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sábado, 24 de octubre de 2020

LUIGI STURZO, PRECURSOR DEL CATOLIBERALISMO CONCILIAR

Síntesis de la 620ª conferencia de formación militante por la Comunidad Antagonista Padana de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Milán, no realizada a la clausura del Ateneo a causa de la epidemia de coronavirus, preparada y publicada en la feria de la XX semana después de Pentecostés (22 de octubre) y aniversario del atentado terrorista contra el cuartel Serristori de 1867. Relator: Silvio Andreucci (texto recogido por Piergiorgio Seveso). Traducido de RADIO SPADA.
    
LA CONCEPCIÓN POLÍTICA DEL PADRE LUIGI STURZO, PRECURSORA DE LA DESTRUCCIÓN CATOLIBERAL CONCILIAR
  
Luigi Sturzo Boscarelli (18 de noviembre de 1950)
    
A noventa años del llamado [1] del padre Luigi Sturzo, en ocasión de la constitución del Partido Popular, me propongo en este informe reexhumar y recordar en vida su pensamiento, comenzando precisamente por el análisis de este llamado que en síntesis sonaba así:
– el reclamo a un “sistema de valores trascendentes” que luego pudiesen orientar la política y la economía, y trascenderlas al mismo tiempo
– el reclamo a una “razón moral” permeante a la vida política, civil y económica
– la necesidad de una toma de conciencia de la debacle que asolaba en el mismo partido de los católicos, generada por la corrupción moral de la vida pública; tanto que los políticos católicos habían acabado en últimas por perder de vista un sistema de valores en fundamento de la propia obra, absorbida de plano en el aspecto técnico y pragmático.
   
No habría bastado un “gobierno técnico” para resolver las problemáticas mismas de la economía, puesto que el padre Luigi Sturzo invitaba entonces en su apelo a gobernantes y ciudadanos a permear de “sentido ético” su propia obra.

¿Una suerte de política “Manos Limpias” anticipada?
   
El desarrollo sucesivo del análisis de la concepción política del aludido (que puede delinearse más como laicista y cato-liberal, basada por tanto en la radical separación entre lo temporal y lo espiritual, sobre la supresión de toda traza de “integrismo”, ya que en el fondo no quedaba sino una vaga “inspiración católica”) llevará fácilmente a comprender el carácter farisaico, pseudo-puritano o problemáticamente puritano de este apelo. En la visión del católico-liberal existe una conflictualidad irresoluta entre el plano teórico y el del proceder práctico: de hecho él, aunque continuando en pronunciar formalmente el obsequio al Magisterio eclesiástico, acaba por contradecirlo en la práctica; el catolicismo liberal, por ejemplo, aspira a una progresiva autonomía de la esfera temporal respecto de aquella espiritual, a no tener mucho en cuenta el vínculo de obediencia a la jerarquía eclesiástica; incluso, tiende a enuclear un núcleo positivo de “verdad” en la Revolución francesa, subversiva de la autoridad temporal y espiritual, con su farisaica y contradictoria tríada “libertad, igualdad, fraternidad”.
  
Esta me parece la directriz de la concepción política del padre Luigi Sturzo; los valores trascendentes que sin embargo recomienda como horizonte de la labor del político católico están destinados a superar en este creciente sodalicio entre la “visión de inspiración católica” y el laicismo; la “razón moral” a la que el sacerdote apela tiende a desvincularse de la ley divina y a permanecer confinada en los límites de un iluminismo puramente kantiano.
  
La evaluación procederá ahora, analizando el distanciamiento progresivo de la concepción del padre Sturzo respecto a la Rerum Novárum del papa León XIII (de la cual decía estar inspirado, en ocasión de la constitución del PP en 1929) y el problema de la influencia del “Humanismo Integral”, obra madurada por Jacques Maritain (que todas las corrientes democristianas han tomado como referencia, en mayor o menor medida). Jacques Maritain no frecuentó asiduamente a Luigi Sturzo, se encontraron algunas veces y el filósofo francés dice apreciar la visión política y el esfuerzo de incidencia práctica en la sociedad [2].
  
Por cuanto sabemos, en sus escritos, el padre Sturzo hace solo una alusión fugaz al “Humanismo Integral”, no se afirma, casi como que su intención fuese la de acoger la visión política en modo aproblemático.
   
Al menos al inicio, es posible trazar en la obra del padre Sturzo todos los contenidos específicos que permean el ideal maritainiano de la Nueva Cristiandad: la pluralidad de las familias espirituales y políticas, la “primacía de la persona”, la laicidad de la política, la autonomía de la esfera temporal frente a la espiritual, el valor incondicional de la democracia, la “Trascendencia” del cristianismo respecto a cualquier civilización histórica y la acción constante y providencial de factores sobrenaturales en la historia [3].
  
