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lunes, 6 de julio de 2020

GEOPOLÍTICA DE LA LIBIA POST-GADAFI

Síntesis de la 604ª conferencia de formación militante por la Comunidad Antagonista Padana de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Milán, no realizada a la clausura del Ateneo por causa de la epidemia del coronavirus. Relator: Silvio Andreucci (recopilado por Piergiorgio Seveso para RADIO SPADA). Traducción propia.
   
NOTAS GEOPOLÍTICAS SOBRE LA REALIDAD POLÍTICA LIBIA DESPUÉS DE LA MUERTE DE MUAMAR GADAFI
   
Combatientes del gobierno interino libio se regocijan después de haber tomado el control de Bani Walid, uno de los últimos bastiones de Gadafi (17 de octubre de 2011).
   
Actualmente los medios nacionales tratan poco, por no decir nada, del actual conflicto civil que está desangrando la Libia post-Gadafi, por cuanto el conflicto entre Fayez al Sarraj, reconocido líder libio supremo a nivel internacional y Jalifa Hafter, con intención de crear un “Consejo de unidad nacional” de oposición, sea uno de los más sanguinarios y portadores de infaustas consecuencias a nivel de estabilidad política interna, pero también de coyuntura económica internacional.
    
Es inevitable que la pandemia coronavirus (por otra parte factor que en Libia, conjugándose con la inestabilidad general determinada por el conflicto, previsiblemente contribuye a generar un cuadro de infernal dramatismo) haya hegemonizado la información y eclipsado en los medios nacionales el espacio a otros eventos.
    
No se trata, advierte quien escribe, de la única motivación que ha inducido por parte de la RAI ni por parte de Mediaset a no dedicar espacio a un conflicto tan dramático e inquietante, por decir poco. El mainstream nacional está en evidente estado de vergüenza para tratarlo: tras haber aclamado en el 2011 la “primavera árabe libia” como el único evento que habría llevado a la importación de la “paz” y de la “democracia”, el estado de inestabilidad profunda, de para-anarquía que interesa la Libia post-Gadafi está allí para desmentir tajantemente estas previsiones.
       
Conviene una mirada sobre la actual situación conflictiva que ha seguido al final de ma “primavera árabe” del 2011, tanto por los históricos lazos coloniales que ligan la nación italiana con la del Maghreb, como por las relaciones geopolítica y comercial que unen a Italia y Libia, culminadas en un verdadero y propio tratado de amistad estipulado entre Silvio Berlusconi y Muamar Gadafi a fines de agosto de 2009; siguió a dicho tratado un período de relaciones bilaterales en un clima de cordialidad (el “rais de Trípoli” no nutría más aquella bilis rencorosa respecto a la Italia que, poco después de su ascenso al poder en el 1969, era culminado en el congelamiento de los bienes de los italianos residentes en Libia y en la imposición de abandonar el país).
    
Luego en el 2011 el magnate de Mediaset, luego de haber tergiversado un poco, más bien, de traicionar esta amistad, y de avalar la “primavera árabe” libia, urdida por el primer ministro inglés David Cameron, por el “francés” de Nicolas Sarkozy, por el presidente de EE. UU. Barack Obama, apoyada además por Catar y los Emiratos Árabes Unidos, y culminada finalmente por el bárbaro asesinato de Gadafi.
   
Muamar Gadafi estuvo precedentemente en buenas relaciones tanto con Silvio Berlusconi como con el neoconservador D.O.C. [Denominación de Origen Controlada, N. del T.] Sarkozy, del cual incluso apoyó la campaña electoral.
    
No preocuparse y subvalorar el actual contencioso libio por parte de nuestro gobierno es índice de irresponsabilidad si no fuera por el hecho que la miseria inducirá una inmigración incontrolada a la vuelta del Mediterráneo y el problema humanitario llegará a salirse de todo control (recordemos que en el tratado de amistad italiano-libia Gadafi y Berlusconi concordaron también la reglamentación de los flujos a los dos lados del Mediterráneo).
    
Según la bienpensante vulgáta mayoritaria, entonces difundida en los medios nacionales tanto por la burguesa izquierda radical chic como por la arándano derecha liberal (sobre la entrada del “camarada” presidente de la República Giorgio Napolitano, Silvio Berlusconi e Ignazio La Russa estaban decididos a votar la concesión de las bases de la OTAN para la misión del “bombardeo humanitario”), ¡la destronización del “rais de Trípoli” sería la única estrategia vencedora para instaurar la democracia, la libertad t la salvaguardia de los “derechos humanos”!
    
