Páginas

martes, 15 de marzo de 2022

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS

Novena dispuesta por un devoto de Nuestra Señora de los Desamparados, e impresa en Valencia por Vicente Cabrera en 1704. Imprimátur por Mons. Dr. Don Francisco Antonio Sallent Trasobares, Vicario General y Judicial del Arzobispado de Valencia.
   
ADVERTENCIAS Y PREPARACIONES PARA HACER CON FRUTO Y DEVOCIÓN LA NOVENA
Dase principio a esta nueve días antes del segundo Domingo del mes de Mayo, por ser este el señalado día en que la Ciudad de Valencia hace la fiesta a su Patrona Nuestra Señora de los DESAMPARADOS, pidiendo a su clemencia lo que cada uno solicite conseguir, que será gracia para no ofender a su precioso Hijo, aliento para perseverar en la virtud, su protección para merecer una acordada muerte, su amparo para lograr la salvación y su poder para remedio de las necesidades corporales.
    
Y así para el logro de semejantes favores será de suma importancia observar las siguientes advertencias.
1. Confesar y Comulgar a honra y gloria de María Santísima una vez a lo menos dentro el termino de los nueve días; y si pudiere ser, el primero y último día de la Novena.
2. Cada día del Novenario leer alguna cosa de Nuestra Señora, u otro cualquier libro de devoción.
3. Hacer a esta gran Reina por obsequio cada día una obra buena, ya sean algunos actos de humildad, de obediencia, de caridad, de paciencia, de pobreza, visitar las cárceles o los Hospitales y enfermos, dar limosnas, u otros obsequios, que ciertamente son de su culto y agrado.
4. Aunque este Novenario empieza (como se ha dicho) antes del segundo Domingo de Mayo, pero siempre que a alguno le sucediere algún desconsuelo, o se hallare en alguna pretensión, ya si hubiere de elegir estado, ya algún menoscabo en la hacienda, ya en la salud, o ya en otro género de mortificaciones o accidentes, será segurísimo medio para merecer de la bondad divina, o resignación en sus contratiempos, o remedio en sus enfermedades, o acierto en sus elecciones, acogerse al amparo de la Virgen, obligando con la Novena a su piedad.
5. El más propio y decente lugar para hacer la Novena es la misma Capilla de Nuestra Señora, pues la presencia de esta Santa Imagen (que estarà descubierta todo el día) causa major devoción y la unión misma de los Fieles enciende nuestra tibieza: pero por enfermedad, o ausencia, u otro legítimo impedimento no se pudiera acudir a la Capilla, desde casa, o desde donde se hallare, podrá ejecutar la Novena delante de alguna Imagen de esta Reina Soberana; que la Virgen desde cualquier parte atenderá nuestros ruegos.
  
MODO DE HACER LA NOVENA
Postrado de rodillas, con el beneplacito de María Santísima por el medio de suplicarla rendidos nos franquee liberal su bendición, y considerando su misericordia, empezará con gran confianza de esta suerte la Novena.
   
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS DE LA CIUDAD DE VALENCIA, PARA CONSEGUIR POR TAN EFICAZ MEDIO, CON EL AMPARO DE LA MADRE, LA GRACIA DEL HIJO
   

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
    
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador de todo, Dueño de mi vida y Redentor de mi alma: por ser Vos quien sois, y porque os amo de corazón sobre todas las cosas, digo que me pesa de haberos ofendido. Pésame, Señor, de lo poco que siento en mi corazón vuestras ofensas: y ya propongo confesar mis delitos con verdadero dolor y constante enmienda, para que con mi arrepentimiento merezca vuestra divina gracia. Dadmela, Señor, para perseverar en vuestro servicio, y para después gozaros eternamente en la gloria. Amén.
   
ORACIÓN COMÚN PARA TODOS LOS DÍAS
Princesa soberana del Cielo, y de la Tierra, cuya dicha es la más sublime, cuya belleza la más superior, cuyo amparo el más general, y cuya protección la más feliz. Tú, a quien las criaturas todas rinden sus lucimientos, pues a vista de tus hermosos rayos son tinieblas los del Sol, Tú, de quien confiesa (aunque a su pesar) la Diabólica malicia, que desde el primer instante de tu gloriosa Concepción supiste por altos privilegios de la Divina Omnipotencia triunfar de los horrores de la culpa. Tú, a quien te cree la Fe Madre gloriosa en la Tierra, y te venera la razón Virgen intacta en el Cielo: concédeme benigna tus influencias, pues si como Astro benévolo inspiras aliento a mis suplicas, seguro se me promete el logro de mis peticiones, si ha de servirme el conseguirlas: para la dicha de mi salvación, que es lo que deseo únicamente. Ruega, Señora, por mí a tu Unigénito Hijo, para que no atienda a lo que mi afecto en esta Novena le pide; sino a lo que a mi Alma le conviene. Amén.
    
