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domingo, 5 de julio de 2020

NOVENA A SAN BUENAVENTURA

Novena dispuesta y ordenada por Fray Juan Pinar, Predicador y Visitador de la Tercera Orden Franciscana en Murcia, e impresa en 1724 por José Cayuelas. Aprobada por Fray Domingo López OP el 20 de Abril de 1724, y con Imprimátur del Dr. Francisco Linero de Lezcano, Provisor y Vicario General del Obispado de Cartagena. El Acto de contrición proviene del Romancero Espiritual para reglarse el alma con Dios, dispuesto por Frey Lope Félix de Vega y Carpio para la Tercera Orden Franciscana, y reimpreso en Madrid por Pedro José Alonso y Padilla, librero de Cámara del Rey, en 1720.

PRÓLOGO
Quisiera, devoto y discreto Lector, que estas razones que aquí con desaliño te propongo, si bien de mi corazón a este papel con todo afecto las traslado, de la eficaz Sabiduría del Seráfico Doctor San Buenaventura, elocuentes participarán, para que a su devoción, alicientes te movieran. Hallarás pues, en este Santo, si la deseas encontrar, la buena suerte, o buena ventura, en buena forma. Si buscas luz que te dirija, ejemplo que te aliente, o asilo que te ampare; en él se halla en abudancia la luciente antorcha de Sagrada ciencia, la Evangélica Sal en sus heroicísimas acciones, para copiar extremadísimas virtudes y la defensa y protección contra las calamitosas adversidades con que mísero te afliges, si a esta Ciudad de Refugio que no se esconde a alguno te acoges. Es este Santo el tesoro del campo de la Iglesia, no ya escondido, sí de muchísimos hallado: todos, para decirlo de una vez, cuantos le buscan, si le buscan bien, lo encuentran, y con él logran, todos aquellos que le hallan, todo cuanto necesitan. Dígalo Italia, que le dio cuna en su Oriente, y dígalo Francia, que le ofreció túmulo en su Ocaso. Una y otra reciben amontonadamente sus favores, porque una y otra imploran continuamente sus piedades; y no falta en nuestra España quien con fervor santo le invoque en sus trabajos, y quien de su devoción la paga encuentre, con los consuelos: mas no está por acá esta devoción tan extendida, acaso porque no está tan publicada. Y mirando a este fin Santo, para el beneficio común que intento esta Novena, discreto Lector, te formo; en la que suplirá tu afectuosa piedad, lo que le falta de eficaz excitativa erudición; y la que ruego al Señor, que ceda en honra y gloria suya y de su Santísima Madre, en aumento del culto y veneración de nuestro Santo Doctor y sus raras maravillas, y en espirituales mejoras de las almas. Amén.
   
ADVERTENCIAS
Para dar principio a esta Novena, procure quien la haga, lo primero, Confesar y Comulgar el primer día que la empiece. Lo segundo, hacer propósito de ejecutar algunas buenas obras, en correspondencia de las que se previenen en cada uno de los días, las que antes ya estarán sabidas, porque se conozca si acaso pueden ser excitadas. Lo tercero, alentar, cuanto esté de su parte, la Fe y devoción al Santo, creyendo que por su intercesión concederá el Señor lo que se pide, si por ventura conviene, y tener gran seguridad de que si no se consigue lo que especialmente se pretende, commutará su Divina Majestad este favor en otro oculto beneficio que sea más de su agrado, según su eterno decreto. Finalmente, empezando esta Novena en Domingo, según el uso de otras de este Santo, lo tiene establecido, y para seguir el orden en otras predicado; puesto de rodillas delante de su Imagen, hecha la señal de la Cruz con atención, y hecho un Acto de Contrición con humildad, se ejecutará lo que se advierte en la forma que se sigue.

NOVENA A HONOR Y GLORIA DEL GLORIOSO PADRE SAN BUENAVENTURA, GENERAL DE LA RELIGIÓN DE SAN FRANCISCO, INQUISIDOR GENERAL DE ROMA, CARDENAL DE LA SANTA ROMANA IGLESIA, OBISPO DE ALBANO Y DOCTOR SERÁFICO

    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
 
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido, y propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, y ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Y como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, y me dareis gracia para enmendarme y perseverar hasta la muerte, y cumplir lo que a Vos tengo ofrecido. Amén.
 
