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lunes, 7 de diciembre de 2020

DÍA SIETE DEL MES, EN HONOR A SAN CAYETANO

Devoción dispuesta por un sacerdote devoto de San Cayetano e impresa a costa de dos devotos especialmente beneficiados del mismo Santo en la Puebla de los Ángeles, por la imprenta de don Pedro de la Rosa en 1792, con las debidas licencias.
    
LECTOR DEVOTO,
Si siempre dependemos de la DIVINA PROVIDENCIA, como asegura el Apóstol de las Gentes, diciendo que nuestra vida, ser y movimiento está dentro de Dios, es muy justo que amemos a aquellos Santos que fueron el crédito de este Soberano Atributo: ya sabes que SAN CAYETANO fue el ejemplar más persuasivo de esta nuestra dependencia de la PROVIDENCIA amorosa del Señor, y para honrarla en este Santo, se propone esta devoción imitando otras. Será bien confesarse y comulgar, y hacer otras buenas obras, especialmente las de Misericordia, a consejo de quien dirige tu alma. VALE.
   
DEVOCIÓN EN HONOR Y OBSEQUIO DEL GLORIOSÍSIMO SEÑOR SAN CAYETANO, QUE SE PUEDE PRACTICAR EL DÍA SIETE DE CADA MES
   
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
     
ACTO DE CONTRICIÓN
Amabilísimo Redentor mío JESÚS, a cuyo nombre se postran reverentes todas las criaturas: yo las más indigna de ellas, te adoro como a mi Dios, y como la más ingrata te pido perdón de mis innumerables y gravísimas infidelidades, avergonzándome en tu presencia de haberte ofendido: me arrepiento mucho de haber faltado con mis pecados a la reverencia que debo a tu Soberanía, me duelo amargamente de haber correspondido con inobediencias al infinito amor que debo a tu Bondad, me pesa seriamente de haber pecado. ¡Ojalá nunca te hubiera disgustado! ¡Oh, si te hubiera amado siempre tiernamente! Mas ya que hasta aquí me he apartado ciego de la dulce obligación de amarte, en lo de adelante no te seré ingrato, con el favor de tu gracia, me apartaré de mis errados caminos, me portaré con todo cuidado en tu servicio, procuraré amarte con fervor y firmeza en todos los momentos que me dieres de vida, hasta el último de ella. Amén.
    
ORACIÓN PREPARATORIA
Espíritu Santo, Luz ardiente de la Divinidad, Amor purísimo, Increado y Fecundísimo, que obraste la libertad verdadera del Pueblo escogido en la Encarnación del Eterno Verbo, y que después de la Redención animaste en la Fe y Caridad a los Apóstoles sensiblemente como fuego: prepara con tu luz nuestras almas, para que recibiendo tus suaves inspiraciones, logremos por intercesión de tu Siervo SAN CAYETANO los copiosos frutos que producen tus soberanos Dones, de que fue abundante lleno su espíritu, y que esperamos derrames sobre nosotros sus amartelados devotos, para honor tuyo y provecho vuestro. Amén.
    
Se rezará tres veces el Credo con Gloria Patri, en reverencia de las tres Divinas Personas de la Santísima TRINIDAD.
    
ORACIÓN A SAN CAYETANO
Gloriosísimo Apóstol de la Italia, Doctor Admirable, que en Roma alumbraste con tu doctrina y ejemplos el verdadero camino del Cielo, desterrando los abusos y reformando las costumbres del Clero y del Pueblo. Profeta lleno de las luces del Espíritu Santo, con que registraste los más ocultos Misterios de la Divina Providencia. Patriarca celosísimo, dotado de las más preciosas joyas de las virtudes, con que enriqueciste el Sagrado Orden de Clérigos Regulares, que fundaste para esplendor de la Iglesia y grande bien de las almas. Confesor integérrimo, que con el desprecio de los falsos bienes de la tierra y aprecio de los verdaderos del Cielo, enseñaste a buscar el Reino de Dios en Pobreza, Humildad y Caridad. Virgen que guardaste la inestimable perla de la Castidad bajo la grosera concha de rigurosa abstiencia y del más abatido tratamiento de tu cuerpo. Mártir invicto, que por la práctica de la vida evangélica sufriste azotes, cárcel y otros tormentos que el odio de los luteranos descargó sobre tu persona. Padre de los pobres, que en los hospitales experimentaron los más benignos oficios de tu paternal amor. Luz de los fieles, que desde el Santo Tribunal de la Penitencia y desde el Púlpito bebierno siempre los más saludables documentos de tu sabiduría, para enmienda y perfección de sus costumbres: Oye desde el eminente trono de Gloria en que gozas el premio de tus virtudes, los humildes ruegos que te presentamos, con la mayor confianza en tu poderoso valimiento para con nuestro Señor, y en la ternura de tu compasión para con nosotros, pide a su Majestad que así como te escogió y previno con sus bendiciones para un grande Santo de la Iglesia, se digne apartar nuestras almas de los peligros de ofenderle, asistiéndonos con el auxilio de su gracia para servirle; que así como premió tu Fe y devoción a Jesucristo y a María Santísima con la dulce presencia de Jesús Niño que recibiste de mano de su Santísima Madre, así anime la tibia fe de nuestros pechos con la fructuosa Comunión de Jesús Sacramentado y nos encienda en amor de la Purísima Reina; que así como te señaló con el singular don de la confianza en la Providencia amorosísima, así nos dé una cabal resignación en su santísima voluntad por regla de nuestros pensamientos y medida de nuestras palabras y obras; que así como te armó de paciencia en tus trabajos y te la coronó aun desde esta vida con muchos frutos espirituales y temporales, así nos haga sufridos en cuanto se nos ofrezca padecer por su amor: y últimamente nos conceda morir por el celo de su honra, como a ti, en la tierna memoria de la dolorosa Pasión de nuestro amabilísimo Redentor, cuyos tormentos, agonías y Cruz fue el suplicio en que diste tu último aliento. Alcánzanos, Santo prodigioso, que nuestra vida sea Cristo, y nuestra muerte su amor. Protege a la Santa Iglesia, asiste a su suprema Cabeza el Romano Pontífice, bendice a los Reyes y Príncipes Católicos, manteniéndoles la unión que en vida tanto procuraste, para la exaltación del nombre de nuestro Dios y extirpación de las herejías, cuyo martillo fuiste, socorre a los pobres, ampara a las viudas y huérfanos, multiplica los sembrados, bendice a tus devotos, dando a cada cual lo que fuere más conveniente y del agrado de Dios. Amén.
  