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Oh Soberana Reina, que así humildes te veneramos en la Tierra, y gloriosa te coronaste en el Cielo; dígnate también de verlo en mi corazón, que desde hoy le sacrifico en tu divino servicio. Rige, Señora, mi Alma con el piadoso cetro de tu Clemencia, para que Yo sea tan fiel Vasallo, que sepa obedecerte en todo, dando gusto a tu bendito Hijo: y si mis culpas le han ofendido, humilde me postro a tus sagrados pies, para que llegando a tu divina presencia, en ti como Reina hallen mis delitos el amparo del perdón. Y pues te reconoce y venera mi voluntad por Reina tan liberal, concédeme el favor que en esta Novena suplico, si conviniere para lograr la bienaventuranza. Amén.
   
EJEMPLO
Pasando por la Plaza de la Iglesia Mayor va un hombre a quien llevaban a ajusticiar (inocente según dictamen de muchos, pero, jurídicamente, culpado cómplice de una muerte en desagravio del honor de una parienta suya) al hacer oración a esta Sacrosanta Imagen enfrente de tu Capilla, (como lo acostumbran todos) implorando su afecto con ternura el auxilio de María, oyeron los circunstantes con admiración cinco golpes que con las azucenas de plata que tiene en su mano derecha daba la Virgen desde dentro del nicho que la encerraba: pasmóse a tal prodigio todo el Pueblo, celebrando tan evidente milagro. Pero por estar algo distante uno de los principales Ministros que le acompañaban, no les pudo percibir, por lo cual despreciando las instancias de los que asistían mandó continuar hacia la horca. Arrojósele a sus pies con afligido llanto el pobre, que ya se juzgaba libre, y suplicándole por la Santísima Virgen le permițiese hacer la misma deprecación otra vez; y que estuviese atento, pues fiaba que la Santa Imagen repetiría tan singular maravilla, aunque le resistía el Ministro, pudieron unos y otros con sus ruegos reducirle a que condescendiese en tan justa petición. Volvió el triste reo con gran ansia a repetir las afectuosas deprecaciones a esta Soberana Reina, la cual continuó por segunda vez los cinco golpes, a cuyo asombro conmovidos el Pueblo y el Ministro, que ya entonces les oyó, teniendo este prodigio por milagro, dieron cuenta de él al Excelentísimo Señor Don Luis Carrillo de Toledo, Marqués de Caracena, Virrey, Capitán General de esta Ciudad y Reino, que al oír el suceso dijo: «A quien da libertad la Reina, ¿cómo puede condenarle el Virrey?», y con esta expresión quedó el delincuente con libertad.
   
Superflua parecerá la aplicación del milagro al poder del atributo, pues la misma piadosa circunstancia de librarle de la muerte es apoyo bastante de ser Reina.
   
Se le rezará a la Virgen tres veces la Oración del Ave María, en memoria de las tres horas que estuvo esta piadosa Madre al pie de la Cruz, asistiendo en el desamparo que su precioso Hijo padecía, para que se digne, asistirnos en el desamparo y hora de nuestra muerte: y después se le dirá la Oración siguiente
      
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Poderosísma Señora, que eres el archivo de las Misericordias de Dios, reparte con tus devotos estas gracias, para que con ellas podamos merecer la gloria. Madre eres de los DESAMPARADOS; y pues este atributo es de clemencia, no se ausente de nuestras ansias tu piedad. Muchos son los riesgos con que en el Mundo tropezamos; sean también muchos tus auxilios, con que de las infernales astucias nos libremos. Ampara, Virgen celestial, nuestra miseria, para que no nos venza nuestra misma fragilidad. En ti confía mi Alma sus dichas, pues en tu propicio amparo se afianzan las fortunas. Ya considero que en mí no hay mérito para conseguirlas; pero también conozco que nunca en tu bondad falta misericordia para concederlas. Pues todos los que se acogen a la sombra de tu amparo quedan favorecidos, de nuevo se alienta mi esperanza a confiar que no he de ser Yo solo el despreciado. Y pues veo en tu hermosa Imagen inclinada la cabeza, sea esta circunstancia quien favorablemente me asegure que el inclinarte piadosa a escuchar mis ruegos, es evidente indicio de otorgar mis peticiones. Pero, Señora, si lo que pretendo alcanzar hubiere de ser o para menos gloria de su divina Majestad, o para eterna condenación de mi Alma, desde ahora te suplico no me concedas otro, que una firme y perfecta resignación, una ejemplar vida y una santa muerte, para que te alabe con infinito gozo por una eternidad de eternidades. Amén.
    
Ahora expresará la devoción con fervorosos deseos y confianzas lo que cada uno en esta Novena quisiere lograr.
         
GOZOS A LA SAGRADA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS, PATRONA DE LA CIUDAD DE VALENCIA
   
Si a lo más necesitado
Os lleva más la piedad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.
  
