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sábado, 24 de abril de 2021

LOS CLÉRIGOS CONCILIARES ESTÁN MATÁNDOSE ENTRE SÍ

Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO.
   
Mientras se difunde el Gran Holocausto Sexual y de Malversación, el presbítero conciliar Francisco Javier Bautista Ávalos (derecha) asesinó a su propio diácono Hugo Leonardo Avendaño Chávez torturándolo y asfixiándolo hasta la muerte, porque el diácono iba a exponer al presbítero como un criminal sexual.
Los despistados feligreses conciliares estuvieron del lado del asesino pervertido en lugar de la joven víctima.
   
El 13 de Abril de 2021, el presbítero conciliar Francisco Javier Bautista Ávalos (instalado el 29 de Junio de 1995) fue sentenciado por un tribunal mexicano a casi 30 años de prisión sin libertad condicional y una multa de 422.450 pesos mexicanos (US $19.850) por torturar y asfixiar hasta la muerte el 11 de Junio de 2019 a su propio diácono, Hugo Leonardo Avendaño Chávez (29). El presbítero era tan endurecido que dos días después condujo el servicio funeral novusordiano de su propia víctima para desviar las sospechas de sí mismo.
   
Aparentemente el presbítero asesinó a su diácono porque él iba a exponer al presbítero como un delincuente sexual. Lo particularmente horrible en este caso fue el hecho que los despistados feligreses de la parroquia conciliar de Bautista (Cristo Salvador, delegación Tlalpan) apoyaban abiertamente al presbítero asesino en lugar de la joven víctima (incluso amemazaron con atacar a los periodistas), y reunieron 6.000 firmas en favor del presbítero asesino. [Parte de la información para este Comentario viene de México News Daily].

Verdaderos Católicos, es inimaginable cuán corrupta se ha vuelto la falsa Iglesia Conciliar del Nuevo Orden a solo medio siglo de su fundación en 1964. No pasa un día sin que salga algún artículo noticioso sobre algún cardenal, obispón, o presbítero cometiendo crímenes sexuales o financieros, mientras la Iglesia Conciliar, encabezada por el tercer antipapa pedófilo Francisco Bergoglio, esencialmente no hace nada al respecto. Así, como escribe San Pablo en su carta a los Romanos (1:24), Dios permite que los hombres pervertidos caigan a la perdición por sus propios deseos.

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