No se ha realizado ni libertad ni democracia… Después de la “primavera árabe” “victoriosa”, el escenario traumático es el siguiente: balcanización de la nación, según aquella constante de la “pax americana” basada en el “divíde et ímpera”, conflicto permanente entre los distintos clanes tribales, deficiencia de un poder central centralizador que pueda poner freno a estas luchas fratricidas (Gadafi, por cuanto pertenecía a la tribu de los Gadafa y tendía pues a un cierto favoritismo hacia este clan tribal, no menos llegó a no enemistarse con las otras, al menos hasta el comienzo de la insurrección de 2011), eclosión de los grupos fundamentalistas wahabitas y salafistas, de los cuales uno de los más conocidos es Ansar Al-Sharia (كتيبة أنصار الشريعة/Partidarios de la Ley; habiendo contribuido a la “victoriosa” coalición anti-Gadafi, pretenden ahora ser representados y tener voz en el capítulo), el exponencial crecimiento de la miseria, el descenso en caída libre de la economía… este es el resultado de la “pax americana”.
    
Al día siguiente de la caída del régimen nacional, las fuerzas aliadas habían dado su plena confianza a los miembros menos conocidos del Consejo Nacional de Transición que había asumido plenos poderes a fines de octubre del 2011 (entonces Abdurrahim El-Keib fue elegido primer ministro).
    
En realidad, el CNT estaba flanqueado por grupos armados de fundamentalistas sobre los cuales no se podía contar su confiabilidad, tan cierto que no mucho tiempo después del fin de la “guerra civil” del 2011 habrían estallado conflictos entre bandas armadas. Stefano Mercuri afirma que la Libia de Gadafi constituía una suerte de “montón de arena” en la cual nunca habrían existido verdadera y propiamente los “fundamentos del estado”, a causa del poder omni-invasivo de Gadafi, no contrabalanceado por institución alguna. En realidad, la Libia post-Gadafi es un “montón de arena” todavía más vacío y vacilante, mucho menos puede contar con el culto de una personalidad fuerte como fue el coronel Gadafi.
    
Luego del fracaso de la tentativa del gobierno de transición nacional presidido por Abdurrahim El-Keib de restaurar la estabilidad, desde 2014 la Libia está martirizada por un nuevo conflicto que no pocos definen como Segunda guerra civil. Comenzaron a enfrentarse dos facciones y gobiernos contrapuestos, el primero asentado en la ciudad de Tobruk y apoyado por la Cámara de Representantes, y el segundo asentado en Trípoli, apoyado por el Nuevo Congreso Nacional, por la coalición militar Amanecer Libio, por el partido Justicia y Construcción (de orientación progresista, había tenido un decisivo en el curso de la Primavera Libia), por las milicias de Misurata, Tuareg, Tebu y finalmente por la tribu beréber.
    
Contra el segundo frente dirigido por Fayez al-Sarraj, el general Jalifa Hafter mueve una expedición llamada Expedición Dignidad. Después de octubre de 2014, grupos fundamentalistas salafistas y wahabbitas, algunos particularmente conocidos como Ansar al-Sharia (corresponde a la ideología qaedista libia) y el Estado islámico de Al Baghdadi (ISIS) han tomado parte en el conflicto conquistando los fortines de Derna y Sirte. A partir de marzo de 2016, el gobierno de Acuerdo Nacional puso su sede en Trípoli con el reconocimiento internacional de la ONU; todavía el general Hafter y la Cámara de Representantes se niegan a reconocerlo, lo que ha llevado no a la recomposición nacional, sino a la agudización de la guerra civil.
    
Según fuentes “oficiosas” pero no oficialmente comprobadas, el actual primer ministro del Consejo Presidencial Fayez al-Sarraj, reconocido internacionalmente, sería ideológicamente cercano a la hermandad musulmana libia, mientras Jalifa Hafter es un ex-oficial al servicio del coronel Muamar Gadafi, caído en desgracia a causa del fracaso de una operación de guerra en Chad. Al lado del general Sarraj está actualmente el gobierno italiano, Catar y la Turquía (que a partir del 2020 ha invadido con sus propias tropas la Libia y en el triunfo de Sarraj contempla la posibilidad de instaurar en Libia un gobierno integralista cercano a la ideología del presidente Tayyip Erdoğan).
    
Irán, notable potencia regional del Medio Oriente, según “oficiosas” y no oficiales (la noticia es de la red Voltaire y se remonta a varios días atrás), habría decidido ponerse del lado de Sarraj, para contraponerse a Arabia Saudita, otra colosal potencia regional del Medio Oriente, atávicamente rival de Irán.
    