Al divino simulacro,
En quien Valencia os venera
Le inspiró la luz primera
Un terno de Ángeles sacro.
Pues, vuestro nombre invocado,
Excedéis su agilidad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.
  
En vuestra diestra sagrada
Una fragrante azucena,
De dorados granos llena;
Está al favor inclinada,
Pues habéis atesorado
Tanto oro de caridad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.
  
Al Niño de más grandeza
Dais la siniestra y recelo
Que es para mostrar al Ciclo
Cuanto apreciáis la pureza.
Pues habéis así hermanado
Pureza y fecundidad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.
   
Mas ser vos del sol Eterno
La más celestial Aurora,
Cuando vuestra Imagen llora,
Lo muestra el rocío tierno.
Pues ese llanto abrasada
Le destila la piedad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.

  
Las joyas que arden en vos
(Varia de luz Primavera)
Os comprueban Dispensera
De los tesoros de Dios,
Pues en vos ha acreditado
Dios su liberalidad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.

  
Que inocente fuiste, y santa
Ya al primer paso del ser,
Lo arguye, Señora, el ver
La inocencia a vuestra planta.
Pues a vuestro pie sagrado
se acoge la santidad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.

  
Virgen que a Dios humanado
Sois de refugio Ciudad,
Dadle al hombre inmunidad
Cuando tenga a Dios airado.
Si a lo más necesitado
Os lleva más la piedad,
Virgen piadosa, amparad
Al que está Desamparado.

      
Antífona: Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
  
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor Dios, nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo: y, por la intercesión de la gloriosa y Bienaventurada siempre Vírgen María santísima, vernos libres de las tristezas presentes, y obtener las alegrías eternas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN 
Oh Amorosísima Madre; seguro se me promete tu favor, pues aunque como mal Hijo he desmerecido tu afecto, Tú, como Madre piadosa, con facilidad convertirás en cariños los enojos. Mira, Señora, a tus pies igualmente desengañado que rendido, al Hijo Pródigo, que después de los locos devaneos del Mundo, confiesa en tu presencia su delito. Imitéle deslumbrado en el error; pero pues ya le sigo arrepentido en el conocimiento, consiga yo, Señora, de tu piedad la dicha de semejarle feliz en el perdón; para que así con la divina gracia que por tu amparo espero merecer, pueda dichosa mi Alma conseguir lo que en esta Novena pretendo con mis ruegos alcanzar. Madre eres de los Desamparados, y como tal por muchos títulos mía: y pues advierto que no te dedignas de ser mi Madre, ya creo que, aunque indigno, lograré de tu precioso Hijo las bendiciones y el favor que en esta Novena suplico, si me conviniere para alcanzar la bienaveaturanza.
  
EJEMPLO
Saliendo en el año 1646 de la Almadrava (que es un pedazo de mar entre Gandía y Denia) en su barquilla unos hombres de Villajoyosa (Villa de este Reino) de ver pescar los atunes (diversión a que acuden muchos), al volverse a su casa, descubrieron una Fragata de Moros: y aunque discurrían en volver atrás, pero fiados como buenos Hijos en el favor de su Madre Nuestra Señora de los Desamparados, determinaron proseguir su viaje. A poco rato, pues, que caminaban, vieron salir de entre unas calas dos  barcas de Moros más: y aunque procuraron con esfuerzo defenderse, quedaron todos infelizmente cautivos, a quienes la crueldad de los Moros puso desnudos al remo. Acogiéronse en tanta aflicción los pobres al amparo de esta Soberana Imagen, prometiendo visitarla en su Capilla. Uno de los cautivos y apresados descubrió un Estudiante en lo alto de un arenal, que caminaba hacia la Almadrava, y sin reparar en la distancia, que era mucha (pues había más de media legua) a voz en grito le dijo: «A mi Madre, dile que esta canalla me ha raptado». Castigáronle los Moros así que entendieron lo  que decía; pero se les mostró en tan triste desamparo tan benigna Madre, que permitió su Clemencia no fuese la distancia embarazo del oído, pues percibió el Estudiante las voces con claridad y distinción, y dando noticias del suceso a los de otras barcas, que estaban por ahí cerca, les infundió la Virgen tal aliento, que viendo de los Moros retirados con descuido en una cala, embistiendo con ellos, cogieron dichosamente el fruto de librarles, después del afán de tres horas de pelea: con cuya milagrosa libertad alegremente devotos cumplieron el ofrecimiento de visitar en su Capilla a esta Soberana Imagen, rindiéndola infinitas gracias por tan singular beneficio, reconociéndola agradecidos desde aquel caso por Madre.
    