DÍA PRIMERO – 5 DE JULIO
Dedicarás este día a honor del Padre Eterno, a quien se atribuye el Poder, considerando el grande que depositó en San Buenaventura, para que excediendo los fueros de naturaleza, hiciese ostentación de los esfuerzos de la Gracia. Así lo testifican milagros grandes repetidos por su intercesión ejecutados, de los que aquí te refiero uno y otro, para que tu piedad no dude de alguno. En León de Francia una Matrona llamada Simona, tuvo un recísimo parto, de que con imponderable trabajo, arrojó de su vientre un niño difunto; mas recurriendo a nuestro Santo, el niño cobró vida, y la madre quedó sana. Un caballero de Viterbo aborrecía mucho a su esposa porque en varios partos siempre se explicaba en hembra. La afligida señora acudió al asilo de San Buenaventura, y concibió y parió un hermoso niño, a quien puso su nombre venturoso, y de quien cuidó toda su vida el Santo, librándole de varios peligros, principalmente del demonio, que en cierta ocasión se le entró en el cuerpo. Otra señora, que sicmpre abortaba lo que concebía, halló en este Serafín amante la medicina de este gravoso accidente. Perdió casi los los ojos cierta doncella de una fatal caída. Invocó a muchos Santos, y no encontró remedio, concurrió al Seráfico Doctor, y halló el total alivio; pero dudando si sería algún otro Santo el que le habría dado la salud, al punto se halló con la misma enfermedad. Conoció su yerro, clamó de nuevo al Santo, fervorosa, y quedó de su remedio asegurada. A Fray Benito Julino, Procurador de su Convento de la Orden de San Antonio, en León de Fran­cia, a Ricardo Ridano, mercader de la misma ciudad, a Fray Pe­dro Fabro, y otros muchos que se han visto atribulados por pérdidas de papeles en que se atravesaban gruesas cantidades, recurriendo a nuestro Santo, se les descubrió milagrosamente el camino para llegar con brevedad al hallazgo. Y finalmente has de saber que este Santo es especial para papelistas y pretendientes para encontrar cosas perdidas, para sanar dolencias de los ojos, y para otras muchas necesidades que refieren los que su vida nos escriben.
    
Leído esto te recogerás a tu interior, y darás gracias al Padre Eterno porque comunicó tanto poder a San Buenaventura, por su benignidad, para beneficio común; y luego dirás la Oración a su divina Majestad.
   
ORACIÓN
Eterno Padre de las lumbres y Dios de las misericordias, de donde todo bien procede y de donde todo don perfecto nace; yo, Señor, te alabo, te magnifico y adoro por el poder que al Seráfico Doctor San Buenaventura quisiste comunicar, para que a sus devotos pudiese socorrer: y pues, Señor, explicas especialmente tu Omnipotencia perdonando las culpas perdonando, y repartiendo tus miseraciones, yo te suplico por los méritos de este Santo milagroso que perdones tanta ofensa como ingrato cometí contra tu infinita bondad, y que vea inclinada a mí tu dignación, para que alcance lo que en esta Novena pido, aunque no lo merezco, como tan pecador que me conozco; y ceda todo en vuestra mayor honra, y en mayor bien de mi Alma. Amén.
  
Ahora rezarás un Padre nuestro, y Ave María con Gloria Patri, en reverencia a la dádiva mayor del Padre Eterno al mundo, cual fue darnos por su amor a su Unigénito; como también es honor de María, para cuya formación tanteó a Señor la potencia de su virtud, echando el resto de su esfuerzo. Y luego harás a San Buenaventura la Oración siguiente:
Seráfico Doctor y Santo mío, a quien como a nuevo Moisés entregó Dios el cetro de su Omnipotencia, para librar a su Pueblo de la opresión que padecía afligido con la tiranía del Faraón del abismo y con las desgracias de sus propias pasiones y miíerias: Yo, al paso que el más afligido, el más confiado, recurro al trono de vuestro Patrocinio, para que con la vara de vuestro Poder, participado del Eterno Padre, dividáis en el mar Bermejo de este mundo tantas aguas de tribulaciones como me rodean, para que enjuto y sacudido de sus peligrosas corrientes, pase a la opuesta orilla de la tierra de promisión, que es la Gloria; alcanzando por vuestra intercesión lo que pido en esta Novena, y encaminándolo a la mayor Gloria de Dios, y bien de mi Alma. Amén.
  
Luego harás al Santo tu principal petición; y porque todo bien que Dios a los hombres comunica, por las manos de la Reina de los Ángeles María se franquea; para el buen despacho, de parte de Dios en concederlo, y de parte de nuestro Santo, para pedirlo; se ha de implorar d auxiIio de nuestra Purísima Reina, concluyendo todos los días la Novena, en esta forma:
   
ORACIÓN
Madre Purísima del Amor hermoso, que de los cándidos e inocentes labios de San Buenaventura recibísteis tantas alabanzas, formando especial coro su Seráfico espíritu para cantar vuestras grandezas: Por el amor ardentísimo que este devoto vuestro os tuvo, y por la Gracia con que en el primer instante de vuestra Inmaculada Concepción os adornó el Eterno Padre, os pido que intercedáis con su Divina Majestad, me concedáis perfecta devoción vuestra, imitación de las virtudes del Doctor Seráfico, lo que pido en esta Novena, y mucha gracia en esta vida, para que logre besar el trono de tus plantas en la otra. Amén.
  