En cuanto concierne a la “trascendencia” del cristianismo respecto a toda civilización histórica, es un motivo constante del catolicismo progresista (figura por ejemplo también en el personalismo mouneriano). Esto polemiza contra la denominada “religión cerrada” [4], teniendo señalado como error el “integrismo medieval”.
   
No nos dejemos conmover por aquella declaración de salvaguardar la “pureza” del Reino de lo espiritual; es verdad que las verdades reveladas pertenecen al horizonte de lo eterno, que ninguna realización del plan político y temporal puede agutar, mucho menos la cívitas christiána medieval que con todo es la expresión máxima. Mucho menos, el progresismo católico, subespecie de la preocupación de salvaguardar la pureza de lo espiritual trascendente de toda contaminación política y terrena, mira en realidad a lograr una total separación de la esfera eclesial de aquella temporal y en último análisis a suprimir toda traza de “integrismo medieval”.
    
Es verdad que en la visión política del padre Sturzo figuran todos los contenidos específicos presentes en Humanisme integral, también el ideal de la Nueva Cristiandad maritainiana no es meramente sobreponible a la visión sturziana, que se lanza más allá en la directriz del catolicismo progresista.
  
En Humanisme integral, el modelo de cristiandad medieval no es más permeante al plano temporal, pero resta siempre por tener en consideración como “analogón”. En cambio, el padre Sturzo no parece apreciar el término mismo de Nueva Cristiandad, está más decidido que Maritain a expurgar de la propia visión todo retazo de medievalismo… y la dicción “sociedad cristiana” reclama sin embargo siempre a la civilización medieval, en la cual es estado era concebido como una comunidad animada y vivificada por el espíritu cristiano, teniendo este modelo político en su vértice al Papado con su acción unificatriz [5].
  
Para el padre Sturzo conviene liberarse de las evocaciones medievales del término “Nueva Cristiandad” y construir un partido político puramente laicista y aconfesional (¡el Partido Popular!) en la cual todos los hombres de “buena voluntad”, sean creyentes o ateos, contribuyan a realizar la “moralidad pública” en las instituciones. Para este proyecto no se requiere, según la visión del padre Sturzo, la pertenencia a la confesión católica, ni el obsequio al Magisterio eclesiástico; se puede concurrir una pluralidad de familias espirituales en modo ecuménico, liberales, socialistas, católicos, protestantes. Orientados por una moralidad toda terrena, kantiana, iluminista​.
   
Los escritos del padre Luigi Sturzo se extienden en un arco temporal de cerca de treinta años y a menudo su concepción política viene articulada en dos períodos, el primero que va desde 1919 (año fundacional del PP) a 1926 (año en que fue señalado por la plena afirmación del régimen fascista, con la promulgación de las denominadas “leyes fascistísimas”) y el sucesivo a la Segunda guerra Mundial. Más detalladamente, él parte al exilio en 1924: el día de su partida de Roma fue el 25 de octubre de aquel mismo año, que siguió una breve estadía en Turín y finalmente el arribo a Londres. El exilio transcurrió en una suerte de bucle entre Inglaterra y Estados Unidos, y duró casi veintidós años.
   
Aun antes de 1924, la concepción política del padre Luigi Sturzo, igualmente aquella de sus amigos y seguidores, Giuseppe Donati y Francesco Ferrari, se caracterizó por un encendido antifascismo, más en general una livorosa polémica hacia los totalitarsmos de signo derrocado, el nazi-fascista y el colectivista. A juicio del aludido, la cifra de los totalitarismos del novecientos era la “estatolatría”, o sea, la omnipervasiva injerencia del estado en la esfera privada.
  
En sus escritos políticos, casi desde el natalicio del PP, él insistía sobre la necesidad de “rehacer un partido católico”, reivindicando la prioridad de la dimensión cultural (sobre la ideológica) cual vehículo principal de la “cristianización” de las instituciones. Rechazo por tanto de una ideologización institucional del mensaje cristiano; también, esta instancia entendida de cristianización de lo temporal venía ciertamente invalidada por un programa cultural que se desvinculaba de la obediencia al Magisterio, para promover un diálogo ecuménico laicista entre “familias espirituales” de diferente proveniencia ideológica.

La vaga “inspiración católica” que permanecía en en transfondo del programa del PP y que formalmente era recordada con constancia era en cierto modo un fundamento frágil. El PP se caracterizaba como un partido “católico-liberal” de centro que “miraba a izquierda” y, para decir como el padre Dario Composta, era definido por un “modelo ideal progresista y aconfessional“ [6]. Siguiendo la lección del historiador católico progresista Pietro Scoppola, el padre Luigi Sturzo estaba convencido que el mismo modelo de Humanisme integral fuese destinado a la caída, envuelto como estaba en una filosofía de la historia dogmática. La visión cultural-ideológica sturziana tendía a emanciparse de la misma filosofía de la historia para ganar un mayor pragmatismo (situaciones sociales de vez en cuando diferentes no podían comportar respuestas preconfeccionadas).
  