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
    
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN 
Oh Discretísima Maestra, que, en la cándida y sagrada escuela de tu pureza dejaste a los mortales tantas lecciones que aprender como virtudes que imitar; alumbra la torpe ceguedad de mi ignorancia, para que con tu celestial doctrina estudie mi voluntad las lecciones de tu amor, y alcance mi entendimiento el principio de la sabiduría, que es el temor divino. Ampara, Señora, mi Alma, que con el ciego error de mis engaños se halla desvalida de méritos, pobre de virtudes y desamparada de obras buenas. Alcánzale una ciencia, en que no solo sepa distinguir la malo de lo bueno, sino seguir constantemente lo perfecto y evitar resueltamente lo malo; para que así con tan divina inteligencia se corrija mi ignorancia, y aceptando tu piedad mi ruego, merezca conseguir el favor que en esta Novena suplico, si conviniere para alcanzar la bienaventuranza.
   
EJEMPLO
Vivía en el Reino del Perú una señora que los más días confesaba y comulgaba, pero no correspondía estas cristianas obras exteriores a las de su corazón. Viéndola pues, una de sus amigas tan opuesta a asistir a los Sermones, especialmente a los de la Cuaresma, dando por disculpa que no acudía a ellos porque le congojaba muchísimo al oír ponderar la certeza de la muerte, la rectitud del juicio y las penas del infierno; pudo una vez con las porfías conducirla a que fuese aquella tarde a una Plática que en el Templo dedicado a Nuestra Señora de los Desamparados, por la gran devoción del Excelentísimo Señor Conde de Lemos en el tiempo de su Virreinato le hacía todos los Domingos. Hízola un Religioso de la Compañía de Jesús, el cual en el discurso del Sermón, alentando a los pecadores, dijo que aunque les pareciera estar por su execrable malicia desamparados de la divina bondad de su Redentor Jesús; aún les daba el refugio de la Virgen Santísima de los Desamparados. Penetraron estas palabras tan eficazmente la consideración de esta señora, que embistiéndola a breves días la última enfermedad, cuando ya el propio desaliento era el mayor desengaño de la vida, y el más cercano indicio de su muerte, acordándose de lo que en el Sermón había oído, dijo llamasen al que tal día hizo la Plática en Nuestra Señora de los Desamparados. Llegó el Predicador, y repitiéndole la señora las palabras que dijo, de quienes aún se acordaba, le preguntó si era verdad lo que había predicado. Respondióla que no dudase en ello, pues este era el efecto de la invocación, de que tan piadosa y benignamente blasonaba de Madre de los Desamparados. Oyó con gran afecto la señora estas y otras razones que su celoso espíritu le dictaba, y con extraordinario fervor le dijo: «Atiéndame, Padre, por caridad, pues siendo mi Maestra la Virgen, que alumbra las obscuras tinieblas de mi malicia con la suave doctrina de sus favores, tomando por instrumento para mi desengaño la lengua de Vuestra Paternidad he de corresponder agradecida a sus beneficios; y pues se dignó María Santísima de ser mi Maestra, no hade negarse ni aun mi voluntad depravada a ser su obsequiosa Discípula: y así por amor de esta misma Señora tenga Vuestra Paternidad paciencia para escuchar mis culpas, que son tales, que de vergüenza hasta ahora he callado en las muchas confesiones que he hecho, como siendo Niña contaminé la candidez de mi integridad, anteponiendo lo delicioso a lo honesto; delito, cuyo sonrojo me hacía huir de los Sermones, con especialidad de los de Misión». Confesóse finalmente con tiernas lágrimas, testigos de su fino arrepentimiento, ya cosa de un cuarto de hora entregó el alma en manos de su Maestra Nuestra Señora de los DESAMPARADOS, a estudiar en el volumen de la eternidad las lecciones del divino amor.
       
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
   
DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN
Oh Eficacísima Abogada, sedlo mía con tanto afecto, que consigan mis culpas el perdón. Desamparado y reo vivo, Señora, en la obscura cárcel del pecado: sea tu misericordia quien abogando en mi causa, libre mi Alma de los grillos de Lucifer, y logre una perpetua libertad, sacudiéndome el pesado yugo de tan infame esclavitud. Deba mi reconocimiento a tu clemencia la dicha de que en el divino Tribunal, cuando me halle en el riguroso juicio, salga tan a favor de mi Alma la sentencia, que siendo de los escogidos, vaya a reinar en tu compañía a la gloria: y sed finalmente mi Abogada, para que alcance el favor que en esta Novena suplico, si me conviniere para lograr la bienaventuranza.
   
