Tomado del devocionario El mes de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, escrito por el padre Jean-Baptiste Fourault, sacerdote del Oratorio de la Santa Faz y publicado en Tours en 1891; y traducido al Español por la Archicofradía de la Santa Faz y Defensores del santo Nombre de Dios de León (Nicaragua) en 2019.
MEDITACIÓN DECIMONOVENO DÍA: LA SANTA FAZ ANTE LOS SUMOS SACERDOTES.
Oh, Faz adorable, que por nosotros fuiste humillada ante los tribunales de Jerusalén, ten piedad de nosotros.
Sigamos a Jesús a lo largo del camino que conduce al Calvario. Vamos a contemplar a la Santa Faz saturada de ignominias y ultrajes en presencia, primero de Anás, y luego de Caifás; por todas partes admiraremos su dulzura, su serenidad, su radiante y divina majestad.
1º PUNTO – LOS ULTRAJES INFLIGIDOS A LA SANTA FAZ.
El Pontífice pregunta a Jesús sobre su doctrina y sus discípulos. Y la boca divina quien ha ahecho las montañas y planicies de Judea resuena con las palabras de vida eterna, que el pueblo recibió con avidez, una vez más habla. Escuchemos sus respuestas: «He hablado abiertamente al mundo, siempre he enseñado en la sinagoga y en el Templo, donde los judíos siempre se reúnen, y nada he hablado en secreto. ¿Por qué me preguntáis? ¡Preguntadle a los que me han escuchado! ¡Mirad, ellos saben que cosas he dicho!» (San Juan XVIII). Tal es la respuesta llena de sabiduría que sale de los labios del Salvador. ¿Y cuál fue su recompensa? Cuando dijo estas cosas, uno de los sirvientes que estaba de pie, le dio a Jesús una bofetada. «¿Por qué no estuve ahí con mis Francos?», exclamó el joven rey Clodoveo al escuchar este pasaje cuando lo leyó por primera vez. Oh, Jesús, ¿por qué no estuve yo ahí también, para borrar la marca infame causada por la bofetada que te dio el sirviente?
De Anás pasemos a Caifás. Calumnias y blasfemias se acumulan sobre el Salvador: «Él ha dicho: Puedo destruir el templo del Señor y levantarlo de nuevo en tres días». Jesús guardó silencio. El sumo sacerdote está enfurecido en contra de Él y grita: «En el Nombre del Dios vivo, te conjuro que nos digas si eres el Cristo». «Tú lo has dicho», respondió Jesús, «y un día veréis al hijo del hombre sentado a la derecha del Padre, viniendo en las nubes del cielo».
Admiremos la dulzura, la serenidad, la sabiduría de las palabras divinas de Jesús. Oh Faz adorable, enseñadme a practicar las mismas virtudes en medio de las pruebas y dificultades de la vida.
2º PUNTO – LAS RESPUESTAS QUE JESÚS DIO A SUS DISCÍPULOS.
Anás y Caifás pertenecen a todas las épocas, siempre ha habido obscuros perseguidores y también perseguidores vestidos de púrpura sentados sobre tronos de orgullo y crueldad. Hubo mártires durante tres siglos, y todavía habrá. Al día presente existen tantos enemigos del nombre Cristiano.
¿Cómo le reprochan a vuestra Iglesia, Oh Dios mío, ¿su doctrina y sus discípulos?, De igual manera que su divino Fundador, responde: «Siempre he enseñado en público. Preguntad a quienes me han escuchado; ellos os dirán las verdades que Yo he proclamado, las virtudes que les he enseñado practicar». Y en retorno a esta respuesta, recibirá la bofetada de un sirviente.
Pero mirad, se acerca el turno de Caifás. Ninguna acusación fundamentada sobre la verdad puede ser descubierta contra ella. Entonces deben inventarse las calumnias: «¿Sois divina? ¿Es vuestro Cristo, Dios?». Vosotros lo habéis dicho, y llegará un día cuando la Esposa ultrajada vendrá de la mano derecha de su Amado a juzgar a los perseguidores y verdugos.
Sacerdotes de Jesucristo, fieles a la Santa Iglesia, ofreced vuestras mejillas, porque también vosotros debéis atreveros a hablar la verdad a los poderosos de este mundo. Preparaos entonces para los golpes. Pero regocijaros que participáis de las ignominias de vuestro Salvador, ¿acaso no es una gloria que así sea?, Es una gloria que ansío, oh, mi Dios, para que un día sea asociado a vuestros triunfos inmortales.
Ramillete Espiritual: Unus assístens ministrórum dedit álapam Jesus. (Uno de los sirvientes que estaba de pie, le dio una bofetada a Jesús. San Juan XVIII, 22).