Rezarás una Salve a esta Soberana Reina. Este día procurarás dar una limosna al pobre más necesitado que vieres, para que a ti se te conceda lo que pides.
 
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO – 6 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día se dedica al Verbo Eterno, Hijo del Eterno Padre y segunda Persona de la Santísima Trinidad, a quien se atribuye la Sabiduría; y aquí considerarás la que a San Buenaventura comunicó este Divino Señor. Fue esta tan soberana como participada de la divina, que apenas hay capacidad para ponderarla en la humana. Tomó el hábito de veinte y dos añoos, y de treinta y cuatro no cumplidos era General de todo el Orden del Serafín San Francisco, habiendo ya regntado con admiración las cátedras de París. Escribió trescientos tratados, y al fin de su vida presidió el Concilio Lugdunense, siendo Cardenal de la Santa Iglesia Romana y Obispo de Albano. Y no se admire tanto estudioso trabajo con tanto aprovechamiento en tiempo tan breve, porque fue su estudio en el descuadernado Libro de Jesús nuestro Redentor Crucificado; de que es testigo el Angélico Doctor de las Escuelas Santo Tomás, quien admirado de la sabiduría de San Buenaventura, le preguntó como a su especial amigo que lo era, en qué libros estudiaba; y el Seráfico Doctor, mostrándole un Crucifijo, le respondió que en solo aquel leía, y solo aquel le bastaba.
  
Darás gracia al Divino Verbo por tanto saber como comunicó a nuestro Santo, y luego dirás esta Oración a su Divina Majestad:
  
ORACIÓN
Soberano Hijo del Eterno Padre, de su fecundo entendimiento parto infinito; fuente de donde nace toda sabiduría humana y toda noticia buena, yo te doy gracias repetidas por la que comunicaste a San Buenaventura, para que alumbrara tantas almas como alumbró en el conocimiento de vuestra Divina grandeza. Y por sus méritos, os pido que ilustres mi mente con un rayo de vuestra Luz, y que infundas en mí un temor santo de vuestra Divina Justicia, para que en él fundado mi saber, con él acierte a pediros lo que deseo me concedáis en esta Novena, y que al fin, ceda todo en vuestra Gloria. Amén.
   
Rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en veneración de la sabiduría que el Señor comunica a sus escogidos, y comunicó a los Doctores Santos de la Iglesia, y especialmente a María Santísima su Madre, Casa que labró la Divina Sabiduría para su habitación, dándole de todas las ciencias en siete columnas que para ella cortó, la Plenitud: y luego a San Buenaventura la siguiente deprecación:
Antorcha luminosa, y ardiente de la Católica Iglesia; Águila generosa que subiste los rayos del Divino Sol, llenando con sus luces tu entendimiento de verdaderas noticias y con sus ardores, tu voluntad de tantas experiencias, formando Cátedra en los agujeros de la piedra para aprender la medicina de las almas: hoy, que la mía tribulada recurre a tu Piedad, experimente la eficacia de vuestra gran miseración. Y pues apreciaste esta Celestial sabiduría sobre los poderíos y Reinos de la tierra, conociendo que su riqueza aunque grande, es en su comparación arena muy pequeña; aprendiéndola, como la aprendiste sin ficción y comunicándola, cqmo la comunicaste sin envidia: concéceme, Santo mío, un rayo de tu saber, y una centella de tu amor; como también lo que te pido en esta Novena, y que sea para aumento de tu estimacion y honra. Amén.
  
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día harás en reverencia del Santo Doctor algún acto de humildad, por la que supo unir con tanta sabiduría.
   
DÍA TERCERO – 7 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Dedícase este día al Espíritu Santo, centro del Divino Amor, como espirado por el Padre y por el Hijo mediante su infinita voluntad, y en él has de considerar el intensísimo amor que participó San Buenaventura de esta sobrerana e infinita Fragua, porque si en todas us virtudes fue extremado nuestro Santo, fue más ventajoso en el amor de Dios. Por eso lo decoró la Iglesia con el título de Doctor Seráfico o amante, por haber sido en esta línea tan excelente, que así como a los Espíritus Celestiales, siendo todos de amor Divino volcanes, exceden los Serafines por ser incendio de amor; así San Buenaventura dice, por su ardiente amor a Dios, excesivas superioridades a todas sus virtudes. De aquí nacía vivir más en el Cielo que en la tierra, porque este sagrado fuego que en su pecho ardía, hacia el Celestial Empíreo lo elevaba, y por tanto fuego como abrigaba en su pecho, traía siempre bañados en lágrimas sus ojos, que era abrir por ellos, como bocas, el horno de su corazón, por donde respirar, para no consumirse en tanto ardor.
  