EJEMPLO
Por los años 1667, día 14 de Mayo, Víspera de la festiva translación de esta portentosa Imagen, sucedió que Jaime Renovell, habitador de Alborache, envió dos hijos suyos al campo con el cuidado de apacentar bueyes; y hallándose el uno de estos niños a las orillas del río de Buñol (distante un cuarto de legua de Alborache, y seis leguas de Valencia) ocupando el estrecho paso todo el ganado, furioso uno de los toros le arrojó a las corrientes. Nadie pudo estorbar este suceso, porque nadie pudo advertir la desdicha; pues el hermano, que iba en compañía suya, por haberle antes dividido ambos, se hallaba lejos del sitio donde sucedió la desgracia. Llegó su Padre cuidadoso, como solía, a reconocer el ganado, y hablando menos al hijo, de quien su hermano tampoco daba razón, hizo varias diligencias, aunque todas fueron vanas. Con el mismo cariño llegó amorosa la Madre a ver si le encontraría, fiando a las ansiosas fatigas el alivio de su pena: pero viendo que ni el afán ni la diligencia le podían descubrir (siendo tales, que no perdonaron sus desvelos ni lo más elevado de los montes, ni lo más escondido de las selvas), quizás con alta ilustración discurrieron que debía ser infeliz destrozo de alguno de los feroces animales: y como si fuese esta sola presunción la más segura evidencia, con viva Fe y constante esperanza, dijo con tiernos suspiros la afligida Madre: «Virgen Santísima de los Desamparados; no permitas en día que tan gran fiesta os celebran, perezca mi hijo: amparadle en la necesidad que padece». A estas súplicas añadía los ofrecimientos de Misas, que al día siguiente dio su marido la limosna para celebrarse; con cuyos ruegos y ofertas se retiró a su casa desconsolada la madre. Acudió el marido a la hora de las Ave Marías, y halló a su mujer con muchas vecinas, que compasivas y piadosas procuraban dar a su dolor consuelo. En medio de los suspiros y lágrimas vieron todos dentro de la casa al niño, sin saber por dónde entró, tan mojado, que parecía haber salido entonces mismo del agua. Quitáronle la ropa para que descansase, y le encontraron tan hinchado, frío y mortal, que no fueron bastantes los remedios que le aplicaron para recobrarle, pues pasó más de dos horas sin oírle palabra alguna, y aun las pocas que habló fueron a violencia de los garrotes, en cuyo estado permaneció algunos días. Divulgóse con brevedad la noticia, pues de lo poco que habló en medio de tanto desaliento se pudo inferir ser milagro de esta Imagen Soberana: para cuya más cierta averiguación el Cura de dicho Lugar le hizo diferentes preguntas, a las cuales respondió diciendo que a cosa de las tres o cuatro de la tarde le había arrojado en el río un buey, desde cuya hora mantuvo bajo el agua hasta la primera Oración, pues en el propio lugar oyó el toque del Ave María: De allí a breve rato vio cómo una grande luz, y buscando lo que sería, vio una Señora con una Corona de resplandor, con un collar como de anillos también muy relucientes, y con una varita que traía en las manos le tocó la cabeza, diciendo a dos que estaban a sus lados que le sacasen, y entrando en el río le sacaron cada cual de una mano, sin que se mojasen, los cuales eran jóvenes sin barba, y tenían atrás dos alas grandes rojas, pero que él no les conocía. Volvió a preguntarle el Cura que cómo llegó a su casa, y respondió que uno de los dos jóvenes le llevaba de las rodillas, y otro de los hombros; y que aquella Señora que vio tan bella, iba delante guiándoles, y que de ese modo le dejaron en su casa. Díjole últimamente el Cura si conocería aun a aquella Señora que en el triste desamparo que había padecido, fue su única Abogada; a lo que respondió el muchacho que sí la conocería, como la llegase a ver. Sacáronle un retrato de Nuestra Señora de los Desamparados, que estaba oculto en la Sacristía, y al instante que la vio, dijo: «Como esta es la señora que yo vi». Recibiéronse informaciones del caso, y esto mismo que entonces refirió el Niño, lo confirmó después cuando había del todo recobrado, repitiéndolo varias veces agradecido a tan singulares favores; y todo lo restante de su vida la reconoció por la más segura Abogada, confesando deberá solo su amparo, en el penoso Tribunal de la desgracia, la favorable sentencia de la libertad milagrosa.
    
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
    
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN 
Oh Liberalísima Bienhechora, perdona la rebelde ingratitud de mis culpas: y aunque por ellas merecía que suspendieses el favor de tus beneficios, siendo el mayor desamparo de mi Alma, es tu misma vocación quien te llama a ser mi Bienhechora; por lo que espero proseguirás benigna tus clemencias, y olvidada de mi malicia, no cesaré de recibir perennemente tus misericordias. Sea, divina Señora, el confesar mi poco agradecimiento, motivo de merecer tu gracia, con la seguridad de que conociendo y llorando mi obstinación, no pasaré más tiempo sin la enmienda. Sed mi Bienhechora para que lo ejecute, ya que lo eres para que lo conozca, y confío lo serás para conseguir el favor que en esta Novena suplico, si me conviniere su logro para gozar la bienaventuranza.
   
