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martes, 28 de junio de 2022

DEL CONSISTORIO Y LA CREACIÓN DE LOS CARDENALES

Pío XII imponiendo el capelo a un cardenal durante el consistorio del 21 de Febrero de 1946.

En el título VIII del libro Sacrárum ceremoniárum, sive Rítuum Ecclesiasticórum Sanctæ Románæ Ecclésiæ, editado en 1560, se detalla el proceso para la creación de cardenales, que implicaba los siguientes momentos:
  
CONSISTORIO SECRETO
Todo el proceso de creación de cardenales comenzaba con un “consistorio secreto”. Se llamaba así porque nadie fuera del papa y los cardenales podía estar presente en sus deliberaciones, las cuales se realizaban los miércoles.
  
Se acostumbraba que enseguida de su entrada a la sala del consistorio, el papa conferenciaba en particular con cada uno de los cardenales acerca de los asuntos que ellos quisieran comentar con él. Después de esto, los nobles y otros prelados eran excluidos del salón con el característico Extra omnes! (¡Fuera todos!).
   
En ese momento, el papa dirigía unas palabras a los cardenales, exponiendo las razones por las que consideraba oportuno crear nuevos cardenales. Luego les preguntaba su opinión a los cardenales, en el orden de las dignidades: primero los cardenales obispos, luego los cardenales presbíteros y por último los cardenales diáconos. Si se obtenía la mayoría, el papa preguntaba por el número de cardenales para promover. Aprobado esto, el papa despedía a los cardenales y los convocaba para el viernes, no sin antes exhortarle a pensar en los candidatos.
 
El día viernes, se hacía el mismo trámite que el miércoles, luego de lo cual el papa presentaba los nombres de los candidatos que tenía en mente y preguntaba Quid vobis vidétur? (¿Qué os parece?). Los cardenales se quitaban los solideos en señal de aprobación e, inmediatamente, procedía el papa a hacer la designación oficial:
«Auctoritáte Dei Patris omnipoténtis, Sanctórum Apostolórum Petri et Pauli, et nostram, N. Epíscopum L., absolvímus a vínculo, quo tenebátur Ecclésiæ suæ L. et ipsum assummímus in Sanctæ Románæ Ecclésiæ præsbýterum Cardinálem; et B., L., assummímus in Sanctæ Románæ Ecclésiæ Diáconum Cardinálem» (Por la autoridad de Dios Padre omnipotente, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y nuestra, a N., Obispo de L., absolvemos del vínculo que tenía con su Iglesia de L., y lo asumimos como Cardenal presbítero de la Santa Iglesia Romana; y a B., de L., lo asumimos como Cardenal diácono de la Santa Iglesia Romana).
En el caso que el designado no hubiese sido obispo antes, la expresión «Epíscopum L., absolvímus a vínculo, quo tenebátur Ecclésiæ suæ L., et ipsum» era omitida, pasando directamete a «assummímus, …».
   
Posteriormente, como leemos en diferentes alocuciones papales de consistorios secretos como Cum velúti probe del 11 de Junio de 1847, y libros que abordan el tema, como De Cardinális dignitáte et offício de Jerónimo Plato SJ o The Papal Conclaves, as They Were and as They Are de Thomas Adolphus Trollope, el anuncio cambió así: 
Auctoritáte Omnipoténtis Dei, Sanctórum Apostolórum Petri et Páuli, ac Nostra creámus Sanctæ Románæ Ecclésiæ Cardináles presbýteros quídem N.N., diáconos vero N.N., cum dispensatiónibus, derogatiónibus et cláusulis necessáriis et opportúnis. [Por la autoridad de Dios Padre omnipotente, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y nuestra, a N. como Cardenal presbítero, y a N. como Cardenal diácono de la Santa Iglesia Romana, con las dispensas, derogaciones y cláusulas necesarias y oportunas].
    
