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martes, 24 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO ‐ DÍA VIGESIMOCUARTO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
    
DÍA 24 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: RAZONES GENERALES QUE NOS OBLIGAN A SOCORRER A LAS ALMAS DEL PURGATORIO.
     
PUNTO PRIMERO
El amor es la vida de todo corazón; y la naturaleza ha impreso de tal modo este sentimiento en todos los vivientes, que no solo le experimentan las criaturas racionales hacia sus semejantes, sino también las bestias hacia la propia especie; y este sentimiento no se extingue en los hombres con la muerte, sino que dura más allá del sepulcro. No hay sobre la tierra nación tan bárbara que no se tome cuidado de sus difuntos, que no sienta piedad de sus almas, y que no procure en algún modo sufragarlos. La naturaleza, pues, nos lleva por sí misma a tener compasión del infelicísimo estado de las almas que penan en el Purgatorio, a las cuales estamos unidos por la humanidad; y sería una barbarie el resistir a un sentimiento tan vivo del corazón humano.
   
PUNTO SEGUNDO
La Religión no rompe los vínculos de la naturaleza, antes bien los estrecha, los refuerza, los perfecciona. El vínculo de la hermandad universal que reina entre todos los hombres por razón de la descendencia del primer padre Adán, es mucho más íntimo y perfecto entre nosotros los cristianos por motivo de la Religión, que a todos nos une en Jesucristo. Él es la cabeza de los fieles, y cada uno de estos, miembros de su cuerpo mistico la Iglesia. Debemos, pues, mirar en general a las almas del Purgatorio como a una parte del todo, como a una porción de nosotros mismos; porque no están ellas separadas de la Iglesia, sino que antes bien forman la porción más escogida, que presto será glorificada en el Cielo. Țrasladémonos, pues, en espíritu con los sentimientos de una religión llena de caridad a visitar el Purgatorio, y consolemos a aquellas almas desoladas, en sus angustias.
     
PUNTO TERCERO
La razón de patria nos hace más cercanos e inmediatos a quienes cupo en suerte el mismo país natal que a nosotros. El conocimiento especial de cada uno de ellos, las diversas relaciones que con ellos nos unen, la uniformidad de hábitos que se adquiere cohabitando con ellos, son otros tantos títulos que nos obligan a tener especial consideración con nuestros conciudadanos, no menos en esta que en la otra vida. En esta tienen principio las relaciones de patria, que se completan después en aquella gran patria que es el Cielo, donde todos estaremos reunidos en caridad perfecta. Hasta tanto, pues, que lleguemos a aquel dichoso término, siempre nos obligan los deberes de patria, los cuales deben animarnos a ser tanto más generosos con el Purgatorio, cuanto que se encuentran ya en el último grado de necesidad aquellas benditas almas. Recordemos por tanto con frecuencia los tres referidos títulos de naturaleza, de religión, de patria, y nos moveremos eficazmente a generosa piedad para con los difuntos.
      
ORACIÓN
¡Gran Dios! Tú inspiraste e imprimiste en los corazones de los hombres las leyes de la naturaleza, Tú las máximas de la Religión, Tú el amor de la patria, con el objeto de que ellos se ayudasen en vida mutuamente, y no se olvidasen los unos de los otros después de la muerte. ¡Ah! Tú que eres el autor de todo generoso sentimiento, renueva entre nosotros la observancia de tan santas leyes, la emulación de tan venerables máximas, la práctica de amor tan saludable, para que, inflamado nuestro corazón en este triplicado espíritu de beneficencia, derrame sobre el Purgatorio sufragios con generosa abundancia.
   
EJEMPLO: Graciano Punzoni, cura párroco de Arona, era tan aficionado a las obras de piedad, que solía socorrer a los difuntos en el cuerpo y en el alma; en el cuerpo dándoles sepultura, en el alma sufragándoles de continuo. Se le ofreció un vasto campo para ejercer su caridad un año en particular, en que una enfermedad contagiosa hizo por aquella comarca terrible estrago. Feneció un gran número de ciudadanos y de soldados napolitanos de la guarnición; y el buen párroco se empleaba con solicitud en asistirles durante la enfermedad, en darles sepultura despues de muertos, y en hacer sufragios por sus almas. Terminado el contagio, mientras que un día se paseaba junto al cementerio con el piadosísimo gobernador de aquella ciudad, Don Alfonso Sánchez, vieron entrambos salir de una puerta de aquel sagrado recinto y entrar por otra una larga fila de personas cobijadas bajo un lúgubre manto. Cuanto más fijaban la vista, tanto les parecía la cosa menos natural, por lo que juzgaron ser aquella una misteriosa visión, y empezaron a concebir un ardiente deseo de adivinar lo que querían dar a entender, y lo que pretendían aquellos que salían y entraban en procesión. «Aquellas, decía el gobernador, son las almas de los pobres soldados de la guarnición muertos poco hace, los cuales, no teniendo quién les socorra, imploran nuestra piedad de este modo». «Yo soy de opinión, replicaba el párroco, que deben ser las almas de los soldados extranjeros más bien que las de nuestros conciudadanos; como quiera que sea, todos fueron hombres como nosotros, todos son hermanos nuestros en Jesucristo, y nos pertenecen por naturaleza, por religión y por patria». «Socorramos, pues, a todos», añadieron de acuerdo entrambos; y unidos en santa caridad ordenaron que aquella misma noche se diese la señal con la campana para un sufragio general de misas, que deberían celebrarse la mañana siguiente, como en efecto se hizo. Los motivos de naturaleza, de religión, de patria que impelieron al generoso socorro a estos dos personajes, nos muevan también al frecuente recuerdo y al sufragio de liberal piedad para con las almas que gimen en el Purgatorio. (P. Marco Antonio Bona SJ, en la Vida del Venerable Graciano Punzoni, cap. 7º).
   
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
   
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Omnis pópulus... commúni lamentatióne et fletu unánimes preces suas Dómino effudérunt... finíto... fletu et oratióne compléta, consoláti sunt. (Judith. 6, 14.) Los sufragios comunes y las preces públicas por los difuntos hacen una violencia tan dulce al corazon de Dios, que suelen de ordinario producir un felicísimo efecto
    
Cuando en las familias religiosas, en las cofradías o reuniones piadosas pasa a la otra vida algún miembro que les pertenece, todos sus hermanos hacen sufragios por él según el propio instituto, y en particular se celebran honras y se hacen aniversarios, a los cuales debe contribuir quien quiera que desee ser exacto en el cumplimiento de sus deberes. Todos los hombres, todos los fieles, todos los ciudadanos forman una sola familia, y por esto debe cada uno, según sus diversas relaciones, concurrir a los sufragios que celebran por los difuntos la Iglesia, la patria y la devoción de los fieles; y este sea cabalmente el propósito que hagamos hoy de no faltar jamás en lo sucesivo a los públicos y generales sufragios que han de hacerse en este lugar por los difuntos.
   
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz).
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidores y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus  famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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