EJEMPLO
En cl año 1590 sucedió en la misma Ciudad de Valencia, que divirtiéndose en un terrado muy alto Don Álvaro Vique, de siete años de edad, cayó sin poderlo remediar persona alguna, cuyo golpe fue tan terrible y fiero que los médicos que le visitaban dudaron de la salud, juzgándola por imposible en lo humano. Sentían sumamente este contratiempo sus padres, o porque era imponderable el amor que le tenían, o porque en lances tan lastimosos la misma compasión de la desgracia aumenta nuevos cariños. Pero refugiándose a esta divina Reina, de quien eran muy devotos, invocaron su clemencia, diciéndola: «Virgen y Madre de los Desamparados, pues en todas nuestras angustias os hemos experimentado tan Bienhechora a nuestras ansias, no nos desamparéis en las presentes». Estas, y semejantes deprecaciones obligaron de tal suerte la benigna protección de esta Sagrada Princesa, que al instante reconocieron los médicos tan evidente mejoría, que continuándose con felicidad, dentro el breve termino de ocho días se restituyó a la perfecta salud, confesando todos deber este favor a su Bienhechora, para cuya memoria se conserva en la Capilla en una pintura el milagro.
        
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
   
DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
  
ORACIÓN 
Oh Singularísima Libertadora, que con los golpes de las azucenas libras de la tiranía del olvido a los desamparados cadáveres que yacen ocultos sin Eclesiástica Sepultura; libra también a mi Alma del infeliz sepulcro de los vicios, en que miserablemente yace ignorada a la razón y a la virtud; tan sin vida, que carece de aliento para solicitar su bien; y con tal desamparo, que hasta su propio amor es el más declarado enemigo que la vence. Y pues a aquellos les descubre tu piedad con las azucenas, que son instrumento y expresión de la pureza, deba mi desventura a tu misericordia la libertad que apetece. Sáquenme del letargo de la culpa los golpes y castigos; que para mi escarmiento lo apasionado padece, para que así por el eficaz medio de mi enmendado proceder, llegue a la inmortalidad de la gracia, y después a la dicha de la gloria.
  
EJEMPLO
Pasando un caballero Español de este Reino al de Castilla, descubrió en el camino siete crueles enemigos suyos, que iban con ansia en su busca para darle muerte. Apeóse afligido del caballo, y arrodillado en el suelo, implorando el auxilio de esta Soberana Reina Madre de Desamparados, para que no permitiera su piedad muriese sin Sacramentos, oyó una voz que interiormente por tres veces le decía: «Fía, hijo, que no morirás de esta». Emprendiéronle, pues, sus contrarios, los cuales se portaron tan sangrientos, que solo las mortales heridas que le hicieron, pasaban de ciento. No cesaba en tanta aflicción el triste de invocar a nuestra divina Imagen, aunque estaba tan postrado al estrago horroroso de sus enemigos a que le dejaron por  muerto. Vio venir en medio de tan lastimosa pena a un hombre, que saludándole cortésmente, y compadecido de su dolor, le montó en su caballo, y le condujo a casa de un pariente suyo, al más cercano lugar; quien al advertir lo que le debía a su pariente herido, quiso con algún regalo mostrar su agradecimiento, pero desapareció al instante; y aunque procuraron buscarle por el lugar, no hallaron noticias de él. Los médicos y cirujanos no se atrevían a emprender la cura, recelando se les quedaría entre manos: y allí confesóle el cura, y después de haberle sacramentado, al partirse para su casa dejó dicho que cuando fuese hora le avisasen, para que viniese a ayudarle a bien morir. Pasó el triste herido la noche con gran dolor, reconviniendo a Nuestra Señora de los Desamparados de la salud que le había prometido; a cuyas invocaciones y ruegos, dos piadosas mujeres que le servían, vieron entrar por el aposento una bella y Venerable Matrona, que acercándole al enfermo, y tomándole del brazo, ungió las muchas y casi innumerables heridas de su cuerpo, con un ungüento preciosísimo y celestial que traía prevenido, y dejándole todo sin señal ni indicio de herida alguna, desapareció de repente; siendo en lance de tanta angustia, feliz Libertadora de este su apasionado Devoto.
      
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
    
DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN 
Oh Clementísima Consoladora, cuyo amparo es tan benignamente pronto, que adelantas a nuestras angustias tus finezas. Tú, que en los mayores ahogos eres el único consuelo de las aflicciones, pues no sabes mirar las penas sin prevenir al punto los alivios. Tú, que consuelas a los reos en las agonías de la muerte, a los Inocentes en las ofensas de su calumnia, ya los difuntos en las infelicidades de su desamparo; dispón para mi Alma el consuelo de que necesita, para que merezca tu protección en las infelicidades de mi desamparo, tu socorro en las ofensas de mi calumnia, tu asistencia en las agonías de mi muerte, y finalmente tu favor para lograr lo que en esta Novena suplico, si me conviviere para conseguir la bienaventuranza.
   