Como la designación de cardenales es un derecho papal, no siempre se hacía la consulta a los cardenales. El papa podía reservar el nombre de uno o varios candidatos por distintas razones, y crearlo cardenal, reserva que se expresaba así: «Álios autem […] in péctore reservámus, arbítrio nostro quándoque declarándos» (También reservamos en el pecho a […], que luego declararemos a nuestro arbitrio). En este caso, se habla de cardenal in péctore. El primer cardenal in péctore fue Girolamo Aleandro «El Mayor», que fue creado cardenal por Pablo III en el consistorio secreto del 22 de Diciembre de 1536 (junto a Nicolás Cayetano y Reginaldo Pole), y el anuncio se hizo el 13 de Marzo de 1538; de los 81 cardenales creados por el papa Gregorio XVI (que fue nombrado cardenal in péctore por León XII) durante su pontificado, 29 eran in péctore (uno de ellos Giovanni Mastai-Ferrreti, el futuro Pío IX; otros seis nunca se llegaron a conocer).
   
En uno y otro caso, el papa daba la bendición «In nómine Patris ✠, et Fílii ✠ et Spíritus ✠ Sancti. Amen», y concluía la reunión.
  
ENTREGA DEL biglietto 
Una vez creado y publicado un cardenal, se hacía la comunicación oficial al agraciado mediante la consigna del biglietto o notificación escrita de que había sido elevado a esa dignidad por parte del Santo Padre. Esta notificación se celebraba en un palacio romano sede de algún colegio pontificio o congregación de la Curia, cuyo salón se hallaba decorado para la ocasión con tapices y plantas.
   
En medio de una concurrencia escogida, se hallaba presente el neocardenal como por casualidad que, se suponía, ignoraba su creación, aunque había sido previamente advertido.
   
Al finalizar el consistorio secreto de creación y publicación de cardenales, un prelado era encargado de llevar al interesado, de parte de la Secretaría de Estado, el biglietto en el que se le comunicaba oficialmente la noticia de que su nombre había sido incluido en el número de los nuevos miembros del Sacro Colegio por voluntad del Santo Padre con la aprobación de su senado.
   
El destinatario recibido el pliego, lo abría y lo daba a su secretario, el cual lo leía en voz alta. El biglietto estaba redactado en latín. Emocionado, el flamante príncipe de la Iglesia era felicitado por todos los presentes y pronunciaba unas palabras de agradecimiento.
    
IMPOSICIÓN DE LA BIRRETA
Tras la notificación, tenía lugar la imposición de la birreta, que marcaba la entrada oficial en el Colegio Cardenalicio. La ceremonia durante la cual este acto tenía lugar era realmente imponente.
   
Esto se realizaba en un consistorio semipúblico. Ese día acudían los nuevos cardenales al Palacio Apostólico Vaticano. Cada uno era acompañado por un maestro de cámara, un gentilhombre de capa y espada y un ayuda de cámara. Todo el grupo, escoltado por la Guardia Suiza, subía a los apartamentos papales y hacía antesala en la Capilla de la Condesa Matilde.
   
Anunciados por el antiguo Vicerregente de las Ceremonias, los cardenales iban entrando uno a uno en el Aula Consistorial, donde se hallaba el Santo Padre sentado sobre su trono. Después de hacer las tres genuflexiones prescritas, se arrodillaban delante del trono y besaban el pie del Papa. Éste imponía a cada uno la muceta y el birrete rojo, hecho lo cual, los cardenales se levantaban y, después de besarle la mano, retrocedían manteniéndose frente al trono. El primero de los creados dirigía entonces un discurso de agradecimiento al Pontífice, quien les impartía al final la bendición apostólica.
   
Un antiguo privilegio permitía que la imposición de la birreta la hicieran ciertos jefes de estado católicos, tanto en el caso de prelados oriundos de los respectivos países como de los nuncios apostólicos en ellos acreditados que hubieran sido creados cardenales.
   
IMPOSICIÓN DEL CAPELO
En los días sucesivos a la entrega de la birreta se verificaba la ceremonia cumbre: la imposición del capelo. Empezaba con el juramento que los recién creados prestaban en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico delante del cardenal decano del Sacro Colegio.
  
Poco después el papa, revestido de pontifical, era llevado en silla gestatoria hasta el Aula de las Bendiciones, detrás del balcón o loggia exterior de la fachada de San Pedro. Allí se sentaba sobre un trono, detrás del cual lucía un tapiz representando la Justicia, y daba comienzo al consistorio semipúblico.
   