Darás gracia en tu interior al Espíritu Divino por el amor que comunicó a este Serafín humano, y dirás a su Divina Majestad la siguiente Oración:
  
ORACIÓN
Espíritu Divino y Soberano, que siendo incendio amoroso de la infinita voluntad, influyes tus ardientes rayos en el humano corazón, como lo hiciste con San Buenaventura en gran manera, en quien también renovaste el milagro que el día de Pentecostés en Jerusalén hiciste, pues habló en el Concilio de Lugduno con voces de fuego, en varias lenguas, con eficacia soberana con Ia que unió Ialgiesia Griega a la Latina; yo, Señor, te alabo y te engrandezco por tanto amor como a este Santo comunicaste, y por el milagro que en él hiciste, y os suiplico por sus méritos que ahuyentes las frialdades de mi corazón helado, para que en tu amor enardecido, ejecute lo que debo, conforme a tu voluntad y agrado, y que consiga lo que pido en esta Novena, para tu mayor honra. Amén.
   
Rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia del intenso amor de Dios que el Espíritu Divino comunica y comunicó a los Justos hijos de la Iglesia, y especialmente a María Santísima Madre del Amor hermoso, tan enferma de este amor, que necesitó de fulcimentos del Divino poder para vivir, y al fin murió de amante la que jamás vivió delincuente. Luego dirás a San Buenaventura de esta manera:
Abrasado Serafín, viviente fuego, que del pedernal de la humana naturaleza, a golpes del eslabón de vuestra consideración ferviente, encendisteis llamas Sagradas en vuestro corazón amante, y sacasteis agua de devotos afectos a vuestros piadosos ojos: Suplícoos, Protector mío, consuelo de mis penas y alivio de mis congojas, que inflaméis mi corazón frío, para que consumiendo las superfluidades terrenas, que me hacen infeliz, sea del Espíritu Divino asiento digno y dichoso; y concededme por este Amor, lo que te pido en esta Novena, para mayor bien de mi alma. Amén.
   
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día ejecutarás alguna obra de caridad, en memoria y revtrencía de la mucha que el Santo tuvo.
    
DÍA CUARTO – 8 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día se dedica a toda la Santísima Trinidad, considerando el celo de la Fe Divina acerca de este Misterio, y de todos los demás de nuestra Católica Religión, que comunicó este Señor Trino y Uno al Seráfico Doctor, para que trabajase infatigado en mantener sus purezas, destruyendo sus opuestas sombras. Testigos son sus predicaciones fervorosas, sus argumentos eficaces, y sus escritos contra los herejes, por cuya causa mereció tanto aprecio su santo ardiente celo, en el Sagrado Conclave de los Cardenales, congregados para elegir Pontífice por muerte de Clemente IV, que pusieron la acción en manos de San Buenaventura para que asimismo, si quería, se nombrase a quien gustara, eligiese, y el humilde Doctor eligió a Gregorio X, no sin divino numen, mirando al bien común y con desprecio de su honor particular. Por esta causa también se Ie encomendó la presidencia del Concilio Lugdunense, en que trabajó mucho para la reducción de los Griegos y su unión con los Latinos, con efecto tan feliz que confesaron aquellos proceder el Espíritu Divino del Padre y del Hijo como de un principio, y aquí se hizo la solemnísima Confesión de la Trinidad Beata, que llenó de gozo y alegría a toda la Iglesia Católica.
  
Darás gracias recogido en tu interior a toda la Santísima Trinidad por este celo eficaz y fervoroso de la Fe que comunicó a San Buenaventura, y luego dirás la Oración siguiente:
  
ORACIÓN
Omnipotente sempiterno Dios, que concediste a tus siervos, en la confesión de la verdadera Fe, conocer la Gloria de la Personal Eterna Trinidad, y en potencia de Majestad, adorar la unidad de la Divina esencia: ruégote, Señor Uno y Trino, me concedáis a imitación del que comunicasteis a San Buenaventura, el piadoso y cabal conocimiento de este misterio inefable, y de todos los demás de nuestra Fe infalible, con esfuerzos de gracia para fervorosamente confesarlos y animosamente defenderlos; y por los méritos de este Seráfico Doctor, os suplico, Poderoso Señor y Dios de la verdad, que viva en mí el celo de tu Fe y de tu honra, y que a este fin me concedáis lo que pido en esta Novena. Amén.
   
