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domingo, 29 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA VIGESIMONOVENO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
 
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
    
DÍA 29 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: SURAGIOS QUE PUEDEN ESPERAR EN EL PURGATORIO LOS BIENHECHORES DE AQUELLAS BENDITAS ALMAS.
     
PUNTO PRIMERO
Del mismo modo que hubiéremos tratado a nuestros prójimos, seremos nosotros tratados. En la otra vida halla piedad quien en esta la ha ejercitado con el menesteroso. Es la piedad una dichosa semilla que nos produce misericordia, y en el siglo futuro se recoge lo que en este se ha sembrado. Por lo cual si sembráremos sufragios para el Purgatorio, allá los recogeremos abundantes si llegáremos a entrar en aquella región de tormentos. Pero si en nuestro corazón no hay más que dureza y olvido, tristísimo será el fruto que nos produzcan. Experimentaremos la misma dureza y olvido con que ahora nos portamos con los difuntos, lo cual nos será tanto más sensible cuanto que no cabrá duda alguna en que lo tenemos muy merecido con nuestra cruel conducta. Evitemos semejante desgracia, esforzándonos en ser piadosamente generosos con las almas del Purgatorio.
     
PUNTO SEGUNDO
A su divino gobierno, que nosotros llamamos Providencia, ha prefijado el Señor ciertas leyes, de las cuales no se aparta, regularmente hablando. Brilla su sol para malos y buenos, pero para estos tiene un no sé qué de más risueño y benéfico, mientras para los impíos parece que como ministro de la divina justicia se muestra menos sereno y apacible. Lo mismo sucede con las almas del Purgatorio, que según el porte que hubieren tenido en esta vida con las que ya padecían antes que ellas bajaran a aquella cárcel de expiación, así será la parte que les quepa en los sufragios que se hacen por ellas. El que fue misericordioso alcanzará más pronto misericordia, y el que hubiere tenido duras las entrañas verá que el Señor le trata de un modo más severo, haciendo que le toque menos en la distribución de los socorros de la tierra. Tengamos esto muy presente para obrar como en el Purgatorio quisiéramos haber obrado.
     
PUNTO TERCERO
En todas las edades ha sido el ejemplo un resorte muy poderoso, y su influjo se extiende a larga distancia de unos hombres en otros. Si al pasar por este valle de lágrimas dejamos en él ejemplos de generosa piedad para con los difuntos, no faltarán corazones que los imiten cuando nosotros hayamos bajado a aquella mazmorra de dolor. Pero si, por el contrario, los que formamos la generación presente no volvemos los ojos a nuestros amigos y parientes del Purgatorio, es muy probable que nuestros hijos y allegados tengan para con nosotros la perniciosa indiferencia de que les dimos ejemplo. Está, pues, en nuestra mano el prepararnos frutos de piedad para el otro mundo, el granjearnos el favor divino, y el disponer a los que nos sobrevivan a compasivos sentimientos de caridad para con nuestras propias almas.
   
ORACIÓN
No queremos, Señor, privarnos de los auxilios de la piedad de nuestros hermanos ni de los de vuestra inmensa misericordia, por tanto desde ahora nos encomendamos a vuestra infinita clemencia, pidiéndoos tener cuando estemos en el Purgatorio una gran parte en las oraciones y sufragios de los vivos. Pero para lograr tan preciosos bienes, el orden de vuestra sabia providencia requiere que nosotros seamos en la tierra tan generosos con los muertos como nosotros cuando hayamos pasado a la eternidad querremos que los vivos lo sean con nuestras almas. Con este fin ponemos en vuestras manos nuestros corazones, para que los hagáis sinceramente piadosos y activos en socorrer a las benditas almas del Purgatorio.
  
EJEMPLO: Una virgen llamada Gertrudis se acostumbró desde niña a ofrecer todas sus acciones en sufragio de las almas del Purgatorio. Llegó la hora de su muerte, y el infernal enemigo le presentó que se hallaba desnuda de todo el mérito de sus buenas obras por haberse enajenado de ellas en favor de los difuntos. Esta maligna tentación atribuló sobremanera el ánimo de la piadosa virgen, pero su celestial esposo Jesús no la había de dejar sin consuelo. Acudió, pues, a socorrerla en el peligro, y le aseguró que lejos de haber perdido sus buenas obras cediéndolas a las almas del Purgatorio, había adelantado tanto con semejante cesion, que iba a entrar en la gloria en el momento que exhalase el último suspiro. Sírvanos de lección lo acaecido con Santa Gertrudis, y no temamos que se disminuya el caudal de nuestros merecimientos porque con ellos contribuyamos al alivio de las benditas almas del Purgatorio.
   
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
   
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Non desis ploróntibus in consolatióne et ne te pígeat visitáre infírmum. (Eccli. 6, 39). La piadosa visita de los encarcelados y enfermos es muy consolatoria para las almas del Purgatorio.
    
No hay en el mundo imagen más expresiva de aquellas benditas ánimas que los enfermos y encarcelados, por sus padecimientos y la privación de su libertad. Por eso muchos devotos de las benditas ánimas han ejercitado su caridad visitando a enfermos y encarcelados. Imitémosles en tan santa obra de piedad, con el fin de aliviar en sus tormentos a nuestros hermanos del Purgatorio. Prodiguemos toda clase de consuelos a los que gimen en las cárceles y en el lecho del dolor; estemos seguros de que no será escasa nuestra recompensa ni infructuoso para nosotros mismos el bien que hagamos a nuestros queridos difuntos.
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz).
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidores y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus  famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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