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domingo, 1 de agosto de 2021

SOR PATROCINIO, LA “MONJA DE LAS LLAGAS”

    

Si hay una figura histórica del siglo XIX que alcanzara gran notoriedad en su época y que, sin embargo, hoy pasa prácticamente desapercibida, ésta es precisamente la de Mª Dolores de Quiroga y Capodardo, más comúnmente conocida por su nombre de religión, Sor Patrocinio, o también como la “Monja de las Llagas”. Su notoriedad de antaño y el silencio de hogaño son el resultado de la guerra sin cuartel que el mundo moderno desarrolla contra Dios y su obra de redención del género humano. Al principio, esta modernidad impía y antirreligiosa combatió abierta y ferozmente contra la realidad sobrenatural que siempre rodeó la vida religiosa de Sor Patrocinio, pero como no pudo conseguir acabar con dicha realidad sobrenatural, lo mejor que el enemigo ha podido hacer en la hora presente, en orden a sus perversos fines, es el silenciar al máximo la vida y obras de sor Patrocinio. Por estas razones y aprovechando la ocasión del bicentenario de su nacimiento, hemos querido efectuar una breve semblanza biográfica de esta sierva de Dios, a fin de rendirle el homenaje de admiración, devoción y respeto que muy bien merece.

1.-Como lirio entre espinas
“Vino a la vida como rosada flor entre blanca nieve”, así nos la presenta D. Narciso Esténaga, obispo que fuera de Ciudad Real y que dio testimonio de la fe con su sangre martirial en la revolución de 1936. Efectivamente Mª Dolores de Quiroga y Capodardo nació en el campo, junto a la Venta del Pinar en San Clemente de la Mancha (Cuenca) el 27 de abril de 1811, en medio de los avatares de la lucha del pueblo español contra la usurpación bonapartista. Su padre era D. Diego de Quiroga y Valcárcel, natural de la provincia de Lugo, funcionario real de la familia hidalga y a la sazón fugitivo por poner a salvo intereses del Real Palacio; su madre se llamaba Dolores Capodardo del Castillo, natural de San Clemente de la Mancha, la cual, encontrándose en una fase muy avanzada de gestación, tuvo que dar a luz apresuradamente, antes de llegar a su localidad natal. Y aquí comienza un fenómeno que sería prácticamente una constante en la vida de la que más tarde llegaría a ser Sor Patrocinio: la persecución y el destierro. La madre, presa de una extraña conducta, dejó abandonada a la recién nacida. Sin embargo, Dios se mostró admirable con su sierva desde aquella hora, ya que su padre acertó a pasar a los tres días por el lugar y oyó con toda claridad una ternísima voz infantil que le llamó “padre” y, hallando a la criatura sobre el suelo, comprendió de inmediato que era su propia hija. Llevó a la niña junto a su abuela materna. Dª Ramona del Castillo, bajo cuya custodia la puso. El día 5 de mayo fue regenerada bautismalmente, imponiéndosele los nombres de María de los Dolores, Josefa y Anastasia.

Al mejorar la suerte de las armas españolas, el matrimonio pudo reunirse y fijó su residencia en San Clemente, donde la pequeña Mª Dolores pasó los años de su infancia, una infancia algo difícil por el rechazo permanente de su madre hacia ella, si bien supo capitalizarlo sobrenaturalmente. A los dos años de edad, visitando la iglesia, paróse delante de una imagen de la Virgen María, a quien solicitó infantilmente que se dignase recibirla por hija suya; la Virgen respondió: “Monja serás y madre de muchas monjas”. Durante esta época la Madre del Cielo sustituyó a su madre terrenal, enseñándole materialmente a leer, escribir, coser y bordar.

Con la restauración de Fernando VII, la familia Quiroga se traslada a Valencia, siguiendo el destino del padre, y allí tuvo Mª Dolores la visión del Niño Jesús con dos coronas: una de espinas y otra de rosas; ella escoge la corona de espinas porque era más del agrado del Señor. Y no tardó en probar las espinas. Pues su madre y su hermana Ramona fueron sus verdugos, complaciéndose en perseguirla y atormentarla inhumanamente. En 1821, muere el padre y la familia Quiroga se desplaza a Madrid; Mª Dolores cuenta con diez años y queda sola frente al odio de su madre.

