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martes, 3 de noviembre de 2020

MES DE NOVIEMBRE EN SUFRAGIO DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO - DÍA TERCERO

Dispuesto por el canónigo Francesco Vitali, Arcipestre de Fermo, y publicado en Sevilla por la Imprenta y librería de D. Antonio Izquierdo en 1858. Reimpreso en Madrid en 1863.
   
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
Postrados en la presencia de Dios con el mayor fervor de espíritu, supliquémosle que nos asista en el ejercicio de esta sagrada devoción, diciendo:
Disponed, Señor, y confortad nuestras almas con la abundancia de vuestra gracia, para que penetrando en la penosa cárcel del Purgatorio, con afectos de fe, caridad y compasión podamos procurar a los fieles difuntos la mayor abundancia de sufragios que redunde en favor suyo, gloria vuestra y provecho de nuestras almas. Amén.
   
DÍA 3 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: PENA DE SENTIDO.
    
PUNTO PRIMERO
El Señor, dice el Profeta, llamó para ministro de su justicia al fuego, el cual devoró el profundo abismo de la iniquidad, y la parte que se le allega de la imperfección de los justos.
  
El fuego, sigue el Apóstol, declara cuáles son las obras de cada uno; consume las malas, purifica las buenas y quien se salva, se salva casi por medio del fuego. De tales autoridades se deduce que una de las penas del Purgatorio es la de sentido causada por el fuego, la cual es sentencia común de los latinos, aceptada también por la mayor parte de los griegos, rogándose en una y otra Iglesia, para que aquellas benditas almas salgan libres de los ardores de fuego tan penetrante. Unamos nuestro espíritu con el de las Iglesias mencionadas, y como Aarón en el grande incendio del campo israelítico, poniéndonos también nosotros por Medianeros entre Dios y ellas, pidámosle que le conceda gracia tan singular.
   
PUNTO SEGUNDO
El fuego del Purgatorio, como enseñan las escuelas, no es metafórico ni ideal, sino verdadero y material; pero tanto más activo y poderoso que el fuego de este mundo, que este no es sino una sombra, una imagen, un fuego pintado en comparación del que arde en el abismo. El incendio suscitado por los Macabeos en las torres de los beanitas, que en breve las redujeron a cenizas; el horno encendido por Nabucodonosor con fuego siete veces duplicado; las llamas devoradoras de Pentápolis, que en breves momentos consumieron aquella vasta provincia, apenas bosquejan las chispas más amortiguadas de aquel cruel elemento. ¡Ah! ¿Quién podra, pues, sufrir los ardores de tan vivas llamas?
    
PUNTO TERCERO
Mas aquellas llamas son no solo vehementes sino también sabias y justas como aseguran los Padres, haciéndose más penetrantes y atroces donde fue más deliberada e intensa la maldad. Nada dejan sin castigo. Vengadoras de la divina Justicia, castigan a proporcion de los deméritos de cada uno, y en aquellas potencias y sentidos que mayor parte tuvieron en las culpas, hacen sentir más dolorosos efectos
de su martirio. El hombre en medio de las distracciones del mundo no lo reflexiona tanto: sin embargo, ved aquí, cristianos, qué quiere decir una falta más, o una falta menos, quiere decir un tormento más, un tormento menos, o sea un Purgatorio aumentado y duplicado.
   
ORACIÓN
¡Gran Dios! ¡Cuántos Purgatorios no mereceríamos nosotros por nuestros innumerables pecados, y cuántos Purgatorios duplicados sufrirán por sus defectos muchísimas almas de los difuntos! ¡Ah Señor! Moveos a piedad de ellas y de nosotros: de nosotros, perdonándonos en esta vida las culpas para no pagar en la otra con tanto rigor la pena merecida de ellas, extinguiendo los ardores de aquel fuego tan vivo y que atrozmente las martiriza. Derramad vuestras misericordias sobre los vivos y los muertos, y los unos y los otros bendecirán eternamente vuestro nombre.
   