Luego rezarás un Padre nuestro y Ave María con Gloria Patri, en reverencia de la ardiente Fe y devoto celo que la Santísima Trinidad comunicó a los Apóstoles y Predicadores Santos de la Iglesia, y especialmente su templo y Sagrario, la Reina de los Ángeles María, de cuyo auxilio son tales y tantas las eficacias, que destruyó y destruye hasta su aniquilación las herejías. Y dirás a San Buenaventura lo que se sigue:
Seráfico y Santo Doctor, que siendo Sal de la tierra de la Iglesia, la fecundasteis tanto con vuestro celo y doctrina, que la hicisteis dar abundantes y óptimos frutos de verdades Católicas; que siendo Luz del mundo, iluminasteis ambos Horizontes, juntando en un Cabo el Oriente y Occidente en las dos Iglesias, Latina y Griega; que siendo Ciudad de Refugio, puesta sobre el Monte Santo de Sion, fuisteis asilo de las aflicciones de la Cristiandad: yo os suplico con las veras de un corazón afecto y necesitado, que como Sal detengáis de mis costumbres lo corrupto, como Luz libréis mi alma de la noche de la culpa y del horror de la pena, y como Ciudad me amparéis en lo que pido en esta Novena, cediendo todo en vuestra honra y mayor bien de mi alma.. Amén.
   
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día harás a Dios alguna especial Oración por la destrucción de las herejías y aumento de la Fe, haciendo de ella expresa protestación e instruyendo, si hay lugar, a alguno en ella.
   
DÍA QUINTO – 9 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día, como propio, se dedica a la Majestad de Cristo Sacramentado, por ser día en que fue este Divino Sacramento instituido; y en este considerarás los favores que Dios, en este Misterio de los misterios, hizo a San Buenaventura. Dispuesto estaba el Santo un día para recibir la Sagrada Comunión, cuando le introdujo la humildad un reverente temor en su pecho, el que le persuadió que era indigno de tan alto beneficio; mas Dios, que se obliga de las reverentes humildades, no quiso privarse de un Tabernáculo exornado de virtudes, y mandó a un Ángel que tomase del Altar una partícula de la Consagrada Hostia, y sirviendo de Sacerdote, comulgase a nuestro Santo, como lo ejecutó al momento. Estando con la enfermedad última, le dieron unos vómitos tales que le impedían poder recibir el Viático: pidió el Santo le trajesen a su presencia el Sacramento, y estando en dulces coloquios con su Majestad, se le abrió en forma de una encarnada rosa el pecho, haciendo puerta para el corazón, y por ella entró la Sagrada Hostia a hospedarse en habitación tan de su gusto, como indica tan portentoso milagro.
  
Darás gracias a su Majestad por tan maravillosos favores como hizo a San Buenaventura, y luego dirás al Señor en esta forma:
  
ORACIÓN
Dios y Señor de las maravillas, que estrechado en los cándidos accidentes de una Hostia, formasteis un compendio de todos vuestros portentos, y os disteis en Manjar sabroso, para que brindando el gusto del apetito humano, os admitiese todo hombre, sin distinción, en su pecho: yo os doy copiosas gracias por el favor tan excesivo que repetidas veces a San Buenaventura hicisteis, escogiéndolo por Sol, en quien vuestro TabernácuIo colocasteis, y pues fue correspondencia que ejecutó tu benignidad a su amorosa y humilde veneración; yo te pido Señor, que por sus méritos, me concedáis la imitación de tanta virtud, y lo que pido en esta Novena, y que ceda todo en tu mayor honra y gloria. Amén.
   
Rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia de los favores que este Señor comunica a los que dgnamente le reciben, y especialmcnte de los que comunicó a la Reina de los Ángeles María Santísima, en cuyo Virgíneo pecho, como en el más hermoso Sagrario, se conservaban, desde una Comunión a otra, las especies Sacramentadas,y luego dirás a San Buenaventura, en Ia siguiente forma:
Templo augusto de un Dios amante, Maravilloso y Clemente Tabernáculo puro de los misterios Soberanos, Sagrario Digno de Sacramentos supremos, Paraíso deleitoso del Árbol de la vida, Arca mística del Testamento, Sagrado, urna preciosa del Maná más sabroso, y Custodia admirable del Sacramento Eucarístico, pues merecisteis que este Señor derramase en ti tan copiosas gracias y abundantes dones: yo os suplico, Santo mío, que me alcancéis del Señor que, roto mi pecho de dolor de mis pecados, y adornado mi corazón con una profunda humildad, reciba a imitación vuestra Sacramento tan Divino, para lograr en fruto el temor santo; y que intercedáis con su Majestad Soberana, me conceda lo que pido en esta Novena, para mayor bien de mi alma. Amén.
  
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día procurarás Comulgar con afecto fervoroso a este Divino Sacramento, y en reverencia de la humildad de nuestro Santo.
   