2.-Su ingreso en religión
La madre quiso llevarla por la amplia senda de la mundanidad, ruina por lo común de las almas, proponiéndole el matrimonio con un joven abogado y brillante orador, de ideas liberales y que, andando el tiempo, fundaría el partido progresista, a saber, Salustiano Olózaga. Sin embargo, nuestra protagonista, amparada y apoyada por su tía la marquesa de Santa Coloma, la cual vivía como señora de piso con las Comendadoras de Santiago, ingresó como educanda en su convento, a los quince años de edad, llevando una vida edificante y ejemplar. Las Comendadoras, convencidas de la vocación de la joven, instaron a la madre para que accediese, ofreciendo a su hija dote y renta suficiente de parte de los Caballeros de Santiago, a fin de ingresar como Comendadora. Cuando obtuvo el permiso de su madre, la joven dio su asentimiento a la vida religiosa, pero manifestando que quería llevar esa vida religiosa en una orden más estrecha, señalando su deseo de ingresar en el convento de Jesús, María y José de Caballero de Gracia de Madrid, de la Orden de la Inmaculada Concepción de María Santísima, fundada en el siglo XV por santa Beatriz de Silva. La acabaron apadrinando la duquesa de Benavente y el marqués de Alcañices, y su toma de hábito de novicia se produjo el 19 de enero de 1829 al nombre de Dolores le fue sobrepuesto el de Rafaela.

La nueva hija de la Inmaculada dio rienda suelta a su devoción en la tranquilidad del claustro y a tanto llegaron las inflamaciones de amor de su alma, que nuestro Divino Redentor se le apareció el 30 de julio de 1829, precedido de una cruz, y le imprimió en su costado una llaga. La Sierva de Dios mantuvo en secreto tan señalado favor y el 20 de enero de 1830, tras cumplir el año de postulantado, pudo finalmente emitir sus votos solemnes.

3.-La impresión de las llagas
No habían pasado aún dos meses desde su profesión solemne, cuando Sor Mª de los Dolores Rafaela se tropezó accidentalmente con la Madre Pilar, a la sazón Abadesa; un movimiento espontáneo de dolor acabó delatando la presencia de la llaga. La prudente Abadesa se ocupó de facilitarle los paños adecuados y de guardar silencio sobre el asunto ante la Comunidad; no así ante los superiores de la Orden a quienes fue informando epistolarmente. Sin embargo, la Comunidad no tardó en enterarse, pues la víspera de la Ascensión de ese mismo año de 1830, le fueron impresas las llagas en manos, pies y cabeza ante la Abadesa y otra monja, sangrado públicamente ante toda la comunidad, días más tarde.

Sobre el fenómeno de las llagas llegó a escribir la Madre Pilar: “Pues ¿Qué diré de la abundancia de sangre que por todas derramaba y de la hermosura de todas ellas? Si las tiene cerradas, se ve como por un cristal, porque brilla la pielecita que las cubre y siempre manifiesta la roseta: si abiertas, es un pasmo, se ven los tendones y nervios, tiene como un agujero y no le quita el manejo para nada; Siempre que echa sangre, sale también por la palma, y, en los pies, por la planta también. Jamás se ha puesto nada absolutamente, más que cabezalitos finos y las vendas. Cuando se abren, es la una mayor que la otra. Cuando se cierran, no queda cicatriz en medio, ni nada más que la pielecita que las cubre; lo mismo de la de los pies (…). Pero todo el tiempo que han sido mis ojos testigos desde el primer día que se abrieron, ya de unas, ya de otras, ya de todas juntas, raro ha sido el día que no ha echado sangre de las llagas; y por esta continuación y lo poquísimo que tomaba de alimento parecía imposible el vivir, si Dios, para ostentar su poder, no la conservara”.