CAUSA DE CANONIZACIÓN DEL SR. LEÓN PAPIN DUPONT
La historia de los santos no termina con sus vidas, el día de sus muertes es llamado por la Iglesia dies natális, el día del nacimiento. La veneración sentida por el que fue llamado el Santo varón de Tours continuó después de su muerte. Monseñor Colet, no contento con haber declarado que el siervo de la Santa Faz había muerto en olor de santidad, no hizo demora para comenzar un proceso de examinación de las virtudes y milagros atribuidos a él.
El padre Pedro Desiderio Janvier, quien fue hecho postulador de la causa, dirigió una petición al Arzobispo, rogando que le permitiera, para la mayor gloria de Dios, quien se muestra admirable en sus santos, para hacer uso de su autoridad como ordinario, de la reputación por la santidad, las virtudes, y los milagros del siervo de Dios, según el tenor de los antiguos y modernos decretos, de la sagrada Congregación de Ritos.
En respuesta a esta petición, el Arzobispo constituyó un tribunal eclesiástico, conformado por un postulador, tres jueces, un promotor de la fe, de dos notarios, etc. La obligación del postulador es convocar las reuniones del tribunal, citar a los testigos que han tenido conocimiento del siervo de Dios, juntar y administrar las cantidades requeridas para los gastos del proceso.
El presidente del tribunal, que es el mismo obispo, comúnmente es reemplazado por uno de sus Vicarios generales. Él dispone de dos jueces auxiliares. El deber que incumbe al promotor de la fe es el más importante. Tiene que velar que todo se realice conforme a las formalidades prescritas por la Sagrada Congregación de los Ritos; el mismo tiene que interrogar a los testigos, y dictar sus respuestas a los notarios. También tiene que redactar la lista de preguntas que deben ser cuidadosamente puestas bajo sello.
Los notarios redactan las citaciones y registran los juramentos y respuestas de los testigos, llamados a dar su testimonio. Los testigos, son presentados ya sea por un postulador, o si no, ex oficio, por el fiscal
promotor.
La siguiente es la fórmula de juramento que están obligados a tomar:
«Yo el abajo suscrito, tocando los santos evangelios de Dios, ante mí colocados, juro y prometo hablar la verdad, ambas, con vistas a los interrogatorios y a las cláusulas de las que seré examinado en la causa de Beatificación y canonización, del siervo de Dios, León Dupont, juro y prometo religiosamente guardar secreto y no revelar cualquiera que sea la naturaleza de los interrogatorios, o las respuestas y testimonios que haré en estos mismos interrogatorios y cláusulas, y no hablar de ellos a nadie, con excepción de sus Señorías, el juez y sus auxiliares, el procurador fiscal, y el notario comisionado a llevar el proceso, bajo pena de perjurio, del cual no puedo ser liberado, excepto por el Soberano Pontífice. Ni siquiera aún por el Gran Penitenciario, a menos que esté a punto de morir. Y esto juro y prometo, que Dios y sus santos evangelios así me ayuden».
El tribunal, habiendo terminado de preguntar a los testigos, lee el registro una y otra vez, una copia de el se guarda entre los archivos del arzobispado, y otra copia se envía a Roma.
Culminaremos esta noticia con algunos detalles respecto a lo que se ha hecho por el proceso del Sr. Dupont.
El examen preliminar por el ordinario empezó el 2 de octubre de 1883. Finalizó el 6 de junio de 1888. Se sostuvieron 500 sesiones y se interrogaron cerca de sesenta testigos. Fue el viernes 1 de junio, que se sostuvo una sesión pública en el oratorio de la Santa Faz, para la apertura del proceso y su liberación del juramento de secreto. El postulador habiendo declarado que no tenía más testigos que citar, solicitó la clausura (cloture), que inmediatamente fue otorgada por los jueces y aceptada por el promotor. Luego los notarios trajeron los dos volúmenes que contienen los testimonios de los testigos, y deshicieron la cinta que habían colocado alrededor de las preguntas. Desde ese momento la ley del secreto impuesta expiró.
El mismo Arzobispo presidió la última sesión sostenida el 6 de junio, y el proceso se depositó en un cofre destinado a ser llevado a la sagrada Congregación de los Ritos, por dos miembros del tribunal eclesiástico.
INVOCACIÓN
Oh, adorable Faz de Jesús, fuente de toda gracia, de luz y de paz, concedednos que caminemos con paso firme por el camino de la santidad, y por la frecuente contemplación de vuestra Imagen, se imprima en nuestras almas la semejanza divina a ella, la cual Vos deseáis ver brillar en vuestros Santos. Amén.
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