EJEMPLO
Habitaba un pescador en la Ciudad de Valencia, el cual era tan amante de esta Imagen Sacrosanta, que en todas las ocasiones que se entregaba al mar para ejercer su oficio, la rezaba cinco veces la oración del Ave María. Estando, pues, ya en el mar un día con otros cuatro pescadores, descubrieron una fragata de moros, a cuyos recios cañonazos resolvieron rendirse los cristianos, menos el referido pescador, llamado Vicente Vilanova, pues con generoso espíritu y extraordinario valor, con una sola escopeta mató cuatro de los moros; aunque fue de tan poco fruto esta resistencia, que les cautivaron a todos; e irritados los ,oros del estrago que hizo en ellos con tan pocas armas Vicente, le castigaron tan bárbara y tan cruelmente, que le echaron al agua malherido, atado de pies y manos créyendole ya difunto, y prosiguieron su viaje hacia Argel, y tratando con piedad a los demás que apresaron, por ser los que con menos dificultad convinieron a entregarse. Quedóse el triste Vicente fluctuando entre las olas, invocando (como podía) a esta divina Reina, Consoladora de sus Devotos en medio de tales aflicciones y agonías; cuyo amparo experimentó tan repentino como favorable, pues se vio sujetar sin riesgo sobre las aguas, hasta que de allí a dos horas, pasando otra barca de moros, le admitieron con clemencia, y curándole la herida, se le llevaron a Argel, donde con más aparejo logró el remedio y la salud perfecta. Supo el capitán de la primera fragata (que fue quien le dio los golpes) que estaba en Argel Vicente, cautivo por el de la otra fragata: púsole alegato, pretendiéndole por suyo; pero salió a favor de él el del segundo barco la sentencia, cuyo dueño, considerando que el mantenerse con vida herido entre las aguas, había sido cosa más sobrenatural que humana, le dio por la mitad del precio a los de la redención. Volvió contento a su casa, a tributarle rendidas gracias a su Consoladora celestial, que en medio de tantos ahogos no le negó sus alivios: bien que no a solo esto se ciñeron sus piedades, pues a más de mostrársele con su Clemencia feliz Consoladora en el cuerpo, se le mostró también Consoladora en su Alma. Fue el caso que enemistándose de palabras con un hombre, esperándole una noche, le tiró un escopetazo. Manifestósele esta Señora tan ofendida del delito, que a breves días que le puso en bandos, le dejó ciego del todo: pero como los trabajos que la Santísima Virgen permite más sirven para desengaño a la enmienda, que para castigo a la culpa, cerrándole los ojos del cuerpo, le abrió los del Alma, siéndole la privación de la luz medio para ver con más perspicacia la claridad mejor; porque arrepentido con gran dolor de su pecado, pudo por su penitencia y sentimiento merecer el perdón de la Justicia; y así para tributar obsequioso las debidas gracias de su conseguida libertad, vino a la Capilla de Nuestra Señora, confesando con vivas expresiones de su gratitud, el favor que a su intercesión debía, en cuyo agradecimiento empleó lo restante de su vida pidiendo limosna en nombre de Nuestra Señora de los Desamparados, en cuyo Templo pende por voto el milagro.
  
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
    
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN
Oh Poderoso Remedio de todo el linaje humano, pues viendo tu compasivo afecto su infinita culpa sin satisfacción competente, con tus ruegos alcanzaste que el Eterno Padre nos enviase en su Hijo satisfacción abundante. Tú, que fuiste el piadoso instrumento de nuestra Redención, no has de negarte en este tu Devoto a serlo nuevamente de su enfermedad. Postrado me tiene, Señora, mi albedrío en la intolerable cama del pecado, tan sin humano remedio, que si se vale mi deseo de las cosas del Mundo, las halla como precipicio y no como Medicina. Ten, divina Madre, piedad de mi desahuciado corazón; que si compasiva atiendes la desgracia de mi mortal enfermedad, cierto se me promete el Amparo en ti, que eres la fuente de la salud, y el logro de lo que en esta Novena suplico, si conviniere para mi salvación.
   