DÍA SEXTO – 10 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día está consagrado a la Pasión de nuestro Redentor y Maestro Jesucristo, y en él considerarás la ternura, fervor y compunción con que San Buenaventura tenía siempre presente esta Pasión dolorosa. Esta era la materia suave de su meditación, este el objeto dulce de sus afectos, viviendo su alma en el esfuerzo de tan dolorosas compasiones, y alentando su espíritu sin cesar en el ejercicio de estas lastimosas piedades, a que correspondieron premios portentosos en favores excesivos. Baste saberse uno que el mismo Santo declaró en el libro del Estímulo del amor Divino, que compuso. Dice, pues, así: «Como yo en una ocasión, me entrase por la Llaga del Costado de mi Señor Jesucristo, con los ojos abiertos, se me llenaron de su preciosa Sangre; y sin ver alguna otra cosa, empecé a entrar palpando con las manos, hasta penetrarme en las entrañas de su íntima caridad, donde abrazado y ligado con tan dulces lazos, no pude encontrar con la salida. Por eso tengo allí puesta mi morada, y allí como de los manjares que se alimenta, y es tanta la influencia de dulzuras, que no tengo palabras para explicarme».
  
Consderarás esto, y en tu interior recogido, darás gracias al Señor por este favor ejecutado, y dirás a su Divina Majestad la siguiente Oración:
  
ORACIÓN
Piadoso Dios y Divino Redentor, que no contento con las afrentas de una Cruz y con los martirios de una Pasión, cada día saca nuevas inventivas vuestro amor para manifestar lo mucho que os debe el mundo: yo os doy gracias por el extraño favor que hizo vuestra piedad a San Bienaventura, pues con él nos aseguáis que las puertas que abrieron en vuestro Cuerpo nuestras culpas perseveran todas abiertas, para que entrando por ellas las almas, hallen el tesoro de las misericordias, el alivio de los trabajos, el consuelo de las aflicciones, el Oriente de la gracia, y todo el lleno de la dicha: y os suplico logre yo el aprecio digno de vuestra Pasión Sacrosanta, y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor Gloria de vuestra Redención copiosa. Amén.
   
Acabado esto, rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia del piadoso sentimiento que el Señor comunicó de su Pasión a los Santos de su Iglesia, y singularmente a María Santísima, nuestra Señora, en cuyo Virgínio cuerpo hicieron eco sensible todas las penas de Jesús su Hijo, lo que conoció el Seráfico Doctor, cuando mirando en su meditación a Jesús Crucificado, se volvió a ver a su Madre Santísima al pie de la Cruz, y confiesa él mismo, que no vio en su Majestad sino es bofetadas, salivas, azotes, heridas, espinas y clavos, etc., y luego dirás a San Buenaventura lo que se sigue:
Fénix amoroso, que de los aromas de la Pasión y leños de la Cruz, fabricasteis encumbrada Pira, en que abrasándoos con el ardor de tan Divino incendio volviese a renacer más Soberano, y logrando que aquel que antes por la salud de las Almas gustó de encerrarse en el Virginal Claustro de María, os recibiese místicamente en sus entrañas, os alimentaste de sus pechos, os levantaste en sus manos, os trajese en sus brazos, os comunicase la suavidad de sus labios en amorosos ósculos, cuando os albergó benigno en su amoroso y Divino Seno: yo os suplico, Santo mío, que en memoria de esta singular fineza, abríais los ojos de mi corazón, para que subiendo sin tropezar en mí mismo a la cumbre del Calvario, tenga impresa en mi corazón esta tragedia, para que nunca de mí se aleje su memoria, y que me alcancéis de la Majestad Divina, lo que pretendo en esta Novena, para mayor bien de mi alma. Amén.
  
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día ayunarás, o tomarás, si pudieres, una disciplina, o harás alguna otra mortificación, en reverencia de la Pasión de nuestro Redentor Jesucristo.
       
DÍA SÉPTIMO – 11 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día es consagrado a María Santísima nuestra Señora, y en él considerarás el ardentísimo y finísimo amor que tuvo San Buenaventura a esta Divina Reina. Era el blanco de su devción esta Señora, pues de tal manera escribió de esta Reina Soberana con tanta abundancia y tal ternura, como si fuese el único objeto de sus obras, sin ser menester para ser devotos de María más que leer a San Buenaventura. Fue este Santo Doctor quien instituyó en la Religión el toque de campana a las Ave Marías, procurando la extensión de sus alabanzas. De aquí se dilató este estilo a toda la Iglesia Católica, siendo cada golpe de la campana voz que publica la devoción de este Santo a la Madre de Dios. También en un Capítulo General que celebró en Pisa, entre otras rúbricas que se hicieron para el Breviario, ordenó que se continuara al fin de los himnos, el «Gloria al Señor, que naciste de la Virgen» hasta la Epifanía, de la misma forma que en la infraoctava de la Natividad del Señor se canta.
  
Darás gracias al Señor por el amor de su Madre que comunicó a San Buenaventura, y luego dirás a su Divina Majestad esta Oración:
  
ORACIÓN
Clementísimo Dios, que tenéis por Gloria propia la de vuestra Madre purísima, yo os doy afectuosas gracias por las que hicisteis a San Buenaventura, concediéndole el favor inestimable de ser su verdadero devoto: y os suplico, por el Néctar que bebisteis de sus Virginales pechos, y por el ser humano que os comunicó, me concedáis a mí, verdadero conocimiento de su Grandeza para amarla fervoroso; y también por los méritos de San Buenaventura os pido me concedáis lo que pretendo en esta Novena, para mayor Gloria vuestra y de vuestra Santísima Madre. Amén.
   
