ORACIÓN A SAN ANTONIO DE PADUA

 
Antonio glorioso, celestial y santo Español, antorcha luminosa de la Iglesia, maravilla del Orbe, Arca del Testamento, terror de herejes, alegría de buenos, piedra imán de corazones, albergador dichoso del Niño Jesús, contemplando mi alma pecadora tu divina doctrina, angélica elocuencia y palabras celestiales, como oveja descarriada en este valle de lágrimas, perseguida y molestada del infernal enemigo, acogiéndose a tu amable clemencia, con la cual amparando y predicando, sacaba lágrimas de los más endurecidos corazones, convirtiéndolos a penitencia y al Señor, apiadándote de ella, humilidísima te ruega por tu milagrosa vida y muerte, consolador de tu padre y esperanza de afligidos, a cuyo dulce nombre se ahuyentan el pecado, la muerte, la miseria y el demonio, de tu favor los enfermos reciben salud, a tu nombre humíllase la mar, desátanse las prisiones y hállanse las cosas perdidas, a cuyos señalados favores, obligados niños, mozos y viejos, aclamando tus divinos prodigios, agradando al Señor, humilísimos te sirven y ruegan alcances del omnipotente Creador nos infunda su celestial rocío, con el cual bañados los corazones de tus siervos podamos sacar de nuestros ojos tan copiosas lágrimas que lavemos nuestras culpas, pues limpios y puros, favorecidos pr tu intercesión en esta presente necesidad, en la cual te buscamos por nuestro consuelo, nos la otorgue Cristo nuestro bien, y que con tus ruegos gocemos junto a Él y los demás Santos la gloria celestial del que vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

  

Oración impresa por la viuda de Juan Sánchez en Madrid en 1650, con licencia eclesiástica. Tomada del libro Noticias civiles y eclesiásticas de Indias y otros documentos (Juan Díez de Cuéllar, compilador). Madrid, 1658.