Un abogado consistorial empezaba entonces a manifestar una causa cualquiera. En mitad del discurso, el Maestro de las Ceremonias Litúrgicas, interrumpiendo, exclamaba: “Recédant!” (¡Salid!), momento en el que algunos de los cardenales presentes iban en busca de los nuevos. Éstos, tras besar el pie y la mano del Santo Padre y ser abrazados por él, eran invitados por el Maestro de Ceremonias a arrodillarse delante del trono. Uno a uno se acercaban, vestidos de escarlata y de armiño con la capa magna sostenida por un caudatario, y recibían del papa el rojo capelo con estas palabras:
«Ad láudem omnipotentis Dei et Sanctæ Sedis ornaméntum, áccipe galérum rubrum, insígne singuláris dignitátis cardinalátus, per quod designátur quod úsque ad mortem et sánguinis effusiónem inclusíve pro exaltatióne sanctæ fídei, pace et quíete pópuli christiáni, augménto et statu Sacrosánctæ Románæ Ecclésiæ, te intrépidum exhíbere débeas, in nómine Patris ✠, et Fílii ✠ et Spíritus ✠ Sancti». (En alabanza de Dios Todopoderoso y para ornato de la Santa Sede Apostólica, recibe el rojo capelo, insignia propia de la dignidad cardenalicia, por el cual se significa que debes mostrarte intrépido hasta la muerte y la efusión de sangre, por la exaltación de la Santa Fe, por la paz y tranquilidad del pueblo cristiano y por el feliz estado de la Santa Iglesia Romana. En el nombre del Padre , y del Hijo , y del Espíritu  Santo). Amen.
Cuando el papa había impuesto todos los capelos, se retiraba. Entonces, los cardenales se dirigían en procesión a la Capilla Paulina, donde postrados sobre cojines y con la cabeza cubierta con la capa, cantaban el Te Deum. Al terminar este canto, el cardenal decano recitaba la oración “super creatos cardinales”:
Omnípotens sempitérne Deus, miserére fámuli tui (vel fámulis tuis), et dírige eum (eos) secúndum cleméntiam tua, in viam salútis ætérnæ, ut te donánte tibi plácita cúpiat (cúpiant), et tota virtúte perfíciat (perfíciant). Per Christum Dóminum nostrum [Omnipotente y sempiterno Dios, ten piedad de tu siervo (o tus siervos), y dirígelo (dirígelos) según tu clemencia, por el camino de la salvación eterna, para que, por tus dones, desee (deseen) cuanto te agrada y lo realice (realicen) con tu poder. Por Jesucristo nuestro Señor]. Amen.
y se daba inicio un consistorio secreto en el Aula Consistorial.
 
Por costumbre, en el primer consistorio, los nuevos cardenales no hablaban, ni intentaban saber de lo que se hablaba en él. En el segundo, o en el tercero los nuevos cardenales permanecían callados, y el papa y los demás cardenales los exhortaban a seguir una conducta ejemplar, puesto que ellos eran Príncipes de la Iglesia.
    
Los nuevos cardenales iban arrodillándose ante el papa, quien abría y cerraba sus bocas (como símbolo de la obligación de aconsejar al papa y del secreto al que estaban obligados), con estas palabras:
Apérimus tibi (vobis) os tam in collatiónibus, quæ in consíliis, atque in electióne summi Pontíficis, et in ómnibus áctibus, tam in consistório, quam extra, qui ad Cardináles spectant, et quos sóliti sunt exercére. In nómine Patris ✠, et Fílii ✠ et Spíritus ✠ Sancti. [Te (Os) abrimos la boca para ejercer tanto en las colaciones como en los consejos, y en la elección de los sumos Pontífices, y en todos los actos, tanto en el consistorio como fuera de él, lo que se espera y acostumbra en los Cardenales. En el nombre del Padre , y del Hijo , y del Espíritu  Santo] Amen.
En otras épocas, en el primer consistorio al que asistían el papa les cerraba ritualmente la boca diciendo:
Cláudimus tibi (vobis) os, ut néque in Concistóriis, neque in Congregatiónibus, áliisque functiónibus Cardinalítiis senténtiam tuam (vestram) dícere valeátis [Te (os) cerramos la boca para que ni en los Consistorios, ni en las Congregaciones y demás funciones cardenalicias oses (oséis) decir palabra alguna]
Para volver a abrírsela ritualmente en la siguiente reunión de los cardenales. Con esto se les daba un tiempo para familiarizarse con la forma de trabajar en el lugar a que eran destinados. Posteriormente se les abría ritualmente la boca diciendo:
Apérimus tibi (vobis) os, ut in Concistóriis, Congregatiónibus, áliisque functiónibus Cardinalítiis senténtiam tuam (vestram) dícere valeátis. In nómine Patris ✠, et Fílii ✠ et Spíritus ✠ Sancti. [Te (os) abrimos la boca, para que en los Consistorios, Congregaciones y demás funciones cardenalicias, puedas (podáis) dar sentencia. En el nombre del Padre , y del Hijo , y del Espíritu  Santo]. Amen.
Adquiriendo así voz activa y pasiva en las deliberaciones cardenalicias.
    