EJEMPLO: La venerable Sor Paula de Santa Teresa, haciendo un sábado fervorosísimas oraciones en sufragio del Purgatorio, fue instantáneamente arrebatada en espíritu, y vio a la Santísima Virgen descender a aquella cárcel profunda, acompañada de una numerosa eorte de ángeles para librar de aquellas penas a algunas almas devotas suyas y conducirlas consigo a la bienaventuranza. Pero mientras rebosaba de júbilo el corazón de la sierva de Dios por la melodía de los cánticos celestiales entonados por aquellas ínclitas prisioneras cuando se remontaban a la gloria, quedé penetrado su oído de los tristes gemidos en que prorrumpían las que quedaban aún detenidas en las llamas, cuyas penas se puso ella a contemplar. Uno solo era el fuego que las atormentaba: mas en medio de un mismo fuego, diversos eran los padecimientos de cada uno y causándole grande admiración tal diferencia, preguntó la causa al Ángel Custodio que la guiaba y este la respondió: que según los propios deméritos se castigaba a cada una, y que la cualidad de las culpas determinaba la cualidad y la medida de las penas. La que había sentido más en vida el influjo de la soberbia y los honores, quedaba más abatida con penosos oprobios; la que más desahogo había dado a su apetito y a su carne, era traspasada con más acerbas llamas, la que estaba manchada de faltas pequeñas, poco padecía; y era grandemente atormentada la que se hallaba con mayores deudas. Justo es Dios, y en el Purgatorio ejerce la más exacta justicia; y si nosotros queremos huir de su rigor, abstengámonos de provocarle con las culpas (En su Vida).
  
Rezaremos cinco Padre nuestros, Ave Marías y Réquiem en memoria de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo en sufragio de los fieles difuntos (y particularmente de N.), suplicando al Eterno Padre que se apiade de sus almas por la Sangre que derramó su divino Hijo, diciendo cinco veces:
  
JACULATORIA: Eterno Padre, por la preciosísima Sangre de Jesús, misericordia. Padre nuestro, Ave María y Réquiem....
   
SUFRAGIO: Sustulísti mórtuum ab inferís in verbo Dómini Dei. (Eccli. 48, 5). Rezando la oración Dominical se libran del Purgatorio las almas de los difuntos.
  
Apareció al Beato Conrado de Ofida, religioso del orden de San Francisco, otro religioso de la misma orden, que había muerto poco antes, rodeado de vivísimas llamas, suplicándole que le aliviase con sus oraciones de las gravísimas penas que sufría; y él rezó inmediatamente en sufragio suyo un Pater noster con el Réquiem ætérnam: y sintiendo el difunto gran refrigerio, suplicó al caritativo Padre que lo repitiese, quien al momento le complació, y aumentándose cada vez mas su alivio, ¡ah! per víscera misericórdiæ Dei nostri, replicó aquella alma, continuad, oh Conrado, esta oración, que me proporciona la paz y la felicidad; y entonces el siervo de Dios la repitió hasta cien veces, y a la centésima el difunto cambió el tono de súplica en el de acción de gracias y de júbilo sintiéndose ya libre de toda pena y llamado a la gloria celestial. El ejercicio, pues, en que debemos poner hoy nuestro mayor empeño sea el rezar muchas veces el Pater noster y Réquiem ætérnam en sufragio de los fieles difuntos, y no dudemos que todo el Purgatorio recibirá grande alivio y consuelo.
  
Añadiremos un Padre nuestro y Ave María por los propagadores de esta devoción.
De profúndis clamávi ad te, Dómine: * Dómine, exáudi vocem meam:
Fiant aures tuæ intendéntes, * in vocem deprecatiónis meæ.
Si iniquitátes observáveris, Dómine: * Dómine, quis sustinébit?
Quia apud te propitiátio est: * et propter legem tuam sustínui te, Dómine.
Sustínuit ánima mea in verbo ejus: * sperávit anima mea in Dómino.
A custódia matutína usque ad noctem: * speret Ísraël in Dómino.
Quia apud Dóminum misericórdia: * et copiósa apud eum redémptio.
Et ipse rédimet Ísraël, * ex ómnibus iniquitátibus ejus.
   
(Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos a la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh Señor.
En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer hasta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.)
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. A porta ínferi. (De la puerta del Infierno)
℞. Érue, Dómine, ánimas eórum. (Librad, Señor, sus almas)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. (Escuchad, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat. (Y mi clamor llegue hacia Vos).
   