Aquí se hace la petición, y se reza nueve veces el Ave María.
   
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
¡Oh MARÍA Purísima, piadosísimo asilo nuestro y Madre amabilísima de los pecadores! Por la especial devoción y amor que te profesó nuestro Protector San Cayetano, y por las singulares mercedes que le hiciste, te pedimos dirijas y patrocines nuestras súplicas, alcanzándonos cuanto pedimos a nuestro Señor por la intercesión de este su Siervo, a mayor gloria suyam obsequio tuyo y bien nuestro. Amén.
     
Se concluirá con la Oración al Santísimo Sacramento que compuso el Santo, y es la siguiente:
Mira, Señor y Padre Santísimo, desde tu Santuario y sublime morada Celestial, esta Sacrosanta Hostia que te ofrece nuestro Sumo Sacerdote, Hijo tuyo y Señor nuestro, por los pecados de sus hermanos. Aplácate, no obstante las maldades del mundo, atiende a la voz de la Sangre de nuestro hermano Jesucristo, que clama a ti desde la Cruz: otorga, Señor, nuestros ruegos; aplácate, Señor, y concédenos lo que te pedimos, por ser tú quien eres, Dios mío, pues tu Santo Nombre ya está invocado sobre tu pueblo, y haz con nosotros según tu misericordia. Amén.
    
ALABANZAS AL GLORIOSÍSIMO SEÑOR SAN CAYETANO
   
Pues de Dios la dignación
Fue tan franca para ti,:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
Vicenza te dio la cuna
En la gran Casa de Thiene,
Y de todas las que obtiene
Tú eres su mayor fortuna:
Su más glorioso blasón
Vinculado tiene en ti:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
Educado santamente
Estudiaste ilustres hechos,
Y en Padua los dos Derechos
Borlaron tu santa mente.
Vuelto a tu patria un padrón
Hiciste en un templo allí:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
Deseabas por todo modo
Ser Sacerdote y ser Santo,
Y como uno y otro es tanto
Te fuiste a Roma por todo:
Dios Niño en aparición
Fue tu pascua ese año allí,
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
De los pobres el servicio
Fue tu empleo tan continuado,
Que más que oficio sagrado
Parecía siempre servicio:
Por timbre a tu Religión
Ser pobre dejaste, sí:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
La Cruz sola es la divisa
De tu familia reglar,
Por ella al Mundo Arreglar
Lutero sin ver divisa
Fue su mayor confusión
La Santa Cruz viva en ti:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
Cual nuevo Apóstol formaste
Nueva Roma en sus distritos,
Y hasta los Sagrados Ritos
Nuevamente reformaste:
De la Fe y la Religión
Nuevo Atlante fuiste allí:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
Vivías de tu vivo celo,
De celo hecho ardiente rayo,
Y hasta el último desmayo
Te dejó el celo hecho hielo:
Moriste por la aflicción
Que el impío error causó en ti:
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
   
Pues de Dios la dignación
Fue tan franca para ti,
Ruégale al Señor por mí,
Santo de mi corazón.
        
ORACIÓN
Suplicámoste, Señor, que no nos falte en nuestras necesidades la intercesión de tu bienaventurado confesor San Cayetano, para que experimentemos continuamente el auxilio de aquél que respetuosamente veneramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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