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lunes, 9 de noviembre de 2020

DÍA NUEVE DEDICADO A SANTA VERÓNICA GIULIANI

Dispuesto por el Bachiller Don José María Zelaa e Hidalgo, presbítero secular del Arzobispado de México y natural de la ciudad de Querétaro. Publicado en México por la Imprenta de D. Juan Bautista de Arizpe en 1812. Por este ejercicio devoto hay concedidos por los Obispos Antonio Bergosa y Jordán (Antequera/Oaxaca), Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo (Guadalajara), Francisco Rousset de Jesús María de la Rosa y Cardoso OFM (Sonora), y Primo Feliciano Marín y Porras OFM (Linares, actual Monterrey) 600 días de indulgencia.
   
DÍA NUEVE DE CADA MES, CONSAGRADO A LA ESCLARECIDA Y PORTENTOSA VIRGEN SANTA VERÓNICA GIULIANI, ABADESA PERPETUA DE LAS CAPUCHINAS DE CASTELLO EN LA ITALIA, PARA CELEBRAR SU DICHOSO TRÁNSITO, E IMPLORAR SU PROTECCIÓN
    
    
Estando de rodillas delante de alguna imagen de Santa Verónica, se hará la señal de la cruz y se comenzará con el siguiente Acto de Contrición:
   
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
    
ACTO DE CONTRICIÓN
Dulcísimo Jesús mío crucificado, amabilísimo Redentor de mi alma, Dios de mi corazón, que obligado del amor que nos tenéis, quisiste morir por nosotros afrentosamente en una cruz, a mí me pesa, Señor, en el alma una y muchas veces de haber correspondido tan mal a tus grandes beneficios, con la enormidad de mis pecados. ¡Oh, cuánto me duelo de esta temeraria ingratitud, de todas las injurias y enormes ofensas que he cometido contra un Dios tan bueno, tan santo y digno de ser amado! Me arrepiento, Jesús mío, con todo mi corazón, de todas ellas, y propongo morir antes que volver otra vez a ofenderos y agraviaros; confío en vuestra divina piedad y misericordia, que me habéis de perdonar y me habéis de conceder una gracia eficaz y perseverante, para que muriendo en ella pueda gozar de Vos eternamente. Amén.
   
ORACIÓN A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR
Amorosísimo Redentor mío, soberano Jesús, que tanto amasteis a vuestra fiel sierva y esposa Santa Verónica, que quisisteis distinguia y marcarla con las cinco gloriosas señales de nuestra redención, como en premio de la tiernísima devoción y afecto con que siempre meditó y veneró vuestras sagradas llagas, y los dolores agudos que sentisteis al recibirlas en el árbol santo de la Cruz, para que así pudiera decir con San Pablo, que traía siempre en su cuerpo grabadas las llagas de su Señor, yo os ruego con todo el afecto de mi corazón, que atendiendo a los méritos y poderosa intercesión de esta virgen admirable, me concedáis por su medio lo que humildemente pido en este día, si ha de ser para gloria vuestra, para honor de vuestra sierva, y para el bien de mi alma. Amén.
     
Ahora se rezan tres Padres nuestros y Ave Marías con Gloria Patri, y luego la siguiente:
    
DEPRECACIÓN
    
Oh feliz Verónica,
Estudiosa y sabia
En la mejor ciencia
De salvar las almas:
Suplica a tu Esposo
Me dé luz y gracia
Para venerarle
Con toda mi alma,
Y que me disponga
Como desea y quiere,
Para que así logre
Una feliz muerte.
    
℣. Ruega por nosotros, Verónica benigna.
℟. Para que alcancemos promesas divinas.
     
ORACIÓN
Oh Portentosa y esclarecida Virgen, Felicísima Verónica, cuyas heróicas virtudes y méritos admirables os hicieron tan amada de vuestro divino esposo Jesús, que se dignó grabar en vuestro amante corazón los instrumentos gloriosísimos de su Pasión dolorosa, para que así, conociera el mundo que siempre estuvisteis clavada con Jesús en la cruz, yo me presento a vos en este día para celebrar y aplaudir vuestra feliz muerte y dichosísimo tránsito, ofreciéndoos estos tres Padre nuestros y Ave Marías en vuestro honor y culto, y pidiéndoos al mismo tiempo que interpongáis vuestros ruegos y súplicas allá en el Cielo con nuestro Dios y Señor, a fin de que nos conceda un amor grande hacia su divina Majestad, una contrición perfecta de todos nuestros pecados, y el colmo de la gracia y las virtudes. Alcanzadnos también, oh virgen felicísima, que seamos libres de la culpa, del furor de nuestros enemigos y de todos los males de alma y cuerpo. No os olvidéis de nuestra madre la Santa Iglesia, que tanto amasteis y respetasteis en esta vida, pedid por ella, por su visible cabeza el Romano Pontífice, por la pureza y conservación de la Fe Católica, por la conversión de las almas, por la paz y concordia de los príncipes cristianos, por la salud de los pueblos y familias, por el alivio de las almas del Purgatorio, y por todas las demás necesidades espirituales y temporales. Y finalmente, amparadnos y protegednos a todos los que nos protestamos ser vuestros devotos, en todos los días de nuestra vida, principalmente en este mes en que imploramos vuestra protección y amparo, para que siendo mientras vivimos unos fieles seguidores de Jesucristo, le gocemos después de nuestra muerte con vos en la eterna bienaventuranza. Amén.
     
Aquí se reza una Salve con la siguiente:
     
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los Ángeles, purísima Virgen María mi Señora, yo me uno en este día mis humildes súplicas con las de Santa Verónica, vuestra tiernísima devota, para que así sean atendidas de vuestra benignidad. Ella tuvo tanto afecto y devoción a vuestros agudos dolores, y meditó tan fervorosamente tus penas, que mereció se le imprimiesen en las telas de su corazón siete dagas, para dar a entender este al Cielo, que siempre fue fiel compañera en sentir vuestros tormentos. Alcanzadnos por sus méritos e intercesión a todos los que hoy veneramos su memoria, que seamos unos verdaderos imitadores de sus virtudes, y que os acompañemos como ella a sentir vuestros dolores, para que mereciendo de este modo en esta vida mortal vuestro poderoso patrocinio, logremos después una eterna felicidad. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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