Acto seguido, les asignaba un título cardenalicio y entregaba a cada uno un anillo de zafiro rojo. Cuando era un cardenal presbítero, el título se entregaba así: 
Ad honórem Dei omnipoténtis, sanctórum Apostolórum Petri et Pauli, et Sancti N., commítimus tibi Ecclésiam Sancti N. cum clero et pópulo, et cappéllis suis secúndum formam, qua commíti consúerint Cardinálibus, qui eándem Ecclésiam in títulum habuérunt [Para honor de Dios omnipotente, de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, y de San N., te entregamos la Iglesia de San N. con su clero y pueblo, y las capillas según la forma en que se acostumbraba entregar a los Cardenales que tuvieron el título de esta Iglesia].
En el caso de los cardenales diáconos, no se dice el título ni las capillas. Terminada la ceremonia, los cardenales iban a hacer una visita de cortesía al cardenal decano.
  
Valga acotar que los cardenales, en cuanto príncipes de la Iglesia, se distinguen en tres clases: Cardenal Obispo (los que ostentan el episcopado de las diócesis suburbicarias: Ostia, Velletri, Frascati –antigua Túsculo–, Porto-Santa Rufina, Albano, Palestrina, y Sabina-Poggio Mirteto), Cardenal presbítero (los que se les asignan iglesias titulares en la diócesis de Roma) y Cardenal diácono (los que se les asignan las diaconías de la diócesis de Roma por ocupar altos cargos en la Curia o en reconocimiento por sus labores). Distinción que se veía en la práctica en las Misas pontificales.
  
GRATIFICACIONES Y PROPINAS
La Sagrada Congregación del Ceremonial tenía impreso un folleto que entregaba al nuevo cardenal con la relación de gastos que debía realizar, en concepto de emolumentos y dádivas, a congregaciones romanas, a la Secretaría de Estado y a otros dignatarios de la Santa Sede y corte pontificia. Y todo para festejar su entrada en el Sacro Colegio, el más exclusivo círculo del mundo. En tres momentos debía consignar diversas sumas de dinero: en el de su elevación al cardenalato, en el de la imposición del capelo y en el de la toma de posesión del título o diaconía. Pero antes que nada, la Curia Romana, siempre previsora, ya había obtenido de Su Eminencia una fuerte suma como adelanto para sus gastos de entierro.

Al ser elevado a la sagrada púrpura, el cardenal debía pagar a la Congregación de Propaganda Fide el anillo cardenalicio que ella, por un antiguo privilegio, le proporcionaba en exclusiva. El sacristán, el preste, el diácono y subdiácono de la Capilla Pontificia, el secretario del Sacro Colegio, los Ceremonieros, el maestro de los Cursores Apostólicos, el contable del Sacro Colegio, los barrenderos secretos de Su Santidad, los palafreneros, los sediarios y el custodio de los Libros de la Capilla Pontificia recibían la primera lluvia de monedas de oro que caía de las manos del cardenal recién creado.
  
Los beneficiarios de la segunda serie de gratificaciones eran ahora: los camareros secretos, los ayudas de cámara, el portador del capelo, los sacristanes, el cochero de la Familia Pontificia, otra vez los barrenderos secretos de Su Santidad, la Guardia Suiza, los cornetas y tambores de la Guardia Palatina, los bomberos y otros funcionarios menores. En fin, el día en el que iba a tomar posesión de la iglesia de su título cardenalicio o diaconía, debía recompensar a aquellos a quienes la misma estuviera encomendada y a todas las congregaciones romanas de las que había de formar parte.