Al lado del general Jalifa Hafter están: la Rusia que adiestra constantemente milicianos del ejército regular sirio empeñados por tanto en dos frentes (el de Idlib y ahora el libio), el Egipto del presidente Abdelfateh el-Sisi que no puede tolerar la constitución de un gobierno integralista islámico en la vecina Libia, por lo cual habría bombardeado las ciudades de Derna y Sirte, para arrebatarlas al Estado islámico, ademóas habría encendido un frente de guerra contra la coalición Amanecer Libio, que apoya a Fayez al-Sarraj.
    
Según las revelaciones de un artículo de Francesco Maselli del sitio Linkiesta del 6 de junio, ahora el conflicto que ha llegado a su quinta fase se está internacionalizando progresivamente, asumiendo por distintos aspectos la particularidad de una suerte de “guerra por encargo”; luego del decisivo ingreso de la Turquía en el conflicto a inicios del 2020, la suerte de la “guerra civil” ha cambiado; mientras el general Jalifa Hafter, valiéndose del fuerte apoyo ruso por medio de drones y misiles Sukhoi, parecía a punto de prevalecer netamente luego de expugnar Trípoli por parte del ENL (Ejército Nacional Libio) el pasado abril, ahora el plato de la balanza pende a favor de Fayez al-Sarraj, cuyos milicianos por medio del apoyo turco (cuyas fuerzas terrestres llegan a 9500 efectivos) han logrado hacer retroceder progresivamente las tropas del general Hafter; no solo el rol fuerte de la Turquía, sino también al menos otros dos factores han contribuido a que la suerte se vuelva a favor de Fayez al-Sarraj; sobre todo las fuerzas de la OTAN, en un primer momento claramente al lado de Hafter, comandante del ENL, ahora han intimado al general no proseguir los bombardeos sobre Trípoli y se han declarado no dispuestas a apoyar un avance suyo posterior.
   
En segundo lugar, Jalifa Hafter, hasta hace un mes vencedor incontrastado, ha perdido mucho consenso popular, en la medida en que es constantemente acusado por sus mismos ex-partisanos de envolver la nación libia en las espiras de potencias exteriores (Rusia, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos) famélicas de recursos.
   
¿Por qué he considerado oportuno dedicar una conferencia a la que por muchos observadores ha sido definida como la “segunda guerra civil” libia? En primer lugar, para denunciar las nefastas consecuencias no sólo a nivel internacional sino también de coyuntura económica, in primis y no solamente por cuanto concierne a recursos energéticos vitales, como son el gas y el petróleo.
     
Si el conflicto no encuentra pronto una solución diplomática, las repercusiones económicas negativas se volverán sobre la Europa entera y particularmente sobre la Italia, dada la privilegiada relación de vecindad geográfica y geopolítica que une a Italia y Libia.
    
Sobre todo, nuestra batalla militante y cultural debe también destituir de fundamento la diabólica y seductiva filantrópica “religion de los derechos humanos”, que se presenta ora en salsa neoconservadora, ora progresista. Denunciar incansablemente… su pretensión de importar libertad y democracia al son de “bombardeos humanitarios” (la expresión misma es oxímoron y un sinsentido puro).
    
Agregamos que todo el contexto del Magreb y del Medio Oriente es histórica y atávicamente autocrático, extraño al concepto de libertad y democracia.

Intentad hablar de elecciones libres y certificados electorales a los componentes de una tribu Tuareg… ¡veríais cómo tuercen los ojos de puro extraños!
    
¿La Libia bajo el coronel Gadafi era una “caja vacía”, sin pluripartidismo, ni elecciones libres, con el mismo ejército licenciado por el “rais de Trípoli”?
    
Hoy está en la peor situación de para-anarquía. So especie de la constante proclamación de la necesidad de importar “derechos humanos”, la OTAN y la UE han enmascarado con su agresión ilegítima desde el punto de vista internacional (en cuanto acaecida sin provocación alguna) la cínica aspiración de deshacerse de un dictador autocrático, mas no alineado al orden mundial. De hecho, el plan del coronel de crear una moneda única panafricana no fue acogido con buenos ojos por EUA, ni por las potencias europeas en cuanto habría comportado desventajas financieras tanto para el dólar como para el euro.
    
Era útil informar esta consideración para ilustrar uno de los motivos concretos que han llevado al trío Cameron-Obama-Sarkozy a declarar la guerra a Gadafi, no obstante que anteriormente las relaciones bilaterales fuesen discretas.
    
Por cuanto concierne al actual conflicto, no tenemos razón para apoyar a ninguno de los dos contendientes, no siendo más que ávidos buitres aspirantes a repartirse los despojos de una nación que, luego del cruel asesinato del coronel, fatigadamente puede reconocerse ahora como tal.
   
Confiamos en la paz de Cristo Rey, nunca confiaremos en “guerras humanitarias”.

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