Como es sabido, Francisco Bergoglio oficializó por medio del Motu Próprio “Spiritus Domini” del 10 de Enero de 2021 por el cual se reforma el Canon 230 §1 wojtyliano, la práctica establecida de facto por su antecesor Wojtyła de que las mujeres ejerzan el “ministerio laico” del lectorado y el acolitado (recordar que en la Iglesia Conciliar, estos ya no son órdenes menores a raíz del Motu Próprio “Ministéria Quǽdam” del 15 de Agosto de 1972), tanto en Oriente como en Occidente. Por primera vez, un obispón conciliar otorga estos ministerios después de promulgado el decreto en cuestión.
Informa la Red Eclesial Pan-Amazonía (como cosa rara) que el español Rafael Cob García, Obispo titular de Cerbali y Vicario Apostólico de Puyo, Ecuador, confirió estos ministerios a tres hombres (Franklin, Andrés y Juan) y dos mujeres (Susana y Áurea) de las comunidades indígenas Kichwas de Montalvo-Bovera en la Amazonía ecuatoriana el día 19 de Junio, en el marco de una visita pastoral al territorio del vicariato apostólico, donde además administró los ritos de iniciación (que no Sacramentos del Bautismo, Comunión y Confirmación).
Bergoglio,
en su Exhortación post-sinodal “Querida Amazonía” (pero tan organizada y
pensada para Alemania –que después de todo, fue dominante en el
Vaticano II y los Sínodos subsiguientes–, que más bien debió titularse
“Querida Alemania”) dice:
Volvemos e insistimos: la Iglesia Conciliar está moribunda, y a raíz del Gran Holocausto Sexual y Desvío de Dinero encubierto tanto por el Vaticano y las distintas diócesis modernistas, ítem la persecución contra los elementos “mejorcitos”, han causado que ningún hombre sensato quiera sacrificar su vida por formar parte de su “clero”, y por esto ha decidido emprender el camino “irreversible” hacia la “ordenación de mujeres”, con todo y nuevo canon 1379, § 3. Pero al final, esto solo acelerará su final. Ahí están los anglicanos como “signo de los tiempos” para los modernistas.«Necesitamos promover el encuentro con la Palabra y la maduración en la santidad a través de variados servicios laicales, que suponen un proceso de preparación —bíblica, doctrinal, espiritual y práctica— y diversos caminos de formación permanente. […] En una Iglesia sinodal las mujeres, que de hecho desempeñan un papel central en las comunidades amazónicas, deberían poder acceder a funciones e incluso a servicios eclesiales que no requieren el Orden sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio. Cabe recordar que estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo» (nros. 93, 103).
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