Los cardenales sin mayores medios económicos hacían frente a estas “bagatelas” gracias a un adelanto que les hacía el Santo Padre. En cuanto a los pertenecientes al clero regular, pagaba la orden o congregación. Hoy han desaparecido las tasaciones minuciosas  que acabamos de reseñar, pero la costumbre persiste, aunque su ámbito es mucho más reducido y la suma a erogar resulta más bien simbólica.
  
***
   
Los dos últimos consistorios realizados por un Papa católico fueron en 1946 y 1953. El del 18 de Febrero de 1946 fue el más famoso de estos por ser el primero después de la guerra y por su carácter “universal”: fueron nombrados 32 cardenales de todas las partes del orbe (desde el 1 de Julio de 1517, cuando León X creó 31 cardenales tras descubrirse la conjura de los cardenales ‘jóvenes’ Alfonso Petrucci Borghese, Francesco Soderini Tornabuoni, Rafael Sansoni Riario della Rovere, Bandinello Sauli Giustiniani y Adriano Castellesi para asesinarlo y remplazarlo por Riario, no hubo consistorio tan numeroso), los cuales recibieron el capelo el 21 de Febrero en la Basílica de San Pedro. Estos fueron:
  • Gregorio Pedro XV Aghagianian, patriarca de Cilicia de los Armenios; creado cardenal presbítero de San Bartolomé en la Isla;
  • John Joseph Glennon, arzobispo metropolitano de San Luis, creado cardenal presbítero de San Clemente;
  • Benedetto Aloisi Masella, arzobispo titular de Cesarea de Mauritania, nuncio apostólico en Brasil, creado cardenal presbítero de Santa María en Valicela;
  • Clemente Micara, arzobispo titular de Apamea de Siria, nuncio apostólico en Bélgica, creado cardenal presbítero de Santa María sobre Minerva; fallecido el 11 de Marzo de 1965;
  • Adam Stefan Sapieha, arzobispo metropolitano de Cracovia, creado cardenal presbítero de Santa María Nueva; fallecido el 21 de Julio de 1951;
  • Edward Aloysius Mooney, arzobispo metropolitano de Detroit, creado cardenal presbítero de Santa Susana;
  • Jules-Géraud Saliège, arzobispo metropolitano de Tolosa de Francia, creado cardenal presbítero de Santa Pudenciana;
  • James Charles McGuigan, arzobispo metropolitano de Toronto, creado cardenal presbítero de Santa María del Pópolo;
  • Samuel Alphonsus Stritch, arzobíspo metropolitano de Chicago, creado cardenal presbítero de Santa Inés Extramuros; fallecido el 27 de Mayo de 1958;
  • Agustín Parrado y García, arzobispo metropolitano de Granada, creado cardenal presbítero de San Agustín en Campo Marzio; fallecido el 8 de Octubre de 1946;
  • Clément-Emile Roques, arzobispo metropolitano de Rennes, creado cardenal presbítero de Santa Balbina;
  • Johannes de Jong, arzobispo metropolitano de Utrecht (Países Bajos); creado cardenal presbítero de San Clemente;
  • Carlos Carmelo de Vasconcelos Motta, arzobispo metropolitano de San Pablo (Brasil), creado cardenal presbítero de San Pancracio Extramuros;
  • Pierre-André-Charles Petit de Julleville, arzobispo metropolitano de Ruan (Francia); creado cardenal presbítero pro illa vice de Santa María en Aquiro;
  • Norman Thomas Gilroy, arsobispo metropolitano de Sídney, creado cardenal presbítero de los Cuatro Santos Coronados;
  • Francis Joseph Spellman, arzobispo metropolitano de Nueva York, creado cardenal presbítero de los Santos Juan y Pablo;
  • José María Caro Rodríguez, arzobispo metropolitano de Santiago de Chile, creado cardenal presbítero pro illa vice de Santa María de la Escala;
  • Teodósio Clemente de Gouveia, arzobispo metropolitano de Lourenço Marques (actual Maputo) en el Mozambique portugués, creado cardenal presbítero de San Pedro ad Víncula;
  • Jaime de Barros Câmara, arzobispo metropolitano de Río de Janeiro, creado cardenal presbítero de los Santos Bonifacio y Alejo;
  • Enrique Pla y Deniel, arzobispo metropolitano de Toledo y Primado de las Españas, creado cardenal presbítero de San Pedro en Monte de Oro;
  • Manuel Arteaga y Betancourt, arzobispo metropolitano de La Habana, creado cardenal presbítero de San Lorenzo en Lucina; perseguido por el régimen de Fidel Castro, tuvo que asilarse en la embajada de Argentina y luego en la Nunciatura apostólica, muriendo el 20 de Marzo de 1963;
  • Josef Frings Seels, arzobispo metropolitano de Colonia, creado cardenal presbítero de San Juan en la Puerta Latina;
  • Juan Gualberto Guevara, arzobispo metropolitano de Lima, creado cardenal presbítero de San Eusebio;
  • Bernard William Griffin, arzobispo metropolitano de Westminster, creatñdo cardenal presbítero de los Santos Andrés y Gregorio en Monte Celio;
  • Manuel Arce y Ochotorena, arzobispo metropolitano de Tarragona, creado cardenal presbítero de los Santos Vital, Valeria, Gervasio y Protasio;
  • József Mindszenty, arzobispo metropolitano de Estrigonia y príncipe-primado de Hungría, creado cardenal presbítero de San Esteban en el Monte Celio;
  • Ernesto Ruffini Gentilini, arzobispo metropolitano de Palermo, creado cardenal presbítero de Santa Sabina;
  • Konrad von Preysing Lichtenegg-Moos, obispo de Berlín, creado cardenal presbítero pro hac vice de Santa Águeda de los Godos;
  • Clemente Augusto von Galen, obispo de Münster, creado cardenal presbítero de San Bernardo en las Termas;
  • Antonio Caggiano, obispo de Rosario, creado cardenal presbítero de San Lorenzo en Panisperna;
  • Thomas Tien Ken-sin SVD, obispo titular de Ruspe, vicario apostólico de Qingdao en China (posteriormente arzobispo de Pekín), creado cardenal presbítero de Santa María en la Vía Flaminia; murió exiliado en Taipéi el 24 de Julio de 1967;
  • Giuseppe Bruno, secretario de la Sagrada Congregación del Concilio, creado cardenal diácono de San Eustaquio.
El del 12 de Enero de 1953, llevado a cabo en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, por su parte, fue tristemente célebre porque en él fue creado, entre los 24 cardenales, el nuncio apostólico en Francia Ángelo Giuseppe Roncalli Marzolla, que cinco años después sería electo inválidamente (por ser hereje, apóstata y francmasón; y por violarse los cánones de la Constitución Vacántis Apostólicæ Sedis) como “Juan XXIII bis”, principiándose la fase visible de la Gran Apostasía que hoy en día sufrimos. Roncalli recibió la birreta cardenalicia en el Palacio del Elíseo de manos del presidente de la República Francesa Vincent Jules Auriol Durand, que era socialista anticlerical y ateo. Roncalli (que se sentó en el trono donde Carlos X, el último rey de Francia, había sido coronado) lo describía como un socialista honesto.
  