Para que su identificación con la Pasión de nuestro Señor fuera aún mayor, Dios permitió durante este tiempo que fuera atormentada por el demonio. Golpes, ruidos, bofetadas, visiones fantasmagóricas espantosas y un largo etcétera fueron los sinsabores que la inocente joven experimentó, mostrándose invicta con el divino auxilio en tan apurados trances, a fin de purificarse como el oro en el crisol.

4.- Aparición de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias
Las persecuciones diabólicas –del “Enemigo”, como lo llamaba la Sierva de Dios– van a cesar, pero comenzarán las de los hombres. El 13 de agosto de 1831, antevíspera de la Asunción de Nuestra Señora, tuvo lugar la aparición de la imagen de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias en el convento de Caballero de Gracia mientras oraba en el coro con la Comunidad. Dicha imagen tiene un dragón atado con una cadena sujeta a una mano de la Virgen María, quien sostiene al Niño Jesús con la otra. La Imagen se le apareció teniendo por trono los brazos de San Miguel Arcángel y rodeada de ángeles relucientes. Tuvo la Reina del Cielo diversos coloquios con su Sierva, manifestándole que la Imagen se llamaría del “Olvido” para dar a entender a los españoles que la habían olvidado; del “Triunfo”, por el quebrantamiento que la Santísima Virgen supone sobre Satanás, y de “Misericordias”, por querer poner a la vista de todos los mortales que jamás sus misericordias faltarían a quienes la invocasen. También, la Virgen María le indicó su deseo de que sustituyera su último nombre de religiosa (Rafaela) por el de Patrocinio, con el que pasaría a la historia y cuyo significado es el de amparo, protección y auxilio. Ciertamente, España se encontraba en una situación muy delicada: el virus liberal, desarrollado por la invasión napoleónica y reprimido por Fernando VII, intentaba levantar cabeza tras el triunfo de la Revolución de julio de 1830 en Francia.

Oración a la Santísima Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias
Oh Virgen Sacratísima, que quieres ser venerada con el título del Olvido, Triunfo y Misericordias, con promesas inefables a cuantos te invoquen, alcánzanos de tu Hijo y Señor que jamás nos olvidemos de Ti, ni de Él, que triunfemos constantemente del infernal dragón y que gocemos de las divinas Misericordias en lo próspero y adverso, en la vida y en la muerte, en el tiempo y la eternidad. Amén.

La Abadesa y Sor Patrocinio encontraron la Imagen de la visión en una vitrina. Nadie en el convento había visto antes la mencionada Imagen. Para mayor esclarecimiento y tranquilidad suya, la Abadesa requirió la presencia del Padre guardián del Convento de San Francisco el Grande, quien intentó estudiar el caso con seriedad y rigor pero mientras interrogaba a las monjas, la Imagen desapareció de la vista de todos. Confuso el Padre Guardián, se retiró para reflexionar y redactar cartas a los restantes conventos de su provincia, solicitando rogativas en “asunto de mucha gravedad”. Dos días más tarde, el 15 de agosto, festividad de la Asunción, retornó al Convento de Caballero de Gracia para continuar sus indagaciones sobre la Imagen, la cual volvió a aparecer al lado de Sor Patrocinio, con gran sorpresa de los allí reunidos, incluido el propio Padre Guardián. La gran alegría que produce el portento se traduce en oración de acción de gracias. De todo lo acontecido se redactó un informe detallado y se remitió a la Santa Sede para su conocimiento. Gregorio XVI se interesó por este asunto y manifestó gran devoción a la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, otorgando la correspondiente Bula relativa a la permisión de su culto. La Imagen acompañó siempre a Sor Patrocinio durante su azarosa vida.