Quisiera ahora analizar en síntesis la visión político-económica del padre Luigi Sturzo. El largo exilio en Estados Unidos y en Inglaterra habían producido en él un notable influjo de la cultura anglosajona, y también un acento protestantizante de su concepción de pastoral; en tal guisa, el padre Luigi Sturzo tendía a hablar raramente de la dimensión eclesiológica y de la “institución Iglesia” en sus escritos políticos.
  
Aquel plan de “cristianización” de las instituciones de la cual hablaba poco, debía ser confiado al sentido de responsabilidad del individuo, guiado por una “erlebnis” (experiencia) cristiana subjetiva, que no por los dictámenes del Magisterio eclesiástico.
  
Thatcheriano ante lítteram, desde el punto de vista de la visión económica, el padre Luigi Sturzo representaba el ala extrema del catolicismo liberal. Siempre denunció el carácter estatólatra y estatalista de los totalitarismos sacrales novecentistas; afirmaba, como adversario del estado de bienestar, que fuese benéfico para la economía la reducción del estado social y que fuese garantizado lo más posible el ejercicio de la libre concurrencia. El padre Luigi Sturzo proclamaba no sólo la drástica reducción del estatalismo elefantíaco, de la burocracia estatal, sino una reducción creciente de la influencia de la sociedad. El individuo, a su juicio, tenía absoluta prioridad sobre la sociedad.
  
Decía constantemente inspirarse en el Magisterio del papa León XIII y a los principios de solidaridad y subsidiaridad, distribución universal de los bienes de la tierra, centralidad de la Persona, rol portante de la Familia y de la Escuela. Con todo, en la declinación liberal-liberista del padre Luigi Sturzo la doctrina social de León XIII no estaba concebida como tercera alternativa al liberismo y al socialismo, porque él inclinaba decididamente hacia el polo del liberismo, hacia la salvaguardia de la “sagrada” esfera de la responsabilidad y de la iniciativa individual.
  
Sobre los vínculos entre el padre Luigi Sturzo y la alta finanza plutocrática (precisamente con la rama hiperliberista dirigida por Enrico Cuccia) no puedo hablar aquí por razones de síntesis expositiva, por lo que remito a un artículo esclarecedor que el padre Curzio Nitoglia ha dedicato en la revista Sodalitium y que el doctor Andrea Carancini ha señalado en su blog [7].
  
En el laicista PP fundado en 1929 por el padre Luigi Sturzo hay en embrión las señales de la disolución conciliar. El obsequio al Magistero eclesiástico fue tranquila y pasivamente puesto aparte, el PP sturziano recibió un moralismo kantiano-iluminista, un subjetivismo ético de matriz protestante, un herético diálogo modernista entre una pluralidad de “familias espirituales”, algunos de los ingredientes que preparan la revuelta subversiva conciliar.
  
Queridos amigos de la C.A.P. y de Radio Spada, buena lectura.
   
Portæ ínferi non prævalébunt
    
NOTAS
[1] Sobra remarcar el carácter “racionalista puritano” de esta proclama que no invoca el auxilio de la Gracia Santificante para hacer frente al problema de la corrupción pública (que es justo combatir). Ya que subsiste la herida del pecado original, es utópica la pretensión perfectista de constituir una constitución política “puritana”. La misma corrupción pública desciende del pecado original, y la misma pretensión de sabor pelagiano del padre Luigi Sturzo de crear confianza en el sentido de responsabilidad de los hombres de buena voluntad, sin invocar la Gracia Santificante, suena farisaica.
[2] Cfr. G. Boissard, Actes su Congres sobre el tema “Luigi Sturzo: teórico del Estado y de la sociedad en sus obras del exilio” (Palermo, 28-30 de noviembre de 1985), ed. Massimo, Milán.
[3] G. Boissard, Actes su Congres, cit.
[4] La referencia es particularmente a la distinción operada por Henri Bergson entre “religión abierta” y “religión cerrada” en su obra matriz “Las dos fuentes de la moral y la religión”
[5] Cfr. Grazie.Boissard, Actes su Congres, cit..
[6] Cfr. D. Composta, Questione Cattolica e Questione democristiana, Cedam, Padua,1987, po’.25-26
[7] Cfr. Curzio Nitoglia, “Raffaele Mattioli ed Enrico Cuccia: il potere dell’ Alta Finanza” en Sodalitium, 51, julio de 2000, pág. 38.
  
Enrico Cuccia, presidente de Mediobanca, había encontrado no sólo en Alcide de Gasperi y en el cardenal Francis Spellman, sino también en el padre Luigi Sturzo un aliado autorizado para imponer su propia visión hiperliberista, dirigida a la venta del patrimonio nacional público a potentados extranjeros, por y tanto, para combatir la visión soberanista y keynesiana del político democristiano Enrico Mattei.

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