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Black Lives Matter ES FINANCIADA POR 18 DE LAS CORPORACIONES MÁS PODEROSAS
Las corporaciones entregan fondos a una organización que abiertamente admite “querer destruir el sistema capitalista”
Fotografía
cedida por la Alcaldía de Nueva York donde se muestra un enorme eslogan
amarillo del movimiento «Black Lives Matter» pintado este jueves en la
calzada frente a la Torre Trump de Nueva York (Estados Unidos). El mural
es un proyecto de arte público con el que el alcalde Bill de Blasio
desafía al presidente Donald Trump, y con el que el movimiento
antirracista busca atraer miradas y «encender la mecha» de la
solidaridad. EFE/Michael Appleton/Alcaldía de Nueva York /SOLO USO
EDITORIAL/NO VENTAS
Al menos 18 de las corporaciones más grandes de EE.UU. (y el mundo)
han prometido o donado activamente a la organización principal de la
campaña Black Lives Matter (BLM), cuyas fundadoras han declarado ser
«marxistas entrenadas».
Microsoft, Nabisco, Gatorade, Airbnb, los sellos discográficos
Atlantic, Warner y la empresa que produjo al primer trillonario del
mundo (quien se benefició del sistema de entrega a domicilio durante
la pandemia del coronavirus), Amazon, se destacan entre los donantes
para la causa que manifiesta promover destruir el sistema capitalista.
Black Lives Matter Global Network Foundation se llama la
fundación de la red global que recibe los fondos en beneficio de los
activistas cuyo ideario socialista les ha llevado a reivindicar
públicamente el legado de Fidel Castro y Hugo Chávez e incluso
homenajear a Nicolás Maduro.
Según reporta Diario de Cuba,
el 27 de noviembre de 2016, dos días después de la muerte de Fidel
Castro, el movimiento BLM le rindió homenaje en una declaración
diciendo: «Aunque ningún líder está libre de defectos, debemos responder
a la retórica de derecha y defender a El Comandante», que termina en
español: «¡Fidel vive!».
De la misma manera, Alicia Garza, una de las tres fundadoras de BLM
rindió homenaje al aniversario del ascenso al poder de Hugo Chávez. Como
se puede observar, la adhesión de las líderes al socialismo data de más
de una década atrás.
Tanto así que una de las tres fundadoras de BLM, Opal Tometi, actuó
como observadora durante las elecciones parlamentarias del 2015 en
Caracas. En vista que perdió el oficialismo, BLM emitió un manifiesto
público donde titulado Black Lives Matter en solidaridad con el pueblo venezolano. En
dicho escrito las activistas llaman «contrarevolucionarios» a la
oposición en Venezuela, término vigente en la Cuba comunista de partido
único donde no se permite criterio disidente.
Esto incluye a los 5 millones de exiliados que optaron
por escapar de la persecución, el hambre y la pobreza que ya superó al
90% de la población. Pues prefirieron su supervivencia por encima de
respaldar a la revolución socialista.
Tometi además formó parte del panel que condecoró a Nicolás Maduro en
la Cumbre de Líderes Afrodescendientes en Harlem, Nueva York. Es decir,
mientras BLM alega luchar contra la represión policial en los EE.UU.
premia activamente a un tirano que ordena la represión contra toda
oposición.
La dialéctica de la contradicción, un concepto hegeliano del cual se
ha valido el socialismo desde sus raíces, está presente en el accionar
de BLM. Dicen luchar contra la represión pero premian a quien la
ejecuta, siempre y cuando sea su aliado ideológico. De igual manera
convocan a destruir el capitalismo pero se alimentan de él, en cuanto
beneficia a su causa.
Hasta Marx sabía que para entrar a la fase socialista era necesario
primero pasar por el capitalismo. Pues el socialismo nada produce, solo
distribuye. Es así que Black Lives Matter se alimenta de 18 de las
corporaciones más grandes del mundo.
BLM Global Network Foundation comenzó en 2016 con el patrocinio fiscal de Thousand Currents,
un grupo progresista sin fines de lucro fundado por Susan Rosenberg,
condenada y encarcelada en 1984 por terrorismo doméstico, a su vez
vicepresidenta de la junta directiva.
Thousand Currents anunció que todas las donaciones filtradas a través
de él, corporativas y de otro tipo, «se reciben como donaciones
exclusivamente para apoyar las actividades de BLM».
En la página oficial de Microsoft se puede observar la declaración pública donde promete 250 000 dólares para Black Lives Matter. El mismo monto fue ofrecido por la marca de desodorante AXE, que pertenece al grupo Unilever, que ofreció otros 100 000 dólares con otra marca de desodorante.
Airbnb, la corporación multimillonaria que ofrece de hospedaje sin
invertir en infraestructura en mantenimiento sino con las propiedades de
las personas que sí lo hacen, donó medio millón de dólares en beneficio
de Black Lives Mater y ofrece sumar fondos donados por sus empleados
por un monto similar.
Este fenómeno se conoce como «woke capitalism», un «capitalismo
despierto» a las causas de «justicia social». Para las empresas se trata
de publicidad. Invierten en visibilidad durante una campaña de
trascendencia internacional.
«Los capitalistas nos venderán la soga con que los ahorcaremos», dice
una cita apócrifa adjudicada a Lenin, el primer líder de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas.
En la actualidad se ve mediante estas 18 corporaciones. Con el ánimo
de vender invierten en una organización fundada por transfeministas,
dicho en sus propias palabras: «Marxistas entrenadas».
El manifiesto de M4BL, Movement for Black Lives, el compendio de
organizaciones afines a BLM, dice textual: «Los sistemas interconectados
de supremacía blanca, imperialismo, capitalismo y patriarcado
configuran la violencia que enfrentamos».
«Como personas oprimidas que viven en los Estados Unidos, el vientre
del imperio global, estamos en una posición crítica para construir las
conexiones necesarias para un movimiento de liberación global. Hasta que podamos derrocar al imperialismo estadounidense, el capitalismo y la supremacía blanca, nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo continuarán viviendo encadenados», agrega.
Black Lives Matter promueve un «socialismo racial» donde los sujetos
de opresión del socialismo clásico, el proletario frente al burgués,
toma un tinte racial. Y el agregado «interseccional» del transfeminismo
lleva la lucha de clases del ámbito económico al sexual.
De modo que la sociedad proponen no busca la igualdad sino la
estratificación, siendo la mujer, negra, transgénero y discapacitada
(con obesidad mórbida, por ejemplo), el último escalafón. Para
remediarlo, BLM exige mayores impuestos, subsidios e incluso sueldo
mínimo provisto por el Estado, realidad que en estados progresistas como
California se está por cumplir.
Por algo decía un diputado de la II República Francesa: «Hemos sacado de encima a un Rey de estirpe, y ahora tenemos uno llamado Rothschild».
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