5. Comienza la persecución
El siglo XVIII fue un siglo de transición para España. Paulatinamente, se fueron desmantelando los resortes institucionales de la monarquía católica, dando lugar al sistema liberal y anticatólico del siglo siguiente. El regalismo y el volterianismo de la Corte, unido al jansenismo de muchos eclesiásticos, abonó el terreno para la proclamación de la denominada “Constitución de 1812” en medio de los trastornos ocasionados por la invasión napoleónica. La restauración fernandina frenó los proyectos liberales, pero no supo estar a la altura de las circunstancias como se evidenció durante el Trienio Liberal (1820-1823) y por el mantenimiento de la supresión de la Santa Inquisición tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis. La muerte de Fernando VII da lugar en 1833 al inicio de la Guerra Carlista, en la cual, junto al pleito dinástico, se desarrolla una verdadera guerra religiosa, ya que los liberales supieron ver claramente su oportunidad en el triunfo de la causa de Isabel II, a la sazón una niña, y de la Regencia de su madre Mª Cristina. En Madrid, se empieza a difundir por esos años la fama de Sor Patrocinio a quien ya llaman la “Monja de las Llagas”. Entre los hechos que profetiza se encuentra la noche trágica del 17 de julio de 1834, cuando las turbas, azuzadas por la masonería, se lanzan al asalto de conventos. A los jesuitas los mataron y les quemaron el edificio; los dominicos de Santo Tomás y los franciscanos de San Francisco el Grande fueron cruelmente degollados.

Al año siguiente (1835), Sor Patrocinio está enferma y guarda cama. El día 7 de noviembre, una banda de milicianos armados, gente togada, eclesiásticos liberales, con su juez, su escribano y su médico, así como la madre y la hermana de Sor Patrocinio, irrumpe en el pacífico Convento de Caballero de Gracia y, simulando una legalidad por ellos violada y escarnecida, hicieron comparecer ante el juez a todas y cada una de las religiosas para que declarasen cuanto supiesen sobre un pretendido golpe político fraguado por Sor Patrocinio contra la Regencia a favor de D. Carlos, además de lo referente a las llagas que ellos pretendían fingidas y a cierto rapto diabólico; el instigador de todo este ruidosos proceso era el progresista Olózaga, el cual había conseguido el cargo de Gobernador de Madrid. El juez quiso sacar del Convento a sor Patrocinio, pero la Abadesa no lo permitió sin el consentimiento eclesial. La madre y la hermana se quedaron vigilándola en clausura e intentando convencerla de que todavía podía casarse. A los tres días, volvió el juez y la sacaron del Convento como a un criminal, llevándola entre bayonetas a un piso de la Calle Almudena. Tres médicos tenían la misión de cerrarle las llagas. En esos días, Dios le otorgó la gracia de no necesitar comer, dormir, ni la más mínima necesidad corporal, y en la estrecha vigilancia que padecía, Dios no consintió que le reconociesen la llaga del costado, pues cuando lo intentaban, Sor Patrocinio desaparecía, como también desaparecía la Imagen de la Virgen que consigo llevaba, cuantas veces intentaron quitársela. Lo que sí sufrió fueron golpes de fusil y de espada que le quebrantaron la salud. Le cerraban las llagas, pero cuando se las destapaban, seguían sangrando; los médicos, desesperados, porque el tiempo pasaba y no adelantaban nada, llegaron a firmar una declaración de que las llagas habían cicatrizado, pero al destaparlas al día siguiente, salió tal cantidad de sangre que salpicó a todos los presentes. Contra toda justicia, la ingresaron en las Recogidas de Madrid en enero de 1836, donde su mansedumbre y virtud cautivó a las religiosas que regentaban esta institución. Tantas irregularidades forzaron a sus perseguidores a que en abril de 1837 fuera desterrada al Convento de Concepcionistas de Talavera, en el cual cae gravemente enferma, consecuencia y fruto de tantas penas y trabajos padecidos anteriormente. Viendo lo mal que le sentaba aquel clima a Sor Patrocinio, el Vicario Eclesiástico obtuvo permiso del Gobierno en 1839 para trasladarla al Convento de Concepcionistas de Torrelaguna, donde permaneció cinco años.

Estando Sor Patrocinio en Torrelaguna, enfermó su madre, la cual le pidió perdón por todo antes de morir. Sor Patrocinio no cesó en su penitencia y oración por su madre hasta el punto de que a los nueve años de morir, le fue revelado que su madre ya había entrado en el cielo. También murieron por esa época el juez y uno de los médicos que tan injustamente habían actuado contra ella, pidiéndole antes perdón.