EJEMPLO
Hallándose un Caballero de Nápoles dentro de un calabozo en la misma ciudad tan afligido, como quien esperaba al día siguiente el suplicio por un falso testimonio, pues los mismos agresores le imputaban una muerte, la Virgen de los Desamparados con circunstancias muy particulares le trajo la libertad. Tenía ya en su compañía la asistencia de dos Religiosos para consuelo de su alma. Quedáronse estos a media noche dormidos, y el caballero se encomendaba a María Santísima, rogándola le alcanzase de su Hijo precioso una feliz muerte. Vio a este tiempo entrar una Matrona bellísima, que con los brillantes rayos que esparcía, llenaba de celestiales luces la habitación. Reparó con cuidado su hermosura, por exceder a cuantas había visto y examinó con atención que llevaba una azucena en la mano derecha, en la otra un Niño, llenas de sortijas entrambas, que aunque muchas, las numeró su  curiosidad, y una rica joya en el pecho. Quedóse con esta celestial visita tan consolado en su tristeza, que al instante empezó a gritos, diciendo con extraordinario jubilo a los Religiosos: «Padres, ya muero contento, pues he merecido ver una belleza tal, que es imposible deje de ser la Virgen Santísima; bien que ignoro que invocación sea, pues no he visto cosa semejante en Nápoles». Dio las señas como mejor pudo, pero no fueron bastantes a que la conociesen los Religiosos. Preguntáronle a qué Imagen se había refugiado; a lo que les respondió que a la Santísima Virgen, sin individualizar invocación alguna. Estando en estas razones entró alegre el carcelero, por haber los mismos testigos confesado la noche antecedente, que esa falso el juramento, pues fueron ellos propios los agresores crueles. Diéronle los Religiosos con gran cordura al triste caballero estas noticias; y así que consiguió ver con libertad su inocencia, hizo voto de ir por el Mundo peregrinando hasta hallar la Imagen que se le apareció. Salió de la cárcel: púsose en camino; y después de haber empleado diez y seis meses en el viaje, vino a parar a Valencia: Fuese a Misa una mañana a la Iglesia Mayor , y diciéndole que no quedaba Sacerdote alguno que la celebrase (sobre que se celebran hasta muy tarde todos los días) oyendo la campanilla, se entró en la Capilla antigua de Nuestra Señora de los Desamparados; el cual así que vio su Soberana Imagen dijo con alta voz, y con gran gozo: «Gracias a Dios que encontré lo que buscaba». Extrañaron los circunstantes estas voces; pero al punto que les refirió el suceso, quedaron atónitos, radicándose más en sus corazones la devoción, y todos le ayudaron a dar gracias a esta Divina Señora, pues no esperándole en lo humano, le trajo a su aflicción el total Remedio: y aun para mayor crédito del milagro, hallaron todos que tenía la Imagen en su mano tantas sortijas cuantas él entonces para confirmación de su verdad les dijo.
       
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
     
DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días
   
ORACIÓN
Oh Brillante, y resplandeciente Luz, que con las actividades de tu generosa clemencia luces inextinguible llama de caridad, aviva las tibiezas de mi espíritu, para, que tan fervorosamente arda en el sagrado Templo de tu amor, que ni el viento de la vanidad, ni el aire de lo terreno sean bastantes a apagar los esplendores de tu devoción. Tú que naciste para Amparo de los que vivimos en las sombras de este Mundo, y fuiste aun en las tinieblas del nacer, Luz soberana, a cuyo celestial lucimiento se retiraron cobardes las sombras de la culpa; alumbra mis ceguedades, para que despreciando con invicto animo los horrores del delito, siga constante las sendas de la virtud. Ilumina, Señora, mi razón; pues como quede ilustrado el entendimiento, quedará inflamada la voluntad, y alcanzaré lo que en esta Novena suplico, si conviniere a mi salvación.
      
EJEMPLO
En el año 1490, como esta Divina Imagen la llevaban al Mercado, para que al poderoso influjo de su Sagrada presencia muriesen consolados los reos a quienes condenaba la Justicia. Este devoto abuso pisaba tanto los términos de la familiaridad, que cuando la pedía algún cofrade enfermo, la ponían a su cabecera, y a la del féretro, si moría. Un día, pues, en casa de un cofrade que murió en la Parroquia de San Martin en la calle nombrada del Fumeral, estando junto al cadáver (como se acostumbraba), con la misma turbación y pesadumbre se olvidaron de ponerla luces. Vio otro Cofrade que asistía, y avisó que las pusiesen: a cuya advertencia no faltó quien sintiese mal el gasto que causaría la cera. Afearon los cofrades que se hallaban presentes el regateo de las luces, e intentaron dar de palos al que hizo tan bárbara e irreligiosa expresión. Pudieron con su prudencia algunos sosegar la discordia; pero fue tal, o la providencia divina, o el acaso misterioso, que ni en su camisa, ni en las de la vecindad pudieron encontrar pedernal, fuego ni luz. Alegróse con esta noticia el que se opuso primero al debido culto de esa Soberana Reina, mostrando su regocijo con palabras de grave escándalo: a vista de las cuales se levantó uno de los cofrades y dióle un recio bofetón, y otro quería dejarle muerto a puñaladas: pero al levantar el brazo, ofuscada su razón con cristiano, aunque imprudente celo, admiraron todos en el aire una brillante luz, que encendió milagrosamente las velas que estaban ya prevenidas, dando luz a sus devotos cofrades con que templaron su enojo, y al deslumbrado a cuyo evidente prodigio confesó su pecado, deponiendo el errado dictamen a vista de tan célebre portento.
           
Rezar tres Ave Marías.  La Oración y los Gozos se rezarán todos los días. Y para con más acierto acabar el Novenario, será lo mejor Confesar y Comulgar, esperando del inerrable y siempre propicio amparo de María, que se logrará por su poderosa intercesión lo que se le ha pedida en la Novena, creyendo que si no se consigue, es únicamente porque no conviene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.