Después rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri en reverencia del afecto cordialísimo de su Santísima Madre que Dios ha comunicado a todos los Santos de la Iglesia, y especialmente en reverencia de la pía afección que ha concedid a todos los Católicos acerca del misterio de la Inmaculada Concepción de esta Gran Señora. Y luego dirás a San Buenaventura como se sigue:
Sagrado Doctor, que lograste tanta pureza de alma y cuerpo que afirma vuestro Maestro Alejandro de Hales que parecía que Adán no tenía pecado en vos, y aun por eso, como cándido corderillo, procurabas apacentarte de las blancas azucenas de la Reina de las Vírgenes, embriagado con el licor de sus hermosos pechos, que es el mejor y más generoso vino de la botillería de los Divinos recreos: yo os suplico con todo mi corazón, intercedáis con esta Divina Aurora, para que me ilumine con su luz, y me inflame con su amor, y que pues es el refugio y la Abogada de los pecadores, lo sea de mí, el más ingrato, y me alcance de su Divino Hijo lo que pido en esta Novena, para mayor bien de mi alma. Amén.
  
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día rezarás la Corona a esta Soberana Reina y Señora, en memoria de la devoción que la tuvo San Buenaventura.
        
DÍA OCTAVO – 12 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día, en que se crearon los Santos Ángeles, se ha de dedicar a estos Soberanos Espíritus, considerando la asistencia especialísima que tuvo nuestro Seráfico Doctor, y el singular comercio con estos Cortesanos Celestiales y Ministros del Señor, los que por ventura lo trataban como si fuera uno de sí mismo. porque parecía Serafín en el amor, Querubín en el entender, Trono en el serlo de Dios, Dominación en disponer lo que los inferiores han de obrar, Virtud en ejecutar muchos milagros, Potestad en ejercerla con los súbditos, Principado en regir con sus consejos y escritos a los Soberanos; Arcángel en gobernar al dilatado Minorítico Reino y en ser Legado en cosas grandes, y finalmente Ángel en cuidar del espiritual bien de los hombres. Fue tan singular en este último ministerio, que confiesa él mismo en su segundo libro del Estímulo del amor de Dios, que por cualquier alma que estuviese en pecado mortal moriría gustoso, aunque supiera que no había de ver y gozar a Dios, con tal que el alma saliese de la culpa, y no fuese Dios ofendido, ni permaneciese el hombre en tan infeliz estado. Por lo cual, fue a este fin infatigable su celo y asistencia en Cátedra, Púlpito y Confesionario, ayudando a los pecadores; y consta de su vida que a todos consolaba, a todos asistía, siendo todo para todos, y todo para cada uno.
  
Darás gracias a Dios por este favor de los Santos Ángeles a nuestro Seráfico Doctor, y por la caridad que le comunicó como si fuera Ángel Custodio, para que solicitase el bien espiritual de las almas con tantas ansias y veras, y luego dirás la oración siguiente:
  
ORACIÓN
Grande y Poderoso Señor, que dispones los ministerios de los Ángeles y de los hombrs con maravilloso orden según tu voluntad, dignándote de enviar a los Celestes Espíritus al mundo para nuestra protección y amparo: suplícote, Señor, que yo, indigno pecador, sea de su poder defendido en esta vida, y que goce en su compañía de tu presencia en la Patria: y por medio de estos Celestiales Espíritus, comunicaste tantos favores a tu Siervo San Buenaventura, yo te ruego por los méritos de este Santo Doctor, que te dignes de concederme lo que pido en esta Novena, para cuya ejecución me sean también intercesores los Santos Ángeles, y ceda todo, Señor, en tu mayor honra y gloria. Amén.
   
Rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia las protecciones, asistencias y cuidados de los Santos Ángeles con los hombres, y mayores con los Justos, y especialmente con la Reina de los Ángeles María Santísima, a quien servían muchos millares en forma humana, visible a la Gran Reina. Después dirás a San Buenaventura como se sigue:
Humano Querubín. que sin volver atrás un paso en el camino del Cielo, estiviste en continuo movimiento, obrando lo que tu espíritu abrasado te dictaba, y tu amor a Dios y a los hombres celoso apetecía: Serafín ardiente, que asistiendo al Trono de Dios con tus continuas alabanzas, ansioso solicitaste purificar humanas cuIpas: Hombre Angelical, que con los Celestes Espíritus te equivocas en las operaciones que ejecutas: yo te ruego, Sabio, Caritativo, Humilde, Paciente, Dominante, Milagroso, Nuncio, Custodio, y en todo Santo y perfecto Ministro del Señor, que cuides de mí, tu indigno devoto, y me solicites la asistencia especial (que no merezco) de los Santos Ángeles, tus familiares y amigos, para que en todo obre lo que sea de mayor agrado de nuestro Dios y Señor, y que alcance por las súplicas de los mismos Santos Ángeles y tuyas, lo que pido en esta Novena, para mayor bien de mi alma. Amén.
  