Fuera del Convento, tras el final de la Primera Guerra Carlista (1839), tuvo lugar la Regencia de Espartero (1840-1843) y la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II. Con el inicio del poder de los liberales moderados, y ante las protestas del pueblo, se levanta el 18 de septiembre de 1844 el destierro de Sor Patrocinio, quien regresa a Madrid al Convento de la Latina, donde reencuentra a su querida Madre Pilar con la Comunidad del antiguo Convento del Caballero de Gracia. Cinco años más tarde, muere la Madre Pilar y Sor Patrocinio, a sus treinta y ocho años es elegida Abadesa. No dura mucho aquella calma, pues el general Narváez, dueño a la sazón de los destinos políticos de España, es engañado por los enemigos políticos de Sor Patrocinio (conscientes del creciente ascendiente que la Sierva de Dios tiene sobre Isabel II y su esposo D. Francisco de Asís) y la destierra en octubre de 1849 al convento de Santa Ana de Badajoz. Pero al cabo de siete semanas, descubre el engaño y permite su vuelta a Madrid. Sin embargo, el atentado de Merino contra Isabel II constituye otro pretexto y aquella bendita Religiosa sale desterrada para el extranjero el 4 de marzo de 1852, acompañada por agentes de policía.

6.-Regreso a España e inicio de las fundaciones
Traspasada la frontera y por presiones del Gobierno español que la quiere ver en Roma, Sor Patrocinio llega a Montpellier donde muere una de las religiosas que la acompañaban, víctima de los sufrimientos. El obispo de Montpellier, al contemplar el mal estado de salud de Sor Patrocinio y de otra religiosa superviviente que la acompañaba, impide que se dirijan a Roma, coincidiendo con el parecer del embajador español en París (D. Juan Donoso Cortés, marques de Valdegamas). Sor Patrocinio finaliza su viaje en Pau, donde ingresa en el Convento de las ursulinas.

Al final se hace justicia y en octubre de 1853, la Sierva de Dios regresa a España y se instala en Madrid, donde inaugura escuelas gratuitas para niñas necesitadas. El año 1854 es el de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción y como recuerdo de tan importante dogma, Sor Patrocinio obtiene del papa Pío IX el privilegio de poder usar las religiosas de sus comunidades el manto azul en todos los actos de comunidad.

De nuevo la persecución arrecia y en 1855, es desterrada a Baeza de allí a Benavente y, más tarde a Torrelaguna, donde recibe la inesperada visita del general Narváez, quien, comprobando la pobreza y estrechez de las monjas, solicita de Isabel II un convento en Aranjuez para Sor Patrocinio. La comunidad se traslada a Aranjuez en abril de 1857, abriendo junto al nuevo convento un colegio de niñas pobres. La buena formación que reciben estas niñas, impulsa la ampliación de su obra educativa, recibiendo en internado a niñas de familias distinguidas de Madrid. Con la ayuda de la Corte, se fundarán conventos y colegios, durante una década, en los reales sitios de La Granja, El Escorial, El Pardo y Lozoya, así como también en Guadalajara. Además reforma varios conventos como el de Manzanares (Ciudad Real). Es una época de apogeo, donde sus conventos se llenan de religiosas, cumpliéndose así la profecía que la Virgen le hiciera a los dos años de edad (“Monja serás y Madre de muchas monjas”) Especialmente, quiso inculcarles siempre a sus religiosas un gran amor al Santísimo Sacramento y al rezo del Oficio Divino. Sobre el rezo del Oficio Divino solía decir: “Si supierais, amadas hijas, lo que pasa entre el Cielo y la tierra todo el tiempo que el Oficio Divino se está rezando, desearíais que nunca se concluyese”.

7.-Nuevo destierro a Francia
En septiembre de 1868, estalla una nueva Revolución que acaba derrocando a Isabel II. Sor Patrocinio, advertida por el arzobispo de Toledo, consigue huir a Francia por vía férrea a pesar de los intentos de la masonería por evitarlo. A su llegada a Francia, la familia del conde de Garat le deja una casa a las afueras de Bayona.

Con el correspondiente permiso eclesiástico, la sierva de Dios consigue fundar en territorio francés (Bayona, Montmorrency y Bonneuil), aprovechando el impulso devocional a la Inmaculada Concepción que las apariciones de Lourdes habían suscitado. En estas nuevas fundaciones consigue recoger a las concepcionistas españolas expulsadas por los liberales y procedentes de los conventos por ella fundados en España.