ORACIÓN
Fidélium, Deus, ómnium Cónditor et Redémptor: animábus famulórum famularúmque tuárum remissiónem cunctórum tríbue peccatórum; ut indulgéntiam, quam semper optavérunt, piis supplicatiónibus consequántur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum (Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros servidoes y servidoras la remisión de todos sus pecados, al fin de que obtengan, por nuestras devotas oraciones, el perdón que siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos). Amén.
   
℣. Réquiem ætérnam dona eis, Dómine. (Dadles, Señor, el descanso eterno)
℞. Et lux perpétua lúceat eis. (Y brille para ellos la luz perpetua)
℣. Requiéscant in pace. (Descansen en paz)
℞. Amén.
   
***
  
Cuando se quieran hacer sufragios particulares por el alma de algún difunto se dirá algunas de las siguientes oraciones antes de la susodicha Fidélium Deus, con la cual se concluirá siempre:
Oración por un Sacerdote u Obispo: Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulos tuos pontificáli seu sacerdotáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, que quisisteis elevar vuestros siervos a la dignidad Episcopal o Sacerdotal, escogiéndolos y poniéndolos en el número de los Sacerdotes Apostólicos, os suplicamos el que hagáis gocen también de su compañía en vuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
   
Por el Padre o por la Madre: Deus, qui nos patrem et matrem honoráre præcepísti: miserére cleménter animábus patris et matris meæ, eorúmque peccáta dimítte; meque eos in ætérnæ claritátis gáudio fac vidére (Oh Dios, que nos mandásteis honrar a padre y madre, compadecéos clemente de las almas de mi padre y de mi madre, perdonando sus pecados, y haced que pueda verlos en el gozo de la luz eterna. Por Jesucristo nuestro Señor). Amén.
N. B. Si son muchos los que hacen este ejercicio, donde se dice Patris et Matris meæ; se sustituirá Paréntum nostrórum, y donde meque se dirá nosque: si se pide solamente por el Padre se dirá ánimæ Patris mei o nostri; si por la sola Madre, ánimæ Matris meæ o nostræ.
    
Por los hermanos, y por otros parientes o bienhechores: Deus, véniæ largítor et humánæ salútis amátor: quǽsumus cleméntiam tuam; ut nostræ congregatiónis fratres, propínquos et benefactóres, qui ex hoc sǽculo transiérunt, beáta María semper Vírgine intercedénte cum ómnibus Sanctis tuis, ad perpétuæ beatitúdinis consórtium perveníre concédas (Oh Dios, que concedéis el perdón y sois amáis la salvación de los hombres, os suplicamos vuestra clemencia; para que le concedáis a nuestros hermanos de congregación, parientes y bienhechores, que partieron de este siglo, por la intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen Santa María y con todos vuestros santos, llegar a ser consortes de la bienaventuranza perpetua. Por Jesucristo nuestro Señor).
    
Por un solo difunto: Inclína, Dómine, aurem tuam ad preces nostras, quibus misericórdiam tuam súpplices deprecámur: ut ánimam fámuli tui N., quam de hoc sǽculo migráre jussísti; in pacis ac lucis regióne constítuas, et Sanctórum tuórum júbeas esse consórtem. (Inclinad, Señor, vuestros oídos a nuestras súplicas, con que humildemente imploramos vuestra misericordia para que establezcáis en la región de la paz el alma de vuestro siervo N., que hicisteis salir de este mundo, y ordenéis sea compañera de vuestros Santos).
   
Por una sola difunta: Quǽsumus, Dómine, pro tua pietáte miserére ánimæ fámulæ tuæ N.: et a contágiis mortalitátis exútam, in ætérnæ salvatiónis partem restítue. (Os rogamos, Señor, tengáis piedad por vuestra misericordia del alma de vuestra sierva N., y que desnuda del contagio de la mortalidad, le restituyáis su parte en la salvación eterna).
   
Por dos o más difuntos: Deus, cui próprium est miseréri semper et parcére, propitiáre animábus famulárum famularúmque tuárum, et ómnia, eórum peccáta dimítte: ut mortalitátis vínculis absolúta, transíre mereántur ad vitam (Dios, de quien es propio tener misericordia y perdonar siempre, os suplicamos por las almas de vuestros siervos y siervas, y perdonadles todos sus pecados, para que siendo liberados de las cadenas de la muerte, merezcan llegar a la vida).
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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