المُقَرَّبونَ‎/ʾUsūd al-Qarubim), menos alineados al régimen de Assad, no fueron menos. Nuevamente gracias.

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