También se le concedió el capelo en este consistorio a Giuseppe Siri Bellavista, arzobispo de Génova, quien ante la noticia de esta promoción, escribió la siguiente carta a su Vicario General Mons. Gerolamo Reverdini, diciéndole que no deseaba que el clero y los fieles no le diesen regalos ni que se hagan comités para tal fin, sino que se hiciese caridad a los pobres:
Querido Monseñor,
  
Se me comunica en este momento que el Santo Padre ha decidido crearme Cardenal en el próximo Consistorio. También en esto haré la voluntad de Dios.
   
Me preocupo en seguida por el hecho que, en tales circunstancias, la bondad del clero y de los fieles ordinariamente solicita la constitución de un Comité con el propósito de hacerle regalos al Elegido.
   
Ahora bien, deseo que ninguno se moleste por mí, sobre todo en este momento en el cual, más que regalos no necesarios, conviene ayudar a quien tiene poco o nada.
   
Dispongo por tanto –y quiera Vd. hacerse intérprete y ejecutor de esta mi precisa voluntad– que en algún modo no se haga colecta alguna para hacerme obsequios. Si alguno quiere hacer bien en esta ocasión, para testificar Su afecto a mi humilde persona, que lo haga, le estaré agradecido desde ahora; pero que se acuerde de las obras de caridad, y entre estas recomiendo las casas para los que no tienen techo y la captación del mayor número de desocupados. Por mí estaré contento si se ora y se me ayuda para cumplir a fondo mi deber.
   
Bendiciendo, créame,
   
✠ JOSÉ, Arzobispo

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