En 1870, se produce la guerra franco prusiana y tras la prisión de Napoleón III, tiene lugar la rebelión de la Comuna de París. Sor Patrocinio se encuentra por esas fechas en París y se salva providencialmente del furor revolucionario. Después de la caída de la Comuna, Sor Patrocinio consigue sacar adelante sus fundaciones en Francia a pesar de las dificultades que tuvo que afrontar, entre ellas, la traición de una de sus religiosas.

8.-Regreso definitivo a España
Con la Restauración de Alfonso XII en España (1874) renació poco a poco la calma. El mismo Alfonso XII escribe a Sor Patrocinio invitándola a regresar a España, pero ella remite esta solicitud a las autoridades eclesiásticas. En 1877, el nuevo arzobispo de Toledo, cardenal moreno, le manda regresar a España y Sor Patrocinio llega el 21 de enero de ese año a su querido Convento de Guadalajara, donde permanecería los catorce últimos años de su vida, ocupada en laudabilísimas obras. Entre ellas, destaca la restauración de sus antiguas fundaciones en España cuya vida de comunidad se había visto trastornada por la Revolución de 1868, como antes indicamos.

El 27 de enero de 1891, con casi 80 años de edad y más de 62 años de religión, la Sierva de Dios fallece en el mencionado convento de Guadalajara, donde actualmente se encuentran sus restos mortales. Las religiosas que amortajaron su cuerpo pudieron contemplar que aún seguía manteniendo las llagas. En 1921, se inició su proceso de beatificación, el cual está todavía pendiente de resolución.

9.-Epílogo
Dos fechas marcan el inicio y el fin de la civilización cristiana. La primera, es el año 313, cuando el emperador Constantino, bajo el signo de la Cruz, vence a su rival en el puente Milvio y permite el culto católico, favoreciendo además a la Iglesia con numerosas donaciones. Se crea así un ambiente que permitirá años más tarde al emperador Teodosio el Grande el declarar la religión católica como religión oficial del Imperio, cerrando “Manu militari” los templos paganos y suprimiendo los Juegos Olímpicos. De esta manera, el paradigma toma forma histórica concreta y, a pesar de los ataques que el Imperio Romano, ya cristiano, sufrirá, la restauración del estado católico se consolidará finalmente con el Sacro Imperio Románico-Germánico y las diversas Monarquías católicas. La segunda fecha es el año 1789, año de la Revolución Francesa, la cual inaugura sangrientamente la separación de la Iglesia y del Estado, dando lugar a la actual apostasía de las naciones, cuyo devastador impulso ha conseguido dominar no sólo el espacio cívico-social, sino llegar también hasta lo más profundo del santuario, tras el denominado “Vaticano II”. Como faro luminoso y remedio extremo ante tanta confusión y ruina de las almas, surge a la vez majestuosa y consoladora la figura de la Santísima Virgen María con varias apariciones públicas y significativas, siendo la primera de ellas en este sentido la de la Medalla Milagrosa en París (1830). En este marco simultáneo de tragedia y salvación se desarrolla, con particular protagonismo, la trayectoria vital de Sor Patrocinio. Ella fue blanco del odio del impío sectarismo liberal y masónico, sufriendo numerosas persecuciones, las cuales llevó con resignación y paciencia, conformándose con el divino Maestro hasta el punto de recibir la impresión de sus mismas llagas. Pero además, ella fue elegida para comunicar un mensaje de esperanza y salvación a esa sociedad cristiana que en España se hundía: el de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias. He aquí, el gran relieve a la par histórico y sobrenatural de sor Patrocinio, cuya abnegación, paciencia y devoción mariana constituyen para nosotros un modelo a imitar en estos tiempos de apostasía y perdición.

JULIO MELONES ESPOLIO. Revista Tradición Católica, n.º 234 (Octubre-Diciembre de 2011). Fraternidad Sacerdotal San Pío X – Casa Autónoma de España y Portugal.

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