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Y este día a harás algún obsequio a tu Santo Ángel Custodio, rezándole devotamente, y solicitarás el espiritual consuelo de alguna persona quc a tu parecer lo necesite.
       
DÍA NOVENO – 13 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Este día último se dedica a nuestro Padre San Francisco, a quien amó tiernamente el Seráfico Doctor, pagándole el amor intenso que a este su hijo tuvo el Seráfico Padre, quien en su espíritu lo engendró tan propiamente, que si fue Serafín el Padre, Serafín también salió el hijo. Siendo niño de pecho nuestro Santo, padeció un grave accidente, y recurriendo su devota Madre a Nuestro Padre San Francisco por remedio, le tomó este en sus brazos, y viendo la hermosura de su rostro y en espíritu la de su alma, anunciando que sería en su Religión un grande Santo, exclamó diciendo: «¡Oh Buenaventura de niño!», cuyo nombre le quedó desde entonces, y fue prenuncio para los que le invocasen después. Escribió el Seráfico Doctor la vida de su Santo Padre, en correspondencia de tan obligado y querido hijo; y estando en esta gustosa tarea, encerrado en su celda, sucedió que yéndole a visitar su grande amigo Santo Tomás, miró este por los resquicios de la puerta a nuestro Santo elevado en éxtasis maravilloso, y volviendo a sus compañeros, dijo iluminado: «Dejemos al Santo, que trabaja por el Santo».
  
Considerarás esta unión de afectos, y darás al Señor gracias, y luego la siguiente oración a su Majestad:
  
ORACIÓN
Altísimo Dios, que siendo Piedra Angular del fundamento de la Ciudad Santa de Jerusalén, hacéis uno el corazón de sus Cortesanos, en cuya unida Congregación, descansa gustoso vuestro espíritu: yo os doy debidas gracias por las semejanzas de afecos amorosos que intodujisteis en los dos Serafines humanos San Fancisco y San Buenaventura, haciéndolos uno para que asistan a vuestra grandeza; y os suplico unáis mi voluntad con la vuestra, para que gobernadas mis acciones por la infalible regla de vuestra Ley Divina, merezca el beneplácito de vuestra voluntad Soberana; y lo que pido en esta novena, y que sea todo para vuestra Gloria. Amén.
   
Rezarás un Padre nuestro y un Ave María con Gloria Patri, en reverencia de la virtud que Dios comunicó a los Santos, para engendrar hijos de su espíritu en Nuestro Señor Jesucristo, como San Pablo por el Evangelio, y singularmente a María Santísima, en quien y de quien el hombre nace, cuando Madre de la Gracia, como tal se dice. Luego hablando con San Buenaventura, dirás así:
Gloriosísimo Doctor, Humilde, Pobre, Casto, y en todo heroicamente Religioso, a imitación de tu Padre y nuestro el llagado Serafín humano San Francisco, su siervo y propio retrato, pues copiaste su más perfecta imagen en tu pecho: yo te ruego, mi Protector y mi Abogado, por los méritos de este tu amado Padre y mío, me alcances del Señor que sepa yo imitar a uno y otro Espíritu Seráfico, copiando tantas virtudes como tan grandes ejemplares me ofrecen, las que apenas cabalmente se conocen. Y pues sin dificultad llegará a ti, como buen hijo, cualquiera que llevase a ti tu Santo Padre, yo recurro a las cinco llagas de Nuestro Padre Seráfico, las que me sean cinco elocuentes bocas que te representen, Santo mío, mis deseos, los que por este medio espero no queden defraudados, en lo que te pido en esta Novena, como también que me perdones la tibieza y fría devoción con que la he ejecutado por mi miseria y flojedad, que sea todo para mayor Gloria de Dios, para honor de María Santísima Señora nuestra, para culto y veneración de tus virtudes en la tierra; para que con tu ayuda logre mi alma el destierro de esta vida la gracia, y para que sea bienaventurada últimamente en la Gloria. Amén.
  
Luego harás tu petición, y concluirás con la Oración de la Sacratísima Virgen. Concluirás este día confesando y comulgando, y haciendo alguna obra de humildad y desprecio de este mundo en veneración de Nuestro Padre San Francisco, visitando algún pobre enfermo, ayudándole con alguna limosna, moderándote en el vestido, y haciendo firme propósito de corregir superfluidades, y usar solo de lo necesario en todas ocasiones.

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